BUSCADME
Y VIVIRÉIS
“Pero así dice Jehová a la casa de Israel: Buscadme, y viviréis”
(Amós 5:4)
      Cantidad de películas se han basado en el mito de la fuente de la vida eterna o la fuente de la eterna juventud. Muchos son aquellos directores que han recogido la mítica búsqueda de este lugar escondido en algún rincón inhóspito del mundo. Indiana Jones en su última cruzada llegó hasta Petra buscando el Santo Grial como fuente de vida eterna. El siempre extraño y un tanto desgarbado Jack Sparrow, buscó en la cuarta entrega de la saga de Piratas del Caribe, Mareas misteriosas, la fuente de la juventud. La búsqueda de unas aguas milagrosas para la eterna juventud o la vida eterna ha estado y sigue estando, de una manera u otra, en el subconsciente del ser humano. La cadena de películas que una tras otra han buscado dichas aguas para vivir, no son más que el reflejo de la búsqueda del ser humano por un estado que se reconoce que debería ser el ideal por el cual la humanidad fue creada. La búsqueda de la fuente de la vida eterna o eterna juventud, no es más que el reconocimiento que la muerte, por mucho que se diga que es parte de la vida, es más bien una sentencia que demuestra que algo no está bien en el ser humano. La muerte es una evidencia que el ser humano en su estado original y prístino no fue creado para la muerte sino para la vida. Aun y cuando la humanidad no lo crea, esas películas no son más que la afirmación que es la vida eterna y no la muerte lo que debería ser el estado del ser humano. Sin lugar a dudas, la cosmovisión bíblica deja claro dicha verdad.


      El ser humano fue creado por Dios para estar en comunión eterna con su Creador. Su vida no fue creada para vivir entre cardos y espinos sino en la abundancia del Edén bajo el eterno reposo del Creador gozando de él eternamente. Génesis 1-2, la narración de la creación, muestra que Dios no es solamente el Creador de todo sino la fuente de vida para todo lo creado. Esta es la razón por la cual cuando el ser humano pecó contra Dios y fue sacado del Edén, no solamente le fue cerrado el camino al árbol de la vida para vivir eternamente, sino que le fue cerrado el camino a la verdadera fuente de vida, Dios mismo.
Pastor Rubén Sánchez
Devocional Semanal - Pastor Rubén Sánchez
"...y le puso por nombre Eben-Ezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó Jehová" (1ª Samuel 7:12)
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Dios mío, perdóname porque muchas veces he andado lejos de ti. Mi vida ha sido un fracaso de responsabilidad frente al gran privilegio de ser parte de tu pueblo amado, escogido y redimido. Dios y Padre perdóname y acudo a Jesucristo, fuente de vida eterna pare perdón y para pedirte que tu gracia sea suficiente en mi vida para vivir conforme a tu voluntad. Amén.
TEXTOS PARALELOS PARA MEDITAR
MARTES

