SEGUROS EN LA GRACIA
“por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes,
y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios”
(Romanos 5:2)
      Hoy en día las cosas importantes de la vida se intentan tener aseguradas. Nuestra sociedad es un tiempo de seguros en el cual uno puede asegurarse prácticamente toda cosa de valor. Seguros para la casa, seguros de coche, seguros de vida, seguros a todo riesgo o seguros a terceros. Ahora bien, irónicamente aunque se intente asegurar todo, lo cierto es que al final nada queda asegurado con plena certeza. Puede tenerse la intención de tenerlo todo bien seguro pero un giro inesperado de la vida puede hacer que todo aquello asegurado desaparezca de la noche a la mañana. Suele decirse que nada es seguro en esta vida pero tal afirmación no es del todo cierta a la luz de la verdad bíblica de la seguridad de salvación. Si hay algo que todo creyente puede tener la certeza firme e inamovible es que está seguro en la gracia de Dios eternamente. El apóstol Pablo muestra la gloriosa verdad que todo creyente en Cristo está seguro en la gracia de Dios. La gracia de Dios es el refugio seguro al cual todo cristiano tiene entrada, se encuentra firme y se gloria por toda la eternidad “por quien tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios” (Romanos 5:2). Quizás puede surgir la pregunta: “si todo es tan incierto y nada es seguro ¿cómo puede decirse que el creyente está seguro eternamente en la gracia de Dios? Y la respuesta es porque no depende de nosotros sino depende y descansa únicamente en la obra de nuestro Señor Jesucristo. El apóstol Pablo inicia una sección en la carta de Romanos (Romanos 5-8) cuyo tema central será la seguridad de salvación que todo creyente tiene. En tres pequeñas acciones el apóstol Pablo muestra que por Cristo Jesús todo creyente tiene entrada a la gracia de Dios. En esa gracia todo creyente permanece de manera firme y en ese gracia todo creyente se gloria en la esperanza gloriosa de Dios.
Pastor Rubén Sánchez
Devocional Semanal - Pastor Rubén Sánchez
"...y le puso por nombre Eben-Ezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó Jehová" (1ª Samuel 7:12)
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Dios y Padre, gracias por la justicia por la fe en Cristo Jesús. Gracias por la entrada en tu favor en la cual por la obra de nuestro Señor Jesucristo puedo estar firme contemplando desde ella la esperanza de mi salvación final. Dios mío, ayúdame a vivir siempre firme y seguro en tu gracia. Amén.
MARTES

Leer: Romanos 4:1-7

Meditar: ¿Qué dos ejemplos del Antiguo Testamento toma Pablo para hablar de la justificación por la fe? ¿Qué es lo que determina la Escritura con relación a Abraham y la justicia por la fe? ¿Cómo entiendes el ejemplo del salario y la gracia para hablar de la justicia por la fe? ¿Qué es aquello que implica la justicia por la fe según el Salmo de David?

Orar: Bendice a Dios porque el cubrió tus pecados por la justicia que es dada por medio de la fe. Bendice a Dios por su sublime gracia que fue mostrada en tu vida.


MIÉRCOLES

Leer: Juan 6:35-40

Meditar: ¿Cómo se describe Jesús en estos versículos? ¿Cuál es la certeza expresada de acudir a Jesús en el v.37? ¿Cuál es la palabra que se repite en los vv.38-40 y que expresa lo que Jesús vino para hacer? ¿Cuál es la voluntad del Padre para Jesús? ¿Qué seguridad existe para todo creyente en la persona de Jesús? ¿Qué seguridad de salvación expresan las palabras de Jesús?

Orar: Da gracias al Padre porque fue él quien te llevó a Cristo. Bendice a Jesucristo porque él vino para hacer la voluntad del Padre de que ninguno se perdiese y así aseguró tu salvación.


JUEVES

Leer: Juan 10:11-18

Meditar: ¿Qué parábola explica Jesús en estos versículos? ¿A quién crees que se refiere Jesús por el pastor asalariado? ¿Qué diferencia existe entre el pastor asalariado y Jesús como el buen pastor? ¿Cuáles son las ovejas del redil y las que están fuera? ¿Cuál es la característica de aquellas ovejas de Jesús? ¿Qué hace Jesús por sus ovejas? ¿Cómo es descrita la manera en cómo Jesús pone su vida por las ovejas en el v.18?

Orar: Alaba a Jesús, el buen Pastor porque la entrega de su vida y la resurrección fue una muestra de su completa soberanía. Alábale porque el puso su vida para salva a todos aquellos que son suyos.


