SEGUROS
POR EL ESPÍRITU
“Porque sabemos que toda la creación gime a una,
y a una está con dolores de parto; y no sólo ella, sino que también nosotros mismos,
que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos dentro de nosotros mismos,
esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo”
(Romanos 8:22-23)
      ¿Quién es aquel que nos ha dado Dios y que supone una seguridad para todo creyente? ¿En qué persona tenemos la seguridad de que, aunque crucemos por aflicciones en este mundo, la gloria última está asegurada para todo creyente? La persona que Dios ha dado, es la persona del Espíritu Santo. Las aflicciones del tiempo presente pueden llegar a ser difíciles, duras y desalentadoras en muchos casos, pero el creyente tiene una esperanza que sobrepasa la crudeza de las aflicciones que se viven en una creación caída. Ciertamente la realidad de las aflicciones en la vida puede hacer que cruce el pensamiento de pensar que esas aflicciones podrían acabar con la seguridad de la esperanza futura como hijos de Dios. Frente a esto, el apóstol Pablo, siguiendo el tema central de la seguridad de salvación en Romanos 5-8, muestra que la realidad y certera esperanza de la gloria venidera no se ve afectada en lo más mínimo por la dureza de las aflicciones que puedan vivirse en la vida.  Es más, la realidad de la gloria venidera que ha de manifestarse en todo creyente es el filtro por el cual deben verse las aflicciones que ciertamente se viven en esta vida presente. La seguridad que el apóstol Pablo presenta, la expresa en los vv.22-23 “porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto; y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo”. Pablo muestra una seguridad que primero; se basa en la expectativa de la venida de la nueva creación. Segundo, la seguridad para el creyente le es dada por la presencia del Espíritu y tercero, la presencia del Espíritu garantiza la consumación final de la salvación.


      El apóstol Pablo no es ajeno a la realidad de un mundo caído y hundido por el pecado. El apóstolo no es negacionista de la verdad que las aflicciones son parte real y dolorosa de un creación que años atrás quedó tocada por la rebelión y el pecado del ser humano. Ahora bien, aun y la realidad que el apóstol muestra, su visión no se queda en las aflicciones sino que es la realidad de la historia de la salvación, la realidad del progreso del plan redentor de Dios lo que rige la vida del apóstol. Ciertamente Pablo sabe que la creación es una creación caída, pero es una creación que fue sujetada a esperanza (v.20). Es una creación que espera el ser libertada de la esclavitud cuando llegue la libertad gloriosa de todos aquellos que son hijos de Dios (v.21). El apóstol Pablo tiene un conocimiento claro de cómo progresa el plan redentor de Dios. Pablo entiende que toda la historia redentora progresa de una primera creación a una nueva creación, de unos cielos y tierra creados en Génesis 1:1 a unos nuevos cielos y nueva tierra regenerados en Apocalipsis 21:1. En otras palabras, Pablo entiende que la creación que gime tiene que dar lugar a una nueva creación, por tanto, Pablo tiene la expectativa de la venida de la nueva creación. La esperanza presentada a todo creyente, es la esperanza de que Dios hará todas las cosas nuevas.
Pastor Rubén Sánchez
Devocional Semanal - Pastor Rubén Sánchez
"...y le puso por nombre Eben-Ezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó Jehová" (1ª Samuel 7:12)
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Pastor Rubén Sanchez Noguero - Móvil: 610.224.965 - emali: rsanchez111@yahoo.es
Dios mío, muchas gracias por la persona del Espíritu Santo en mi vida. Gracias porque él hizo algo nuevo de mí cuando me hizo nacer de nuevo. Gracias porque él es la garantía en mi vida de que finalmente la obra que empezaste la perfeccionarás hasta el día de tu Hijo. Gracias por la gloria que todavía ha de manifestarse en todos tus hijos. Señor, ayúdame a vivir la dureza del presente puestos los ojos en lo nuevo que tú ya has empezado y con toda seguridad consumarás. Amén.
MARTES

