EL AMOR DEL PADRE
“Cuando Israel era muchacho yo le amé, y de Egipto llamé a mi hijo.
Cuanto más yo los llamaba, tanto más se alejaban de mí;
a los baales sacrificaban y a los ídolos ofrecían sahumerios. Y con todo eso enseñaba a andar al mismo Efraín, tomándoles de los brazos; y no conoció que yo le cuidaba.
Con cuerdas humanas los atraje, con cuerdas de amor;
y fui para ellos como los que alzan el yugo de sobre su cerviz,
y puse delante de ellos la comida”
(Oseas 11:4)
      Uno de los grandes lamentos que existe en los padres es ver a sus hijos despreciar los cuidados y amor que han tenido con ellos a lo largo de su vida. Cada acto de desobediencia y rechazo de ese cuidado es como una puñalada que poco a poco atraviesa el corazón de los padres. Ver a los hijos tomar caminos que son simplemente la demostración del desprecio de todo el amor y cuidado que los padres han tenido para con ellos genera grandes interrogantes en los padres ¿por qué hijo mío actúas así? ¿Por qué desprecia todo el amor, enseñanza y cuidado que tuve para él? La imagen de un hijo despreciando los cuidados del padre es utilizada en varias ocasiones en la Biblia. Con toda probabilidad la parábola del hijo pródigo quien le pidió toda la herencia a su padre sea la imagen que pueda venir a la mente de muchos. Sin lugar a dudas, esta parábola muestra, por un lado, lo triste de la actitud del hijo que fue incapaz de ver lo más obvio, el amor del padre que siempre había estado allí para él. Por otro lado, demuestra el gran amor del padre. Estos principios en la parábola ya fueron dichos por Dios siglos atrás a través de su profeta Oseas. Dios habla a Israel del gran amor y cuidado que tuvo como Padre para con ellos cuando eran jóvenes en Oseas 11:1-4.


      Las palabras de Dios dichas a través del profeta deben ser consideradas dentro del contexto mayor de Oseas 11 para poder entender el gran impacto de las mismas. Cuando las palabras de Oseas 11:1-4 son puestas dentro de su contexto nos enseñan el gran amor paternal de Dios y el gran peligro que podemos vivir como pueblo de Dios. Oseas 11 anuncia al pueblo de Dios la realidad del exilio. Debido a su desobediencia Israel no volverá a Egipto pero sí será el exilio asirio aquello que nuevamente volverá a Israel bajo el yugo de la esclavitud. Ahora bien, en medio de esa situación triste del pueblo, el amor de Dios permanece intacto hacia ellos. Aun y el juicio, la última palabra de Dios será formulada a manera de pregunta “¿cómo podré abandonarte, oh Efraím?” (v.8). La respuesta es que Dios no podrá y no lo hará. Su amor finalmente volverá a atraer a su pueblo del exilio, volverá a mover su brazo salvador como lo hizo en Egipto. En este contexto es que se sitúan las palabras de Oseas 11:1-4. En el contexto inmediato se describe a Dios como el Padre de su pueblo. Muy a menudo se dice que la imagen de Dios como Padre es una imagen que se encuentra en el Nuevo Testamento, pero lo cierto es que no. Ya desde el éxodo mismo Dios describe a Israel como a su hijo primogénito, “Y dirás a Faraón: Jehová ha dicho así: Israel es mi hijo, mi primogénito” (Éxodo 4:22). Por tanto, es el gran evento del éxodo, la gran salvación es lo que descubre la adopción de Israel como el hijo de Dios bajo el antiguo pacto, “cuando Israel era muchacho yo lo amé, y de Egipto llamé a mi hijo” (v.1).
Pastor Rubén Sánchez
Devocional Semanal - Pastor Rubén Sánchez
"...y le puso por nombre Eben-Ezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó Jehová" (1ª Samuel 7:12)
Copyright 2013 Iglesia Evangélica Bautista "Piedra de Ayuda" - C/San Eusebio, 54 - 08006 Barcelona. España
Pastor Rubén Sanchez Noguero - Móvil: 610.224.965 - emali: rsanchez111@yahoo.es
Padre celestial, gracias te doy por ser amor en tu misma esencia. Te bendigo por haberme amado en tu Hijo desde antes de la fundación del mundo. Gracias por tu amor paterno que me enseña a caminar en fidelidad a ti incluso cuando no son consciente de ello. Gracias por tus cuerdas de amor que me llevaron a tu Hijo Jesucristo, el Amado. Amén.
MARTES

