REINO DE AMOR,
FIDELIDAD, JUSTICIA Y PAZ
“La misericordia y la verdad se encontraron; las justicia y la paz se besaron.
La verdad brotará de la tierra, y la justicia mirará desde los cielos.
Jehová dará también el bien, y nuestra tierra dará su fruto”
(Salmo 85:10-12)

      ¿Qué hizo el hombre para hacerse un nombre después de haber sido expulsado del Edén? Construyó una ciudad la cual hiciese su nombre grande, una ciudad que nada tenía que ver con el reino que Dios estableció en el Edén. Desde entonces, la sociedad humana ha sido constante en construir un nombre para ella misma olvidándose de Dios. El reino que se ha levantado es el reino del nombre del ser humano, un reino que, aunque lo anhela, dista mucho del verdadero amor, fidelidad, justicia y paz. De todas maneras, el reino y sociedad que Dios estableció en el Edén, no es un eco del pasado sino una esperanza del futuro para el pueblo de Dios. Los santos del antiguo testamento caminaron vislumbrando la ciudad cuyo arquitecto era Dios, caminaron con la esperanza puesta en un reino de justicia y paz. El Salmo 85 deja ver ese reino que al fin brotará de él justicia y paz. El salmista primero establece la base para ese tiempo de verdad y justicia y segundo, el salmista mira a un tiempo en el que la justicia y verdad llenará la tierra del pueblo.


      Con palabras poéticas el salmista muestra el encuentro de cuatro conceptos que son centrales a lo largo del antiguo testamento, “la misericordia y la verdad se encontraron; la justicia y la paz se besaron” (v.10). Ahora bien, el encuentro de la “misericordia”, “verdad”, “justicia” y “paz” debe ser entendido dentro del contexto mayor del salmo. Todo el salmo se sustenta sobre la realidad de la salvación de Dios hacia su pueblo ligada a la tierra que Dios les prometió bajo el antiguo pacto. El salmista en los vv.1-3 proclama la salvación que Dios obró trayendo a Jacob de la cautividad, Dios fue propicio a la tierra devolviendo a Israel probablemente de la cautividad de Babilonia “fuiste propicio a la tierra, oh Jehová; volviste la cautividad de Jacob. Perdonaste la iniquidad de tu pueblo, todos los pecados de ellos cubriste” (vv.1-2). ¿Qué relación existe entre la tierra, el retorno de la cautividad y el perdón de pecados? La tierra que Israel recibió fue el don entregado por Dios a su pueblo, la herencia que Israel recibía en base a la promesa de pacto que Dios había hecho con Abraham. La tierra debería haber sido el lugar de descanso del pueblo de Dios (Salmo 95:11), el lugar en el cual Dios moraría en medio de su pueblo e Israel viviría bajo el amparo de la fidelidad del pacto siendo un reino de sacerdotes y gente santa que viviesen como hijos fieles a su Dios (Éxodo 19:5-6). Un reino de sacerdotes consagrados que mostrase lo que significaba ser el pueblo del pacto que constantemente experimentaba la misericordia y amor de Dios. En definitiva, la tierra debería haber sido nuevamente el Edén del cual brotase la justicia y verdad en medio del pueblo y como testimonio a las naciones. Tristemente Israel al igual que el primer Adán, por su desobediencia fue sacado de la tierra. El don y la herencia que Dios les dio, también les fue quitado por Dios con el juicio del exilio.
Pastor Rubén Sánchez
Devocional Semanal - Pastor Rubén Sánchez
"...y le puso por nombre Eben-Ezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó Jehová" (1ª Samuel 7:12)
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Pastor Rubén Sanchez Noguero - Móvil: 610.224.965 - emali: rsanchez111@yahoo.es
Señor, gracias por tu amor y fidelidad eternos. Gracias por el reino de nuestro Señor Jesucristo, por su reino de salvación, amor, fidelidad, justicia, paz y reposo. Por tu gracia te pido que me ayudes a que el fruto en mi vida sea el fruto del Espíritu. Por tu gracia ayuda a mi iglesia a poder ser instrumento del reino de su Dios y Salvador. Señor, ayúdanos a mirar y anhelar los nuevos cielos y tierra, anhelar su justicia y paz.
MARTES

