Devocional Semanal - Pastor Rubén Sánchez
"...y le puso por nombre Eben-Ezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó Jehová" (1ª Samuel 7:12)
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LA REVELACIÓN DE LOS CIELOS
“Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos.
Un día emite palabra a otro día, y una noche a otra noche declara sabiduría”
(Salmo 19:1-2)
      Las teorías del origen de todas las cosas que dejan a Dios fuera de la creación, son todas ellas teorías y formulaciones carentes de personalidad, están vacías de cualquier tipo de propósito. Aun y cuando lo altamente científicas que puedan parecer. todas ellas son ajenas a la maravillosa realidad para la cual toda la creación fue creada. Todas las teorías científicas que intentan explicar el origen de todo dejando a Dios de lado, no llegan a vislumbrar en lo más mínimo la grandeza de la creación y lo sublime de su propósito. David, aun y cuando estaba lejos del gran conocimiento científico de nuestro siglo, sí sabía el propósito sublime de la creación de Dios. David sabía que la creación es obra de las manos de Dios y medio de revelación. En su Salmo 19 David escribió sobre los dos grandes medios de revelación de Dios, su creación y su ley, lo que algunos han llamado “los dos libros de la revelación de Dios”, la creación y la palabra. David sin lugar a dudas entiende que la creación es el medio de la revelación constante y continua de Dios; “los cielos cuentan la gloria de Dios y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Un día emite palabra a otro día, y una noche a otra noche declara sabiduría”. Existe un énfasis en “contar” y “anunciar”, “emitir palabra” y “declarar”. ¿Qué es lo que hace la creación? La creación cuenta, la creación anuncia, la creación emite palabra, la creación declara, en definitiva, la creación no está en silencio. Existe un canto continuo de la creación a lo largo de todos los días, a lo largo de toda la historia y para todas las personas. De manera continua y constante como aquel que cuenta una moneda detrás de otra, “los cielos cuentan y el firmamento anuncia”, el ciclo del día y la noche de manera continua y constante “emiten palabra” y “declara”. Sin lugar a dudas, David entiende que la creación es la revelación natural de Dios, es decir, su manifestación y el desvelar de su conocimiento a través de las obras de sus manos. La revelación natural de Dios es al mismo tiempo general, es decir, es capaz de alcanzar a todos sin distinción y sin excepción. Todo ser humano, desde el más grande hasta el más pequeño vive bajo la bóveda del firmamento, están sujetos al paso del día y la noche. Por tanto, de manera constante todo ser humano escucha el contar del cielo, el anuncio del firmamento. Cuando todo el mundo abre los ojos por la mañana y empieza un nuevo día escucha la palabra de ese día emitiendo que ese día ha sido creado por Dios y sustentado por él. Cuando se acuesta para descansar la noche le declara la sabiduría del Dios Creador. Por tanto, la creación es la revelación natural y general de Dios, ahora bien, es la revelación de ciertos aspectos de Dios. Los cielos y el firmamento anuncian que son obra de sus manos y de la gloria de Dios implícita en ellos. El firmamento con su grandeza es la evidencia que nuestro Dios es Creador de todo y es el escaparate sublime en el cual contemplar la gloria del Creador. En otras palabras, en la creación Dios ha hecho manifiesto su poder y su deidad, es la declaración diaria de que él es el único Dios verdadero. El transcurso de los días y la noche declara la sabiduría del Creador. En la creación, en su funcionamiento y en su sustento vemos la sabiduría de nuestro Dios, el perfecto conocimiento de todo y la perfecta aplicación de dicho conocimiento a la obra de sus manos. Cuando abres tus ojos y ves la creación, cuando palpas con tus manos las obras de la creación, cuando escuchas con tus oídos el canto de las aves todo ello es el anuncio de la revelación de Dios, es la oportunidad que te es dada diariamente para glorificar a tu Creador.     
