RECONCÍLIATE PRIMERO
“Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano,
y entonces ven y presenta tu ofrenda”
(Mateo 5:23-24).

      ¿Qué es lo más difícil en la vida cristiana? Probablemente la respuesta variaría de un creyente a otro, pero si hay algo que en muchas ocasiones parece ser un muro infranqueable de dificultad para llevarse a cabo, es la reconciliación entre hermanos. La reconciliación de relaciones rotas o dañadas entre hermanos en Cristo suele ser una de las cosas más difíciles. Lo que debería ser algo normal y vivo en aquellos que han experimentado la reconciliación de Dios por medio de la justicia en Cristo, es aquello que tristemente brilla por su ausencia. En lugar de mostrarse la justicia del reino en la reconciliación, aparece la justicia personal que, en la mayoría de los casos, no obra la reconciliación. Muy a menudo se pone tiempo de por medio pensando que el tiempo lo cura todo, pero lo cierto es que no es así. El Señor Jesucristo tiene serias palabras en cuanto a la reconciliación y la razón de ello reside en que, el ser capaces o no de reconciliarnos con nuestros hermanos mostrará un tipo u otro de justicia en nuestra vida. Reflejará la justicia de los escribas y fariseos que para nada servía para entrar en el reino de los cielos. O reflejará la justicia del reino de Dios al cual todo creyente pertenece por la gracia de Dios en el evangelio del reino. Engastadas dentro del Sermón del Monte Jesús les dijo a sus discípulos y a toda la multitud que escuchaba: “Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda” (Mateo 5:23-24).
Pastor Rubén Sánchez
Devocional Semanal - Pastor Rubén Sánchez
"...y le puso por nombre Eben-Ezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó Jehová" (1ª Samuel 7:12)
Copyright 2013 Iglesia Evangélica Bautista "Piedra de Ayuda" - C/San Eusebio, 54 - 08006 Barcelona. España
Pastor Rubén Sanchez Noguero - Móvil: 610.224.965 - emali: rsanchez111@yahoo.es
Señor, quizás no soy consciente del orgullo y justicia propia que hay en mí. Señor, quizás mi corazón está dolido por cosas que he vivido, por ofensas que he podido sentir. Señor, quizás mi hermano está ofendido contra mí. Señor, tu gracia necesito, ayúdame a amar y considerar a mis hermanos, ayúdame a reconciliarme con ellos para que mi servicio a ti, aunque no sea perfecto sí sea sincero. Amén. 
MARTES

Leer: Mateo 5:21-26

Meditar: ¿Cuál es el mandamiento que los escribas y fariseos interpretaban mal? ¿Qué dos textos del Antiguo Testamento se utilizan para mostrar la interpretación de la justicia de los fariseos? ¿Cómo entiendes la relación entre los vv.21-22? ¿Qué dos ejemplos pone Jesús para mostrar la importancia de la reconciliación? ¿Por qué crees que es tan importante la reconciliación entre hermanos a la luz del texto? ¿Puedes pensar en situaciones prácticas en tu vida que lo dicho por Jesús se haya hecho presente en tus relaciones? ¿Solucionaste la relación reconciliándote con tu hermano o hermana? ¿O bien dejaste pasar el tiempo?

Orar: La reconciliación es difícil, pide a Dios que tu corazón que ha recibido la reconciliación divina por la gracia de Dios pueda ser un corazón reconciliador hacia los hermanos.


MIÉRCOLES

Leer: Mateo 18:23-35

Meditar: ¿Con qué compara Jesús el reino de los cielos? ¿Qué es lo que la parábola expone? ¿Cuánto perdón crees que recibió el primer siervo? ¿Crees que él debería haber perdonado al otro siervo que le debía menos dinero? ¿Por qué? ¿Por qué crees que el rey actuó tan severamente cuando supo lo que el siervo hizo? ¿Cuál crees que es la aplicación de la parábola en el v.35? ¿Cómo crees que el haber sido perdonados por Dios debería impactar nuestro perdón hacia los otros?

Orar: Pide a Dios que el gran e infinito perdón que has recibido en tu vida por medio de Jesucristo sea el perdón que puedas extender cuando un hermano o hermana peca contra ti.


JUEVES

Leer: Santiago 1:19-22

Meditar: ¿Cuál crees que es el contexto inmediato de estos versículos? ¿Cómo debe ser todo aquel renacido de la palabra de verdad en cuanto a su oír, hablar y airarse? ¿Por qué consideras importantes ser pronto para oír y tardo para hablar? ¿Cuál es la causa por la cual debe serse pronto para oír, tardo para hablar y para airarse según el v.20? ¿Qué debe recibirse con mansedumbre? ¿Cómo debemos recibir la palabra con mansedumbre?

Orar: Pide a Dios que en toda situación puedas ser pronto para oír y tardo para hablar y airarte. Pide a Dios que en cada situación sea su justicia y no la tuya la que sea mostrada.


