TEODICEA
“No eres tú desde el principio oh Jehová, Dios mío, Santo mío? No moriremos. Oh Jehová, para juicio lo pusiste, y tú, oh Roca, lo fundaste para castigar. Muy limpio eres de ojos para ver el mal, ni puedes ver el agravio; ¿por qué ves a los menospreciadores, y callas cuando destruye el impío al más justo que él, y haces que sean los hombres como los peces del mar,
como reptiles que no tienen quien los gobierne?”
(Habacuc 1:12-14)
      Una de los argumentos que muy a menudo suele esgrimirse por aquellos que intentan negar la existencia de Dios o como una objeción a creer en Dios, tiene que ver con la supuesta incompatibilidad entre la bondad de Dios y la existencia del mal, entre su justicia y la realidad de la injusticia en el mundo en el cual se vive. Cuántos hemos escuchado frases como “si tu Dios es tan bueno ¿por qué permite el sufrimiento y la injusticia? Si Dios es tan justo ¿por qué permite que muchos sufran injustamente? ¿Por qué permite todas estas cosas si es tan bueno y justo?”. Hace tiempo escuché a un famoso periodista decir que él creería en Dios sin ningún problema pero le generaba un problema grave que Dios fuese bueno y al mismo tiempo permitiese el sufrimiento de millones y millones de niños en el mundo. Quizás la misma duda se ha presentado en algún momento de nuestra vida como creyentes ¿es esto algo incorrecto? ¿Es esto una falta de fe? Honestamente, si esta cuestión se ha presentado en nuestra vida debemos saber que no estamos solos en este asunto, Habacuc ya tuvo que luchar con ello “No eres tú desde el principio oh Jehová, Dios mío, Santo mío? No moriremos. Oh Jehová, para juicio lo pusiste, y tú, oh Roca, lo fundaste para castigar. Muy limpio eres de ojos para ver el mal, ni puedes ver el agravio; ¿por qué ves a los menospreciadores, y callas cuando destruye el impío al más justo que él, y haces que sean los hombres como los peces del mar, como reptiles que no tienen quien los gobierne?” (Habacuc 1:12-14). Las palabras de Habacuc son su oración a Dios en un momento en el que el profeta no comprendía y no sabía cómo compaginar la esencia del Dios en el que creía con las circunstancias que contemplaba alrededor suyo. La oración de Habacuc nos enseña primero, la tensión con la que tiene que luchar nuestra fe y segundo, la preeminencia del ser de Dios en la crisis de fe.
Pastor Rubén Sánchez
Devocional Semanal - Pastor Rubén Sánchez
"...y le puso por nombre Eben-Ezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó Jehová" (1ª Samuel 7:12)
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Dios mío, Santo mío y Roca de mí salvación, ciertamente en ocasiones Señor soy incapaz de entender lo que haces. Sé que en ocasiones he podido pensar que lo que hacías no se correspondía con quién eres tú pero esto demuestra algo, lo grande que eres tú y lo pequeño que soy yo. Lo sabio que eres tú y lo finito que soy yo. Dios mío ayúdame a mirar al evangelio y ver que tu justicia, bondad y santidad fueron manifestadas a mi favor en aquella cruz. Amén.
MARTES

Leer: Isaías 40:1-17; Marcos 1:3

Meditar: Medita sobre el llamado que Dios hace a su pueblo Israel y el contexto en el cual se produce. Medita en aquello que Dios hará con su pueblo según el texto. Medita en cómo se cumple lo dicho por el profeta en la persona y obra de Jesucristo. Medita en cómo los vv.13-17 muestran lo imposible de conocer y comprender exhaustivamente los caminos del Señor.

Orar: Señor, gracias porque tu llamado a mi vida fue un llamado de consolación y perdón de pecados. Gracias porque aun y no comprender exhaustivamente lo que hiciste en el evangelio, sí que sé que en Jesucristo tengo perdón y redención.


MIÉRCOLES

Leer: Isaías 40:18-31

Meditar: Medita en la pregunta que Dios hace a su pueblo en cuanto a compararlo con algo. Medita en la descripción que Dios da de él mismo en los versículos. Medita en la importancia de la revelación para el conocimiento de Dios. Medita en lo que supone la singularidad de Dios, es decir, que Dios no pueda ser comparado o semejante a algo y por tanto es único.

Orar: Dios mío te alabo porque tú eres el único Dios vivo y verdadero. Te alabo porque nada puede ser hecho semejante a ti, eres único y singular.


JUEVES

Leer: 1ª Timoteo 1:15-17

Meditar: Medita en lo que significa que el evangelio es palabra fiel. Medita en los aspectos que están implícitos o forman parte esencial del evangelio descrito por Pablo. Medita en que aplicación puede tener el hecho que Jesús presenta lo qué el evangelio hizo en él como ejemplo para otros. Medita en la doxología del v.17 y su relación con el evangelio presentado Medita en la descripción de los atributos que Pablo presenta para describir a Dios.

