APARTADOS
PARA SER RECIBIDOS
ETERNAMENTE
“Porque quizás para esto se apartó de ti por algún tiempo, para que le recibieses para siempre; no ya como esclavo, sino como más que esclavo, como hermano amado, mayormente para mí,
pero cuánto más para ti, tanto en la carne como en el Señor”
(Filemón 1:15-16)
      Una de las parábolas más conocidas en los evangelios es la parábola del hijo pródigo. En un primer momento el hijo se apartó del padre para vivir su vida lejos de la casa pero tiempo más tarde volvió a la casa del padre arrepentido. En cierta manera, el hijo se apartó por algún tiempo para finalmente ser recibido por el padre. La historia narrada en la parábola, refleja la realidad de todos aquellos que por un tiempo de nuestra vida estuvimos alejados de Dios pero en su soberana providencia fuimos solamente apartados por un tiempo para volver a ser recibidos en la casa de nuestro Padre celestial. Apartados por un tiempo para ser recibidos eternamente. Dicho principio que se desliga de la parábola debería ser un principio patente en nuestras relaciones como hermanos en Cristo Jesús. Pablo tenía bien claro que así como fuimos recibidos por Cristo para la gloria de Dios, así debemos recibirnos los unos a los otros (Romanos 15:7). El evangelio no solamente nos ha dado la identidad de hermanos unos de los otros sino también nos ha dado la responsabilidad y privilegio de recibirnos como lo que somos, amados hermanos en el Señor. Fue precisamente este principio el que Pablo aplicó en la situación entre Filemón y Onésimo. Pablo rogó a Filemón que recibiese a Onésimo para siempre como lo que ahora había sido hecho por el evangelio de Cristo, hermano amado para Filemón, “porque quizás para esto se apartó de ti por algún tiempo, para que le recibieses para siempre; no ya como esclavo, sino como más que esclavo, como hermano amado, mayormente para mí, pero cuánto más para ti, tanto en la carne como en el Señor” (Filemón 15-16). Las palabras del apóstol Pablo, sin duda alguna, transpiran principios que surgen únicamente del glorioso evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Puesto en otras palabras, lo que Pablo le dice a Filemón es el evangelio vivido y aplicado.
Pastor Rubén Sánchez
Devocional Semanal - Pastor Rubén Sánchez
"...y le puso por nombre Eben-Ezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó Jehová" (1ª Samuel 7:12)
Copyright 2013 Iglesia Evangélica Bautista "Piedra de Ayuda" - C/San Eusebio, 54 - 08006 Barcelona. España
Pastor Rubén Sanchez Noguero - Móvil: 610.224.965 - emali: rsanchez111@yahoo.es
Padre celestial, ayúdame en tu gracia a poder aplicar el principio del evangelio que por gracia aplicaste a mi vida. Estaba apartado pero me recibiste para siempre en tu Hijo Jesucristo.  Ayúdame a recibir para siempre a aquellos que son mis hermanos amados. No permitas que otras cosas y posibles prejuicios personales sean aquello que me impida recibir a mis hermanos como lo que ahora son por tu gracia, mis hermanos amados. Amén.
MARTES

Leer: Filemón 8-16

Meditar: Medita sobre el hecho que Pablo no impone su autoridad pastoral sino que ruega en base al amor de Filemón. Medita sobre la importancia del cambio producido en Onésimo a raíz del evangelio. Medita cómo resulta vital el que Filemón cumpliese el ruego de Pablo de recibir a Onésimo como hermano amado no por necesidad sino voluntariamente.

Orar: Dios y Padre te pido que puede recibir a mis hermanos no por necesidad u obligación sino por un acto voluntario que surge del amor y de la comprensión que por el evangelio son mis amados hermanos.


MIÉRCOLES

Leer: Romanos 15:1-7

Meditar: Medita en cuanto a la actitud que los fuertes en la fe debían tener en relación a los débiles. Medita sobre la importancia de la enseñanza del Salmo 69:9 para nuestras relaciones entre hermanos. Medita de la importancia de la paciencia y consolación en las relaciones entre hermanos. Medita del énfasis en la unanimidad y en recibirnos que expone Pablo.

Orar: Señor así como mis vituperios cayeron sobre Cristo, ayúdame a sobrellevar las debilidades de mis hermanos en la fe. Ayúdame a poder recibir a todo hermano como Cristo me recibió para la gloria del Padre.

