Devocional Semanal - Pastor Rubén Sánchez
"...y le puso por nombre Eben-Ezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó Jehová" (1ª Samuel 7:12)
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PRODUCTIVIDAD
PARA EL REINO
“Por tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo,
hubiera recibido lo que es mío con los intereses”
(Mateo 25:27)
      En los negocios las inversiones son importantes, una buena inversión puede conllevar ganancias considerables a los que han invertido con inteligencia. Algo importante a considerar en las inversiones son los intereses, lo importante es que, aquello invertido produzca ganancias. Probablemente, al pensar en inversiones se piense únicamente en las operaciones que conciernen a los negocios de este mundo, pero la Biblia es clara al decirnos que es posible invertir en el reino de los cielos. Debe existir una responsabilidad de todos aquellos que les han sido dados talentos, el usarlos para el reino de los cielos y para el Señor de dicho reino. Jesús en su parábola de los talentos fue claro al poner de manifiesto la negligencia de uno de los siervos a quien le había sido dado un talento para que lo invirtiese y fuese productivo para su señor; “por tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recibido lo que es mío con intereses”. Las palabras de Cristo encajan en lo que se conoce como la parábola de los talentos. En ella se describe el reino de los cielos de manera semejante a un señor que se fue lejos y le entregó a sus siervos los talentos para que los trabajasen. A uno le entregó cinco talentos, a otro dos y a otros uno (v.15). El talento en la parábola hace referencia a una unidad monetaria equivalente a 6000 denarios. Un denario era el salario que se pagaba por un día laboral, por tanto, el señor fue generoso en la entrega soberana de talentos a sus siervos. El señor entregó cómo él quiso y cómo bien le pareció, ninguno de los siervos podía ni debía quejarse de tener más o menos talentos. El simple hecho de tener un talento ya suponía un gran privilegio para el siervo. Ahora bien, el privilegio de los talentos entregados se convertía al mismo tiempo en la gran responsabilidad de entender que esos talentos no les pertenecían, les habían sido dados por gracia soberana para que los invirtiesen para el bien de su señor. La cuestión no era cuántos talentos les habían sido dados a cada uno sino cómo los invertían y eran productivos para su señor. Dos de ellos los invirtieron, pero uno enterró el talento. Cuando su señor llegó los dos que habían invertido los talentos le entregaron a su señor el talento con los intereses, fueron siervos fieles (vv.16-23). Aquel que lo enterró pensaba que había sido previsor y que su señor estaría contento de haber mantenido a salvo su talento, pero no fue así, Cristo pone de manifiesto la responsabilidad del siervo de haber invertido el talento, “por tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros”. Su prudencia no fue tal, fue falta de fidelidad al servicio que su señor le había encomendado, fue un siervo infiel, necio e improductivo. La fidelidad debería haberse expresado generando productividad para la venida de su señor, “y al venir yo, hubiera recibido lo que es mío con intereses”. Nuestro Señor Jesucristo nos ha dado a cada uno de sus discípulos aquello que debemos usar para su reino. Corremos el peligro de enterrar el talento, ya sea dinero, habilidades, capacidades, oportunidades que nuestro Dios nos ha dado. Podemos enterrarlo por temor, por dejadez, por negligencia, por holgazanería. De ser así, perdemos de vista que aquello que tenemos no nos pertenece, más bien somos administradores de aquello que nos ha sido dado para ser productivos para nuestro Señor. No podemos olvidarnos que nuestro Señor Jesucristo viene y lo que él nos demandará será la fidelidad de haber usado bien en este mundo aquello que nos ha dado para su gloria y su reino. Pensemos en lo siguiente, cuando Cristo venga ¿dónde estarán los intereses que le pertenecen a él? 