Leer: Salmo 85:1-13

Meditar: ¿En cuantas partes puede dividirse el salmo? ¿Cuál es el tema central de los primeros tres versículos? ¿Cuál es la petición de los vv.4-7? ¿Cómo crees que encajan las preguntas que el salmista hace en los vv.5-6 en base a lo dicho en los vv.1-3? ¿Qué es aquello que Dios hará con su pueblo en los vv.8-9? ¿Con qué propósito? ¿Cuál es la esperanza del autor en los vv.10-13? ¿Cómo crees que el salmo se cumple en Cristo y que aplicación hay para tu vida?

Orar: Bendice a Dios porque sus palabras son de consuelo y salvación para su pueblo. Bendice a Dios porque el fruto de justicia y paz te fue dado en Jesucristo.


MIÉRCOLES

Leer:  Isaías 32:14-18

Meditar: ¿Cuál es la situación descrita en el v.14? ¿Cuál es el tiempo que marca el cambio de esa situación? ¿Qué tiene que ser dado para tal cambio? ¿Con qué imágenes describe Isaías el cambio y que idea te dan? ¿Cuál es el fruto que crecerá en la tierra? ¿Cómo crees que esto puede aplicarse a la venida de Cristo? ¿Crees que Isaías está anunciado algo que se dará en la nueva creación?

Orar: Bendice a Dios porque la esperanza que aparece descrita en las Escrituras es la esperanza de un tiempo en el cual la justicia, paz y reposo serán una realidad para nosotros como pueblo de Dios. Bendice a Dios porque parte de eso es ya una realidad dada en Cristo y su Espíritu en tu vida.


JUEVES

Leer: Gálatas 5:19-23

Meditar: ¿Qué contraste establece el autor en estos versículos? ¿Cuál crees que es la importancia entre la palabra “obras” y “fruto”? ¿Qué crees que reflejan amabas listas (una pista está en Gálatas 6:15)? Si el fruto del Espíritu es el fruto de la nueva creación ¿por qué crees que es importante que se manifieste en tu vida y en la vida de la iglesia? ¿Qué muestra ese fruto?

Orar: Pide a Dios que en su gracia y por la obra del Espíritu el fruto de la nueva creación que has sido hecho se manifieste en tu vida y en tu iglesia.


VIERNES

Leer:  Efesios 5:1-7

Meditar: ¿De quién debe ser imitador el cristiano? ¿Cuáles fueron las dos acciones que Cristo realizó según el v.2? Según lo que Cristo realizó ¿cómo crees que debe ser la vida de amor del cristiano? ¿Qué contraste existe entre el v.2 y los vv.3-4? ¿Cuál es la razón o causa por la que nada de lo dicho en los vv.3-4 debería mostrarse entre cristianos? ¿Qué es aquello que no caracteriza al reino de Dios? ¿Qué advertencia da Pablo a esos cristianos?

Orar: Bendice a Dios porque Cristo nos amó y se entregó como ofrenda y sacrificio por nosotros. Pide a Dios que tu amor hacia los santos sea reflejo del amor de Cristo. Pide a Dios que no seas partícipe de aquello que no pertenece al reino de Dios.


SÁBADO

Leer:  Mateo 13:24-30; 37-43

Meditar: ¿Qué sucede en la parábola que Jesús explica? ¿¿Cuál es la interpretación que Jesús mismo da de la parábola? ¿Qué te hace pensar que el trigo y la cizaña crecen juntos en el mundo? ¿Quién y qué tiempo hará la diferenciación entre los malos y los justos? ¿Cuál es el destino último de los justos? ¿Cómo crees que la parábola puede aplicarse a tu vida y a los tiempos que vivimos?

