GANA AL HERMANO
“Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos;
si te oyere, has ganado a tu hermano”
(Mateo 18:15)
      Ganar dinero, ganar fama, ganar prestigio, ganar trofeos, ganar salud, ganar adeptos, posiblemente muchos pensarían en ganar todas estas cosas en el mundo de hoy en día. No es de extrañar entonces que el mundo presente se haya descrito como “un mundo de ganadores”. Ahora bien, ¿cuántos pensarían en ganar a una persona que fue causa de daño y ofensa en la vida de uno? ¿Cuántos pensarían, en lugar de no querer saber nada más de esa persona, ganarla a reconciliación? Muchas cosas pueden ganarse y perderse en esta vida pero si hay algo en lo que el cristiano debe tener una intención deliberada es en ganar al hermano que ha pecado contra él. Las palabras de Jesús en Mateo 18:15 muestran tres cosas de gran importancia en la reconciliación entre hermanos. Primero, la razón por la cual ganar al hermano. Segundo la manera en la que debe ganarse al hermano y tercero el resultado si el hermano es ganado.


      Mateo 18:15 es uno de los textos clave para hablar de la disciplina en la iglesia local. Cuando se comete pecado entre hermanos existe una manera de proceder dentro de la congregación de Cristo. En temas de disciplina las cosas no pueden ni deben hacerse de cualquier manera dentro de la iglesia. La razón de ello no es solamente porque Dios es Dios de orden sino porque también el objetivo principal - y en algunos casos un tanto olvidado - de la disciplina es reconciliar y ganar al hermano que cometió el pecado.
Pastor Rubén Sánchez
Devocional Semanal - Pastor Rubén Sánchez
"...y le puso por nombre Eben-Ezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó Jehová" (1ª Samuel 7:12)
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Señor, gracias por el evangelio de perdón y reconciliación. Gracias porque tú viniste en busca de mí para llevarme a ti. Señor, te pido que este evangelio sea aquello que por tu gracia me mueva a buscar la reconciliación con mis hermanos. Enséñame y ayúdame a perdonar los pecados de mis hermanos como tú perdonaste los míos. Amén.
MARTES

Leer: Mateo 18:1-10

Meditar: ¿Qué preguntan los discípulos a Jesús? ¿Cuál es la respuesta de Jesús? ¿Qué comparación establece Jesús con los niños? Con la comparación establecida por Jesús ¿A quién crees que se refiere Jesús por “pequeños” en el v.6? ¿Cuál es el tema principal de los vv.6-9? ¿A quién no debe menospreciarse en el v.10?

Orar: Pide a Dios que tu actitud sea de humildad en el reino de los cielos. Pide a Dios que nunca tu vida sea de tropieza para tus hermanos en la fe.


MIÉRCOLES

Leer: Matero 18:10-14

Meditar: ¿A quién crees que se refiere Jesús en el v.10 por “pequeños”? ¿Para qué vino el Hijo del Hombre a este mundo? ¿A quién se refiere “lo que se había perdido”? ¿Cómo ejemplifica Jesús que él vino para salvar lo perdido? ¿Qué relación tiene la obra de Cristo con la voluntad del Padre? ¿Cuál es la voluntad del Padre?

Orar: Da gracias a Dios porque Jesús fue aquel que vino para buscarte estando perdido en tus pecados. Bendice al Padre celestial porque su voluntad es que ninguno de aquellos que ha escogido para su reino se pierda.


JUEVES

Leer: Mateo 18:15-20

Meditar: ¿Cómo crees que encaja lo dicho por Jesús en los vv.15-17 con lo dicho en los vv.11-14? ¿Con quién compararías al hermano que ha pecado según la parábola y el v.14? ¿Qué actitud debe tener la persona ofendida? ¿Qué actitud debe reflejar la persona que ha sido ofendida? ¿Qué proceso de disciplina marca Jesús en los vv.15-17? ¿Cómo entiendes el v.18 con relación a la disciplina? ¿Cómo entiendes lo dicho en los vv.19-20 dentro del contexto de la disciplina del que habla Jesús?

Orar: Pide a Dios que en su gracia puedas actuar con tus hermanos que han pecado contra ti en la manera que Jesús establece. Pide a Dios que tu corazón sea movido a ganar al hermano y que el corazón de la iglesia sea movida a ganar al hermano.


VIERNES

Leer: Mateo 18:21-35

Meditar: ¿Qué sucede en la parábola? ¿Cuál es el punto principal de la parábola? ¿Qué crees que refleja el perdón del rey y el no perdón del siervo? ¿Por qué crees que el siervo que no perdonó fue puesto en la cárcel? ¿Cuál es la aplicación de Jesús de la parábola en el v.35? ¿Cómo crees que esta parábola se aplica a lo visto en los vv.15-17?

