Devocional Semanal - Pastor Rubén Sánchez
"...y le puso por nombre Eben-Ezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó Jehová" (1ª Samuel 7:12)
Copyright 2013 Iglesia Evangélica Bautista "Piedra de Ayuda" - C/San Eusebio, 54 - 08006 Barcelona. España
FIGELO Y HERMÓGENES



“Ya sabes esto, que me abandonaron todos los que están en Asia,
de los cuales son Figelo y Hermógenes”
(2º Timoteo 1:15)
       El abandono puede tener muchas caras y facetas. En ciertas ocasiones, el abandono puede ser físico, es decir, la persona se aleja literalmente dejando en soledad a aquel que ha sido desamparado. En otras ocasiones, el abandono no tiene porque ser físico, puede que la persona todavía esté cercana, en el mismo espacio y lugar, pero exista una desafección, desamparo del cuidado y desprotección. No hay duda alguna que el abandono es profundamente dañino porque es evidencia, por diversos motivos, del olvido hacia la otra persona. Ciertamente esto sucede en todos los ámbitos y, tristemente también sucede en la fe que nuestro Señor Jesucristo nos ha dado. No hay mayor ejemplo de abandono que aquel que nuestro Señor sufrió cuando fue arrestado. Aquellos discípulos que había amado y amaba le abandonaron cuando fue arrestado. Frente a la cruz solamente estaba su madre y el discípulo amado. La Biblia nos enseña que la fe que nos ha sido dada en Cristo Jesús no nos inmuniza del abandono que podemos llegar a sufrir en nuestra vida dentro del ámbito del ministerio e incluso de la iglesia. El apóstol Pablo bien sabía de lo que hablaba. Su ministerio estuvo lleno de aquellos que estuvieron cercanos a él, estuvo lleno de aquellas iglesias que había fundado y había sido para ellas como un padre, pero también estuvo lleno de vivir en su propia piel el abandono de aquellos que un día habían sido cercanos a él. Si hay una lección que el joven Timoteo debía aprender en su servicio a Cristo era la realidad de sufrir aflicciones por el evangelio, entre ellas, la dura realidad del abandono dentro de la familia en la fe. En la que fue su última carta a Timoteo, el apóstol le dijo: “ya sabes esto”. Timoteo tenía un conocimiento de aquello que había acontecido en la vida de Pablo durante su ministerio en Asía. Las palabras de Pablo encajan dentro de un contexto muy específico. Timoteo no debía avergonzarse sino estar dispuesto a sufrir aflicciones por el evangelio de Cristo (2º Timoteo 1:8). Para ello tenía ejemplos que debía seguir, el ejemplo de Pablo (2º Timoteo 1:12), el ejemplo de Onesíforo (2º Timoteo 1:16), el mismo ejemplo de Cristo (2º Timoteo 2:8), pero en medio de todos estos ejemplos estaban aquellos que Timoteo no debía seguir. Timoteo sabía lo que había acontecido con Pablo en Asía; “ya sabes esto, que me abandonaron todos los que están en Asía”. Con toda probabilidad Pablo estaba encarcelado en Roma (2º Timoteo 4:9-13) y es muy probable que Pablo hubiese pedido a cristianos prominente de Asía, cuya capital era Éfeso, que acudiesen a Roma para abogar como testigos a su favor frente al juicio que tenía por delante. Ahora bien, de este grupo ninguno de ellos estuvo al lado de Pablo (2º Timoteo 4:16), todos le abandonaron quizás por vergüenza y entre ellos estaban Figelo y Hermógenes. Cuando Pablo necesitaba de ellos, no estuvieron a su lado. Dos nombres destacados como ejemplo de abandono en el ministerio de Pablo, dos nombres que han pasado a través de los siglos en las páginas inspiradas de las Escrituras como dos ejemplos de abandono cristiano. Figelo y Hermógenes, nos recuerdan que el abandono en la vida cristiana es una triste y dura realidad. Son dos nombres que nos recuerdan que hay ejemplos que no deben seguirse en nuestra vida cristiana. El abandono de hermanos no es compatible con la fe cristiana ya que es la antítesis de lo que Cristo hizo por nosotros, no nos abandonó sino que no se avergonzó, nos buscó solícitamente y se entregó por nosotros. Nunca estaremos abandonados por Cristo, por ello nunca nosotros deberíamos abandonar a hermanos en situaciones difíciles, más bien deberíamos ser como Onesíforo alguien que entendió las implicaciones del evangelio de Cristo.
INICIO DE SEMANA
Martes  
Miércoles  
Jueves  
Viernes  
TEXTOS DE MEDITACIÓN PARA LA SEMANA
2º Timoteo 1:3-18
 
2ª Timoteo 4:9-18
Salmo 3:1-8
FINAL DE SEMANA
ONESÍFORO
“Tenga el Señor misericordia de la casa Onesíforo, porque muchas veces me confortó,
y no se avergonzó de mis cadenas; sino que cuando estuvo en Roma,
me buscó solícitamente y me halló ”
(2º Timoteo 1:16-17)