Orar: Da gracias a Dios porque él será quien diferenciará entre el trigo y la cizaña al final de la historia.  Pide a Dios que en su gracia te ayude a ver que aun y lo mal que puede estar el mundo el trigo y la cizaña siempre crecen juntas hasta el fin. Bendice a Dios porque si estás en Cristo eres justo y el fin es resplandecer en su reino de justicia.
      La cautividad babilónica fue el juicio de Dios por el pecado del pueblo, perdieron temporalmente la tierra prometida y estando sentados junto a los ríos de Babilonia, lloraban y anhelaban Sion y su herencia perdida (Salmo 137:1). Ahora bien, Dios restauró a su pueblo, Dios devolvió a su pueblo a la tierra, de ahí que la vuelta del exilio es entendida como un nuevo éxodo de salvación, Dios perdonó su pecado, cubrió la iniquidad de su pueblo y fue propicio a la tierra devolviendo a Israel a la misma. La salvación expuesta en los vv.1-3 es la base sobre la cual el salmista puede pedir a Dios que restaure sus vidas, que muestre su misericordia y salvación (vv.5-7). En cierta manera, el salmista muestra que hay una salvación mayor la cual anhela y espera, la tierra todavía tiene que dar su buen fruto para el pueblo de Dios. ¿Cuál es la base para esa salvación anhelada, para esa tierra que dará su fruto de bien final? La base es el amor eterno y la fidelidad de Dios “la misericordia y la verdad se encontraron”. Este par de palabras “misericordia” y “verdad” por separado tienen mucho que decir, pero también tienen mucho que decir en el antiguo testamento cuando son puestas una junto a la otra. Literalmente aquello que se encontró fue “el amor leal y la fidelidad”. Las dos palabras hebreas “hesed y emet” hablan de la esencia del pacto de Dios con su pueblo Israel. Aquello que se encontró en el pacto que Dios estableció con una nación que no tenía nada de grandeza, fueron el amor eterno y redentor de Dios hacia ellos, fue la fidelidad de Dios a ese pacto que había hecho con ellos. El amor y la fidelidad de Dios es la base sobre el cual se sustentan las promesas de pacto. Sin ese amor eterno, sin esa fidelidad constante de Dios, ¿qué garantía habría de algo para su pueblo? El amor eterno y la fidelidad se encontraron “la justicia y paz se besaron”.


