PRONTOS Y TARDOS
“Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar,
tardo para airarse, porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios”
(Santiago 1:19-20)

      La comunicación es el proceso por el cual un emisor emite un mensaje con una información específica la cual debe de ser recibida y entendida por el receptor. Únicamente se produce el acto de la comunicación si dicho proceso de emitir, recibir y entender se produce. La comunicación establece y fortalece la relación entre dos partes. Si por algún motivo la comunicación no llega a darse, se corre el peligro de malos entendidos y problemas en las relaciones entre seres humanos. ¿Cuántos problemas, malos entendidos y contiendas se habrán producido por falta de comunicación? ¿Cuántas presuposiciones se habrán formado en la mente de muchos de nosotros simplemente porque dimos por sentado y no nos molestamos a preguntar y hablar? Posiblemente nos evitaríamos muchas situaciones de conflicto y malos entendidos en las relaciones si fuésemos capaces de ser prontos para oír, tardos para hablar y de manera especial más tardos para airarnos los unos contra los otros. En temas de relaciones entre hermanos de la iglesia, el proceder cristiano no puede darse de cualquier manera.
Pastor Rubén Sánchez
Devocional Semanal - Pastor Rubén Sánchez
"...y le puso por nombre Eben-Ezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó Jehová" (1ª Samuel 7:12)
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Pastor Rubén Sanchez Noguero - Móvil: 610.224.965 - emali: rsanchez111@yahoo.es
Señor tu eres Dios tardo para la ira y grande en misericordia y verdad. Tu evangelio es la sabiduría por la cual debo vivir. Ayúdame a ser pronto para oír y tardo para hablar y airarme en la relación con mis hermanos. Dame de tu gracia para que no juzgue antes de tiempo, para que no mire la paja en el ojo de mi hermano y no vea la viga en el mío. Tú que das sabiduría sin reproche a todo aquel que te la pida, dame de tu sabiduría para ser pronto para oír, tardo para hablar y tardo para airarme. Amén.
MARTES

Leer: Proverbios 17:27-28

Meditar: ¿Quién es aquel que tiene sabiduría? ¿Cómo es descrito el que tiene sabiduría en el v.27? ¿Cómo se demuestra el se de espíritu prudente? ¿Cuál es una de las características de aquel que es sabio? ¿Por qué crees que el habla y la sabiduría están tan relacionadas en Proverbios? ¿Cómo ves esto cumplido en el evangelio?

Orar: Pide a Dios que la prudencia sea mostrada en tu vida mediante la sabiduría en el hablar. Pide a Dios que tu habla sea la muestra del evangelio de sabiduría.


MIÉRCOLES

Leer:  Santiago 3:3-12

Meditar: ¿Qué imágenes utiliza Santiago en los vv.3-4? ¿Cómo crees que estas imágenes se aplican a la lengua en el v.5? ¿Qué imagen utiliza Santiago para hablar de la lengua en el v.6? ¿Qué crees que quiere comunicar Santiago con la imagen del fuego? ¿Qué concepto o idea conlleva la imagen de los vv.7-8? ¿Qué incongruencia conlleva lo dicho en los vv.9-12? ¿Cómo aplicarías lo dicho en estos versículos a tu vida?

Orar: Pide a Dios que tu manera de hablar sea coherente y nunca de doble ánimo. Como creyente regenerado que alaba a Dios pide que en su gracia tu hablar sea para bendecir a Dios y así también a los hermanos.


JUEVES

Leer: Santiago 3:13-18

Meditar: ¿Cuál crees que es el tema central de estos versículos? ¿Cómo crees que estos versículos encajan con el contexto inmediato del tema de la lengua en los vv.3-12? ¿Qué dos tipos de sabiduría distingue el autor? ¿Cómo se caracterizan cada una de ellas? ¿Cómo crees que la sabiduría que viene de lo alto se relaciona con la manera de hablar? ¿Cuál es el fruto sembrado mediante la sabiduría que viene de lo alto?

Orar: Pide a Dios que la sabiduría de lo alto sea aquella que gobierno tu vida. Que ella se muestre en tu oír y en tu hablar para que el fruto sembrado en las relaciones con tus hermanos sea fruto de justicia para sembrar paz.


VIERNES

Leer: Santiago 1:18-26

Meditar: ¿Qué realidad establece Santiago en el v.18? ¿Cómo crees que los vv.19-20 encajan en el argumento con el hecho de haber sido renacidos de la palabra de verdad? ¿Cuál es el orden que Santiago establece en oír, hablar y airarse? ¿Cuál es la razón de dicho orden? ¿Cuál es el resultado que Santiago establece en el v.21? ¿Qué dos imágenes utiliza Santiago para describir a los que escuchan y obedecen la Palabra y los que no hacen esto? ¿Cuál es la evidencia de ser religioso, es decir, vivir conforme a la Palabra según el v.26?