VIERNES

Leer:  Romanos 5:8-11

Meditar: ¿Cómo muestra Dios su amor para con nosotros? ¿De qué no salva la justificación por la fe según Pablo? ¿Qué posición ha cambiado en nosotros por medio de la muerte de su Hijo? ¿Qué hemos recibido por medio de Jesucristo? ¿Cómo crees que la reconciliación que Dios nos ha dado por medio de Cristo debe aplicarse a nuestra relación en la iglesia?

Orar: La reconciliación es doctrina vital del evangelio de Jesucristo, pide a Dios que también sea algo vital en tu vida y en tu iglesia.


SÁBADO

Leer:  2ª Corintios 5:19-21

Meditar: ¿Qué estaba haciendo Dios en Cristo? ¿Qué entiendes por la expresión “no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados”? ¿Crees que quiere decir que Dios no mira el pecado? ¿O qué Dios no mira el pecado porque Cristo fue quien llevó la culpa por el mismo en la cruz? ¿Qué fue encargado a Pablo y a sus colaboradores? ¿Qué clama Dios por medio de la predicación apostólica del evangelio? ¿Cómo obró Dios la reconciliación según el v.21? ¿Cómo entiendes que Cristo fue hecho pecado? Si el evangelio llama a reconciliación con Dios ¿crees que puede aplicarse en la reconciliación en nuestras relaciones dañadas con los hermanos? Según lo que Dios hizo con Cristo ¿qué crees que debería implicar para nosotros la reconciliación con los demás?

Orar: Da gracias a Dios por el gran evangelio de la reconciliación en Cristo. Pide a Dios que su evangelio de reconciliación sea vivido en tu vida y en la vida de tu iglesia cuando sea el momento de reconciliar relaciones dañadas por la ofensa y el pecado.
      Las palabras de Jesús se centran en la necesidad imperante de la reconciliación entre hermanos. Jesús muestra primero que la reconciliación es el resultado de la justicia del reino de los cielos. Segundo, la reconciliación es antes que la ofrenda de servicio y tercero, la reconciliación es la puerta abierta al servició sincero.
      Debe notarse como empiezan las palabras de Jesús sobre la reconciliación “por tanto”. El tema de la reconciliación entre hermanos es introducido como un resultado mostrado por esas dos pequeñas palabras “por tanto”. Las palabras de Jesús forman parte de manera general del conocido Sermón del Monte, pero de manera específica están localizadas dentro de la sección en la que el Señor Jesús compara la justicia de los fariseos y escribas con la justicia del reino de los cielos (Mateo 5:20). Hay dos tipos bien distintos de justicia y la justicia que debe encontrarse en todo cristiano que es ciudadano del reino de cielos nunca puede ni debe ser la justicia de los escribas y fariseos. Entonces, ¿cuáles eran esas dos justicias? Con una pequeña frase “oísteis que fue dicho, pero yo os digo”, Jesús compara las dos justicias en diversos asuntos. La visión que sale de esa comparación es que la justicia de los fariseos era una justicia hipócrita, falta de misericordia hacia los demás y, si eso ya no era suficiente, lo peor es que era una justicia basada en sus propias obras y logros como méritos para el reino de los cielos. Esta justicia de los fariseos es vista primeramente en el tema de las relaciones con los hermanos.