Orar: Da las gracias a Dios por el gran perdón que él te dio en Cristo pero pide que ese perdón sea también mostrado por tu parte hacia aquellos que lo requieren.


SÁBADO

Leer: Salmo 51:1-19

Meditar: ¿En cuántas partes se puede dividir el salmo? ¿Qué es aquello que el salmista pide a Dios? ¿Por qué la petición de misericordia en la vida del salmista? ¿Cómo describe el salmista el pecado en el v.4? ¿Cuáles son las peticiones del salmista a Dios en los vv.7-12? ¿Qué producirá en el salmista el gozo renovado de la salvación y perdón de Dios? ¿Cuál es el sacrificio que Dios busca y acepta?

Orar: Pide perdón a Dios por tus pecados y pídele que renueve el gozo de su salvación y perdón en tu vida para que así puedas anunciarlo a los demás. Pide a Dios que sea el perdón aquello que busques cuando haya conflictos y ofensas en medio de la congregación.
         La disciplina no busca utilizar el pecado del hermano como una arma arrojadiza contra él o ella sino que busca ser el proceso por el cual la relación rota por el pecado es restaurada y reconciliada y el hermano es vuelto a la comunión que tenía previa a su caída, en otras palabras, es volver a ganar al hermano. Ahora bien, ¿cuál es la razón por la cual ganar al hermano? ¿Por qué debería hacerse el esfuerzo de buscar la reconciliación cuando uno ha sido ofendido y dañado? La razón está en entender el contexto que lleva a Jesús a pronunciar esas palabras, la pequeña expresión “por tanto” sitúa la palabras de Jesús en un contexto más amplio.
      Si se toma atención a las palabras inmediatamente dichas por Jesús puede verse que todo el contexto es un contexto redentor. El Hijo del Hombre vino para salvar lo que se había perdido (v.11). Dicha afirmación es ejemplificada con una parábola que deja clara la realidad que Cristo vino para salvar lo que se había perdido. La parábola de la oveja perdida explicada en los vv.12-13 muestra el gran amor, preocupación y esfuerzo que el buen pastor hace por una de sus pequeñas ovejas perdida. El pastor puede tener noventa y nueva ovejas en el redil pero si una de ella se descarría por el monte, esto resulta suficiente razón para ir a por ella y devolverla al redil de su pastor. Sin lugar a dudas, esta es una de las grandes doctrinas que residen en el corazón del evangelio de salvación. Aquellos perdidos y descarriados no fuimos los que buscamos al Salvador sino todo lo contrario, el Salvador fue quien nos buscó a nosotros. No fuimos los pecadores quienes ganamos al Salvador sino más bien el Salvador quien nos ganó a nosotros. La obra de salvación del Hijo del Hombre fue la intención deliberada de Jesucristo de ir a buscar al perdido, de ganar al descarriado. ¿Por qué dicha intención? Porque esta intención deliberada de buscar al perdido para que así no se pierda reside en la voluntad misma del Padre que está en los cielos “así, no es la voluntad de vuestro Padre que está en los cielos, que se pierda uno de estos pequeños” (v.14). Esta intención deliberada de buscar al perdido y voluntad del Padre celestial de que ninguno de esos descarriados se pierda conforman la razón para ganar al hermano que ha pecado “por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos”.


      El hermano que ha pecado sin lugar a duda sería como esa oveja descarriada por el monte que necesita ser buscada, hallada y devuelta al redil. La reconciliación en este caso es distinta a lo expuesto por Jesús en Mateo 5:23. Allí la cuestión era si uno se acordaba que otro hermano podía tener algo en contra. Si este era el caso, mejor dejar la ofrenda de adoración, reconciliarse primero y después presentar la ofrenda. En las palabras de Mateo 18:15 ciertamente ha existido un pecado contra otro hermano que requiere ser puesto de manifiesto, mostrado y perdonado. En este caso es la persona ofendida por el pecado la que debe ir al hermano y mostrarle su ofensa “ve y repréndele”. Por tanto, algo que resultará importante será estar seguros que el hermano ha pecado contra uno, para ello la prontitud en oír y la tardanza en hablar y airarse serán vitales para no caer en acusar al hermano de algo que verdaderamente no ha cometido. Debe notarse que Jesús dice “si tu hermano peca contra ti”, es decir, lo establece como una posibilidad que puede o no darse y que, por tanto, debemos estar seguros de que es así. De todas maneras, si se da el caso de que sí ha pecado entonces el hermano ofendido debe tomar la iniciativa deliberada de buscar el perdón y reconciliación. Sin lugar a dudas, hacer algo así no es nada fácil ni tampoco agradable. Mostrar a alguien lo oscuro de su pecado y la ofensa cometida nunca es agradable y hasta puede ser peligroso ya que nunca se sabe cómo será la reacción de una persona herida por el pecado. Como un animal herido nunca se sabe cómo reaccionará aquel cuya herida es el pecado en su vida. Pero esto no es excusa para no tomar la iniciativa en buscar el perdón y la reconciliación. No lo fue en el corazón de Padre y del Hijo y no debería serlo en el corazón de sus hijos perdonados y reconciliados con él.
      Aquel que se acerca al hermano para mostrarle su pecado se acerca no con una intención de juicio y reproche. La idea de “ve y repréndele” en ocasiones se entiende como reprochar al hermano lo que ha hecho y aparentar que uno es más justo y perfecto. Una actitud así solo contribuye a echar más leña a un fuego que ya está encendido. Aquel que se acerca al hermano que ha pecado se acerca con la misma intención que hubo en el corazón del Hijo de Dios que vino a buscar a la oveja descarriada y con la misma voluntad que había en el corazón del Padre celestial, la voluntad que ese hermano no se pierda.
      Se acerca con la intención de mostrar el pecado para el bien del hermano, con la intención de ejercer perdón, con la intención de ganar al hermano a la comunión que se tenía antes del pecado. En otras palabras, se acerca con la intención viva del evangelio. ¿No hizo esto Cristo con nosotros? ¿No fue esta la voluntad del Padre manifestada en nuestra vida en el evangelio de su Hijo? El corazón que late en la disciplina eclesial es el corazón del evangelio de la reconciliación y este latir es el que debe verse en toda reconciliación. Para ello, el proceso descrito por Jesús en los vv.15-17 será de vital importancia.