Orar: Bendice a Dios porque él en su voluntad nos hizo renacer de la palabra viva, su evangelio. Pide que tu vida y consagración a Dios sea una vida de escucha y obediencia a su palabra y que tu hablar sea reflejo de esa obediencia a la palabra de Dios.


SÁBADO

Leer: Gálatas 5:13-15

Meditar: ¿A qué fuimos llamados como cristianos? ¿En qué no debe usarse la libertad que nos ha sido dada en Cristo? ¿En qué debemos usar nuestra libertad en Cristo? ¿Cuál es el resumen de la ley? ¿Qué te hace pensar la imagen que Pablo presenta en el v.15? ¿Qué aplicaciones prácticas puedes extraer para tu vida y la relación con tus hermanos?

Orar: Da gracias a Dios por la libertad con la que Cristo nos hizo libres. Pide a Dios que esa libertad nunca sea usada para el pecado sino para amar y servir a los hermanos de la congregación.
       Al inicio de su carta, Santiago anticipa uno de los grandes temas de su epístola, el uso de la lengua. Santiago dirá a esos cristianos de las doce tribus de la dispersión: “por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse, porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios” (Santiago 1:19-20). Santiago muestra primero que, el ser prontos para oír y tardos para hablar es parte integrante del nuevo nacimiento. Segundo, muestra la importancia de ser prontos para oír y tardos para hablar y airarse. Tercero, da la razón de ser prontos para oír y tardos para hablar.
      Santiago 1:19-20 es la antesala o vestíbulo de uno de los temas que será recurrente en la carta. El uso de la lengua y la manera de hablar entre los miembros de la iglesia será un tema de gran preocupación para el autor. La razón de ello es porque la lengua siendo pequeña es capaz de encender grandes fuegos. Tiene la capacidad de hacer mucho bien pero también tiene la capacidad de hacer mucho mal. La lengua puede llegar a ser tan inconsecuente que puede ser capaz de bendecir a Dios y criticar y maldecir al hermano que es partícipe de la salvación por gracia al igual que nosotros (Santiago 3:5-11). Sin duda alguna, este doble ánimo en temas del hablar no es el proceder que debería darse en ninguno de aquellos que han sido regenerados por la palabra del evangelio de Cristo. Abriendo las puertas del vestíbulo de dicho tema, Santiago dirá “por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse”. En realidad, Santiago quiere que sus oyentes entiendan y sepan algo, el autor les está diciendo “sabed esto” y aquello que deben saber es que su manera de oír y hablar está ligada a la realidad de haber sido renacidos por la palabra de verdad. En los vv.18 y 21 Santiago habla de que Dios por su voluntad nos hizo renacer de la palabra de verdad (v.18), desechando toda inmundicia y malicia debe recibirse la palabra implantada con mansedumbre (v.21). Dios nos ha hecho renacer por la palabra del evangelio, nos ha hecho nuevas criaturas nacidas de nuevo, el evangelio es la palabra que ha sido implantada en todo creyente. Por tanto, un nuevo nacimiento por la palabra del evangelio implica también una nueva manera de hablar los unos con los otros. El corazón que ha sido transformado de piedra en carne por el evangelio de gracia es un corazón que no deja de lado los oídos y la lengua. En ocasiones puede olvidarse fácilmente, pero el nuevo nacimiento implica una nueva creación y esto sin duda alguna también implica a nuestros oídos y lenguas. La capacidad de oír y de hablar del creyente también ha sido renacida por la palabra de verdad. De poco sirve andar con el corazón nuevo, pero con los oídos y lenguas viejos. “Sabed esto, mis amados hermanos” que el hecho que Dios nos hizo renacer por la palabra de verdad implica que “todo hombre /ser humano sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse”.