      Los fariseos se justificaban diciendo que el mandamiento de “no matarás” era literal y nada más. Mientras no se llegase al homicidio literal y real, no pasaba nada, se cumplía perfectamente la ley. Los escribas y fariseos estaban bien satisfechos con ellos mismos porque mientras no matasen literalmente a ninguno de sus hermanos estaban siendo justos, cumplían la ley a la perfección. Ahora bien, los fariseos se olvidaron que había otras maneras de romper ese mandamiento, se olvidaron que había otras maneras de matar al hermano y todas ellas estaban ligadas a conflictos en relaciones. Jesús advierte que cualquiera que se enoje contra el hermano o le llame necio o fatuo es igualmente culpable de haber matado al hermano (Mateo 5:22). No cabe duda alguna que las palabras de Jesús son duras ya que igualan el homicidio real con el enojo, juicio y mal uso de la lengua en los conflictos de relaciones entre hermanos. Estas palabras de Jesús son otra manera de romper el mandamiento de “no mataras” por la razón que refleja la misma intención de querer acabar con el hermano. Es decirle que mejor sería no saber nada más de él. Esa justicia de los fariseos era una justicia que creía que su sacrificio a Dios era justo, recto y perfecto, pero en realidad era un sacrificio vacío de amor y misericordia para con el hermano. ¿Es este el tipo de justicia y proceder del reino de los cielos? ¿Es esta la justicia que se demanda en nuestras relaciones como ciudadanos del reino de Dios? Ciertamente no, y es aquí donde aparece el tipo de justicia que debe mostrarse “por tanto, si traes tu ofrenda al altar y te acuerda de que tue hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primer con tu hermano”. Primero es la reconciliación antes que el servicio.
      Jesús establece una ilustración para mostrar la seriedad del caso. Jesús describe a alguien que lleva su ofrenda al altar. Sin lugar a duda eso sería algo que cualquier buen judío haría como parte de su devoción a Dios. Su justicia delante de Dios sería expresada mediante el ofrecimiento de la ofrenda. Quizás tal individuo podría pensar que su servicio era correcto y excelente delante de Dios, pero Jesús introduce un elemento que distorsiona la validez de dicha ofrenda a Dios, nubla la excelencia de la consagración a Dios como la niebla nubla la visión que uno tiene del camino. El elemento introducido es una relación dañada con un hermano.
      Sea como sea Jesús es claro, si “te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate con tu hermano”. La reconciliación es primero que el servicio a Dios en este caso. La falta de reconciliación con nuestros hermanos hace nuestro servicio a Dios una mera hipocresía y vanidad. La falta de reconciliación es una muestra clara de no pensar en el bien del hermano, es preferir dejar al hermano “muerto” y fuera de mi relación que buscar la reconciliación. Si eso se da, podemos creer que nuestro servicio es excelente, los demás pueden juzgarlo como diligente pero lo cierto es que no lo es. ¿Por qué tal importancia en la reconciliación? Porque es el centro vital de la justicia del evangelio de nuestro Señor Jesucristo.
      Tenemos la tendencia a mirar dicho versículo de manera egocéntrica cayendo en la trampa de la justicia de los fariseos. Solemos leer este versículo diciendo: “por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tienes algo contra tu hermano”. El versículo suele enfocarse en si uno tiene algo contra el hermano y aquí está la trampa de la justicia de los fariseos, obviamente nosotros siempre somos los justos, siempre estamos bien y es el hermano el que está mal. Solemos decir o decirnos a nosotros mismos “yo estoy bien, no tengo nada en contra”. Ciertamente esto es posible o también cabe la posibilidad que nuestro corazón sea más engañoso que todas las cosas, pero pensar de esta manera es pensar como lo hacían los fariseos. Sin duda alguna, puede ser que nada hayamos hecho pero la cuestión aquí no reside en mirarnos a nosotros o nuestra rectitud, la cuestión aquí es mirar al hermano o hermana, la cuestión es si en tu servicio a Dios “te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti”. El hermano puede tener algo en contra con motivos fundados y legítimos o por juzgar incorrectamente la situación.
      Nuestro Señor Jesucristo no miró lo suyo propio, sino que miró la gran necesidad que teníamos como pecadores que, sin duda alguna sí tenemos algo contra Dios. Pero Dios que es grande en misericordia envió a su Hijo Jesucristo por medio del cual somos reconciliados con él. La justicia que nosotros no teníamos por nuestros méritos y logros nos fue acreditada por medio de la fe en el gran sacrificio de Cristo. Siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo (Romanos 5:10). El evangelio es el evangelio de la reconciliación que Dios obró sin nosotros merecerlo. La cruz puede ser descrita de muchas maneras, pero una de ellas es que la cruz de Jesucristo fue la ofrenda de reconciliación que Dios entregó. El evangelio es el mensaje glorioso de que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados (2ª Corintios 5:19) y entre esos seres humanos reconciliados en Cristo y perdonados por él estábamos nosotros, los creyentes hechos ciudadanos del reino por la gracia de Dios. Si este es el mensaje del evangelio, si esta es la justicia que brota del evangelio de Cristo ¿no deberíamos nosotros reflejar dicha reconciliación en nuestras relaciones? ¿Somos capaces de no tomar en cuenta el pecado (si es que lo hay) de nuestro hermano y reconciliarnos con él o ella? Primero es la reconciliación y luego el servicio, quizás el mejor servicio de consagración que puedes ofrecer a Dios es la reconciliación con tu hermano en la congregación.


      Si sabes que un hermano puede tener algo contra ti, si sabes que hay problemas en las relaciones con alguien que por gracia es tu hermano o hermana en Cristo “deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano”. Cierto es que quizás se necesita que pase un poco de tiempo para enfriar el asunto, pero no dejes que el tiempo pase pensando que todo lo curará porque no es así. La reconciliación y perdón sana, el tiempo no. Si debes dejar tu servicio para el bien de reconciliarte con el hermano, hazlo, porque la redención que Dios obró en tu vida te puso en relación con tus hermanos en la congregación. Si alguien preguntase ¿por qué debo ir yo y reconciliarme con el daño que me ha sido hecho y lo mal que me he sentido? Quizás porque será bueno para ti, quizás porque debes darte cuenta de que también eres guarda de tu hermano, pero, por encima de todo porque lo que está en juego es la demostración viva del evangelio de Cristo entre hermanos. Después de ello podrás ofrecer una ofrenda o servicio agradable delante de Dios “y entonces, ven y presenta tu ofrenda”. Así como la reconciliación en Cristo nos abrió las puertas para servir a Dios, la reconciliación con los hermanos nos abre las puertas para servir sinceramente a nuestro Dios. La reconciliación entre hermanos no debería ser algo excepcional en nuestras relaciones congregacionales sino lo común y visible como parte del evangelio que creemos y vivimos.