DEMOSTRACIÓN Y PODER
“Y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría,
sino con demostración del Espíritu y de poder”
(1ª Corintios 2:4)
      La historia tiene discursos famosos y, sin duda alguna, muchos de ellos de gran valor. Únicamente es necesario hacer una búsqueda rápida de los grandes discursos de la historia y entre ellos destacan el famoso discurso de Martin Luther King titulado “I have a dream” (tengo un sueño), el último discurso de Eva Perón, el último discurso de Salvador Allende tras el golpe de estado el 11 de Septiembre de 1973 en Chile o de manera más reciente el discurso de Barak Obama titulado “Yes, we can” (Sí, podemos). Todos ellos discursos pronunciados por grandes oradores con una facilidad de palabra y habilidades comunicativas elogiables. Fueron discursos que, no únicamente por su contenido sino especialmente por la capacidad y sabiduría de los oradores, levantaron emociones en su audiencia, reavivaron corazones desalentados y movieron voluntades para unirse y seguir adelante. De todas maneras, uno no puede dejar de preguntarse ¿Qué hubiese sucedido si esos discursos hubiesen sido pronunciados por personas desconocidas que nadie tenía en consideración? ¿Qué hubiese sucedido si esos discursos hubiesen sido dichos por personas con unas capacidades comunicativas y una elocuencia menor a aquellos que los pronunciaron? ¿Hubiesen tenido el mismo impacto?
Pastor Rubén Sánchez
Devocional Semanal - Pastor Rubén Sánchez
"...y le puso por nombre Eben-Ezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó Jehová" (1ª Samuel 7:12)
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Señor, gracias por tu evangelio que es tu podre para salvar y edificar a tu pueblo. Señor, ayúdame a no perder de vista que el poder se encuentra en tu evangelio. Señor, te pido por los pastores y predicadores que han de anunciar tu evangelio, que lo hagan con la demostración del Espíritu y poder y no en su propia sabiduría. Te pido Señor que sea el poder de tu Espíritu el que se muestre domingo tras domingo en la exposición de tu evangelio en la iglesia. Amén.
MARTES

Leer: Salmo 1:1-6

Meditar: ¿Cuál es la comparación que establece el salmista? ¿Quién es el varón bienaventurado según el salmo? ¿Qué contraste establece el autor entre los vv.1-2? ¿Cómo es descrita la ley de Jehová según el salmo? ¿Qué muestra la expresión “medita de día y de noche” en la ley de Dios? ¿Cómo es aquel que medita en la palabra de Dios? ¿Cuál es la diferencia con los malos? En el contexto del salmo ¿quién son los malos y quién los justos? ¿Cómo crees que dicho salmo se cumple en la persona de Jesús como el bienaventurado por excelencia? ¿Cómo aplicarías el salmo a tu vida diaria?

Orar: Bendice a Dios por su palabra y pide que en su gracia su palabra sea delicia a tu alma para meditar en ella constantemente a lo largo de los días.


MIÉRCOLES

Leer: Salmo 119:105-112

Meditar: ¿Cómo es descrita la palabra de Dios en el v.105? ¿Qué te transmite la imagen usada? ¿Qué función tiene la palabra para el salmista en momentos de aflicción? ¿Cuántas veces utiliza el salmista el pronombre posesivo “tu” o “tus” en relación a la palabra, juicios o mandamientos de Dios? ¿Qué te hace pensar el uso de ese pronombre tan marcado? ¿Cuál es la actitud del salmista con relación a la palabra de Dios?

Orar: Pide a Dios que el cree en ti una conciencia marcada de que la Biblia es SU palabra y no es palabra de hombre. Pide a Dios que en momentos de aflicciones su palabra sea aquello que vivifique tu alma. Pide de la gracia de Dios para una vida de obediencia a la palabra de Dios.


JUEVES

Leer: Salmo 33:1-7

Meditar: ¿A qué llama el salmo? ¿Cuál es la razón de alabar a Dios según el v.4? ¿Qué entiendes por la expresión “resta es la palabra de Jehová”? ¿Qué relación crees que hay entre la palabra y las obras hechas con fidelidad de Dios? ¿Cómo es descrita la palabra de Dios en el v.6? ¿Cómo describirías la palabra de Dios según el v.6? ¿Qué contexto crees que hay detrás de los vv.6-7?

Orar: La Palabra de Dios es una palabra justa y creadora, con ella Dios creó todas las cosas. Pide a Dios que tu confianza siempre esté puesta en la verdad que es la palabra de Dios la que tiene poder para crear y hacer las cosas nuevas.


VIERNES

Leer: Romanos 1:16-17 

Meditar: ¿Por qué el apóstol Pablo no se avergüenza del evangelio? ¿De quién es poder el evangelio? ¿Para qué es poder el evangelio? ¿Cómo entiendes la expresión “al judío primeramente y también al griego”? Según el v.17 ¿Por qué el evangelio es poder para salvar? ¿Qué es aquello que se revela en el evangelio? ¿Por medio de qué se revela la justicia de Dios? ¿Qué entiendes por la revelación de la justicia de Dios en el evangelio? A la luz del v.18 ¿Por qué es necesaria la revelación de la justicia de Dios y de qué nos salva?