Leer:  Isaías 32:12-20

Meditar: ¿Cuál crees que es el contexto de Isaías 32? ¿Cuál es la descripción que Dios hace de la tierra de su pueblo en los vv.12-14? ¿Qué idea te transmite específicamente el v.13? ¿Con qué imagen de la Biblia asociarías el v.13? ¿Hasta cuando durará la situación del caos de esa creación? ¿Cuál es el agente que cambiará todas las cosas? ¿Qué imágenes utiliza Isaías para mostrar el cambio producido por el Espíritu? ¿Qué idea traen a tu mente estas imágenes? ¿Cuál es el resultado de la obra del Espíritu para el pueblo de Dios?

Orar: Bendice al Espíritu Santo por ser agente creador y hacer las cosas nuevas. Bendice a Dios porque por medio del Espíritu restaura y hace algo nuevo de su pueblo.


MIÉRCOLES

Leer: Isaías 44:1-7; Juan 7:37-39

Meditar: ¿Cómo es descrito Dios a lo largo de estos versículos? ¿Cómo es descrito de manera específica Dios en el v.2? ¿Qué relación ves entre la descripción de Dios como Hacedor y lo que sucede en el v.3? ¿Qué idea te dan las imágenes que el profeta utiliza en el v.3? ¿Cómo Dios llevará a cabo una nueva creación de su pueblo? ¿Qué resultado es dado por la obra del Espíritu en los vv.5-6? ¿Qué es aquello que Dios indica que declarará? ¿Cómo crees que lo dicho en Isaías se cumple en las palabras de Juan 7:37-39?

Orar: Bendice a Dios por ser Creador y como tal hacer algo nuevo de su pueblo por medio de su Espíritu. Bendice a Dios porque lo anunciado en Isaías te es dado en Jesucristo quien es aquel que da el Espíritu agente de vida eterna en todo creyente. 


JUEVES

Leer: Juan 4:9-14; 7:37-39

Meditar: ¿Cuá es el contraste que aparece en estos versículos? ¿Qué agua se contrasta en ellos? ¿Qué son las dos cosas que deben ser conocidas por la mujer samaritana según el v.10? ¿Qué interpretó la mujer? En el v.10 Jesús menciona el “don de Dios”, este “don” es explicado en el v.14 ¿cuál crees que es este don? Según lo dicho en Juan 7:37-39 ¿a qué don que salta para vida eterna crees que se refiere Jesús?

Orar: Bendice a nuestro Señor Jesucristo porque él, gracias a su obra, es el que te da el don del Espíritu Santo que produce una nueva vida en ti. 


VIERNES

Leer: Efesios 1:13-14

Meditar: ¿Cómo es descrito el evangelio en estos versículos? ¿Qué sucedió después de haber oído y creído el evangelio? ¿En quién fuimos sellados con el Espíritu Santo? En Efesios 1:1-14 Dios Padre es quien ejerce todas las acciones, por tanto, ¿Quién es el sello en la vida del creyente según el v.13? ¿Qué función tienen el Espíritu en la vida del creyente? ¿Qué seguridad tiene el creyente de la herencia de su salvación?

Orar: Bendice al Dios Trino, Padre, Hijo y Espíritu Santo por su maravillosa obra de redención. Da gracias a Dios porque él te selló con su Espíritu indicando propiedad y seguridad en ti. Bendice al Espíritu porque él es el sello que te asegura y garantiza la herencia final de tu salvación.


SÁBADO

Leer: Romanos 8:15-23

Meditar: ¿Cuál es el testimonio del Espíritu Santo a la vida del creyente? ¿Cómo podrías definir el Espíritu siendo que él da testimonio de que somos hijos de Dios? ¿Qué es aquello que compara Pablo a lo largo de los vv.18-23? ¿Qué es aquello que espera Pablo según los vv.18-23? ¿Cuál es el anhelo ardiente de la creación? ¿Quién crees que sujetó a la creación en esperanza? ¿Cuál es la función de la presencia del Espíritu en el creyente frente a todo lo que Pablo está diciendo? ¿Qué seguridad aporta el Espíritu a la vida del creyente?

