Devocional Semanal - Pastor Rubén Sánchez
"...y le puso por nombre Eben-Ezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó Jehová" (1ª Samuel 7:12)
Copyright 2013 Iglesia Evangélica Bautista "Piedra de Ayuda" - C/San Eusebio, 54 - 08006 Barcelona. España
MURIÓ
CONFORME A LAS ESCRITURAS
“Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí:
Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras”
(1º Corintios 15:3)

      Las primeras cosas primero. Ciertamente en la vida hay muchas cosas y uno tiene que saber aquello que es primero, prioritario y primario. Dedicarse a cosas secundarias como si fuesen primarias puede suponer un gasto de energía que impida que uno avance en aquellas cosas de primera importancia que verdaderamente son esenciales e importantes. Puede incluso suponer que uno acaba malgastando su tiempo y su vida. En la fe que hemos recibido como santos el asunto no es distinto, ya lo dijo Agustín de Hipona; “en lo primario unidad, en lo secundario amor”. Hay cosas que son de primera importancia, aspectos de la fe por los que es necesario levantarse y contender por ellos con todas las fuerzas. Hay verdades fundamentales de nuestra fe que son, sin lugar a dudas, asuntos de primera importancia que hemos oído, recibido y en los cuales debemos perseverar contra viento y marea si queremos probar nuestra verdadera salvación. Así se lo dijo el apóstol Pablo a los Corintios; “además os declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado, el cual también recibisteis, en el cual también perseveráis” (1ª Corintios 15:1). El apóstol Pablo declaró a los Corintios el asunto de primera importancia, la perla preciosa de gran precio, el tesoro escondido pero que los Corintios habían encontrado por la gracia de Dios. Pablo les declaró el evangelio de Cristo como asunto de vital importancia. ¿Por qué haría algo así el apóstol Pablo? Porque los Corintios lo estaban perdiendo, estaban perdiendo y dejando de perseverar en ese mensaje - de manera concreta en la resurrección - que era vital ya que su salvación eterna dependía de él. Hay cosas que podemos olvidar, hay cosas en las que podemos dejar de perseverar y nada sucederá en nuestras vidas pero, el evangelio no es una de ellas. No perseverar en las verdades fundamentales que conforman el mensaje del evangelio es, como les dice Pablo, “haber creído en vano”. Ahora bien, ¿cuáles son aquellas verdades que conforman el mensaje de primera importancia del evangelio de Cristo? En primer lugar la muerte histórica de nuestro Señor Jesucristo; “porque primeramente os he enseñado lo que así mismo recibí; Que Cristo Jesús murió”. Si hay algo que el gran apóstol a los gentiles sabía era que el mensaje del evangelio que él tenía el privilegio y responsabilidad de enseñar lo había recibido. Con todo su conocimiento Pablo tuvo que recibir el evangelio por revelación divina de Jesucristo (Gálatas 1:11-12) y aquello que recibió de la misma corte celestial fue que “Cristo murió”. La muerte de Cristo no fue una farsa, no fue un espectáculo interpretado sobre la cruz, no fue un desvanecimiento que pareció una muerte. La muerte de Cristo en la cruz fue real e histórica, nuestro Señor exhaló su último aliento en la cruz, entregó su espíritu al Padre. No podía ser de otra manera ya que la muerte de Cristo fue sustitutoria y penal, “murió por nuestros pecados”. Nuestro pecado acarrea la sentencia y el juicio de la muerte y la única manera de ser perdonado es si una víctima inocente moría en lugar del culpable, cargaba sobre sus hombros el juicio, el castigo y la culpa del pecador. Sin muerte real no había expiación de pecado, no había perdón para el pecador, no había justicia que declara perdonado y no culpable. Por esta razón “Cristo murió por nuestros pecados” y esto fue hecho no como una improvisación en la historia, sino que ocurrió “conforme a las Escrituras”. La muerte de Cristo sucedió en cumplimiento de lo anunciado, sucedió en línea con las Escrituras, sucedió conforme a la voluntad de nuestro Dios. Así dijo Dios en las Escrituras y así fue hecho, el Cordero murió, el Siervo de Jehová fue molido por nuestras transgresiones y ahora los suyos, somos perdonados y salvados.   
