EL ADVIENTO
DEL POSTRER DÍA
“Porque, así como en Adán todos mueren,
también en Cristo todos serán vivificados”
(1ª Corintios 15:23)

      Quizás a uno no se le pasaría por la mente hablar de la Navidad hablando del postrer o último Adán. Los pastores que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño es tema davideño. El canto del coro angelical anunciando que hoy en la ciudad de David había nacido el Salvador, que es Cristo el Señor. La venida de los sabios de oriente buscando a aquel que había nacido como rey de los judíos. La venida de la luz que resplandeció en regiones que habitaban en sombra de muerte. El “Magnificat” de María alabando a Dios porque Dios miró su bajeza, pero la elevó al estatus de bienaventurada por todas las generaciones. Todos los temas citados, entre muchos otros, son temas centrales en el tiempo de la Navidad. Por ello, puede sonar un tanto extraño y quizás para algunos fuera de lugar, el hablar de la Navidad como el Adviento del postrer Adán. Pero, lo cierto es que, el nacimiento de nuestro Señor Jesucristo supuso la venida del postrer Adán a este mundo. Es el apóstol Pablo quien utiliza dicha expresión “postrer Adán” para referirse a Jesucristo, “Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán, alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante” (1ª Corintios 15:45). Pablo habla del “primer hombre Adán” y del “postrer Adán” el cual es Jesucristo. Por ello, el adviento del Hijo de Dios al mundo fue en realidad el adviento del postrer Adán pero ¿qué importancia tiene esto? ¿Qué implicación tiene el entender que cuando Belén recibió en un pequeño pesebre al eterno Hijo de Dios, estaba siendo testigo del adviento del postrer Adán a este mundo en tinieblas? Una de las implicaciones importantes está descrita por Pablo en 1ª Corintios 15:23 “porque, así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados”. Para entender las palabras del apóstol hay tres cosas que deben tenerse en mente: Primero, la relación entre el primer Adán y postrer Adán en la historia de la salvación. Segundo, la distinta realidad de aquellos que están en el primer Adán o en el postrer Adán. Tercero, la gran esperanza que supone la venida de Jesucristo como el postrer Adán.
Devocional Semanal - Pastor Rubén Sánchez
"...y le puso por nombre Eben-Ezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó Jehová" (1ª Samuel 7:12)
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Dios mío, quiero darte las gracias porque fui creado a tu imagen conforme a tu semejanza. Gracias Padre porque entregaste a tu Hijo Jesucristo quien es el postrer Adán que restaura lo que perdí por mi pecado. Gracias porque en Jesucristo el postrer Adán sé que llegará el día en que seré vivificado para vida eterna a la imagen de tu Hijo Jesucristo. Por ello te alabo y bendigo. Amén.
TEXTOS PARALELOS PARA MEDITAR
MARTES

Génesis 1:26-28; 2:7-25

MIÉRCOLES

Romanos 5:12-21

JUEVES

1ª Corintios 15:20-28

VIERNES

Efesios 1:15-23

SÁBADO

Hebreos 2:5-9
      Si alguien preguntase ¿cómo se podría estructurar la historia de la salvación? Una de las respuestas sería con la relación existente entre el primer Adán creado por Dios y el postrer Adán, nuestro Señor Jesucristo. Sin duda alguna, el apóstol Pablo así lo considera, tanto aquí en 1ª Corintios 15 como en Romanos 5 y otros textos. Ahora bien, ¿cómo entendemos esta relación? Para ello debe irse al principio de todas las cosas, al momento que Dios en su soberana voluntad decidió crear al ser humano a su imagen conforme a su semejanza (Génesis 1:26-28). Todo fue creado por Dios, pero únicamente se dice del ser humano que fue creado a la imagen y semejanza de Dios.
      Un gran valor, dignidad e identidad hay en el ser humano creado por Dios. Nuestro tiempo intenta dar valor y dignidad al ser humano basado en patrones sociales que cambian de un momento a otro, de una década a otra. Pero, la mayor dignidad que tiene el ser humano le viene dada por creación, la viene dada por la voluntad de Dios de crearlo como la corona de su creación como hijo y rey sobre todas las obras de sus manos. Fue tan importante la creación del ser humano que Dios invierte un segundo capítulo en la narración de la creación (Génesis 2) para narrar cómo creó al ser humano. No se utiliza más tiempo, espacio ni palabras para describir la creación de las aves del cielo, ni los peces del mar. En cambio, Dios sí que en su Santa Palabra invirtió espacio y palabras. ¿No dota esto al ser humano de un valor y dignidad suprema y sublime sobre el resto de la creación? Ciertamente lo dota de ello. Pero Génesis 2 nos muestra mucho más.