JUEVES

Leer: Lucas 15:11-32

Meditar: Medita sobre la actitud del hijo con relación al Padre. Medita en la actitud del Padre de recibir a su hijo que por tiempo había estado apartado. Medita en qué significado crees que puede tener la actitud del hijo mayor. Medita en cómo la parábola nos muestra principios importantes del evangelio.

Orar: Señor muchas gracias porque aun y haber estado apartad por un tiempo de ti, por tu gracia me moviste al arrepentimiento y en amor me recibiste dándome todos los privilegios de ser tu hijo. Señor, ayúdame que este principio del evangelio sea vivido en mi vida cada día en relación a mis hermanos.


VIERNES

Leer: 2ª Corintios 5:16-21

Meditar: Meditas sobre la realidad que el conocimiento que tenemos de nuestros hermanos no según la carne sino según haber sido hechos una nueva creación en Cristo. Medita sobre el principio de reconciliación que es central en el evangelio. Medita cómo el principio de reconciliación se aplica al conocimiento de nuestros hermanos.

Orar: Dios y Padre gracias por la nueva creación hecha en mí, gracias por la reconciliación obrada en Cristo. Te pido que me ayudes a no perder de vista que somos un nueva creación en Cristo reconciliados contigo y esto debe ser vital en la relación con mis hermanos.


SÁBADO

Leer: Romanos 5:8-11 

Meditar: Medita sobre la gran verdad que el amor de Dios se mostró con la muerte de Cristo por nuestros pecados. Medita en la reconciliación que la justificación por la fe ha traído a nuestras vidas.

Orar: Padre, gracias por la reconciliación obrada en Cristo Jesús. Ayúdame a que la reconciliación que tengo por gracia y fe en Jesucristo sea la reconciliación con la que recibo a mis hermanos.
      El apóstol muestra primeramente la razón de la providencia divina en el principio de ser apartado para ser recibido. Segundo, muestra como la identidad de hermanos en Cristo gobierna el principio de ser apartado para ser recibido. Pablo en su pequeña carta a Filemón ha reconocido la realidad que por el amor de Filemón los corazones de muchos santos fueron confortados (v.7). El amor de Filemón sirvió de consuelo para muchos y es precisamente en base a dicho amor que Pablo ruega a Filemón que reciba a Onésimo. La base del ruego de Pablo no es su autoridad apostólica - la cual hubiese podido ser legítimamente ejercida por él - sino el amor cristiano que se encontraba en Filemón y que sirvió de consuelo para muchos otros santos (vv.8-9). Pablo rogó por Onésimo como un hijo que él había engendrado en sus prisiones (v.10), es decir, Onésimo escuchó por parte de Pablo el evangelio que le salvó y transformó. Es por ello que Pablo pide a Filemón que le reciba ahora “como a mí mismo” (v.12). Es bien intencional el uso de la expresión “como a mí mismo” ya que es la misma palabra que Pablo usa para “corazón” en el v.7. El apóstol Pablo quiere mostrar a Filemón que su amor ha confortado a las necesidades profundas de muchos santos y que ahora aceptando el ruego de Pablo y recibiendo a Onésimo, su amor confortará al mismo Pablo. Es aquí cuando Pablo pone dentro de la perspectiva de la providencia divina lo que aconteció entre Filemón y Onésimo.