      Tomando atención en el v.15 Jesús describe que el primer paso a tomar no es hacer el asunto algo público, “ve y repréndele estando tú y él solos”. La confidencialidad y discreción es una regla de oro en los primeros pasos de la disciplina y, por tanto, uno de los primeros pasos a seguir si por un pecado una relación necesita ser reconciliada. No se empieza por lo público sino por lo privado entre ambas partes ¿por qué algo así? Porque la discreción piensa en salvaguardar el bien y la integridad del hermano que ha sido hallado en pecado. Tristemente existe la tendencia a hacer las cosas públicas de manera rápida, ya sea que lo sepa todo el mundo o que simplemente lo sepan unos cuantos. Cuando esto sucede aquel que sufre es el hermano que ha pecado porque queda marcado como “el que ha hecho tal cosa”. Muchos problemas relacionales no afectarían y dañarían a la congregación de los santos en su conjunto si se fuese capaz de poner este primer cortafuegos. Algo ha sucedido entre hermanos, entonces “estando tú y él solos” arregladlo, buscad el perdón y reconciliación, mostrad que el evangelio no es mera doctrina sino el poder de Dios que nos perdonó, salvó y reconcilió con Dios. Dios nos ha dado algo que es su poder para poder tratar esas relaciones rotas que parecen irreconciliables. El evangelio que es poder de Dios restauró y reconcilió la mayor relación que se rompió, la relación del pecado con Dios y sigue siendo ese poder para que vivido entre nosotros, podamos perdonar las ofensas a aquellos que nos ofenden y restaurar las relaciones así como Dios nos perdonó nuestras ofendas y restauró nuestra comunión con él. Siendo así “si te oyere, has ganado a tu hermano”.
      Cómo la oveja perdida y descarriada que es hallada por el buen pastor, el hermano que escucha es ganado y no perdido. Este es el objetivo de toda disciplina y el objetivo de toda reconciliación. El objetivo no es establecer quien tiene la razón, no es mirar quien gana en esa batalla de titanes, el objetivo es mostrar el gran amor que se tiene por el hermano por quien se tiene el deseo principal de ganarlo nuevamente a comunión.  De todas maneras, Jesús toca de pies en el suelo y establece la posibilidad de que el hermano no llegase a escuchar “si te escucha”, entonces bien, “has ganado al hermano” pero cabe la posibilidad, y tristemente la experiencia así lo demuestra, que el hermano no escuche ¿qué hacer en estos casos?
      Los vv.16-17 mostrarán el proceso disciplinario a seguir pero lo importante a entender es que, la posible negativa a escuchar por parte del hermano nunca puede ser excusa o impedimento para que nosotros no busquemos la reconciliación. El evangelio en nuestra vida nos interpela a buscar la reconciliación con el hermano que nos ha ofendido porque hay algo que no puede perderse de vista. El buscar la reconciliación no parte únicamente del evangelio y es muestra del mismo, sino que también todo el proceso disciplinario establecido por Jesús acaba - si el hermano no escucha - en manos de la iglesia, la asamblea de los santos. Por tanto, una ofensa, un pecado que rompe relaciones tendrá al fin y al cabo su impacto sobre toda la congregación de los santos. Será como esa pequeña mota de polvo en el ojo que hace que todo el cuerpo se resienta y se distorsione su visión al caminar. Por tanto, “si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano”.