VIERNES

Leer: Juan 10:25-29

Meditar: ¿Cuál es el motivo fundamental por el cual los fariseos no creían en la palabra de Jesús? ¿Cómo se diferencia aquellos que son verdaderamente ovejas de Jesús? ¿Qué es aquello que Jesús da a sus ovejas? ¿En qué manos se encuentran seguras las ovejas de Cristo según los vv.28-29? ¿Qué sucedería, según el v.29, si alguien pudiese arrebatar a un creyente de las manos del Padre? ¿Qué te indica con relación a la salvación los versículos leídos?

Orar: Bendice al Hijo y al Padre porque en sus manso estás seguro. Bendice a Dios porque en sus manos hay seguridad de salvación eterna para todo creyente.


SÁBADO

Leer: Hebreos 2:9-10

Meditar: ¿Cuál es el contexto mayor en el que el autor de Hebreos dice estas palabras? ¿A quién vemos que fue hecho un poco mejor de los ángeles y probó la muerte por todos? ¿Qué entiendes por el hecho que a Dios le convenía perfeccionar al autor de la salvación? ¿Para que propósito o causa perfeccionó a Cristo como el autor de nuestra salvación? ¿Qué relación crees que puede tener esto con la seguridad de nuestra salvación? 

Orar: Bendice a Dios porque él fue quien perfeccionó en perfecta obediencia a Jesús como el pionero de nuestra salvación. Da las gracias a Dios porque en el momento de mayor aflicción Cristo fue obediente para llevarnos a la gloria. Da gracias a Dios porque la perfecta obediencia de Cristo es la que asegura la gloria a la que Dios tiene destinado llevarnos.

      Las palabras del apóstol Pablo “por quien también tenemos entrada por la fe en esta gracia” claramente apuntan a un paso más atrás en lo dicho por el apóstol. Ese “por quien” no hay duda alguna que se está refiriendo a nuestro Señor Jesucristo. El apóstol ha llegado a la conclusión final de su exposición de la doctrina de la justificación por la fe. Todo aquel creyente que por medio de la fe es justificado en Jesucristo, ha recibido la declaración desde la corte judicial y celestial de perdón de pecados y declaración de justos delante de Dios. Quien se hubiese podido imaginar algo así, no es de extrañar que el mismo David ya dijese en uno de sus salmos “bienaventurados aquellos cuyas iniquidades son perdonadas y cuyos pecados son cubiertos. Bienaventurado el varón a quien el Señor no inculpa de pecado” (Salmo 32:1-2). No hay mayor declaración que Dios mismo determine que los pecados son perdonados y delante de sus ojos la posición de uno es la de justo. Ahora bien, ¿cuáles son algunas de las bendiciones que fluyen de este manantial de justicia acreditada por Dios llamado la justificación? Una de las grandes bendiciones es que tenemos paz para con Dios “justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Romanos 5:1). La justificación sitúa a todo creyente en una posición de paz y no enemistad con Dios, no hay nada que Dios tenga en contra del justificado por la fe en Cristo. La enemistad ha sido transformada en paz y de ahí fluye otra bendición de ese manantial de justicia en Cristo “por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia”.
      Ahora en nuestro Señor Jesucristo no solamente tenemos su justicia por medio de la fe que nos pone en paz con Dios sino que también el acceso a Dios está abierto y el creyente tiene entrada por la fe “a esta gracia”.  Por lo general suele tenerse entrada a la presencia de alguien o a un lugar concreto, pero la expresión del apóstol Pablo es significativa ¿cuál es esta gracia a la que tenemos entrada como creyentes? La idea de “gracia” está relacionada con la idea de tener favor delante de los ojos de alguien.
      Repetidamente en el Antiguo Testamento la Biblia utiliza la palabra “gracia” para referirse al favor que una persona encontró delante de otra. Cuando la Biblia se refiere a Noé delante de Dios se menciona que “Noé halló gracia delante de los ojos de Jehová” (Génesis 6:8). De la misma manera Jacob envió mensajeros con regalos delante de su hermano para “hallar gracia en tus ojos” (Génesis 32:5). Entrada en la gracia de alguien constituye hallar favor y bondad delante de otro.  Esto es a lo que Pablo se refiere que todo creyente justificado tiene a través de Jesucristo, entrada al favor delante de los ojos de Dios. El lenguaje en cierta manera es un lenguaje de corte real. Así como los súbditos entraban delante de la corte del rey para hallar gracia delante de sus ojos, ahora el creyente entra como hijo por Jesucristo delante del favor del Rey. La gran diferencia es que el creyente no debe hallar favor delante de Dios porque ya lo tiene gracias a la justicia por medio de la fe en Jesucristo. Esta es la gracia a la que tenemos entrada y Pablo se refiere.