Leer: Malaquías 1:1-5

Meditar: ¿Cuál es el reclamo que hace Dios ha Israel? ¿Qué es aquello que Israel se preguntaba en cuanto a Dios? ¿Cuál es la respuesta de Dios para mostrar su amor hacia Israel? ¿Cómo crees que funciona el tema de Jacob y Esaú para mostrar el amor de Dios? ¿Quién era Edom? ¿Qué hará Dios con Edom? ¿Cómo crees que esto será muestra de amor de Dios hacia Israel?

Orar:  Bendice a Dios porque su amor es un amor elector que escogió a su pueblo desde antes de la fundación del mundo. Bendice a Dios porque su amor es lo que motivó que Dios te escogiese para salvación eterna.


MIÉRCOLES

Leer: Mateo 6:31-34

Meditar: ¿Cuál es el contexto mayor de las palabras de Jesús? ¿Cuál es el contexto inmediato de las palabras de Jesús? ¿Cómo es descrito Dios en estos versículos? ¿Qué implica que Dios sea Padre en el v.32? ¿Cómo crees que se muestra el amor de Dios como Padre en estos versículos? ¿Cuál debe de ser la actitud de todo cristiano frente al conocimiento de que Dios es nuestro Padre que sabe de lo que tenemos necesidad? ¿Qué aplicación práctica para tu vida tiene el hecho de saber que Dios es tu Padre celestial?

Orar: Bendice a Dios por ser nuestro Padre celestial que sabe de lo que hay necesidad en nuestras vida. Pide a Dios que te ayude a estar siempre confiado y no afanado en las necesidades diarias de la vida porque él es Padre que sabe las necesidades en nuestra vida.


JUEVES

Leer: Lucas 11:5-13

Meditar: ¿Cuál es el tema de estos versículos? ¿Cuál es la situación descrita en los vv.5-8? ¿Por qué crees que aquello que el vecino pide le será dado a causa de su importunidad? ¿Qué aplicación hace de la parábola Jesús en los vv.9-10? ¿Qué comparación establece Jesús en los vv11-13? ¿Qué es lo chocante en los vv.11-12? ¿Qué muestra la comparación de la paternidad de nuestro Dios en el v.13? ¿Qué es aquello mejor que Dios como Padre ha dado a todo cristiano? ¿Cómo crees que se muestra el amor de Dios como Padre?

Orar: Da gracias a Dios porque como Padre celestial te ha dado la mayor bendición que podía existir, su Espíritu Santo. Bendice a Dios porque él es el Padre bueno que todo lo bueno procede de él para sus hijos.


VIERNES

Leer: 2ª Corintios 1:1-4

Meditar: ¿A quién da gracias el apóstol Pablo? ¿Cómo describe a Dios en el v.3? ¿Cómo describe a Dios exactamente como Padre? ¿Qué crees que significa que Dios como Padre es “Padre de misericordias o “Padre misericordioso”? ¿Cómo muestra Pablo que Dios es Padre de misericordias en los siguientes versículos? ¿Cómo crees que se muestra el amor de Dios como Padre en esta sección?

Orar: Bendice a Dios porque como Padre su esencia es ser misericordioso y sus relaciones con sus hijos se rigen por la misericordia. Da gracias a Dios porque su mano paterna se muestra mostrando su misericordia y consuelo en momentos de prueba en tu vida.


