Devocional Semanal - Pastor Rubén Sánchez
"...y le puso por nombre Eben-Ezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó Jehová" (1ª Samuel 7:12)
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LA MALA COSTUMBRE
DE NO CONGREGARSE
“No dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos;
y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca”
(Hebreos 10:25)
      Hay malas y buenas costumbres. Una mala costumbre que las Escrituras ponen de manifiesto es el abandono de congregarse con los santos. La congregación de los santos es algo que, a lo largo de la historia de la iglesia, se ha considerado como un medio de gracia a través del cual Dios trabaja en la santificación de aquellos que son sus hijos e hijas. Por ello, el congregarse juntamente como pueblo de Dios, no es ni muchos menos un añadido más a nuestra fe. No tenemos solamente fe individual, algo que bíblicamente es difícil de entender, y después añadimos a nuestra fe la opción de congregarnos como pueblo de Dios. La congregación de los santos es de vital importancia para la fe que nos ha sido dada. Es más, la fe bíblica está estrecha e inseparablemente ligada a la sana costumbre de poder congregarse. Fue precisamente el autor de Hebreos quien advirtió a los cristianos a los que estaba escribiendo de no dejar de congregarse como algunos tenían por costumbre; “no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre”. Diferentes situaciones habían llevado a algunos de esos cristianos a dejar la congregación de los santos. Dificultades en su fe, persecución a consecuencia de su fe, todo ello podían ser causas que llevasen a muchos a la mala costumbre de dejar de congregarse juntamente con sus hermanos. ¿Dónde podía estar el problema de abandonar esa sana costumbre de la congregación? Los problemas podían ser varios. Uno de ellos sin lugar a duda, es la seria advertencia que el autor lanza a lo largo de su mensaje. Aun y cuando no es el acto de congregarse, ni la realidad de la congregación lo que salva, solamente Jesucristo salva, el dejar de congregarse sí que podía ser muestra o evidencia de una realidad profunda más importante y preocupante. Podía ser evidencia de que quizás esa fe genuina nunca había estado presente. La fe verdadera, verdaderamente se congrega. La fe verdadera, verdaderamente entiende que no puede estar separada de uno de los medios de gracia que Dios nos ha dado para fortalecerla en medio de un mundo que la aborrece. Esta es la razón por la cual el autor determina que la idea no es dejar de congregarnos sino exhortarnos mutuamente. La exhortación consiste en animar, en considerarse mutuamente para estimularnos al amor y a las buenas obras. La exhortación mutua consiste en ayudarnos a mantener la profesión de nuestra esperanza. ¿Si dejamos de congregarnos cómo nos exhortaremos en nuestra fe? Una gota de agua en medio del desierto tiene las horas contadas mientras que, una gota de agua en un oasis permanece. Además, el congregarse es un acto de fe, un acto que entiende que el día de la venida de nuestro Señor se acerca. Es el conocimiento que el día se acerca lo que debe motivarnos y no relajarnos a congregarnos “y tanto más cuanto veis que aquel día se acerca”. Nuestro Señor viene, el día llegará, por ello, no dejemos de congregarnos y animarnos como evidencia de esa fe que sabe que el día viene.
INICIO DE SEMANA
Martes  
Miércoles  
Jueves  
Viernes  
TEXTOS DE MEDITACIÓN PARA LA SEMANA
Hebreos 10:19-25
Efesios 4:11-16
Gálatas 5:13-16; 6:1-2
Salmo 133:1-3
FINAL DE SEMANA
LA BONDAD DE HABITAR JUNTOS
“¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía!” (Salmo 133:1)
      El rey David ya sabía de la bondad de habitar los hermanos juntos en armonía. En su Salmo 133 David expresó lo bueno que es habitar los hermanos juntos en armonía y lo expresó en un cántico que empezaba llamando a toda la congregación de Israel a considerar la bondad de habitar juntos. David llama a la congregación a mirar, “¡mirad!”, la congregación no podía perder de vista lo que David quería comunicarles, no podía perder la oportunidad de darse cuenta de algo sumamente grande. El “¡mirad!” no era simplemente un llamado para que la congregación de Israel mirase sin ningún tipo de implicación en aquello que contemplaban. No era el mirar de un espectador pasivo que simplemente contempla una escena sin meditar la profundidad que puede haber en ella. “¡Mirad!” implicaba un llamado a que la congregación de Israel pudiese verdaderamente darse cuenta de lo importante de aquello que debían mirar, mirasen no como meros espectadores pasivos, sino que, mirasen considerando la profunda importancia y belleza de aquello que debían contemplar. Hay un llamado a verdaderamente considerar lo hermoso y lo delicioso que es habitar los hermanos juntos en armonía. “¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos”, David da dos calificativos a considerar “cuán bueno” y “cuán delicioso”! Quizás si David hubiese dicho “¡mirad cuán importante y valioso es!” el impacto no hubiese sido el mismo. El lenguaje de la poesía permite a David ir un poco más allá para que se entienda el gran beneficio que hay en habitar los hermanos juntos. Así como una comida es buena y deliciosa al paladar de aquel que la come, así como una buena comida beneficia al cuerpo y deleita los sentidos del que la come, el habitar los hermanos juntos es bueno y delicioso para la vida de los santos. Hay bondad, hay dulzura, hay beneficio, gozo y alimento espiritual para el alma de los santos cuando habitan juntos. Israel debía mirar y considerar profundamente lo bueno y delicioso que era habitar juntamente los unos con los otros y de la misma manera debe considerarlo la iglesia de Cristo. El llamado de David es el llamado del Espíritu Santo que inspiró dicha palabra a que consideremos lo bueno y delicioso que es para nuestra vida el habitar los hermanos juntos. Es bueno y es delicioso habitar juntos. Es curioso que David utilice el término “habitar” y no “congregarse”. La idea de “habitar” implica la idea de “morar”, de una residencia permanente. La bondad y dulzura no se encuentra simplemente es la idea de congregarse para una comida, o reunirse de manera puntual. David tiene en mente la comunión continua que hay entre los santos. Si entendemos lo bueno y delicioso que es habitar los hermanos juntos ¿cómo no vamos a querer estar reunidos y congregados como alimento bueno y delicioso para nuestras almas? “¡Mira iglesia, mira santo en Cristo lo bueno y delicioso que es habitar junto con tus hermanos!” Habitar juntos “en armonía”. La armonía es la combinación de sonidos diferentes y simultáneos pero todos ellos acordes los unos con los otros. Es bueno y delicioso habitar de manera acorde aun y las diferencias en los santos. La congregación de los santos es un coro con sonidos diferentes pero que por la gracia de Dios y la obra del Espíritu suenan y deben sonar de manera acorde. Quizás la pregunta es ¿por qué es bueno y dulce habitar juntos en armonía? La respuesta está al final del Salmo “porque allí envía el Señor bendición y vida eterna”. Cuando los santos habitan juntos en armonía Dios obra en bendición y vida eterna sobre ellos. Dios obra de una manera en la congregación de los santos que quizás no lo haga en otro sitio. Por ello, miremos y no dejemos de participar de la bondad, la dulzura y la armonía de habitar juntos.