          Ciertamente el abandono en la vida cristiana es una triste realidad, pero por el contrario, también es un gran gozo, sustento y consuelo la fidelidad de muchos otros que están firmes en el evangelio y al lado de aquellos que compartimos una misma fe. En el ministerio y en la vida cristiana existirán Figelos y Hermógenes, pero gracias a Dios también existirán Onesíforos que estarán al lado de uno, así fue con el apóstol Pablo. A pesar de haber sufrido el abandono de todos los que habían estado con él en Asia, en la vida del apóstol también estuvo Onesíforo que fue de gran consuelo para la vida de Pablo. No es de poca importancia el fluir del argumento que el apóstol sigue en 2º Timoteo 1:15-17. Onesíforo es un ejemplo que contrasta grandemente con los dos ejemplos mencionados en el v.15, Figelo y Hermógenes. Si, por un lado, estos dos últimos fueron parte de aquellos que abandonaron a Pablo y, por su mención específica tuvieron que dañar en mayor manera al apóstol, por otro lado Onesíforo fue todo lo contrario, no abandonó a Pablo sino que no se avergonzó en ningún momento de él. Esta es la razón por la cual el apóstol pide que el Señor tenga misericordia de la casa de Onesíforo. Así como él ejerció misericordia con Pablo, ahora el Señor mismo ejerza misericordia con Onesíforo y con toda su familia; “tenga el Señor misericordia de la casa de Onesíforo”. La causa de dicha petición por misericordia es clara; “porque muchas veces me confortó, y no se avergonzó de mis cadenas”. Onesíforo fue de gran consolación para el apóstol en medio de sus tribulaciones. Muchos fueron aquellos que se avergonzaron de Pablo cuando fue preso. Las cadenas en la vida del apóstolo fueron demasiado para algunos de aquellos cercanos a él, fueron motivo de vergüenza que les llevó a apartarse del apóstol. Tristemente hay situaciones en la vida, y en especial aquellas que pueden venir dadas por el evangelio que pueden hacer que aquellos más cercanos se avergüencen, alejen y abandonen. Pablo le había dicho a Timoteo que no se avergonzase del testimonio del Señor ni de Pablo como preso por el evangelio (2º Timoteo 1:8) y aquí tenía un ejemplo claro, Onesíforo. En más de una ocasión confortó a Pablo y no tuvo vergüenza de las prisiones y consecuencias que el apóstol vivía por el evangelio de Cristo. Por el contrario, Onesíforo buscó a Pablo cuando estaba encarcelado en Roma; “sino que cuando estuvo en Roma, me buscó solícitamente y me halló”. Onesíforo fue capaz de pasar por encima de la vergüenza de lo que suponía buscar a un encarcelado en la capital del Imperio. Onesíforo fue capaz incluso de poner su vida en riesgo buscando a Pablo en sus prisiones. Onesíforo fue capaz de buscar a Pablo con absoluta diligencia para encontrarle y ser de consuelo y ayuda para él. ¡Qué gran consuelo tuvo que ser esto para el apóstol! Tuvo que ser como el rocío de la mañana que refresca el valle, tuvo que ser como la brisa fresca que entra desde el mar. Frente a la realidad de aquellos que le abandonaron en Asia, estaba Onesíforo quien no le abandonó ni se avergonzó de él, sino que le buscó solícitamente, estuvo a su lado y le confortó con su ayuda y presencia. ¿Qué sería de nosotros muchas veces sin aquellos Onesíforos en nuestra vida?  Sufriremos abandonos, traiciones y vergüenzas en nuestra vida cristiana. Muchas veces esto se dará por mantener el testimonio de nuestro Señor Jesucristo y por mantener nuestras convicciones bíblicas. Habrá daño en nuestra vida y tristeza por ver como muchos de aquellos que creíamos cercanos se alejan de nosotros, ¿cómo poder mantenerse firme en estas situaciones tan dolorosas? Sin lugar a dudas uno tiene que mirar a Cristo porque de él nos avergonzamos todos y el no se avergonzó de ninguno de aquellos que él amó. Nosotros le abandonamos pero él no nos abandonó. Cristo es nuestro ejemplo, pero por la gracia de Dios este ejemplo se hace patente y presente en hermanos y hermanas que siguen a nuestro lado en situaciones que otros ya nos han abandonado, ¿cómo mantenerse firme? Sabiendo que tenemos Onesíforos en nuestra vida, sabiendo que aun y cuando todos han podido abandonarnos, todavía quedan aquellos que confortan nuestra alma y nos buscan solícitamente en nuestras prisiones de tristezas, dudas e incertidumbres por el evangelio de nuestro Señor Jesucristo.
2º Timoteo 2:1-13