LA EXPOSICIÓN
DE TUS PALABRAS
“La exposición de tus palabras alumbra; hace entender a los simples.
Mi boca abrí y suspiré, porque deseaba tus mandamientos”
(Salmo 119:130-131)
      El arte abstracto, como su nombre bien indica, es un arte que no se caracteriza primeramente por una comprensión inmediata de lo que intenta reflejar o comunicar. El término abstracto significa algo que se obtiene por abstracción, algo que por su naturaleza abstracta resulta difícil de comprender ya que tiene un carácter esquemático y poco concreto propio de lo que se obtiene por un proceso de abstracción. Esto hace que, cuando uno se sitúa delante de una obra abstracta, si no está muy versado en dicho tipo de arte, pueda resultarle francamente difícil entender lo que el autor en cuestión quería comunicar.
Pastor Rubén Sánchez
Devocional Semanal - Pastor Rubén Sánchez
"...y le puso por nombre Eben-Ezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó Jehová" (1ª Samuel 7:12)
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Dios mío, muchas gracias por tu Santa Palabra. No quisiste que tus palabras se las llevase el viento y quedaron registradas por la guía y obra de tu Santo Espíritu. Gracias porque así han llegado hasta nosotros. Dios mío, te pido que sea la exposición de tu palabra la que alumbre mi vida dándome entendimiento para conocer más a mi Señor y Salvador Jesucristo y vivir en obediencia a la luz del evangelio. Dios mío, por tu gracia, no permitas que pierda el profundo deseo, anhelo y la constante delicia en tu palabra. Amén.
TEXTOS PARALELOS PARA MEDITAR
MARTES

Salmo 119:1-8

MIÉRCOLES

Salmo 119:9-15

JUEVES

Salmo 119:105-112

VIERNES

Salmo 119:129-136

SÁBADO

Salmo 119:145-152
      Uno puede estar delante de la famosa obra abstracta Tableau I de Piet Mondrian y no captar en un primer momento que la filosofía del autor era concebir el universo como una colección naturalmente armoniosa de diferentes objetos y sustancias que podían combinarse en diferentes objetos geométricos y líneas negras. ¿Qué se requeriría para poder llegar a entender el significado de dicha obra? Se requeriría la explicación de la misma. Sería necesaria la exposición del significado de dicha obra que alumbrase e hiciese entender a aquellos poco versados en el arte abstracto y en el pensamiento del autor. Sin la exposición, el entendimiento quedaría a oscuras y probablemente a lo único que llegaría sería a no encontrar ningún sentido ni valor a dicha obra ni a dicho tipo de arte. Cuando se establece un paralelismo entre el arte abstracto y la vida misma, lo cierto es que, muchas veces la vida es un tanto abstracta. Hay aquellos acontecimientos que parecen dibujar momentos en nuestra vida que no tienen sentido y que son difíciles de comprender y mucho más de aceptar. Sin una exposición que alumbre y nos haga entender, puede caerse en un sin sentido e incluso puede caerse en una pérdida del valor de la vida misma. ¿Qué se requiere entonces como faro que alumbra y trae entendimiento? El salmista del Salmo 119 lo tenía claro, “la exposición de tus palabras alumbra; hace entender a los simples. Mi boca abrí y suspiré, porque deseaba tus mandamientos” (Salmo 119:130-131).
"TABLEAU I" de Piet Mondrian
      El autor del salmo más largo que nos encontramos en las Escrituras, tenía claro dos ideas básicas en los vv.130-131. Es la exposición de la palabra de Dios lo que trae entendimiento en nuestra vida. Segundo, es la palabra de Dios que nos trae entendimiento aquello que debe anhelares en nuestra vida. El Salmo 119 está organizado siguiendo las letras del alfabeto hebreo. Por ejemplo, los vv.1-8 todos ellos empiezan con la primera letra del alfabeto hebreo, “aleph”, los vv.9-24 empiezan por la segunda letra hebrea “bet” y así sucesivamente hasta llegar a cubrir las letras del alfabeto hebreo. Dicha estructura supone simplemente una técnica de memorización, el salmo más largo de las Escrituras requería de algún tipo de técnica para poder ser memorizado con mayor facilidad. Ahora bien, aun y su longitud y el hecho que el salmo ha sido considerado por su diversidad de temas como “un cofre de anillos de oro y no una cadena de engastes dorados”, el Salmo 119 presenta un tema que recorre lo largo y ancho de dicho salmo, y este es, la centralidad de la palabra de Dios. A lo largo de todo el Salmo 119 aparecen continuas referencias a la “palabra” o “palabras”, “los estatutos”, “los mandamientos”, “los testimonios”, “los preceptos”, “los juicios” de Dios. Por tanto, la palabra de Dios era algo de vital importancia en la vida del salmista. Al mismo tiempo, las menciones a la palabra de Dios aparecen ligadas a varias funciones. La palabra de Dios es aquello con lo que el joven limpiará su camino (v.9), la palabra de Dios es lampara y lumbrera al caminar (v.105), la palabra de Dios es la que permanece para siempre y con ella fueron ordenadas y subsisten todas las cosas (vv.89-91), la suma de la palabra de Dios es verdad (v.160), existe un continuo anhelo, deseo y deleite en las palabra de Dios (vv.24, 77, 92, 143, 174), etc. Todo el Salmo 119 es una exposición de la centralidad y vital importancia de las palabras de Dios en la vida del salmista y de la gran delicia que dichas palabras suponen para su vida. Una de las razones de dicha importancia y delicia en la vida del salmista por la palabra de Dios es porque la exposición de las palabras de Dios alumbra “la exposición de tus palabras alumbra”.
      El salmista conoce que las palabras de Dios son aquellas que alumbran, ahora bien, concretamente es la “exposición” de las palabras lo que trae luz. En la mente y en las palabras del salmista la idea de “exposición” es sinónimo a la idea de “abrir”, por tanto, las palabras del salmista podrían entenderse de la siguiente manera “la apertura de tus palabras alumbra”. De nada aprovechan las palabras de un libro si el libro no es abierto, leído y explicado. De nada sirve una luz que no se enciende o, en palabras de Jesucristo “no se enciende una luz y se pone debajo de un almud” (Mateo 5:15), pierde todo su propósito y eficacia.
      Cuando el salmista menciona “la exposición de tus palabras” tiene en mente no la mera presencia de las palabras de Dios en su vida sino la apertura de las mismas, su explicación, meditación y aplicación. Es la exposición o apertura de las palabras de Dios lo que alumbra. El salmista literalmente entiende que la apertura de las palabras de Dios es la que causa la iluminación. No es la mera presencia de la palabra lo que causa dicha iluminación. La palabra puede tener una presencia meramente testimonial en nuestra vida. Puede estar presente en la mesita de noche en nuestras habitaciones o en nuestros despachos. Puede estar presente presidiendo la mesa central en nuestras congregaciones, pero no es la presencia testimonial de la palabra la que alumbra. Su presencia verdadera y eficaz se encuentra en su exposición y explicación. Cuando la palabra de Dios es abierta, expuesta y explicada causa iluminación, alumbra el entendimiento, es decir “hace entender a los simples”.