      Pablo muestra que quizás la razón de la separación entre Filemón y Onésimo tuvo la mano de la providencia divina detrás de ello “porque quizás para esto se apartó de ti por un tiempo”. La pequeña carta no da muestras claras de qué sucedió. Pudo ser que Onésimo robase a Filemón o pudo ser que Onésimo cometiese un error que costase gravemente a Filemón. Fuese como fuese Pablo muestra que la escapada y separación de Onésimo de su amo Filemón no caía en el vacío impersonal de la casualidad sino que quizás, el ser apartado por un tiempo respondía a un propósito mayor. Aun y cuando Pablo no lo menciona de manera directa, sí que de manera implícita el apóstol muestra la mano de la providencia divina detrás de dicha separación. La Biblia en ninguna de sus páginas sustenta la casualidad pero sí en todas ellas sustenta la providencia de Dios rigiendo los asuntos de la historia y la vida. Pablo quiere que Filemón entienda que la separación de Onésimo, su conversión gracias al evangelio predicado por Pablo respondía al designio divino de llevar a Onésimo a la fe en Jesucristo. Pablo deja abierta la puerta a la reflexión de Filemón “quizás para esto se apartó por un tiempo”. Filemón debía reflexionar en ello, ver en ello la providencia de Dios y entender entonces el propósito “para que le recibieses para siempre”. ¡Qué gran contraste! Onésimo simplemente se apartó por un tiempo, pero el propósito ahora era que Filemón no le recibiese por un tiempo sino para siempre. Los conflictos y daños en las relaciones son una realidad inevitable pero mucho cambiaría si fuésemos capaces de entender el propósito de la providencia divina detrás de estos asuntos.
      Las relaciones pueden ser dañadas por errores y e incompetencias en las que tenemos la responsabilidad pero, como fue con Filemón y Onésimo, ¿quizás podría darse el caso que en la providencia divina esa situación rota por un tiempo fuese para el propósito de vivir el evangelio de reconciliación? ¿Quizás podría darse el caso que fuese para el propósito de recibir al hermano para siempre? Cuando se observa el transcurrir de la historia de la salvación narrada en las Escrituras, es inevitable ver cómo la providencia divina trabaja para la aplicación del evangelio de Cristo.
      Aquellos que por nuestro pecado fuimos apartados por un tiempo de Dios, la providencia divina gobernó la historia para ser recibidos para siempre en Cristo Jesús ¿quizás podría ser que este gran principio del evangelio tuviese que ser vivido en nuestros conflictos? No hay duda de que la respuesta es sí porque es precisamente la identidad de hermanos que nos ha dado el evangelio la que gobierna el principio de se recibidos.


      Pablo hace reflexionar a Filemón que el designio de la providencia divina, los misteriosos caminos en los que se mueve nuestro Dios era para que ahora, después de que Onésimo hubieses creído en el evangelio, le recibide para siempre, “no ya como esclavo, sino como más que esclavo, como hermano amado, mayormente para mí, pero cuánto más para ti, tanto en la carne como en el Señor”.  El punto central es que la identidad de Onésimo como “hermano amado” era lo que gobernaba la manera en cómo Filemón debía recibirle. Las palabras del apóstol Pablo son un tanto ambiguas en cuanto a la relación de esclavo y amo que sustentaban Onésimo y Filemón. Pablo le dice a Filemón que le reciba “no ya como esclavo sino cómo más que esclavo, como amado hermano”, el cual era amado por Filemón “tanto en la carne como en el Señor”. Onésimo ahora era hermano amado para Filemón “tanto en la carne” posiblemente en su relación como esclavo y amo y “como en el Señor” en su relación ahora primaria de “hermano amado” en Cristo. Parece ser que Pablo no fuerza lo que Filemón debía hacer. Si Filemón liberaba a Onésimo, este último todavía quedaría, en cierta manera, dependiente a nivel financiero de Filemón, por tanto, debía regir la importante consideración de que ahora Onésimo era hermano amado. Si la relación de esclavo y amo seguía entonces debía regir igualmente la importante identidad de hermano amado. Fuese como fuese ¿cuál era el principio gobernante ahora? Que eran hermanos amados y que ahora esa identidad había superado cualquier otra identidad que pudiese regir su relación. Ahora en Cristo ya no había esclavo o libre, eran hermanos amados en Cristo Jesús.


      Sin duda alguna nuestra identidad como hermanos amados los unos de los otros es lo que debería ser el principio gobernante para recibirnos los unos a los otros. Es un grave error que traiciona lo que el evangelio ha hecho en nuestras vidas y en la vida de nuestros hermanos, el supeditar en nuestras relaciones la verdad que somos hermanos amados y uno en Cristo Jesús a aspectos secundarios y prejuicios personales que no deberían ser aquello que rigiese nuestra relaciones. Puede haber relaciones de empleado y empleador entre hermanos, puede haber relaciones que se den en diferentes parámetros entre los santos pero el principio que debe gobernarlas es que por la providencia divina en el evangelio de Cristo fuimos hechos hermanos amados. Esto deberá regir la relación y de manera especial en el momento que toque recibir para siempre al hermano amad que por un tiempo se apartó porque aquel que vuelve no es un extraño sino un hermano amado por Cristo y por tanto amado por y para nosotros. ¿Cómo no nos recibiremos como hermanos cuando es nuestro Señor Jesucristo quien no se avergüenza de llamarnos hermanos (Hebreos 2:13)?