      Como si se tratase de dos enamorados el fruto de la justicia y paz se besaron mutuamente. La imagen de dos enamorados que se besan es la imagen usada por el salmista para presentar a la justicia y paz. No solamente el amor y la fidelidad caracterizaba el pacto de Dios con su pueblo, sino también la “justicia y la paz”. La justicia que Israel no merecía les fue dada, y la paz que por ellos no podían encontrar les fue entregada en esa tierra. La vida del pueblo tenía que venir caracterizada por el amor, la fidelidad, la justicia y la paz del pacto con su Dios. No era el poderío militar, ni el poderío económico, ni el poderío tecnológico lo que debía caracterizar al pueblo de Dios. Aquellas naciones que querían construirse un nombre para ellas mismas, sí que venían caracterizadas por todas esas cosas, pero no así el pueblo de Dios. Su identidad es que eran el pueblo del pacto del Dios que los había creado y salvado. Su identidad venía marcada por el amor, la fidelidad, la justicia y la paz de su Dios y ese era el fruto que debía verse y crecer en ellos. El amor, la fidelidad, la justicia y la paz se encontraron y se besaron hacia ellos y ese fruto debía estar presentes en su vida y en su tierra. Ahora bien, cuando se contempla la historia de Israel, su historia vino marcada por falta de justicia en y entre ellos. Los profetas siguieron poniendo de manifiesto la falta de justicia en medio del pueblo de Dios, la tierra siguió clamando por paz y reposo sin conseguirlo. El amor y fidelidad de Dios seguían estando, pero ¿dónde estaba todo eso en medio de su pueblo? ¿Dónde estaba el fruto del amor, fidelidad, justicia y paz en medio de ellos y en su tierra? ¿dónde estaba ese reino de amor, fidelidad, justicia y paz? Que tristeza cuando el pueblo de Dios no muestra la esencia del pacto que Dios ha hecho con ellos. Es bien triste cuando lo que crece en medio de ellos no es amor sino rencor, no es fidelidad sino infidelidad, no es justicia sino injusticia siendo prontos para juzgar y tardos para no juzgar, no es la paz sino las contiendas. Que tristeza cuando el fruto que crece no es el fruto del reino de Dios. De todas maneras, el salmista apunta a un tiempo donde el amor y justicia brotarán y la tierra finalmente dará su fruto. En Israel no se daba, pero el amor y fidelidad de Dios no había cambiado, seguían tan vigentes como siempre para hacer germinar finalmente en la tierra fruto de amor, justicia y paz.
      De alguna manera el salmista en base al pacto que Dios ha hecho mira a un tiempo en el que la verdad y justicia englobarán toda la creación “la verdad [literalmente el amor leal y eterno de Dios] brotará de la tierra, y la justicia mirará desde los cielos”. El autor utiliza los dos extremos “tierra” y “cielos” para indicar la plenitud de todo lo creado, así como aparece en Génesis 1:1. En forma poética nos dice que el amor eterno de Dios y su justicia englobarán no únicamente un pedazo de tierra sino toda la creación. Dios hará que la tierra dé su fruto. El autor no identifica el bien y el fruto que la tierra dará, pero el testimonio profético de las Escrituras deja ver que llegará el día en que la creación entera dará fruto de paz, justicia, verdad. Isaías 32:15-18 explica que en el día que el Espíritu sea derramado de lo alto, el desierto se convertirá en campo fértil, es decir, habrá una nueva creación y el efecto será la justicia y paz, entonces será cuando el pueblo de Dios morará en habitaciones seguras y en recreos de reposo. Isaías contempla lo mismo que el salmista. La tierra dará su fruto, fruto de justicia, paz y reposo, pero esto será dado en el tiempo de una nueva creación cuando el Espíritu sea entregado de lo alto. Sin duda alguna, el fruto del amor, la justicia y la paz que la tierra debía dar, el anhelo del salmista por ese bien y ese fruto, no es más que el anuncio anticipado del fruto que el pueblo de Dios gozará en los nuevos cielos y la nueva tierra cuando el reino de nuestro Cristo sea plenamente gozado por los suyos.  
      El anhelo del salmista fue inaugurado en la persona de nuestro Señor Jesucristo. Es en Cristo Jesús donde el amor eterno y redentor de Dios y su fidelidad se encontraron y es en la cruz de Jesucristo donde la justicia y la paz se besaron. La justicia que ninguno de nosotros teníamos nos fue dada por medio de la fe en Cristo Jesús declarándonos perdonados y no culpables. La paz que no teníamos nos fue dada por medio de Cristo. Ahora ya no hay más enemistad contra Dios, ahora hay paz para con él en base a la obra de Jesucristo. ¿Dónde está, por lo tanto, ese amor, justicia, ese fruto y bien en la tierra? Es bien curioso, pero en la historia de la redención Dios está haciendo las cosas al revés de como las hizo en el Edén.
      Si en la primera creación Dios creó todas las cosas y puso después al ser humano para viviera en reposo, justicia y paz, ahora Dios obra a la inversa. Jesucristo inauguró el reino de justicia, paz y reposo, su Espíritu fue derramado de lo alto y es por medio de su obra que somos hechos una nueva creación. Es el Espíritu quien nos hace algo nuevo y aplica la gloriosa obra del evangelio del reino a nuestras vidas brotando en nosotros el fruto del Espíritu, “amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza” (Gálatas 5:22-23). Ya somos ciudadanos del reino celestial, de un reino caracterizado por la justicia y la paz de nuestro Dios, por el amor y la fidelidad del pacto ¿qué debería mostrarse en nosotros sino el fruto que algún día brotará plenamente en la nueva creación? Somos ciudadanos del reino de los cielos y la iglesia es el instrumento del reino, por tanto, es el fruto de amor, fidelidad, justicia y paz el que debe darse en nosotros. Un fruto que no es más que las primicias de lo que gozaremos. Por la fidelidad a su pacto, finalmente la tierra dará su fruto y el anhelo del Salmo 85 será cumplido. Finalmente, el amor y la justicia de nuestro Dios englobarán toda la creación cuando el reino de nuestro Señor Jesús irrumpa de manera consumada en la historia. En aquel día veremos plenamente cómo la justicia irá delante de él y sus pasos nos pondrán por camino.