DIOS ES AMOR
“Amados, amémonos unos a otros porque el amor es de Dios.
Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor. En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo para que vivamos por él”
(1ª Juan 4:7-9)

      El Catecismo Mayor de Westminster en la pregunta número 7 “¿Qué es Dios?” responde de la siguiente manera: “Dios es un espíritu en sí y por sí mismo infinito en su ser, gloria, bienaventuranza y perfección, suficiente para todo, eterno, inmutable, incomprensible, omnipresente, todopoderoso, omnisciente, sabio y santo y justísimo, misericordioso y lleno de gracia, paciente y abundante en bondad y verdad”. La respuesta del Catecismo mayor recoge atributos que conforman el ser mismo de Dios. La respuesta deja ver la grandeza de Dios en sí mismo pero, ciertamente se deja fuera una gran cantidad de atributos esenciales en el ser de Dios. Sin duda alguna, esto se debe a uno de los atributos que sí recoge la respuesta, Dios es incomprensible, es decir, puede ser conocido y comprendido en la medida que él mismo se ha revelado y dado a conocer, pero no puede ser conocido de manera exhaustiva. Mentes finitas como las nuestras nunca llegarán a abarcar la eternidad y el ser infinito del ser de Dios. Enfrentarse con el conocimiento de Dios es similar a intentar abarcar y comprender hasta el último rincón del universo. Quizás por esto, la respuesta del Catecismo deja fuera ciertos atributos que posiblemente algunos de nosotros daríamos como parte del Top 10 en el ser de la divinidad.
Pastor Rubén Sánchez
Devocional Semanal - Pastor Rubén Sánchez
"...y le puso por nombre Eben-Ezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó Jehová" (1ª Samuel 7:12)
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Dios mío, te alabo porque eres fuente eterna de amor. Te bendigo porque eres amor en ti mismo. Te adoró porque tu amor lo mostraste enviado a tu Hijo amado para darme vida eterna. Dios de amor, ayúdame a amar a mis hermanos como don y expresión de haber sido nacido de tu misma voluntad. Amén. 
TEXTOS PARALELOS PARA MEDITAR
MARTES

1ª Juan 4:7-12

MIÉRCOLES

Juan 3:1-21

JUEVES

Filemón 7-14

VIERNES

Mateo 5:43-48

SÁBADO

Apocalipsis 2:1-7
      Seguramente uno de los atributos que sería mencionado como parte del ser de Dios sería su amor, Dios es amor en sí mismo. Aun y cuando el Catecismos Mayor no lo expresa así, el amor de Dios está implícito en sus atributos de “misericordioso y lleno de gracia” pero el apóstol Juan de manera clara les dice a sus oyentes que uno de los atributos que forman parte del ser de Dios es el amor. “Dios es amor” y esta realidad en el ser de nuestro Dios nunca debería ser para nosotros, los creyentes, una mera verdad teológica que quedase en el ámbito del estudio del conocimiento de Dios. La verdad bíblica de que Dios es amor tiene implicaciones prácticas en la vida de todo creyente y, por tanto, en la vida de la iglesia de Cristo. Saber y creer que Dios es amor nunca debería quedar en el ámbito de lo teórico o escrito en calendarios con textos bíblicos. Dicha preciosa verdad de que Dios es amor debe ser la fuente de la cual brote el amor de aquellos que por amor han sido nacidos de nuevo “Amados, amémonos unos a otros porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor. En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mudo para que vivamos por él” (1ª Juan 4:7-9). Primero, el apóstol muestra que el amarnos unos a otros es realidad de haber nacido de nuevo. Segundo, muestra que la causa de amarnos unos a otros es porque Dios es amor en sí mismo y tercero, Juan muestra la evidencia objetiva y real de lo que significa que Dios es amor.
      No es nada nuevo escuchar a estas alturas de su carta decir al apóstol Juan “amados, amémonos unos a otros”. El amor entre hermanos ha sido una preocupación del apóstol a lo largo de su carta. El mandamiento nuevo es que la luz verdadera ya alumbra y todo aquel que ama al hermano permanece en la luz de Cristo (2:8-10). El mensaje que desde un principio hemos oído es que nos amemos unos a otros (3:11). El amor entre hermanos es evidencia de vida eterna, de haber pasado de muerte a vida (3:14). No hay duda alguna que el apóstol Juan enfatiza la imperante necesidad del amor entre hermanos. En su carta, Juan no habla de cualquier amor, no habla del amor al mundo, no habla del amor hacia aquellos que, aun y cuando también deben ser depositarios de nuestra amor, no tienen ni quieren tener la misma creencia y fe que nosotros por gracia tenemos en Dios. Tampoco habla del amor que el mundo puede expresar. Muchos hoy en día en el mundo dicen que aman pero están bien lejos de lo que es el amor verdadero. Juan habla de un amor particular, el amor entre hermanos. Que los creyentes se amen no debería ser ni una opción y tristemente tampoco debería ser una sorpresa, ¿por qué? Básicamente por dos grandes porque que son dos grandes razones; una porque el amor tiene su fuente y origen en Dios “porque el amor es de Dios” y dos porque el amor es aquello generado por gracia en los que han nacido de nuevo y conocen a Dios “todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios”.


