Devocional Semanal - Pastor Rubén Sánchez
"...y le puso por nombre Eben-Ezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó Jehová" (1ª Samuel 7:12)
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NO OS AFANÉIS
“Nos os afanéis, pues, diciendo:
¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas”
(Mateo 6:31-32)
      Nuestro Señor Jesús estableció una verdad que a primera vista podría parecer una contradicción. Por un lado, el creyente no debe afanarse por el día de mañana, por otro lado, existe la realidad que el día de mañana traerá su propio afán y mal (Mateo 5:34). ¿Cómo puede pedirse no estar afanosos por el mañana cuando el mañana traerá su afán? Ciertamente el afán, ese deseo intenso que en muchas ocasiones puede generar angustia y ansiedad en la persona, suele ser el compañero que viene asociado a las necesidades de cada día. Cada día trae sus necesidades, dificultades y situaciones que pueden afanar nuestras vidas, en especial cuando no sabemos cómo cubrirlas o solucionarlas. Además, el afán crece y se incrementa cuando no sabemos que afán nos traerá el día de mañana, ¿traerá más necesidades? ¿Traerá más problemas? ¿Traerá más sorpresas inesperadas que desconocemos?  Por ello, las palabras de nuestro Señor Jesucristo son en cierta manera sorprendentes pero al mismo tiempo esperanzadoras: “No os afanéis”. Nuestro Señor Jesús llama a todo hijo del Padre celestial a no afanarse por la necesidades de la vida “no os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos?” Las palabras de Cristo no son dichas como un llamado a la despreocupación en la vida cristiana. Sus palabras son el resultado de saber, creer y confiar en el soberano sustento de nuestro Padre celestial. Nuestro Dios es nuestro Padre celestial pero también es el Creador que en su providencia sustenta y provee para todo lo que creado. Nuestro Padre alimenta a las aves del cielo que no siembran, ni siegan, ni recogen. Nuestro Padre viste de manera preciosa a los lirios del campo y a la hierba que hoy es y mañana se seca. Si su cuidado providencial es de tal provisión con su creación ¿cuánto más no lo será con nosotros, aquellos que él ha creado pero también ha salvado? Es a la luz de dicho cuidado y provisión de nuestro Padre celestial que no debemos afanarnos por las necesidades de la vida. El afán debe ser sustituido por una confianza firme en Aquel que provee y sustenta todo lo creado. La falta de dicha confianza implicaría la falta de fe en nuestro Dios y nos situaría en la misma posición y actitud que los gentiles, aquellos que no tienen a Dios como su Padre celestial “porque los gentiles buscas todas estas cosas”. Su afán les lleva a no entender que hay un Dios que provee. Por el contrario, en todo creyente no debe haber la actitud gentil sino el saber que nuestro Padre sabe que tenemos necesidad del sustento diario en nuestra vida. ¡Qué maravilloso es saber que nuestro Padre lo sabe! Aquello que debemos buscar primeramente es su reino y su justicia y debemos vivir el día a día con la confianza férrea que nuestro Padre nos sustenta. El mañana traerá su afán pero nuestro Padre sabe el afán que traerá y sabe nuestra necesidad, así que, no te afanes sino confía en aquel que es tu Padre celestial que conoce de lo que tienes necesidad.
INICIO DE SEMANA
Martes  
Miércoles  
Jueves  
Viernes  
TEXTOS DE MEDITACIÓN PARA LA SEMANA
 
Salmo 145:1-21
Hechos 14:8-18
Filipenses 4:4-9
FINAL DE SEMANA
SEAN CONOCIDAS
VUESTRAS PETICIONES
“Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (Filipenses 4:6-7)

      ¿Qué son aquellas cosas que pueden traer afán a nuestra vida? ¿Qué es aquello por lo que todo creyente nunca debería estar afanado? Sin lugar a dudas, al final del día uno puede mirar atrás y darse cuenta de todas aquellas cosas por las que ha estado afanado. De la misma manera, puede mirarse atrás al final de la semana y ver todo aquello que ha sido causa de afán en la vida de uno. Pero, las palabras del apóstol Pablo muestran la realidad de que no hay nada que tenga que ser fuente de afán en la vida del creyente, “por nada estéis afanosos”. Si hay algo que debe ser característico de la vida cristiana es el gozo y no el afán. La vida cristiana es una vida de gozo y regocijo en nuestro Señor Jesucristo (v.4). Debe existir, aun y en medio de las lágrimas y las dificultades, una actitud constante de regocijo en el Señor que está cerca (v.5). La venida de Aquel en quien todo cristiano debe regocijarse en su vida está cerca. La venida de nuestro Señor es algo certero, seguro y cercano, es por ello que por nada debemos afanarnos. Es la realidad del regocijo en nuestro Señor y la cercanía de su venida lo que debe poner en perspectiva el día a día de nuestra vida. Si Cristo está cerca ¿qué es aquello que puede causar afán en la vida? Pablo es enfático “por nada estéis afanosos”, no hay nada en la vida del creyente que debería ser causa de afán. Ahora bien, lo cierto es que la debilidad del afán hace acto de presencia aun y la certeza de saber que Cristo está cerca. Por ello, la única manera de no estar afanoso por nada es hacer nuestras peticiones conocidas delante de nuestro Dios, “por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios”. El acudir delante de nuestro Dios es el antídoto al afán, es estar delante de la presencia de Dios y darle a conocer nuestras peticiones lo que contrarresta la presencia del afán en la vida. Con toda oración, con todo ruego que muchas veces clama de manera profunda por la situación de nuestras almas, con toda acción de gracias aun y la situación en la que nos encontremos, el acudir delante de nuestro Dios con nuestras peticiones es la única manera de no estar afanoso por nada. Bien lo sabía el autor del himno “Oh que amigo nos es Cristo” cuando escribió “¿está el hombre desprovisto de pazo, gozo y santo amor? Esto es porque no llevamos todo a Dios en oración”. Dar a conocer nuestras peticiones delante de Dios es la respuesta al afán en nuestra vida, no solamente porque Dios es nuestro Padre que conoce de lo que tenemos necesidad, sino también porque él es el Dios de toda paz quien nos dará de su paz en esos momentos de afán. El afán es el enemigo de la paz, acaba con ella. El afán es capaz de hacer que nuestros pensamientos piensen lo peor, es por ello que Pablo establece que Dios dará su paz en esos momentos. Esa paz que sobrepasa todo entendimiento, que va más allá de lo que podemos imaginarnos, guardará nuestros corazones y entendimientos en aquel que es nuestra paz, el Señor Jesucristo. Por ello, nuestra vida estará en paz aun y las situaciones y nuestro entendimiento estará en condiciones de pensar en todo aquello que es verdadero, puro, honesto, en otras palabras, centrará su atención en el glorioso evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Por tanto, ¿hay afán en tu vida? Acude delante del Dios de toda paz. 
Mateo 6:25-34