Amós 5:1-27; 9:11-15

MIÉRCOLES

Hechos 15:1-21

JUEVES

Juan 4:1-42

VIERNES

Juan 7: 32-39

SÁBADO

Apocalipsis 22:1-21
     Fuera del Dador de la vida lo único que el ser humano encontraría sería la muerte. El exilio lejos de Dios era un paso más lejos de la vida eterna y un paso más cerca de la muerte. Es por ello que él único camino para vivir es buscar a Dios y este es precisamente el llamado de Amós a su pueblo “Pero así dice Jehová a la casa de Israel: Buscadme y viviréis” (Amós 5:4). Dios llama a su pueblo a buscadle para vivir y en el llamado de Dios hay tres cosas a destacar: Primero, es un llamado al arrepentimiento, segundo es un llamado que implica fe y tercero, es un llamado con el resultado de producir vida.
Double click to edit      Las palabras de Dios a Israel “buscadme y viviréis” podrían parecer extrañas dado que son palabras destinadas primeramente al pueblo de Dios. Podría pensarse que son aquellos que no forman parte del pueblo de Dios los que deberían escuchar esta llamada “buscadme y viviréis”. Ahora bien, en Amós primeramente era el pueblo de Dios quien debía escuchar, era primero el pueblo de Dios y no las naciones el que era llamado a buscar a su Dios y vivir. Cuando Dios le dice a Israel, “buscadme” dicho imperativo es un llamado de la gracia divina al arrepentimiento del pueblo. Las palabras de Dios a Israel son parte del mensaje de juicio que Dios lanzó a su pueblo a través del profeta Amós. Israel, específicamente el reino del norte, había fallado al gran privilegio que tenía como pueblo de Dios. Su responsabilidad nada tenía que ver con su gran privilegio de ser pueblo de Dios. Israel había roto totalmente el pacto con Dios, su adoración era hipócrita y vacía, en otras palabras, habían caído en una mera religiosidad que únicamente servía para calmar las consciencias de unas vidas que no caminaban en fidelidad y lealtad a su Dios. La relación con sus hermanos era de injusticia social. Los justos eran oprimidos, los pobres debían venderse por un par de zapatos y los ricos eran más y más ricos a expensas de cerrar su corazón a la necesidad de sus hermanos. Si toda la instrucción del pacto podía resumirse en el “amor”, el amor a Dios y el amor al prójimo, Israel estaba como el resto de naciones gentiles. Podían llamarse pueblo de Dios pero sus vidas nada tenían que ver con esa realidad. Debido a esa realidad Dios anuncia el juico ineludible para su pueblo. Israel era un muro torcido, la plomada divina determinaba que únicamente había una solución, el muro debía ser derruido para volver a ser reconstruido y reedificado. Pero en medio de esas palabras de juicio asoman como un rayo de luz y esperanza las palabras de Dios a Israel “pero así dice Jehová a la casa de Israel: Buscadme…”.