INICIO DE SEMANA
Martes  
Miércoles  
Jueves  
Viernes  
TEXTOS DE MEDITACIÓN PARA LA SEMANA
Salmo 19:1-14
Job 39:1-30
2º Pedro 1:19-21
2º Timoteo 3:13-17
FINAL DE SEMANA
LA REVELACIÓN HABLADA
“La ley de Jehová es perfecta que convierte el alma; el testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo. Los mandamientos de Jehová son rectos, que alegran el corazón” (Salmo 19:7-8)
      La creación es la revelación natural y general de nuestro Dios. La creación habla a todo el mundo sin excepción del Creador, de su poder, deidad y sabiduría. Ahora bien, la revelación por medio de la creación tiene límites. Por un lado, el pecado del ser humano corrompe y nubla el entendimiento del mensaje dado por la revelación de la creación. Por otro lado, soberanamente Dios ha puesto límites a la misma ceración en cuanto a su capacidad reveladora, en especial a su mensaje salvador. La revelación dada por la creación no presenta mensaje salvador, ciertamente es suficiente para dejar a todo ser humano sin excusa delante de Dios (Romanos 1:20) pero, no es suficiente para traer el mensaje salvador que todo ser humano necesita. Es por ello que, dentro del trabajo redentor de Dios, él mismo trajo otra revelación, la llamada revelación especial la cual es dada por medio de su palabra. Dios habló a lo largo de la historia y su voz que fue escuchada en el principio de la creación para crearlo todo, siguió siendo escuchada de manera especial a lo largo de la historia por su pueblo redimido. ¡Qué gran bendición escuchar de manera especial la voz de Dios! ¡Qué gran privilegio tener la revelación de Dios por medio de su palabra! David ciertamente sabía de las maravillas de la ley de su Dios. En el Salmo 19:1-6 David se deleitaba en la gloria de Dios que cuentan los cielos creados por él pero, David sabía de la otra revelación perfecta de su Dios, su palabra. David como buen escritor utiliza varios términos para referirse a lo mismo “la ley de Jehová”, “el testimonio de Jehová”, “los mandamientos de Jehová”, todas estas expresiones se refieren a una única cosa, la palabra de Dios. David describe la palabra de Dios como “perfecta”, no hay imperfección en ella, no hay impureza en ella, no podría ser de otra manera, es la palabra que sale de los labios de nuestro Dios, del Dios Santo, de nuestro Padre celestial que es perfecto. Su testimonio es “fiel”, es decir, nunca falla en llevar a cabo lo que ha declarado. Su palabra es una palabra fiel y digna de toda aceptación porque no falla. Nunca encontraremos en la palabra de Dios infidelidad, nunca nos fallará y siempre llevará a cabo aquello que ha dicho. Ciertamente no podría ser de otra manera, es la palabra de Dios quien es fiel en si mismo. Si su palabra fuese infiel o fallase en una pequeña jota o tilde de todo lo dicho, entonces Dios sería infiel, habría fallado, habría mentido y eso sería el fin de todo, no tendríamos ninguna certeza y tampoco ninguna necesidad de aferrarnos a la palabra. Sus mandamientos son “rectos”, todos sus mandamientos son justos, en ellos se encuentra la justicia necesaria, la rectitud indispensable para una vida de obediencia a Dios. Las palabras de David muestran lo maravillosa que era la palabra de su Dios para él. El sentimiento profundo de David por la palabra de su Dios también debería ser el nuestro. ¡Cuánto deberíamos amar la palabra que nuestro Dios nos ha dado! ¡Cuánto deberíamos deleitarnos en su palabra perfecta, fiel y recta! Hay razones para ello, David no solamente se centra en las características de esta palabra de Dios sino también en lo que ella hace. Es perfecta para “para convertir el alma”, la palabra de Dios es la única revelación que pude producir en el alma del ser humano un cambio de 180º y devolver el alma perdida de un pecador a su Dios. La palabra de Dios es la única fiel que no fallará en hacer “sabio al sencillo”, es la única que puede dar sabiduría que proviene de la corte celestial para mostrar el camino de salvación y la vida que Dios desea de aquellos que él ama y salva. Es por ello que su palabra recta y justa es vital para “alegrar el corazón”. No hay mayor alegría en el corazón que saber que su alma ha sido vuelta a Dios, que le ha sido dada sabiduría para entender los testimonios de Dios, y le ha sido dada una voluntad y capacidad para vivir una vida recta delante de su Dios por medio de su palabra. Pablo escribiendo a su joven hijo en la fe, Timoteo, le dijo que las Sagradas Escrituras son lo único que “puede hacer sabio para salvación por fe que es en Cristo Jesús” (2º Timoteo 3:5). La revelación de la palabra de nuestro Dios es salvadora porque nos lleva al que es nuestro Salvador, hacia el que nuestras almas se han convertido, a quien fue hecho sabiduría por nosotros y el que es la alegría de nuestro corazón, nuestro Señor Jesucristo. ¡Gloria sea a nuestro Dios!