Devocional Semanal - Pastor Rubén Sánchez
"...y le puso por nombre Eben-Ezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó Jehová" (1ª Samuel 7:12)
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SEGUROS EN JESUCRISTO
“Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano”
(Juan 10:27-28)
      Hace algunos años escuché la anécdota de una niña pequeña que viajaba por primera vez en avión con su padre. El padre no sabía cómo reaccionaría su hija a su primer vuelo. Cuando le preguntó si tenía miedo de volar, la niña le respondió que no. El padre se sorprendió de la respuesta y tranquilidad que presentaba su hija. Cuando le preguntó la razón de su tranquilidad, la niña respondió que su padre estaba con ella, por tanto, estaba segura. Si esa niña pequeña podía estar segura y confiada por estar con su padre ¿cuánto más los creyentes podemos estar seguros en nuestro Señor Jesucristo? Jesucristo no tiene únicamente nuestra vida en sus manos, sino también nuestra salvación eterna. Esta es la razón por la cual existe seguridad de salvación. El creyente salvo en Jesucristo no solamente no perderá su salvación por el poder de Dios sino que también, por ese mismo poder, perseverará hasta el fin mismo de su salvación. Siendo la salvación por gracia, nada puede hacerse para ganarla pero tampoco puede hacerse nada para perderla, toda la salvación depende y se sustenta, no en nosotros sino en nuestros Señor. Las ovejas del rebaño de Jesucristo están seguras y tienen seguridad de salvación en su Buen Pastor y, algunos motivos para ello fueron dichos por Jesús mismo. Existe un conocimiento íntimo entre Jesucristo y sus ovejas: “mis ovejas oyen mi voz, y yo conozco a mis ovejas”. Las ovejas no son de nadie más que de Jesucristo, son posesión única de Él, propiedad del Buen Pastor, son de manera repetitiva “mis ovejas”. Esta es la razón por la que cada oveja que pertenece a Cristo oye la voz de su Buen Pastor y le sigue. Aquel que escucha la voz de Cristo y le sigue es evidencia que es conocido por Él. Es precisamente por sus ovejas que Jesucristo dio su vida (vv.15-18). Por tanto, el conocimiento íntimo de Cristo le llevó a dar su vida de manera particular por aquellas ovejas que son suyas y conoce desde la eternidad. Es a ellas que el Buen Pastor les “da vida eterna” y “no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano”. La seguridad se basa en Cristo y su obra y no en nosotros. Por un lado, Jesús da vida eterna a sus ovejas, por otro lado, existe la imposibilidad de que alguien pueda arrebatar a una de las ovejas de su mano. Si una de sus pequeñas pudiese ser arrancada de las manos de Cristo, el Buen Pastor habría fallado en darle vida eterna, por tanto, significaría que habría fallado en su obra redentora, algo impensable e imposible. Como ovejas de Cristo, los creyentes estamos seguros en nuestra salvación, seguros en su conocimiento, seguros en su persona, seguros en su obra. Por ello, aun y las turbulencias de la vida, puedes vivir con la seguridad de que tu Buen Pastor te conoce y su vida entregó no sólo para obrar tu salvación sino también para asegurarla eternamente. 
INICIO DE SEMANA
Martes  
Miércoles  
Jueves  
Viernes  
TEXTOS DE MEDITACIÓN PARA LA SEMANA
Juan 10:11-30
Judas 1, 24-25 (leer toda la carta)
Romanos 8:28-39
Mateo 25:1-13
FINAL DE SEMANA
PERSEVERANCIA FINAL
“Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo”
(Mateo 24:13)

      La constancia o perseverancia es algo fundamental en muchas circunstancias de la vida. En cualquier disciplina deportiva, la perseverancia es algo fundamental para la mejora. Cualquier deportista que llega a la obtención de la medalla de oro en su disciplina, ha sido disciplinado, constante y perseverante en su entrenamiento. De igual manera, la perseverancia es fundamental en aquellos que estudian. Todo estudiante que al final obtiene un título, lo obtiene por haber sido perseverante en el estudio. Aquellos que a lo largo del camino dejaron de perseverar y abandonaron el trabajo y el esfuerzo, lo más probable es que se quedaran por el camino fracasando al final. De la misma manera, aun y cuando no pueda parecerlo, en temas de salvación la perseverancia es algo de eterna importancia. Únicamente aquellos que perseveren hasta el fin serán salvos, por tanto, la perseverancia está ligada de alguna manera a la seguridad de salvación. Aquellos que en su vida perseveran y son constantes en su salvación, pueden estar entonces seguros que alcanzarán la consumación última de esa salvación en la cual han perseverado. Por tanto, la famosa doctrina llamada “la perseverancia de los santos” es parte de la seguridad de salvación que todo creyente tiene. En dos ocasiones, aunque en contextos distintos pero temáticamente parecidos, Jesús estableció que: “mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo” (Mateo 10:22; 24:13). Ambas menciones que Jesús hace sobre la perseverancia del creyente están dentro del contexto de dificultades y tribulaciones en el mundo. En el primer caso, los discípulos serán aborrecidos por el mundo y deberán perseverar ya que el que persevera hasta el fin será salvo. En el segundo caso, las palabras de Jesús están dentro del sermón escatológico. Jesús anuncia la realidad de guerras, rumores de guerras, naciones levantándose contra naciones, es decir, dibuja un escenario que obrará a la perfección para producir desánimo, desaliento y abandono incluso en el creyente mismo. Es en dicho contexto que Jesús dice que el que “persevere hasta el fin, éste será salvo”. Es importante entender que el creyente no persevera para ser salvo, sino más bien persevera porque es salvo. Por tanto, la perseverancia no es una obra para salvación sino un fruto de la misma. La seguridad de salvación no sólo implica que nuestra salvación está segura por el poder de Dios sino que también perseveramos en ella hasta el fin por el poder de Dios en nosotros. El gran contraste entre el creyente genuino y el mundo que estará en guerra constante, un mundo que aborrecerá al creyente, un mundo en el cual muchos tropezarán y su amor se enfriará por el camino, es que el creyente por la gracia y el poder de Dios perseverará en el evangelio de su salvación hasta el fin. Por ello, la perseverancia final en nuestra salvación es el fruto del poder de Dios pero también nuestra responsabilidad. Por Su gracia, que te es suficiente, debes perseverar en tu salvación. El mundo puede ser un lugar desolador y ciertamente nos aborrece como cristianos, pero persevera en lo que has creído, persevera en tu salvación por el poder de Dios.