      El amor particular entre hermanos tiene su origen en Dios. Es sorprendente pensar que si somos capaces de amar a nuestros hermanos esto no es primeramente nuestra tendencia natural. El ser humano caído ciertamente puede expresar cierto cariño y amor hacia otros. Gracias a la gracia común de Dios, el ser humano caído en pecado no llega a actuar todo lo bárbaro que podría actuar si las riendas de la gracia común de Dios fuesen sacadas. Ahora bien, el amor cristiano entre hermanos no es una tendencia natural que llevábamos de serie con nosotros. El amor procede de Dios, por tanto, el amor entre hermanos tiene su origen primeramente en Dios. La fuente de nuestro amor hacia aquellos que Dios me ha dado como hermanos en Cristo no está en nosotros. Tampoco está en si el hermano me gusta más o menos.
     El amor unos por otros es don divino en nuestras vidas. Esta es la razón por la cual el amor unos por otros es evidencia de nuevo nacimiento y conocimiento de Dios. Ciertamente todo aquel que ama al hermano es “porque es nacido de Dios y conoce a Dios”. El nuevo nacimiento, el cambio de corazón de piedra en carne, el cambio de disposición en nuestra vida es la obra de Dios. El nacer de nuevo es, como Juan lo expresa en su evangelio, haber nacido de arriba, es decir, “de Dios”. Dios es aquel quien en su voluntad nos hizo nacer de nuevo para conocerle de manera íntima, para entrar en su reino. Por tanto, si el amor procede de Dios entonces todo aquel que es nacido de la fuente misma de ese amor y conoce a la fuente misma del amor debe amar a aquellos nacidos igualmente de Dios, de otra manera ¿dónde estaría la evidencia de ese nuevo nacimiento? No amar al hermano supondría no conocer a Dios por una simple pero ineludible razón “porque Dios es amor”.
      Aquel que es incapaz de amar al hermano, es aquel que “no ha conocido a Dios; porque Dios es amor”. La simple y llana razón por la cual el amor procede de Dios y por tanto, todo aquel que ama a los hermanos procede de Dios, es porque Dios es amor en sí mismo. Uno de los atributos esenciales en el ser de Dios es su amor. Es imposible extraer de Dios el amor. El atributo del amor de Dios es uno de los atributos que se ha considerado como un atributo comunicable y moral de Dios. Su amor es tan eterno como Dios es eterno en sí mismo. Ya en el seno de la Trinidad misma, antes de la creación de todas las cosas, el amor se encontraba en la Trinidad, por ejemplo, entre Padre e Hijo “Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que mes has dado; porque me has amado desde antes de la fundación del mundo” (Juan 17:24). El amor eterno en la Trinidad convierte al cielo en un mundo de amor ya que es el lugar dónde se da la máxima expresión de amor posible, el amor en aquel que es amor en sí mismo. El haber nacido de nuevo y el conocimiento redentor de Dios se expresa por medio del amor los unos hacia los otros. Por tanto, no puede haber un conocimiento real de Dios si no es expresado por medio del amor hacia los otros creyentes. Es una verdad bíblica maravillosa el que Dios es amor, pero muy a menudo solemos decirla desde el punto de vista privado y casi, casi como una bendición intransferible hacia otros. Ciertamente Dios es amor para cada creyente a nivel individual pero no podemos olvidar que, si la historia de la iglesia ha clasificado al amor de Dios como un atributo comunicable es porque no es una bendición intransferible limitada a nuestra vida personal. El saber y conocer al Dios que es todo amor implica comunicar el amor de Dios a nuestros hermanos. No es algo personal y privado, el amor implica el darse a los demás y es esto precisamente lo que significa que Dios es amor.
      ¿Qué significa que Dios es amor? ¿Cuál es la evidencia objetiva de que Dios es amor? Que Dios sea amor significa que él eternamente se da a los demás. En el seno mismo de la Trinidad el Dios de amor se daba eternamente en su relación trinitaria, pero el Dios que es amor, nos amó eternamente y se dio a sí mismo. El Padre mostró su amor al darnos a su Hijo “en esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él”. El amor de Dios tiene una muestra objetiva e histórica, Dios envió a su Hijo. El amor de Dios no es subjetivo, no es un sentimiento abstracto e indefinido. El amor de Dios se mostró dándose él mismo por nosotros en la segunda persona de la Trinidad. El amor se mostró siendo el Padre el que nos daba a su Hijo amado desde la eternidad misma. El amor de Dios se mostró y sigue mostrándose en Jesucristo aquel que es la encarnación misma del amor de Dios por nosotros. Jesucristo es la muestra y máxima expresión de esas dos verdades, “el amor procede de Dios” y “Dios es amor”. El amor procedió de Dios enviando a su Hijo amado para que por él vivamos eternamente. Dios es amor y esto lo vemos en la encarnación misma del amor en la persona de Jesús quien siendo aun pecadores él murió por nosotros. Por tanto ¿qué es el amarnos unos a otros? Es darnos unos a otros, darnos por el bien los unos de los otros. Visto así, amarnos unos a otros no es cosa fácil pero no olvidemos algo, el amor procede de Dios. No es primeramente nuestro esfuerzo o capacidad sino uno de los dones que nos ha sido dado por haber nacido de Dios. Por tanto, “amados, amémonos unos a otros”.