LAS MANOS DE LAS CUALES
NADIE ARREBATA
“Y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.
Mi Padre que me las dio, es mayor que todos,
y nadie las puede arrebatará de la mano de mi Padre. Yo y el Padre uno somos”
(Juan 10:28-30)

      A diferencia del asalariado que no ama aquellas ovejas que le han sido entregadas bajo su responsabilidad, el buen pastor llega a poner su vida por aquellas ovejas que él conoce y que él ama (Juan 10:12-18). Son precisamente estas palabras las que abren el argumento a la seguridad de salvación. Los fariseos preguntaron a Jesús si él era el Cristo y Jesús les dijo que no creían en él por la simple razón que ellos no eran parte de sus ovejas. Aquellos que son las ovejas escogidas soberanamente por Dios, son las que pertenecen a Cristo, son las que oyen su voz, son las que Jesucristo conoce y le siguen (Juan 10:25-26). Es precisamente a estas ovejas escogidas que Jesús dice “yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano”. Hay una seguridad de salvación absoluta mostrada de dos maneras distintas pero complementarias.


      La seguridad de salvación en las palabras de Jesús reside en el hecho de saber que es él quien da “vida eterna” y a sus ovejas y éstas “no perecerán jamás”. Las palabras de Jesús apuntan a una realidad que ha sido dada y será dada por Jesús. Dicha realidad es la consumación final de la salvación de todo creyente. La vida eterna entregada por Jesús debe entenderse en el evangelio de Juan, no como esta vida que vivimos prolongada por toda la eternidad. Sería algo terrible que nuestra vida en el tiempo presente sujeta a dolores y sufrimientos fuese prolongada eternamente. La vida eterna en el evangelio de Juan es sinónimo a la idea del reino de los cielos o reino de Dios en los evangelios sinópticos (Marcos 9:42-48). La “vida eterna” en Juan es la vida de resurrección, es la vida que no pertenece a la realidad de este mundo caído en pecado y sujeto a sufrimiento, sino a la realidad de los nuevos cielos y tierra. Es la vida del reino de Dios, es la vida que será vivida en el glorioso reino de nuestro Señor y Redentor. Jesucristo dice que es él quien da este tipo de vida a sus ovejas y ellas “no perecerán jamás”.
Pastor Rubén Sánchez
Devocional Semanal - Pastor Rubén Sánchez
"...y le puso por nombre Eben-Ezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó Jehová" (1ª Samuel 7:12)
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Piensa seriamente en lo que significa que la obra de redención es definitiva. Cristo obró pero también aseguró eternamente esa salvación que nos ha sido dada por gracia. Las palabras de Judas nos sirven de meditación al tiempo que también nos sirven de gratitud a Dios “y aquel que es poderoso para guardaros sin caída y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría, al único y sabio Dios, nuestro Salvador, sea gloria y majestad, imperio y potencia, ahora y por todos los siglos. Amén” (Judas 24-25).
MARTES

Leer: Juan 6:39-40; 10:28

Meditar: ¿Cuál es la voluntad del Padre expresada en los versículos? ¿Cuál es la evidencia de que el Hijo no perderá a ninguno que le ha sido dado por el Padre? ¿Qué relación encuentras con Juan 6:39-40 y Juan 10:28? ¿Cómo crees que estos textos ayudan a ver la seguridad de salvación que tenemos en Jesucristo?

Orar: Bendice a Dios porque su voluntad es que ningún de aquellos que el Padre ha dado al hijos se pierdan y para ello Cristo obró una obra perfecta, definitiva y segura. Da gracias a Dios por la obra perfecta de Cristo.


MIÉRCOLES

Leer: Romanos 5:1-5

Meditar: ¿Qué es aquello que tienen los justificados por la fe? ¿Dónde tienen entrada los justificados por la fe? ¿Cómo están los justificados por la fe en la gracia de Dios? ¿Qué idea te da al expresión “estamos firmes”? ¿Qué esperanza tenemos y por que crees que el creyente puede gozarse incluso en las tribulaciones? ¿Cómo crees que estos versículos funcionan para la seguridad de salvación?

Orar: El creyente justificado por la fe está firme delante del favor de Dios por ello tenemos una esperanza eterna que no avergüenza. Da gracias a Dios por esa seguridad de salvación y pide que en tus momentos de tribulación te ayude a saber que la prueba trabaja para esa esperanza segura y eterna.


JUEVES

Leer: Romanos 8:29-30

Meditar: ¿Qué muestran estos versículos? ¿Cuál es el fin de la salvación obrada por Dios según el v.29? ¿Cómo presenta las bendiciones de la salvación el apóstol Pablo en el v.30? ¿Qué importancia crees que tiene para la seguridad de salvación la manera como Pablo expresa el v.30?

Orar: El de nuestra salvación es ser formados a la imagen de Cristo. Aquellos predestinados, llamado y justificados tienen camino directo y seguro a la glorificación final. Bendice a Dios porque el ser partícipe de una de las bendiciones de la salvación te hace partícipe de la plenitud de todas ellas.


VIERNES

Leer: Romanos 8:35-39

Meditar: ¿Qué preguntas realiza el apóstol Pablo? ¿A qué cosas crees que el apóstol se refiere cuando dice “antes, en todas estas cosas somos más que vencedores”? ¿Qué seguridad tiene el apóstol? ¿De qué nunca seremos apartados? 

Orar: Da gloria a Dios porque nuestra salvación es segura. Bendice a Dios porque no hay nada que te pueda separa de su amor que es en tu Señor Jesucristo.