Orar: Dios inmortal, invisible, único y sabio a ti sea la gloria ahora y por los siglos. A ti sea la gloria por haber salvado a un pecador como yo con tu evangelio de salvación, palabra fiel y digna de ser recibida.


VIERNES

Leer: Job 29:1-20

Meditar: Medita en la situación que presenta Job. Medita en aquello que Job está diciendo y que definen su situación. Medita en el posible problema que tenía Job en cuanto a su situación y la persona de Dios. Medita en cómo lo que Job está viviendo podría aplicarse a ciertos momentos de tu vida.

Orar: Dios mío, sé que hay momentos difíciles en mi vida los cuales desearía que no existiesen, momentos que desearía volver al pasado antes de ellos. Perdóname cuando en estos tiempos soy incapaz de confiar en lo que tu divina soberanía está haciendo en mí.


SÁBADO

Leer: Job 38:1-41

Meditar: Medita en la respuesta que Dios le da a Job. Lee bien el texto y considera las preguntas que Dios le hace a Job. Medita en el significado o tema común que tienen todas las preguntas que Dios le hace a Job. Medita en cómo las preguntas muestran la realidad de la soberanía infinita de Dios frente a un ser humano incapaz de entender exhaustivamente lo que Dios está haciendo. Medita en cómo ellas pueden ser aplicables a tu vida.

Orar: Dios mío, gracias porque tú eres infinitamente sabio y soberano y yo soy finito y limitado. Señor, ayúdame a entender que vivo bajo tu soberanía y que aunque no sea capaz de entender todo lo que haces, siempre confíen en quién eres tú. No dejes que sean las circunstancias las que definan para mi tu persona sino la revelación de tu palabra y la persona de Cristo.
      La oración de Habacuc delante de Dios es la expresión externa de la crisis interna que estaba viviendo el profeta. Su fe sin lugar a dudas estaba siendo zarandeada porque el profeta era incapaz de entender y compaginar en su mente la realidad de Dios como Santo, como aquel que es su Roca y limpio de ojos, con la realidad de ver que ese mismo Dios usaba a los babilonios para juzgar a su pueblo y permitía el agravio y la injusticia sobre aquel que es más justo (Habacuc 1:6-10). Frente a esta realidad Habacuc ora “¿No eres tú desde el principio, oh Jehová, Dios mío, Santo mío?”, “Muy limpio eres de ojos para ver el mal” ¿Cómo era posible que Dios siendo Santo y limpio de ojos pudiese permitir tal acto de injusticia y maldad sobre su pueblo? Habacuc no tenía tanto un problema en su fe sino un problema de “teodicea”. ¿Qué es la teodicea? La teodicea viene de dos palabras griegas, “Dios” y “justicia”. En cierta manera la teodicea se centra en el estudio y la justificación de la existencia de Dios mediante argumentos racionales. El origen de la teodicea se remonta al 1710 de manos de un filósofo alemán, Gottfreid Leibinz quien en su obra “Ensayo de teodicea. Acerca de la bondad de Dios, la libertad del hombre y el origen del mal” se centra en demostrar que no hay contradicción entre la bondad y justicia de Dios y la existencia del mal. Ese era el problema de Habacuc, ¿cómo entender que Dios es bueno, santo desde el principio, Roca de salvación y la existencia del mal? Quizás podría acusarse a Habacuc de falta de fe pero eso sí que sería una injusticia. Era precisamente la fe que Habacuc tenía en Dios y no la falta de fe en él lo que le generó el problema. El profeta describe a Dios con lenguaje procedente de la creación y del éxodo. Dios es descrito como el que es desde el principio “¿no eres tu desde el principio, oh Jehová?” Dios quien estaba desde antes del principio de la creación es el Dios a quien ora Habacuc (Génesis 1:1). El profeta describe a Dios como el Dios del pacto, personal y Santo “oh Jehová, Dios mío y Santo mío”. Habacuc no tiene un conocimiento impersonal de Dios sino personal basado en la relación de pacto. Para el profeta Dios es “Roca” una designación que tomó relevancia durante el periodo del éxodo. Dios fue la Roca de salvación la cual desechó Israel (Deuteronomio 32: 4, 18, 30, 31, 37). Para Habacuc Dios era limpio de ojos para ver el mal y el agravio ¿cómo su Dios podía permitir la injusticia y el sufrimiento del justo? La descripción que Habacuc hace de Dios demuestra que su fe podía estar en un momento de crisis pero su fe en Dios no faltaba sabía muy bien en el Dios en quien creía.
      Si la fe de Habacuc hubiese faltado posiblemente el profeta nunca hubiese entrado en ese momento de crisis. Si el profeta fuese como un jarrón vacío que nunca hubiese sido llenado del don de la fe, entonces, no habría crisis de fe en la que poder entrar, entonces no habría lucha para poder entender cómo el Dios en quien el creía y que por gracia le había dado esa fe, podía actuar y permitir ciertas cosas que parecían contradecir su carácter, esencia, justicia y bondad.
      Si Habacuc creyese que Dios era como los dioses paganos de los babilonios, entonces tampoco habría crisis de fe ¿por qué? Porque esos dioses eran crueles, insensible e impersonales, pero el Dios de Habacuc no era así. Es de ese conocimiento, fe y confianza en su Dios que brota esa crisis. ¿Cuántas veces nos habremos encontrado en una lucha así? ¿Cuántas veces habremos dudado de si nuestra fe es genuina precisamente por la realidad de esa lucha en nosotros? Podemos caer en la trampa de pensar que si somos incapaces de comprender o de poder compaginar cómo es Dios con actuaciones a nuestro alrededor que supuestamente contradicen su ser, entonces nuestra fe falta. No hace mucho hablaba con alguien en esa situación de crisis en su fe. Dudaba incluso de su salvación debido a que no podía compaginar quien es Dios con lo que en el mundo y en su vida sucede. No puede generalizarse, pero en ocasiones esas crisis de fe surgen no porque la fe falte sino porque ahí está y se intenta hacer sentido de las cosas, hacer sentido del Dios en el que creemos y sabemos que es Justo, Santo y bueno en gran manera. El no creyente no entra en este tipo de crisis de fe. En el no creyente la fe no existe, puede preguntarse, puede usar esa aparente incoherencia entre un Dios bueno y un mundo malo para justificar su no creencia, pero nunca le creará un problema que desgarra su alma, en el creyente sí que será así cuando esa lucha se presenta en la vida.