INICIO DE SEMANA
Martes  
Miércoles  
Jueves  
Viernes  
TEXTOS DE MEDITACIÓN PARA LA SEMANA
Lucas 24:13-49
Romanos 3:19-26
Hebreos 1:1-14
1º Corintios 15:1-58
FINAL DE SEMANA
RESUCITÓ
CONFORME A LAS ESCRITURAS

“Y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras”
(1ª Corintios 15:4)
       La piedra angular de la fe cristiana es la resurrección de Cristo Jesús. Sin la resurrección de Cristo todo es vano, todo es vacío. La fe es vana, la predicación del evangelio es sin sentido, el ministerio y servició son vacíos, el cristiano se transforma en un mentiroso porque proclama algo que nunca sucedió y es la persona más miserable y digna de conmiseración de todo el universo (1º Corintios 15:14-19). Si la muerte tuvo la última palabra sobre Cristo y también la tiene sobre todo ser humano entonces todo es vano y vacío. No hay nada que haga el sentido de la vida más vacío que la propia muerte. Si la muerte tiene el punto y final en la vida ¿para qué luchar en este mundo? Quizás es mejor dejarse llevar por la dicha; “comamos y bebamos que mañana moriremos”. Esta es precisamente una de las cosas que el apóstol Pablo comunicó a los Corintios que estaban negando y perdiendo la verdad fundamental e innegociable de la resurrección de Cristo. Algunos decían que no habría resurrección final de los muertos, la muerte era la triste realidad de todo ser humano, el punto y final en la existencia humana. Frente a ello, Pablo les confronta con lo terrible de su argumento mostrándoles la trágica lógica que hay en su pensamiento. Si no hay resurrección final de los muertos, entonces Cristo tampoco resucitó y la razón de ello es porque la resurrección de todo creyente está ligada a la resurrección de Cristo. Si tenemos esperanza de resurrección es porque Cristo resucitó primero, es porque él es las primicias de aquellos que seguiremos sus pasos de muerte a vida. Por tanto, si los muertos no resucitan esto es evidencia de que Jesús quedó en la tumba. Pablo les dice que nuestro Señor Jesucristo “fue sepultado”, es decir, la muerte de Jesús fue histórica y real. La cruz supuso la muerte expiatoria y propiciatoria por nuestros pecados pero, si todo quedó allí, si el aguijón de la muerte venció definitivamente a Cristo, si el último enemigo pudo clamar victoria completa y permanente sobre Cristo en aquella cruz, entonces todo es vano, esa muerte no sirvió de nada, fue como tantas otras a lo largo de la historia y por ello todavía estamos en nuestros pecados. Ahora bien, la cruz no fue la última palabra “fue sepultado y resucitó al tercer día”. La muerte no tuvo la última palabra sobre Cristo ¿cómo podía tenerla? Él pagó por nuestra culpa no por la suya, el llevó nuestro castigo no el suyo, él fue, es y será inocente de principio a fin, por tanto, nada podía clamar la muerte de nuestro Señor Jesucristo. Las cadenas de la muerte fueron rotas y la muerte tuvo que soltar al Hijo de Dios, el Padre lo trajo de la tumba y lo hizo “conforme a las Escrituras”. Así como la muerte de Cristo fue el cumplimiento de lo anunciado a lo largo de la historia de la salvación también lo fue su resurrección. Job habló de que su Redentor vive y aunque él muriese sus ojos verían a su Redentor (Job 19:25-27). Job tenía la esperanza puesta en un Redentor que no está muerto sino que está vivo. Aun y cuando Job no habla directamente de la resurrección, sí que la esperanza de Job está puesta en que su Redentor está vivo. La realidad de la muerte de Job, la desesperanza de saber que su carne algún día verá corrupción es contrarrestada por la certeza de que su Redentor vive y al fin se levantará del polvo, hay la esperanza de que él verá a Dios. La esperanza frente a la muerte depende de un Redentor que vive y no está muerto. Abraham entregó a Isaac cuando Dios se lo pidió creyendo que Dios es poderoso y podía traerlo de la muerte y en sentido figurado lo recibió de la muerte (Hebreos 11:19). El único hijo amado de Abraham entregado en el altar pero con la esperanza de saber que Dios podía traerlo de la muerte. ¿Por qué haría algo así Abraham? ¿Cuál era la intención última de Dios en pedirle algo así a Abraham? Contra toda esperanza Abraham creyó y le fue contado por justicia pero todas estas cosas han sido escritas también para nosotros, “esto es, a los que creemos en el que levantó de los muertos a Jesús, Señor nuestro, el cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestras justificación” (Romanos 4:24-25). La resurrección de Cristo sucedió conforme a lo que Dios había anunciado en las Escrituras. Nuestro Señor Jesucristo ciertamente sufrió la muerte por nuestros pecados pero resucitó y vive para siempre. ¡Cristo vive y él es nuestra esperanza, él es el primer fruto de nuestra resurrección, él es el sustento y sentido de nuestra fe, él es la piedra angular de todo lo nuevo que Dios ha hecho en él!