INICIO DE SEMANA
Martes  
Miércoles  
Jueves  
Viernes  
TEXTOS DE MEDITACIÓN PARA LA SEMANA
Mateo 25:14-30
Mateo 6:19-24
Mateo 6:25-34
Lucas 12:13-21
FINAL DE SEMANA
INVIRTIENDO
EN EL REINO DE LOS CIELOS
“Sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla, ni el orín corrompen,
y donde ladrones no minan ni hurta”
(Mateo 6:20)

      Muy a menudo a nivel económico se habla de los mercados financieros. En los mercados financieros se negocian valores financieros tanto a nivel nacional como a nivel global. Para ello, algo que es de gran importancia para las inversiones de estos mercados es la estabilidad económica y política de los países. Por lo general, pocos son aquellos que se arriesgan a invertir en economías convulsas, volátiles y poco estables. La falta de permanencia de seguridad y la inestabilidad son factores que suelen ahuyentar a los inversores. El inversor sabio invertirá en aquello que es estable y permanente. Si los mercados del mundo y los inversores de esta sociedad actúan con esta sabiduría ¿cuánto más deberían hacerlo los creyentes con relación a sus inversiones en el reino de los cielos? Invertir en este mundo, es invertir en aquello que no permanece, mientras que invertir en el reino de los cielos es hacerlo en aquello que permanece para siempre. En palabras de Jesús “sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla, ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan”. Las palabras de Jesús no son ni mucho menos superficiales, apuntan al lugar en el cual estará el corazón de la persona, su corazón estará en el lugar que esté su tesoro (v.21). Aun y cuando pueda sonar extraño, Cristo está diciendo que es posible y debe invertirse en el reino de los cielos “sino haceos tesoros en el cielo”. El ciudadano del reino de Dios debe atesorar o acumular tesoros en el cielo. Ahora bien, estas palabras son dichas en contraste a la prohibición de hacerse tesoros en la tierra “no os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan, sino haceos tesoros en el cielo”. La acumulación de tesoros en este mundo es acumular posesiones e invertir en un mundo que tiene los días contados. Todo lo que hay en este mundo y todo lo que haya sido acumulado en él acabará pasando como pasan y caen las hojas en otoño. Las palabras de Jesús nos son una prohibición para tener posesiones, tampoco son una prohibición a ser sabios en hacer provisión para el futuro, bien la Escritura alaba el trabajo de la hormiga que acumula comida y hace provisión para el invierno (Proverbios 6:6-8). Las palabras de Jesús son una prohibición a acumular tesoros en la tierra poniendo en ellos la seguridad, confianza y salvación de la vida. Son una prohibición a que nuestros tesoros y posesiones se conviertan en nuestro dios demandando nuestra lealtad y corazón. La codicia aparte de ser un pecado es un problema peligroso y mortal porque puede llevar a uno a pensarse que este mundo es todo lo que hay y que el fin de la vida y la seguridad de la misma se encuentran en acumular tesoros en este mundo para poder decir, “ahora mi alma está segura, puedo descansar y gozar”. Esto es un gran error porque “la polilla y el orín corrompen y los ladrones minan y hurtan en este mundo”, es decir, no hay permanencia de seguridad en él. Esta codicia acumulativa en este mundo es mortal porque el corazón está ligado al tesoro, por tanto, si el tesoro está en este mundo que tiene los días contados, lo mismo será para el corazón. Por otro lado, ¿cuál debe ser la perspectiva de todo ciudadano del reino de los cielos? Su visión, su prioridad, su esfuerzo debe estar en acumular tesoros en el cielo porque allí, la polilla ni el orín corrompen y los ladrones no entran para hurtar y minar. En otras palabras, las realidades del reino de los cielos son eternas y permanentes, es un lugar en el cual uno debe y puede invertir con toda seguridad, es un lugar donde el corazón estará seguro. La perspectiva, visión y prioridad de todo creyente debe ser el reino de los cielos. Tristemente muchos piensan primero en asegurarse las cosas de este mundo y las sobras del tiempo y posesiones son dadas para el reino. Ahora bien ¿cómo uno puede hacer tesoros en el cielo? Es posible usar los tesoros de este mundo para hacer tesoros en el cielo. Las posesiones, el dinero, el tiempo, aquello que Dios nos hadado en este mundo podemos transformarlo para la extensión del reino. Cada posesión bien usada en este mundo para la extensión del reino es un pequeño tesoro acumulado en el cielo. Es cuestión de qué hacemos con nuestras posesiones en el mundo. Hagamos del cielo nuestro objetivo y nuestros tesoros en la tierra instrumentos para el reino.