SÁBADO

Leer: Hebreos 5-8

Meditar: ¿Cuál es el tema principal de estos versículos? ¿Qué implica la disciplina en la vida del cristiano? ¿Qué sucedería si fuésemos dejados sin disciplina en nuestra vida? ¿Qué gran bendición es saber que Dios ejercer disciplina en nuestra vida? ¿Cómo puedes aplicar de manera práctica a tu vida la enseñanza de los versículos leídos?

Orar: Da las gracias a Dios por su disciplina hacia tu vida porque ella demuestra que Dios te tiene como su hijo. Pídele a Dios que él te ayude a soportar y entender la disciplina divina en tu vida.
      La redención es la muestra y evidencia del amor elector y paterno de Dios hacia su pueblo. Como Padre, Dios amó tanto a su pueblo que lo sacó de la esclavitud y del yugo opresor. El amor paterno de Dios se mostró en un acto que quedó grabado en la historia de su pueblo, Dios redimió a su hijo amado. Pero el amor de Dios como Padre no quedó ahí. ¿Qué tipo de padre sería uno que ve nacer a su hijo y después lo deja a su suerte? ¿Qué tipo de padre sería aquel que no enseña a su hijo a camina y crecer? Dios no solamente como Padre amó a su pueblo sino que le enseñó a andar, “lo amé” (v.1), “enseñaba a andar” (v.3).
      Posiblemente una de las cosas más emocionantes para los padres es ver los primeros pasos de sus hijos. Aquellos que por un periodo de meses no podían ni dar un paso por sí mismos, ahora empiezan a dar sus primeros pasos. Ahora bien, en todo ese proceso los padres sujetan a sus hijos y les enseñan a andar, tomándoles de los brazos guían sus pasos, los mantienen en equilibrio aun y cuando el niño no sea consciente de que está dando pasos firmes porque el padre le sujeta. Esto mismo hizo Dios con Israel pero lo hizo aun y saber que su pueblo se alejaba más y más de él y seguía a otros dioses. “Con todo eso, enseñaba a andar al mismo Efraín”. El amor de Dios como Padre se mostró en que siguió preservando y enseñando a su pueblo a andar y vivir conforme a la gran salvación que les había sido dada por amor. Poco lo supo Israel pero las veces que pudo andar preservado en camino de salvación es porque anduvo tomado de los brazos de su Padre celestial aun y cuando no fuesen conscientes de ello. El amor de Dios no solo movió la salvación sino que también movió la preservación en la vida de su pueblo. Sin lugar a dudas el amor de Dios como Padre hacia su pueblo es grande y va más allá de una comprensión exhaustiva. La salvación y enseñanza del pueblo de Dios en estos caminos no es más que una de las grandes muestras del amor paterno de nuestro Dios. No nos amó y salvó para dejarnos, nos amó y salvó para enseñarnos a andar en esa relación de amor con él y su enseñanza no es hecha con látigo de rudeza sino con cuerdas de amor “con cuerdas humanas los atraje, con cuerdas de amor” (v.4).