Orar: Da gracias a Dios porque el evangelio es SU poder para salvar. Da gracias porque por medio de la fe en el evangelio Dios da la justicia que declara perdonado y no culpable al pecador. 


SÁBADO

Leer: 2ª Timoteo 3:15-17

Meditar: ¿Qué es aquello que Timoteo ha conocido desde la niñez? ¿Cómo es descrita la Escritura en el v.16? ¿Qué dos funciones básicas se aplican a la Escritura en estos versículos? ¿Cuál es el resultado de las funciones de la Escritura según el v.17?

Orar: Pide a Dios que su palabra sea aquella que haga sabio para salvación por fe en Cristo Jesús y para que prepara tu vida para toda buena obra. Pide a Dios la gracia suficiente para nunca dejar de confiar que la Biblia es la Palabra toda ella inspirada por Dios.
       Posiblemente no, y la razón de ello es porque en ocasiones la confianza suele estar más puesta en el comunicador que no en aquello que es comunicado. Muchas veces la confianza suele estar depositada en la demostración de la sabiduría y elocuencia de aquel que comunica y no tanto en aquello que se comunica. Ahora bien, sin menospreciar la importancia de unas buenas habilidades comunicativas y del sito de la elocuencia en la comunicación, la predicación del evangelio nunca puede ser medida por la sabiduría o elocuencia que el predicador pueda tener. Hacerlo, sería caer en la trampa en la cual cayeron los corintios.
      Escribiendo a la iglesia en Corinto, el apóstol Pablo les declaró de manera clara como había llegado su mensaje y predicación a ellos “y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría sino con demostración del Espíritu y de poder” (1ª Corintios 2:4). De manera simple pero clara Pablo les muestra a los corintios cómo llego la predicación de Jesucristo crucificado. Primero, les declara cómo no llegó su mensaje, nunca llegó con la persuasión y elocuencia humana. Segundo, les declara cómo sí llegó su mensaje, llegó con la demostración del Espíritu y poder. La iglesia en Corinto fue una iglesia fundada por el apóstol Pablo, hasta el punto que el apóstol se reconoce a él mismo como el padre que les engendró por medio del evangelio de Cristo (1ª Corintios 4:15). Por tanto, el apóstol Pablo les recuerda cómo llegó esa predicación del evangelio a sus vidas. Pablo se propuso saber únicamente una cosa entre los corintios, “pues, me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado” (1ª Corintios 2:2). El mensaje del Cristo crucificado fue el corazón de la predicación del apóstol Pablo a esos gentiles en Corinto. Ahora bien, ¿predicó únicamente la cruz de Cristo? ¿No les dijo nada más a parte de Jesucristo, y a éste crucificado? Probablemente Pablo les habló de más cosas pero la centralidad de la cruz de Cristo tiene razón de ser en el mensaje de Pablo a esa iglesia.