      No resulta difícil de entender lo que Santiago dice, aunque sí que resulta más difícil de hacer. Existe la tendencia de invertir el orden de lo que Santiago establece. Existe la tendencia de ser tardo para oír, pronto para hablar y mucho más pronto para airarse los unos con los otros. Una de las máximas de las matemáticas que suelen aprenderse de manera bien temprana en la vida es que: “el orden de los factores no altera el producto”. Pues bien, en las “matemáticas” del evangelio el orden de los factores sí altera el producto final. Si uno es tardo para oír y pronto para hablar esto resultará en una prontitud más rápida que la velocidad de la luz en airarse. El ser tardos para oír puede deberse a varios factores, orgullo pensándose que uno está en la razón, desinterés por conocer verdaderamente la situación de la otra parte, tener presuposiciones poco objetivas y más subjetivas de la situación en cuestión, etc. Sea como sea, el ser tardos para oír dará una prontitud en el hablar para mostrar que estamos en lo correcto, que tenemos la razón en el asunto y la visión perfecta de lo que allí sucede. Cuando esto es así se está a un paso de ser pronto para airarse con la otra parte. Se está a un paso de decir: “que mal que lo ha hecho la otra parte”. Esto es así porque el airarse suele ser la expresión del establecimiento de nuestra propia justicia en el asunto. Es otra manera de decir: “aquí yo tengo la razón, ¡caso cerrado!” y se da un golpe encima de la mesa con el martillo de nuestra propia justicia. El orden de los factores sí altera el producto en este caso, esta es la razón por la cual Santiago establece un imperativo claro “sea” que no deja lugar al cambio en la secuencia que todo creyente debe seguir “sea todo hombre pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse”.
      La prontitud en oír y la tardanza en hablar es parte de la sabiduría que Dios establece en el Antiguo Testamento. Proverbios 17:28 determina “aun el necio, cuando calla, es contado por sabio; el que cierra sus labios es entendido”. La prontitud en el oír está ligada a la sabiduría así también como la lentitud en hablar, Proverbios 17:27 “el que ahorra sus palabras tiene sabiduría; de espíritu prudente es el hombre entendido”. La persona prudente es aquella que guardas sus palabras y no habla sin haber escuchado y considerado con cuidado toda la situación. No hay duda alguna que la sabiduría expuesta en el Antiguo Testamento encuentra su cumplimiento en la persona de nuestro Señor Jesucristo y en la sabiduría del evangelio de la cruz (1ª Corintios 2:6-7).
Jesucristo fue siempre pronto en oír porque era muestra de preocupación, interés y amor hacia aquellos que se dirigía. Bien hubiese podido zanjar rápida y rotundamente - y él sí que lo hubiese hecho de manera perfecta - contiendas y discusiones entre sus discípulos, pero no fue así. En muchas ocasiones escuchó incluso las peticiones más inverosímiles y fuera da lugar de sus discípulos y de sus madres, como pedir el lugar de autoridad en su reino. Fue tardo en hablar, es decir, no habló sin la completa consideración de los asuntos de tal manera que cuando tuvo que airarse su manera de hacer nunca pudo recibir la acusación de injusta, excesiva o fuera de lugar. Esta sabiduría es la que se encuentra en la sabiduría del evangelio que nos ha hecho renacer. Por tanto, esta manera de proceder en nuestras relaciones como creyentes, no es simplemente prudencia, es el camino del evangelio de Cristo, es la sabiduría de la cruz por la que todo creyente debe vivir y actuar. Es la sabiduría que procede de lo alto y que busca la unidad y no la desunidad, busca la reconciliación y no la enemistad, busca la justicia de Dios en medio de las relaciones y no nuestra propia justicia.


      Santiago no deja sin dar la razón de sus palabras. El “porque” del v.20 introduce la razón por la que todo creyente debe ser pronto para oír, tardo para hablar y tardo para airarse “porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios”. El concepto de justicia hace referencia a la vida recta que Dios determina y desea de los suyos. La ira del ser humano muchas veces muestra nuestra propia justicia en los asuntos. Es la evidencia que hemos sido tardos para oír pero prontos para hablar y airarnos. Es la sentencia que muestra nuestra justicia en el asunto o nuestro entendimiento de lo que es justo y recto en esa situación y muchas veces esto nos deja más que satisfechos. El problema es que lo importante no es nuestra justicia la que debe establecerse sino la de Dios. El problema reside en que esa manera de actuar no es la vida justa que muestra la justicia de Dios en el creyente. Puede parecer duro, pero un creyente que es incapaz de ser pronto para oír, tardo para hablar y tardo para airarse mostrando así su propia justicia hacia el hermano o hermana, es un creyente cuya vida - por lo menos en las relaciones con sus hermanos - no muestra la justica y rectitud de Dios.


      La ira y enojo que muestra nuestra propia justicia sin lugar a duda no complace a Dios. Tal manera de proceder no refleja ni la esencia del Dios justo ni la esencia reconciliadora del evangelio. Dios siendo justo se definió a él mismo como lento para la ira y grande en amor y fidelidad hacia los suyos (Éxodo 34:6). Antes del evangelio Dios fue capaz de pasar por alto los pecados pasados, es decir, fue capaz de aceptar el sacrificio de corderos y carneros como sacrificios que propiciasen su ira y expiasen el pecado, aunque no podían quitar el pecado de manera completa, debido a que todos ellos apuntaban al sacrificio de su Hijo Jesucristo.
      Fue lento para la ira en la historia de la redención, pero a su debido tiempo, por el evangelio de gracia y fe, derramó su ira sobre su Hijo en la cruz para manifestar su justicia y obrar la reconciliación de aquellos que él amó (Romanos 3:25-26). Dios mismo y su evangelio es evidencia de la importancia de ser pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse. De no ser así, la justicia mostrada no es la de Dios, el proceder no refleja el Dios que tenemos ni el evangelio que creemos y hace mucho más difícil la reconciliación en esas relaciones que por no haber sido prontos para oír y tardos para hablar fueron dañadas. El oír y hablar sabios permiten sembrar el fruto de la justicia de Dios cuya siembra es siempre la paz para aquellos que hacen la paz.