Orar: Da gracias a Dios porque la presencia de su Espíritu es la realidad de que la obra que Dios empezó en tu vida será sin ningún tipo de duda consumada con la venida de Cristo. Bendice a Dios por la seguridad que tienes en el Espíritu.
      La experiencia que una persona invidente puede tener al cruzar la calle, puede ser algo aterrador y de una gran inseguridad si las infraestructuras no están adaptadas para ellas. Para una persona invidente, cruzar por un paso de cebra donde los semáforos no tienen señal sonora que indique cuando cruzar y cuando no cruzar puede ser todo un desafío. Probablemente, la única seguridad para esa persona es si alguien viene a su lado y le ayuda a cruzar. La presencia de esa persona se convierte en la seguridad al momento de cruz, se convierte en la seguridad de saber que en medio de la incertidumbre e incluso peligro hay alguien que es garantía para llega al final.
      La libertad de la creación y la libertad gloriosa de los hijos de Dios se basa en el conocimiento de saber que tanto la creación presente como los hijos de Dios gimen para dar lugar a algo nuevo, “porque sabemos que toda la creación a un gime, y a una está con dolores de parto hasta ahora”. La creación gime pero lo hace para dar lugar a algo nuevo. Pablo toma la imagen de una mujer que está con dolores de parto. Las contracciones y dolores son reales y a medida que se acerca el momento de dar a luz, las contracciones se incrementan y los dolores crecen. Ahora bien, aun y la crudeza de los mismos, ellos no son más que el anuncio de la llegada de una nueva vida, así está la creación.
      Los dolores que sufre y las aflicciones que podemos ver en el mundo que nos rodea no son más que el gemir de una creación, de un mundo que anuncia la llegada de la nueva creación final. Es el anuncio de que al final de todos estos dolores Dios hará las cosas nuevas. Lo sorprendente es que Pablo muestra que no es únicamente la creación la que gime para dar lugar a la nueva creación sino que el cristiano también gime “y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu gemimos dentro de nosotros mismos”. Según lo que Pablo ya ha dicho del gemir de la creación, no hay manera de entender el gemir de todo cristiano que no sea como el anuncio también de algo nuevo que será hecho en ellos. Si la creación gime con dolores de parto para dar lugar a la nueva creación, de la misma manera, nosotros los cristianos, gemimos en nosotros mismos como anuncio de que Dios hará algo nuevo de aquellos que él ha salvado. El gemir de las aflicciones en nuestra vida aunque sea difícil verlo, no es más que el gemir anunciador de que la nueva creación llegará, no es más que el gemir que anuncia la gloria que en nosotros ha de ser manifestada cuando Dios lleve a consumación nuestra salvación. Ahora bien ¿qué seguridad hay de ello? Y la seguridad para el creyente reside en que gime teniendo al Espíritu en su vida.