      Uno de los grandes problemas que tenía Corinto era el orgullo. Eran una iglesia enriquecida con dones espirituales (1ª Corintios 1:4-8), pero era una iglesia que tal riqueza la había llevado al orgullo espiritual y a la división. Parte de la raíz del problema se encontraba en el hecho que aquellos cristianos en Corinto habían comparado la sabiduría de su tiempo, la sabiduría de una filosofía que primaba a los maestros y las habilidades elocuentes de los mismos por encima del mensaje. Había grandes maestros y filósofos en aquel tiempo y la reputación de esos maestros y de sus discípulos era directamente proporcional. El maestro tenía mayor reputación cuántos más discípulos tuviese y los discípulos podían considerase más importantes si seguían a un maestro de alta reputación. ¿Qué hacían los maestros y filósofos de aquel tiempo para ganar más discípulos? Lo mismo que se hace hoy en día. Lo importante no era tanto el contenido del mensaje de aquello que enseñaban sino el ser capaces de, con persuasión y manipulación humanas, torcer sus palabras y modificar el contenido de su mensaje, si era necesario, para ganar así más discípulos. Los corintios habían comprado esa filosofía que podían pensarse que les estaba construyendo y edificando como iglesia y como cristianos, pero en realidad estaba haciendo todo lo contrario, les estaba destruyendo lentamente.
      Los corintios cristianizaron la filosofía de su tiempo y en lugar de seguir a maestros de su cultura siguieron a predicadores. Unos eran de Pablo, otros eran de Apolos, otros eran de Cefas y otros eran de Cristo (1ª Corintios 1:12; 3:5). Sin duda alguna es una gran bendición el tener grandes predicadores accesibles. ¿Quiénes eran más importantes? ¿Quiénes tenían mayor reputación y orgullo? Probablemente cada uno pensaría que era él el más importante, pero lo cierto es que lo único que estaba sucediendo es que poco a poco se iban desuniendo y rompiendo como iglesia.
      Ante esto, Pablo les dice que se propuso saber únicamente entre ellos el mensaje de Jesucristo y a éste crucificado ¿qué tipo de mensaje era ese? ¿El mensaje de un crucificado? ¿Qué tipo de orgullo y buena reputación podía haber en el mensaje de uno que había muerto en una cruz? El mensaje de Jesucristo crucificado era todo lo contrario a la filosofía que los corintios habían comprado. La filosofía humana que ellos tenían hablaba de reputación, orgullo, posición, mientras que el evangelio de Jesucristo crucificado hablaba de humildad y el dar la vida en lugar de otros. Además de ello, la predicación de dicho mensaje fue dada por Pablo sin usar el modelo de la filosofía de su tiempo. No fue a ellos con “excelencia de palabras o de sabiduría” (v.1), ni su palabra ni mensaje de Jesucristo crucificado llego a ellos “con palabras persuasivas de humana sabiduría”.  Pablo entendía dos cosas básicas pero que no pueden obviarse: Primero, entendía que es el contenido del mensaje lo que determinaba como debía anunciarlo y predicarlo. El mensaje del evangelio de Jesucristo y a éste crucificado no habla de orgullo sino de humildad. No habla de lo que el ser humano es capaz de hacer sino de lo que Cristo hizo por los pecadores. No habla de nuestra capacidad para hacer cosas sino de todo lo que Jesucristo hizo por el pecador. Por tanto, una predicación del evangelio con palabras persuasivas de humana sabiduría es una predicación que no entiende que aquello que debe ser anunciado es la sabiduría de Dios en el evangelio y no la sabiduría del predicador. Una audiencia que busca más la capacidad del predicador es una audiencia que no entiende que lo importante no es el siervo sino el mensaje de Jesucristo. Me atrevo a decir que pensar así es cometer un acto de “mensajerolatría”, es decir, se le da al mensajero y a su capacidad el lugar que le tocaría a Cristo y al evangelio.
      Nuestro tiempo de hoy en día nos da acceso a una gran cantidad de predicaciones de alto nivel de predicadores excelentes y gracias a Dios deben ser dadas por ello. Ahora bien, se corre el mismo peligro que los corintios. Se corre el peligro de acabar pensando que el poder del mensaje no se encuentra en el mensaje sino en el predicador. Se corre el peligro de pensar que el mensaje llega y tiene impacto si lo predica un predicador u otro. Se corre el peligro de perder de vista el segundo aspecto que Pablo tenía claro, el evangelio es poder tanto para salvar (1ª Corintios 1:18) como para edificar la iglesia.
       El poder no se encuentra en la demostración de la sabiduría del predicador sino en la demostración del Espíritu y de poder. La actitud de Pablo al predicar a Jesucristo crucificado fue una actitud que nada tenía que ver con la demostración de su elocuencia y sabiduría. Sin lugar a dudas, Pablo habrá sido una de las personas más elocuentes y con mayor destreza argumentativa que haya pisado la faz de esta tierra, pero no fue esto lo que uso en Corinto. Se acercó a ellos sin “excelencia de palabras o de sabiduría” (v.1), se acercó a ellos con “temor y temblor” (v.3) su predicación fue sin “palabras persuasivas de sabiduría humana” (v.4). Entonces ¿cómo comunicó su mensaje? Lo hizo “en la demostración del Espíritu y poder”.


      Pablo tenía claro que el poder no se encontraba en él. Lo que debía mostrarse no era el poder y capacidad que Pablo tenía sino el poder el Espíritu Santo usando el evangelio de Jesucristo crucificado y transformando vidas y cambiando corazones de piedra en carne. La existencia misma de la iglesia en Corinto, las vidas transformadas y cambiadas de esos corintios eran evidencia de la demostración del Espíritu y del poder en el evangelio. Ningún humano podría hacer esto, únicamente Dios. Nunca debe perderse de vista que el poder no es el nuestro sino el de Dios. Nunca debe perderse de vista que el mensaje del evangelio de Jesucristo no es una filosofía más de las que el ser humano ha inventado. El evangelio no es una filosofía, es el mensaje del poder de Dios para salvar y cambiar vidas. Cuando se cae en el error por parte del predicador de pensar que necesita añadir algo más a ese mensaje. Cuando se piensa que es necesario usar persuasión humana que llega a ser capaz de modificar el mensaje mismo del evangelio, es entonces cuando se pierde la confianza en el mensaje del evangelio. Cuando aquellos que escuchan creen que depende de uno u otro mensajero el que el mensaje del evangelio tenga más o menos impacto es entonces cuando se ha perdido, quizás sin darse cuenta, la confianza en que el poder está en el evangelio y no en el predicador, es cuando las prioridades se han intercambiado, se prioriza más al mensajero que no al mensaje. Cierto es que debe existir el don, la habilidad y el trabajo arduo para transmitir el mensaje pero esto nunca pude tomar el lugar del evangelio el cual es poder de nuestro Dios.