      La exhortación de Dios a su pueblo es un llamado de la gracia divina. Las palabras son una evidencia que Dios guarda su misericordia hacia los suyos. Por el simple pero maravilloso hecho de que Dios guarda su misericordia y pacto hacia los suyos es que les llama en su gracia soberana “buscadme”. El imperativo “buscadme” es un llamado al arrepentimiento. Israel no debía buscar a Dios como aquel que busca algo que se le ha perdido, Israel debía buscar a Dios entendiendo que dicha llamada era la gracia irresistible de Dios convertida en palabras. Era el llamado al arrepentimiento y confesión de sus pecados. En cierta manera Dios muestra que el único camino de vuelta a él es el camino del arrepentimiento. Israel debía entender que si Dios le estaba llamando para buscarlo, no encontraría un dedo acusador para avergonzarle de su pecado. Mas bien encontraría que el camino para el perdón y la vida es el camino del arrepentimiento y confesión de pecados. Ciertamente el primer fruto digno es el fruto del arrepentimiento y la confesión de los pecados delante de Dios. Podemos pensar que el camino del arrepentimiento es únicamente para aquellos que no conocen a Dios pero, aun y cuando seamos hijos de Dios y parte de su pueblo, podemos caer en vidas que muestren un desconocimiento de Dios y nos sitúen a la par con aquellos que no conocen a Dios. Podemos caer en la trampa de pensar que nuestra vida está bien con Dios pero, si le preguntásemos a alguien del mundo, diría que no hay ni un ápice de diferencia entre nuestra vida y la vida del resto del mundo. Tristemente en ocasiones como pueblo de Dios podemos tomar el camino ancho y que nos aleja de nuestro Dios. Es por eso que el llamado a “buscadme” es un llamado de la gracia divina hacia el pueblo sobre el cual él guarda su misericordia. Es un llamado al arrepentimiento en la vida, a dejar de caminar lejos y volverse a Dios que en su gracia nos llama. El arrepentimiento debería ser una disciplina diaria en todo creyente. Sin lugar a dudas implica la humildad de reconocer nuestros pecados pero, también implica la fe de saber que Dios nos llama a él.
      “Buscadme y viviréis” es un llamado que lleva implícita la fe. Israel debía responder por fe a su Dios. Si Dios les llamaba a buscarles debían creer en esa palabra de Dios. Lo triste es que Israel demostró que habían silenciado la voz de la revelación divina. Judá había menospreciado la ley de Dios y creído mentiras. Israel la había menospreciado a nivel práctico mostrando una vida que nada tenía que ver con su identidad de pueblo del pacto que tenía la palabra que instruía y guiaba. Fracasaron en guardar la palabra de Dios y fracasaron automáticamente en su vida como pueblo de Dios. La llamada de Dios a buscarle implicaba creer en esa palabra. Isael no debía buscar a Dios creyendo en su propia religiosidad o su propia concepción de Dios. Dios les dijo que no fuesen a Bet-el y Gilgal, dos centros de adoración a Dios ilegítimos (Amós 5:4-5) para buscarle. Buscar a Dios no es buscar al dios de nuestra opinión o concepción, no es buscarle a nuestra manera o conveniencia. Es buscar al Dios que llama por su palabra y en su palabra se revela, es buscar y creer en el Dios de la palaba y en la palabra de Dios. Fe era y siempre será algo indispensable para aquel que se acerca a Dios. Implícito en ese llamado de la gracia divina al arrepentimiento estaba también el don de la fe para acercarse a Dios. Bíblicamente la fe es un don, nadie puede producir fe por sí mismo. El corazón del ser human no es una fábrica de fe sino mas bien una fábrica de incredulidad, es por ello que debe ser Dios quien en su llamado dé también la fe para responder. Ahora bien, esto en ningún momento quitaba la responsabilidad de Israel, debían responder, debían buscar a Dios creyendo que en él estaba la vida. El resultado del llamado de Dios a su pueblo era “buscadme y viviréis”. El resultado era la vida misma.
      En el caso de Israel el resultado hubiese sido escapar del juicio divino por el perdón de sus pecados. Israel hubiese tenido nuevamente esa vida de perdón y gozo íntimo con Dios. Tristemente Dios repite una y otra vez a su pueblo “nunca os volvisteis a mí”. La tristeza es grande cuando Dios llama una y otra vez a los suyos y los suyos no se vuelven a él. Es triste cuando se deja de escuchar la misericordia de Dios llamando a vidas que caminan alejadas de él y no se vuelven a Dios para vivir. Volverse a Dios es encontrar la fuente de la vida misma. Una vida perdonada de pecado, una vida libre de la culpa del pecado, una vida que está en relación de paz con Dios. El llamado de Dios a Israel en realidad es un llamado que se anuncia a todas las naciones ¿por qué? Porque al fin y al cabo son todas las naciones las que por su pecado quedaron alejadas de la fuente de vida, lejos de Dios. Aun y cuando Amós tiene palabras series de juicio termina con palabras de restauración (Amos 9:11-15). Llegará el día en que Dios llamará a las naciones para invocar su nombre y es precisamente esto lo que Jacobo vio cumplido en el evangelio de Jesucristo. En Hechos 15:16-18 Jacobo cita las palabras finales de Amós y determina que Dios mismo estableció que el “resto de los hombres busque al Señor”. Buscar a Dios para vivir es buscar a Jesucristo la fuente de vida eterna. Dios que en Amós llamó a “buscadme y viviréis” ahora sigue llamando a buscarle en la persona de Jesucristo, Dios encarnado, para vivir.


      El evangelio nos llama al arrepentimiento y a la fe en Jesucristo para el perdón de pecados y para la vida eterna. Quizás tu vida ha caminado lejos de Dios por largos años pero, Dios sigue llamándote por su gracia a Jesucristo para arrepentimiento, perdón y vida. Debemos dar gracias a Dios como su pueblo porque él nos tomó para vida eterna pero, debemos cada día seguir buscando a nuestro Señor Jesucristo. Debemos cada día buscarle para alimentarnos del pan del cielo que sustenta nuestras vidas. Debemos buscarle con arrepentimiento de pecados para vivir en el camino de justicia y vida. El llamado del evangelio sigue siendo a tu vida “buscadme y viréis”.