      Pablo antes de decir que todo creyente gime dentro de sí mismo pone una pequeña clausula que no puede ser desatendida ni obviada. Suele decirse que las cosas más obvias son las que suelen obviarse con mayor facilidad, pues bien, la presencia del Espíritu en la vida del creyente no puede ser obviada en ningún momento. Pablo determina que el creyente gime “teniendo las primicias del Espíritu”, es decir, el creyente no gime dejado como un huérfano en su gemir, sino que la acción de gemir en todo creyente es dada teniendo al mismo tiempo en su vida el Espíritu Santo. Es la presencia del Espíritu la que da seguridad de la nueva creación que debe darse en todo hijo de Dios. A lo largo de Romanos 5-8 Pablo ha mostrado que el Espíritu es el agente por el cual el amor de Dios es derramado en nuestros corazones (Romanos 5:5). El Espíritu es el Espíritu de Cristo que es señal y sello de que pertenecemos a Cristo (Romanos 8:9). El Espíritu es el Espíritu de adopción que hace que clamemos “¡Abba, Padre!” dando testimonio evidente de que somos hijos de Dios (Romanos 8:15), pero el Espíritu Santo es mucho más. El Espíritu es el don por excelencia del nuevo pacto, si hay algo que Cristo ha dado a los suyos que es de sublime valor en el nuevo pacto, es la presencia del Espíritu en la vida de todo creyente justificado por medio de la fe en Jesucristo. El Espíritu Santo es agente de creación a lo largo de las Escrituras, por tanto, es aquel capaz de generar una nueva vida, es aquel capaz de hacer algo nuevo, siendo así, su presencia es evidencia de la realidad que la nueva creación ya ha empezado en todos aquellos redimidos por la obra de Cristo.
      Pablo describe al Espíritu como “las primicias del Espíritu”, probablemente lo que Pablo está diciendo es “las primicias que son el Espíritu”, es decir, es el mismo Espíritu lo que constituye las primicias. Si con la creación el apóstol ha utilizado la imagen de una mujer con dolores de parto, ahora utiliza una imagen proveniente de la agricultura. El Espíritu es las “primicias” y las primicias no eran más que los primeros frutos de una nueva cosecha que venía. Las primicias eran esos “brotes verdes” que de manera real y visible mostraban la llegada de una cosecha mayor. Siendo así, la presencia del Espíritu en la vida de todo creyente es la presencia de las primicias de esa nueva creación que llegará finalmente a sus vidas. Como creyentes gemimos en la tensión de saber que vivimos en un mundo caído que, de una manera u otra, nos sitúa bajo la dura carga de las aflicciones y tribulaciones. Ahora bien, no gimes solo, no gimes huérfano, no gimes sin esperanza gloriosa, gimes teniendo en tu vida como hijo de Dios adoptado en Cristo, la presencia del Espíritu quien es la seguridad de que la cosecha final llegará sin duda alguna, la cosecha que el apóstol describe como “la adopción, la redención de nuestro cuerpo”.


      El cristiano gime en la tensión de una creación caída y una nueva creación que está por llegar, pero gime teniendo en su vida el Espíritu como el primer fruto de lo que será hecho nuevo, esta es la razón por la cual el cristiano puede gemir “esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo”. Puesto que tiene al Espíritu como primicia de lo nuevo que llegará, todo cristiano en medio del gemir de este mundo puede esperar que la consumación de su salvación llegue a su fin. El Espíritu que le ha sido dado, es el Espíritu de adopción en Cristo (Romanos 8:9, 15) y es precisamente esto lo que esperamos. Fuimos adoptados por Dios en Cristo y su Espíritu de adopción nos hace clamar “¡Abba Padre!”, ahora bien, nuestra adopción llegará a su nivel máximo con la resurrección final, así es como el apóstol Pablo entiende el final de la adopción de todo creyente “esperando la adopción, esto es, la redención de nuestro cuerpo”. Este cuerpo que ahora está sujeto a las aflicciones y penurias de un tiempo presente, llegará el día que será hecho nuevo, llegará el día que Cristo con voz de mando resucitará a los que él ama y ha salvado y en un abrir y cerrar de ojos seremos transformado a gloria eterna a la imagen de nuestro Señor Jesucristo (Romanos 8:29). Será entonces cuando la creación dará lugar a los nuevos cielos y nueva tierra. Esta es la gloria que todavía debe manifestarse en todo hijo de Dios y para estar seguros de ello, Dios nos ha dado el Espíritu como primicias en nuestra vida de lo que está por venir. Por tanto, sin duda alguna, estamos seguros por el Espíritu.