      Muy a menudo cuando nuestra vida tropieza con el pecado el pensamiento que puede asaltarnos es que hemos perdido el favor de Dios. Tenemos la sensación que hemos sido expulsados del favor de nuestro Dios por lo terrible de nuestro pecado. Las palabras que se susurran a nuestra conciencia son: “Ya no mereces el favor de Dios”, se nos dice: “No tienes derecho a entrar delante de sus gracia” y entramos en una espiral de desánimo espiritual porque el favor de Dios ya no está con nosotros. Ciertamente el pecado genera culpabilidad en nuestra vida. Ciertamente la vida de todo creyente no debe servir al pecado sino vivir en el fruto de la santificación. Sin duda alguna, el pecado nubla la comunión con Dios pero nunca nos hace perder el favor que tenemos delante de él. La razón de ello reside en entender que la entrada que tenemos a esta gracia no es por nuestros méritos sino por Cristo y por la fe en él. No fueron nuestros méritos los que nos ganaron el derecho a esta entrada, por tanto, tampoco serán nuestros errores lo que harán que podamos perderla, por tanto, estamos seguros en esa gracia. Fue nuestro Señor Jesucristo y la justicia por la fe la que nos dice “tenéis entrada en esta gracia”. Cuando el pecado acusa “perdiste el favor de Dios”, la justicia por la fe en Cristo contesta “por mis méritos tienes entrada en esta gracia”. Es en ella que todo cristiano permanece firme.
      En esta gracia el apóstol Pablo dice “estamos firmes”. El favor de Dios no es cambiante, es tan inmutable como el mismo Dios de esa gracia. Pablo determina que el cristiano está firme en esa gracia delante de Dios. Esa gracia delante de Dios en la que se ha sido declarado justo y perdonado no es como las mareas de los océanos. No hay ciclos de marea alta que nos cubre del favor de la justicia de Cristo delante Dios y ciclos de manera baja en la que la justicia de Cristo prácticamente no cubre ni nuestros tobillos. En la gracia que se nos ha dado acceso, en esa gracia todo creyente permanece firme.
      La imagen es la entrada en la corte del rey, una vez se está dentro ya no se sale. Una vez el creyente entra en el favor de Dios por la obra de Cristo en ese favor se permanece firme. Por tanto, el creyente está seguro en la gracia de Dios. Aun y cuando la justificación por la fe y la seguridad de salvación son dos doctrinas distintas, sin duda alguna ambas están estrechamente relacionadas. Por haber sido justificados por Dios, delante de él, en Cristo, por medio de la fe en él, es que podemos estar firmes en su favor o gracia. Como creyentes hemos echado nuestra ancla por medio de la fe en Cristo en la gracia de Dios y no habrá corriente que de ahí nos mueva. Cristo, la fe y la justicia por la fe es lo que nos hace permanecer firmes en la gracia de nuestro Dios. Si alguien entrase en la corte del Rey de reyes y tuviese una acta interminable de pecados que hubiésemos cometido, la pregunta de Dios sería “¿quién acusa a este escogido de Dios? ¿No soy acaso yo quien lo ha justificado? ¿Quién pretende sacarlo de mi gracia? ¿No soy acaso yo quien no escatimé ni a mi propio Hijo para salvarlo?” Estamos seguros en la gracia de Dios por la obra de nuestro Señor Jesucristo y es en esa gracia a la que tenemos entrada, esa gracia en la que estamos firmes el lugar en el cual todo creyente se gloria.


      Pablo termina diciendo “y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios” o “nos gloriamos en la gloriosa esperanza de Dios”. El permanecer seguros en la gracia de Dios nunca es algo pasivo para el creyente. Pablo muestra que como creyentes se tiene la gloriosa esperanza de Dios en la que podemos gloriarnos. La esperanza será fundamental para el apóstol en los siguientes versículos (vv.2, 4, 5). Muy probablemente “la esperanza gloriosa de Dios” hace referencia a la esperanza de la restauración final de la gloria que el ser humano perdió cuando pecó contra Dios (Génesis 3). El mismo apóstol Pablo en Romanos 8:18 hablará de la gloria venidera que ha de manifestarse en todos aquellos que son hijos de Dios. Según esto, la gracia en la que estamos firmes se convierte en la atalaya desde la cual con esperanza podemos mirar el fin de nuestra salvación. Incluso en medio de las tribulaciones podemos desde esa gracia en la que estamos firmes mirar con esperanza y sin vergüenza el fin de nuestra salvación en Cristo. Por tanto, la gracia en la que estamos firmes se convierte en un lugar seguro porque desde ella contemplamos con esperanza firme la seguridad de nuestra salvación final.