      La idea de alumbrar está muy relacionada con la idea de revelación. La luz revela, descubre aquello que está en las sombras y ciertamente es lo que hace la exposición de las palabras de Dios a nuestra vida, tanto personal como congregacional. La exposición de la palabra alumbra trayendo entendimiento, de manera específica “a los simples”. En la literatura de sabiduría, los “simples” se asocian con los jóvenes pero también con aquellos que deben aprender y ser enseñados en la vida para vivir bajo el principio de la sabiduría, el temor a Jehová.  La manera en cómo la exposición de las palabras de Dios causa iluminación en la vida es trayendo entendimiento para vivir a la luz de dichas palabras de Dios. Podría caerse en el error de entender dicha iluminación como algo esotérico o abstracto parecido a un especie de iluminación interna pero, el salmista entiende que las palabras de Dios alumbran trayendo entendimiento o conocimiento. Este entendimiento a lo largo del salmo se refriere a un entendimiento del conocimiento de Dios, un entendimiento de sus juicios, testimonios, preceptos para vivir una vida recta delante de Dios, una vida que no solamente es el deleite delante de Dios sino que debería ser el deleite de todos aquellos que tenemos hambre y sed de justicia. Únicamente la exposición de la palabra causa iluminación para traer este tipo de sabiduría en la vida.
      En el Nuevo Testamento Pablo escribió a Timoteo y le dijo que únicamente la palabra de Dios es la que podía hacerle sabio para salvación por fe en Jesucristo (2ª Timoteo 3:15). Únicamente la predicación de la palabra podía reprender, redargüir, corregir, exhortar, instruir en justicia (2ª Timoteo 3:16-17; 4:1-2). No hay mayor fuente de sabiduría para vivir una vida recta delante de nuestro Dios que la exposición de sus santas palabras a nuestros corazones. Nuestra regla de fe y conducta es la palabra de nuestro Dios, la regla de fe y conducta que nos ilumina con conocimiento cuando es fielmente expuesta y explicada a nuestras vidas. Debe existir en nosotros la certeza plena que no es habilidad humana la que nos ilumina dando entendimiento a nuestras vidas, es la exposición de la palabra la que causa tal cosa en nosotros. Una de sus funciones es iluminar, dar entendimiento de salvación en Cristo, dar conocimiento para una vida recta a la luz del evangelio de Jesucristo y la palabra inspirada de nuestro Dios lo hace cuando es fielmente abierta. Por ello ¿qué otro deseo podría haber? “mi boca abrí y suspiré, porque deseaba tus mandamientos”.


      Aun y cuando el Salmo 119 no lo diga, pudo haber sido escrito por David ya que como rey del pacto era llamado a meditar día y noche en la palabra de Dios, a tenerla consigo, a leerla todos los días (Deuteronomio 17:18-19). El salmista abría su boca y suspiraba. La expresión usada por el salmista no es la idea de un suspirar como el novio suspira pensando en su novia cuando ella no está. El suspirar del salmista es la expresión de un deseo fuerte y profundo, es el respirar profundo y fuerte de una mujer que se encuentra de parto (Isaías 42:14). El salmista abrió su boca y respiró profundamente “porque deseaba tus mandamientos”. El deseo profundo del salmista eran las palabras de su Dios. Si ellas eran las que traían iluminación y entendimiento a su vida para conocer a su Dios y vivir rectamente a la luz de su salvación, entonces, su deseo sería anhelar profundamente esas palabras. ¡Cómo suenan estas palabras cumplidas en nuestro Señor Jesucristo! Él quien fue y es la Palabra encarnada que trajo la iluminación y revelación de la salvación (Juan 1:1-5), quien trajo el conocimiento de Dios (Juan 1:18), quien mostró el camino de justicia del reino de los cielos (Mateo 5-7) fue también quien su deseo constante y profundo se encontraba en anhelar y obedecer la palabra del Padre (Juan 5:19; 10:18). No es únicamente el salmista quien nos muestra el deseo que debemos tener por las palabras de Dios sino que, principalmente es nuestro Señor y Salvador Jesucristo el que nos muestra y dejó ejemplo de la delicia que debe ser para nuestra vida las palabras de nuestro Dios. Las palabras de nuestro Dios deben ser el mejor consejero en este mundo y el único camino a la verdadera bendición.