      Esa lucha entre nuestra fe en el Dios que se revela en su palabra y la aparente incoherencia de lo que sucede en el mundo y en nuestra vida desgarrará nuestra alama debido a que la fe en Dios no es un apósito de quita y pon en el creyente, es parte de la identidad que por gracia nos ha sido dada. Por eso, ciertamente podremos encontrarnos en esa crisis de fe la cual no será muestra de que la fe falte sino muestra de una fe que lucha por intentar entender más y más al Dios que es nuestro Dios Santo y nuestra Roca. Es un peligro dejar que las circunstancias definan a Dios. Habacuc se preguntó, si tú Dios ere Dios mío, Santo mío, Roca y limpio de ojos “¿por qué ves a los menospreciadores, y callas cuando destruye el impío al más justo que él?”.  Si son las circunstancias las que definen a Dios el problema reside en que las circunstancias son cambiantes. Si hoy son buenas Dios será bueno, si hoy son injustas Dios será injusto. Las circunstancias nunca pueden darnos la definición de quien es Dios, es el ser de Dios lo que tiene siempre preminencia en nuestras crisis de fe.
       A pesar de la aparente incoherencia entre Dios y lo que Habacuc estaba viviendo, lo que debía definir a Dios era, Dios mismo y no las circunstancias. Es la revelación de Dios de su propio ser en su palabra y de manera última en la persona de Jesucristo y el evangelio aquello que debe ser el lugar donde anclamos nuestra fe. Habacuc entendió que aun y las circunstancias Dios sigue siendo Santo y Roca y al final haría justicia, las palabras del “justo por su fe vivirá” son respuesta a la crisis de fe del profeta. Ciertamente Habacuc no llegó a entenderlo todo ni a verlo todo y lo mismo será con nosotros pero como creyentes en el nuevo pacto estamos en una posición mayor que la de Habacuc.
La revelación sublime de nuestro Dios del pacto, Santo y Roca de salvación se dio en Jesucristo y la demostración de dicha santidad y justicia se dio en la cruz del Calvario. Cuando aparecen las luchas por intentar entender quien es Dios y lo que sucede en nuestra vida y en el mundo, dónde debemos mirar es a la cruz y al gloriosos evangelio de nuestro bendito Dios. No es nuestra capacidad de intentar compaginar las cosas la que rige sino lo que Dios hizo en el evangelio. Debemos mirar a ese evangelio no como un ejercicio contemplativo sino el lugar en el cual meditamos sobre las grandezas de la cruz y la resurrección. ¿Pensamos que Dios puede que sea injusto en algunas ocasiones? Entonces debemos mirar a la cruz y ver que esto es imposible de pensar ya que allí obró su justicia y a Jesucristo quien no conoció pecado lo hizo pecado a nuestro favor para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él. ¿Pensamos que lo que sucede en el mundo puede poner en tela de juicio la santidad de Dios? Es entonces cuando debemos mirar a la cruz y ver que su santidad puso a Cristo como propiciación por el pecado. ¿Podemos pensar que la bondad de Dios está puesta en peligro porque en alguna de sus actuaciones puede parecer que esa bondad no está presente? Debemos entonces mirar a la cruz y ver cómo su bondad inmerecida fue mostrada a favor de nosotros siendo pecadores. ¿Pensamos que resulta extraño que Dios siendo limpio de ojos mire el mal y el agravio pensando que no hace nada? Entonces la cruz nos muestra el alto precio que le costó a Dios el ser limpio de ojos y no permitir el mal y agravio de nuestro pecado. ¿Podemos llegar a pensar que pueda existir una incoherencia entre quien es Dios y cómo actúa? Es entonces cuando miramos a la cruz y nos damos cuenta la gran sabiduría que Dios tiene y que en él no hay incoherencia alguna.