      Muy parecido a las cuerdas que suelen usarse para guiar a los niños pequeños, por un lado es sostenida por los padres mientras que por otro lado se sujeta a los niños quienes son atraídos por sus padres. Así lo hizo Dios con su pueblo. Las cuerdas no son látigos violentos que se usaban para guiar a los animales, son cuerdas caracterizadas por el amor que una y otra vez atraía al pueblo a su Dios. Resulta interesante ver que sin esas cuerdas el pueblo nunca podría llegar a su Dios por voluntad propia, era Dios quien les atraía, era el amor de Dios que les llevaba hacia él.
     Israel podía una y otra vez moverse lejos de su Padre como el niño se va lejos de su padre pero era con el amor de Dios que una y otra vez eran atraídos hacia él. Dios levantó a Moisés, Dios levantó a los profetas que continuamente enseñaban el mensaje de Dios al pueblo, llamaban a volver al pueblo a su Dios. Una y otra vez Dios extendía sobre su pueblo las cuerdas de su amor para no dejarles. No hay duda alguna que la descripción de Dios como Padre es asombrosa en Oseas 11:1-4 pero mucho más lo es cuando la contemplamos cumplida en Jesucristo.
      La gran tristeza del texto es que todo y el amor de Dios como Padre hacia Israel, ellos siguieron siendo un hijo rebelde a su Padre. Siguieron diciéndole que no a su Padre, rebelándose contra él ¿cómo solucionar un acto de rebeldía constante? Un hijo fiel y obediente debía cumplir lo que Israel no pudo. Mateo 2:15 habla que fue Dios quien llamó a Jesús de Egipto y lo hace utilizando el texto de Oseas 11:1 “y estuvo allá hasta la muerte de Herodes; para que se cumpliese lo que dijo el Señor por medio del profeta, cuando dijo: de Egipto llamé a mi hijo”. Ahora el Hijo de Dios obediente y fiel es Jesucristo. Fue llamado de Egipto como lo fue Israel para indicar así que la salvación final de Dios llegaba. Jesús mostró en todo momento una obediencia perfecta y sin mancha delante de su Padre, por tanto, ahora el amor paterno del Padre celestial es derramado sobre su Hijo amado Jesucristo y es a través de él que las cuerdas de amor de Dios nos atraen a salvación en él. Es en la persona de nuestro Señor Jesucristo que somos adoptados como hijos de Dios y es entonces, partiendo de esta gran bendición de ser sus hijos que podemos darnos cuenta cuánto nos amó el Padre en su Hijo Jesucristo. Su amor no quedó en palabras sino que fue mostrado en que Cristo murió siendo nosotros pecadores. Con cuerdas de amor nos atrajo a Jesucristo. Nada hubiésemos podido hacer nosotros para acudir a él. Nuestro camino era de rebeldía pero con dulces cuerdas de amor nos llevó a su Hijo. Nadie de nosotros podíamos llegar pero cuando Dios obró misteriosamente en nuestra vida, algo cambió. Lo que no queríamos hacer eso empezamos a hacer y lo que no podíamos hacer eso hicimos. ¿Era eso algo propio? No, eran las cuerdas del amor de nuestro Padre celestial atrayéndonos a él. Nos amó salvándonos y nos enseñó a andar en esa relación tomándonos de los brazos aun y cuando no lo conocimos.
      ¿Cuántas veces habremos podido andar lejos de nuestro Dios pero él nos enseñó a caminar fielmente aun sin nosotros saberlo? ¿Cuántas veces la Palabra de Cristo ha sido la enseñanza de Dios que nos ha tomado y preservado en sus caminos? La última palabra de Dios para Israel no fue exilio para siempre sino salvación, ahora bien, el cumplimiento de esa última palabra la disfrutamos nosotros los cristianos en Cristo. En él escuchamos “¿cómo podré yo abandonarte, oh pueblo mío? Mi corazón se conmueve dentro de mí, se inflama toda mi compasión”.  Grande es el amor de nuestro Padre celestial y frente a él, grande es el peligro que podemos correr como Israel.
      Aun y el gran amor de su Padre, Israel fue ciego a él, hasta el punto de acabar preguntándole a Dios en forma de reproche “¿en qué nos amaste?” (Malaquías 1:2). Corremos el gran peligro de caer en el mismo error de Israel y después del gran amor que nuestro Padre celestial nos ha dado en su Hijo Jesucristo, acabemos reprochándole “¿en qué nos amaste?” Muchas situaciones pueden darse en nuestra vida, en ocasiones difíciles y trágicas que puedan plantar en nuestra mente esta pregunta “¿en qué me amaste?” La respuesta quizás no está en una gran explicación teológica del amor de Dios sino en contemplar la encarnación misma del amor de nuestro Padre en la persona de Jesucristo. Perder de vista el amor de nuestro Padre celestial en su Hijo Jesucristo es quizás uno de los primeros síntomas de un alma que empieza a estar dispuesta a buscar el amor del mundo. Frente a ello debemos volver a escuchar las palabras de Dios en Oseas traídas a nuestra vida en la persona de Jesús, “los amé”, “les enseñé a andar” y “los atraje con cuerdas de amor”.