      Nos muestra el orden en que Dios creó al hombre y a la mujer. Dios creó primero a Adán y a él se le dio la responsabilidad de “labrar y guardad el jardín del Edén” (Génesis 2:15). De alguna manera el primer Adán creado debía ser el sacerdote que guardase la santidad del Edén. Dios entró en pacto con el primer Adán. Claramente le estableció la primera ley por la que se regía el Edén, la ley de la fidelidad y lealtad expresada en obediencia al Creador. El Edén era el ideal de la creación, ahora bien, no era un ideal marcado por la anarquía sino por el amor, la fidelidad y la obediencia a Dios. En cierta manera, Dios puso al primer Adán como cabeza de pacto en quién toda la creación se sustentaba. Aunque escapa a nuestro entendimiento, en el primer Adán creado Dios veía en él a toda la raza humana, era como el representante de toda la raza humana que vendría. Por tanto, si Adán se mantenía fiel, toda la raza humana lo haría. Por otro lado, si el primer Adán caía en desobediencia, entonces, toda la raza humana caería en el primer Adán. Es más, toda la creación caería y sería sujeta a dolores de parto, a sufrimiento y aflicción. En otras palabras, la caída sería una caída y un desorden cósmico. ¿Qué sucedió? El primer Adán cayó. Su ayuda idónea no lo fue y él fue totalmente responsable de su pecado y caída (Génesis 3). ¡Qué gran tristeza! ¡Qué gran caos entró en la humanidad! Ahora, todo el ideal de Dios arruinado. Uno puede mirar el mundo de hoy en día y muy en su interior preguntase: “¿por qué el mundo está así? El mundo no debería estar así”. A lo largo de la historia, imperios, gobernantes, reyes, políticos, sistemas filosóficos, sistemas educativos no han solucionado la situación del mundo y parecen no solucionar nada. ¿Qué se necesita entonces?
      Se necesita un poster Adán. Se necesita que, así como Dios ligó todas las cosas al primer Adán, todas las cosas nuevamente sean ligadas al postrer Adán. Así como la infidelidad del primer Adán fue la caída y ruina de todo, la fidelidad perfecta del postrer Adán será la restauración perfecta de todo. Esta es la lógica detrás. La esperanza del ser humano y de todo el mundo en el estado actual, un mundo que gime dolido se encuentra en el postrer Adán. Debía venir el postrer Adán, su adviento no era una opción en la historia sino una necesidad vital para pasar de muerte a vida.
      La realidad de estar en el primer Adán o en el postrer Adán es una realidad bien distinta. El apóstol Pablo dice “porque, así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados”. Sin lugar a duda, hay una realidad bien distinta en estar unido al primer Adán o a Jesucristo el postrer Adán. Toda la humanidad estaba en el primer Adán y cuando éste desobedeció al Creador, entró en la creación y en la realidad de la raza humana el terrible enemigo de la muerte. El último enemigo que termina con toda esperanza, que termina con la vida misma entró en la realidad de todo ser humano. Esta es la razón por la cual Pablo dice “porque, así como en Adán todos mueren”. Uno tiene que ir con mucho cuidado con la herencia que acepta. Las aceptaciones de herencias suelen ser, para algunos, más problemas que no soluciones por las deudas e impuestos a pagar. Lo que todos heredamos de nuestro primer padre fue la muerte. Todos morimos no solamente por ser pecadores y tener nuestra responsabilidad delante de Dios, sino también porque en Adán heredamos la culpabilidad y la sentencia de muerte. Uno puede negarlo, pero, al final de los días se impone la realidad de la presencia de la muerte en la vida. Ahora bien, hay un gran cambio en el postrer Adán “porque, así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados”. Es una realidad ineludible. Es cierto como la vida misma que morimos por estar en el primer Adán. Por ello, es igualmente cierto que, en Cristo, el postrer Adán todos serán vivificados. Hay una certeza segura en esta realidad de ser vivificados en Cristo, en pasar de muerte a vida. Ahora bien, ¿dónde está la diferencia en las palabras de Pablo? La diferencia es sutil pero vital.
      En Adán “todos” mueren, es decir, sin excepción y distinción en toda la raza humana. También en Cristo “todos” serán vivificados. Aquí el todos no es sin excepción, sino que se refiere a todos aquellos que han creído que Jesucristo resucitó de los muertos. Todo 1ª Corintios 15 trata con el tema de la resurrección del creyente debido a la verdad histórica de la resurrección de Jesucristo (1ª Corintios 15:20). Aquí está la gran diferencia.
           Mientras en Adán todos morimos, aquellos que hemos creído en Jesucristo y hemos creído que el Padre le levantó de los muertos, tenemos la gran esperanza que, aunque la muerte se haga presente en nuestra vida, por estar unidos a Jesucristo, el postrer Adán, seremos vivificados, resucitados y transformados a la imagen preciosa de nuestro Señor y Salvador. Sin duda alguna esta es una gran esperanza.


      Quizás te preguntes ¿qué tiene que ver esto con la Navidad? Tiene mucho que ver porque con el nacimiento de nuestro Señor Jesucristo, el Padre nos dio al postrer Adán que venció a la muerte. Nos dio al postrer Adán que restaura la ruina de vidas hundidas en pecado y aflicción. Nos dio al postrer Adán que restaura el ideal para el cual fuimos creados por Dios. Sin el adviento de Jesucristo como el postrer Adán toda esta realidad y esperanza no sería real en nuestras vidas. Por medio de la fe aquellos que por la gracia de Dios hemos creído, hemos sido unidos a nuestro postrer Adán para salvación y vida eterna. Los pastores contemplaron en un pesebre al ser humano más precioso que podía existir ya que era el postrer Adán, el ser humano que cumplía el ideal para el cual Dios creó a la humanidad. La cruz sostuvo al postrer Adán pagando por nuestros pecados e infidelidades. La tumba vacía testificó del postrer Adán victorioso y la ascensión le entregó al postrer Adán todo el dominio bajo sus pies, incluido el último enemigo de todos, la muerte. El adviento del postrer Adán no era una opción sino una necesidad redentora.