SÁBADO

Leer: Juan 11:21-26

Meditar: ¿Qué esperanza tenía Marta? ¿Cuál es la respuesta de Jesús en el v.23? ¿Qué esperanza es la que muestra Marta? ¿Cuál es el cambio sorprendente de lo expresado por Marta y lo expresado por Jesús? ¿Dónde está ahora la esperanza de la resurrección final? ¿Cómo demostró Jesús que él es la resurrección y la vida en el texto de Juan 11? ¿Qué te hace pensar este acontecimiento para la seguridad de nuestra salvación?

Orar: Cristo demostró con la resurrección de Lázaro que él es la resurrección y la vida. La resurrección de Jesús es la primicia de nuestra resurrección y esto es muestra de nuestra salvación segura. Así como Cristo resucitó, seremos resucitados para gloria eterna. Bendice a Dios en tu oración por ello.
      Siempre me ha sorprendido el reflejo palmar que tienen los recién nacidos. El reflejo consiste en cerrar fuertemente la mano cuando la palma de la misma es estimulada con algún objeto. El bebé cierra la mano de tal manera que parece que tiene la intención que aquello que ha sido agarrado no le sea arrebatado. El reflejo desaparece a los seis meses pero hay unas manos que una vez se cierran alrededor de aquellos que aman ya no dejan que nadie arrebate nada de ellas. Las manos del Padre y del Hijo son unas manos de las cuales nadie arrebata a los salvos. Las palabras de Jesús en Juan 10:28-30 muestran uno de los aspectos ligados a la doctrina de la seguridad de salvación. Aquel que es salvo su salvación es segura por la obra y el poder de Dios, nadie arrebatará de las manos de Dios a sus ovejas amadas. Jesús muestra primero, la absoluta certeza de que la salvación es imposible perderla. Segundo muestra que es la persona del Padre que garantiza la seguridad de salvación y tercero es la unidad en esencia del Hijo y el Padre que asegura la seguridad de salvación.


      Las palabras de Jesús son dichas dentro del contexto de su afirmación de que él es el buen pastor de las ovejas (Juan 10:14-15). Como el buen pastor de las ovejas Jesús las conoce y entrega su vida por ellas.
      La vida eterna es algo que ya es dado a todo creyente. El nuevo nacimiento supone la resurrección espiritual de aquellos que estábamos muertos en delitos y pecados pero es cierto como el día a día que todavía nos morimos. Deberemos enfrentarnos con el día que el último enemigo hará acto de presencia. Pero así como es bien cierto que el enemigo de la vida, la muerte, hará acto de presencia, es igualmente cierto que Cristo venció a la muerte y resucitó como primicias de los que resucitaremos (1ª Corintios 15:20). La idea de “no perecerán jamás” no significa que los creyentes no vayan a morir, la historia y nuestro día a día son evidencias de que esto no es así. La idea es que al final la muerte no tendrá la última palabra sobre el creyente. Llegará el día que aquel Jesús que puso su vida por nosotros será también el que nos resucite en el día postrero. Por tanto, las palabras de Cristo apuntan a la consumación de nuestra salvación. Hay certeza que Cristo resucitará a los suyos porque esta fue la voluntad del Padre (Juan 6:39-40). No hacer esto implicaría que la salvación obrada por Jesús ha fallado en algún punto. No hacer esto implicaría que el evangelio ha fallado y es mentira. Pero es la realidad de la consumación de nuestra salvación la que es evidencia de seguridad de la misma. Cristo no falló en la cruz, Cristo no falló en la resurrección, Cristo no falló en llevar a cabo una obra definitiva y completa, por ello, Cristo no fallará para llevarla a su fin.  Sus ovejas no perecerán jamás “ni nadie las arrebatará de mi mano”.


      El énfasis de Jesús es en decir “y nadie piense, se le pase por la cabeza, tenga el más mínimo pensamiento de que alguien puede arrebatar una de mis ovejas amadas de mi mano”. ¡Qué gloriosa seguridad de salvación nos da Cristo! Esas manos clavadas en la cruz, son las manos que mantienen seguras a sus ovejas. La seguridad de salvación reside en que es Cristo quien nos mantiene y preserva. Siendo la salvación por gracia nada hicimos para ganarla pero tampoco nada podemos hacer para perderla. Cristo lo hizo todo para obrarla y asegurarla. Ahora bien, no son únicamente las manos del Hijo las que guardan a sus ovejas sino también las manos del Padre que se las entregó. “Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre”. No son únicamente las manos del Hijo las que se han cerrado como fortaleza y refugio alrededor de sus ovejas, sino que también son las manos del Padre. Jesús describe al Padre como “mi Padre que me las dio, es mayor que todos”. El Padre es mayor que todos, no hay nadie mayor que el Padre, no hay nadie que esté por encima de la persona Padre. Por tanto, ¿quién podría arrebatar a las ovejas del Padre de sus manos? Decir o llegar a pensar que alguien pudiese arrebatar una de las ovejas de la mano del Padre sería decir que alguien es mayor que el Padre. Sería decir que alguien es mayor que Dios. Pensar que por mis obras puedo perder mi salvación. Pensar que por lo que hago y dejo de hacer puedo arrebatarme o caerme de las manos del Padre, en último termino es pensar y decir que soy mayor que el Padre y honestamente, esto es algo impensable, irracional e incoherente. La seguridad de salvación depende del poder de Dios que preserva a los suyos. Es el poder de Dios y no el nuestro aquel que nos hacer perseverar hasta el fin. Debido a que nadie es mayor que el Padre, entonces nadie puede arrebatar a sus ovejas de sus manos, estamos eternamente seguros en las manos de nuestros Padre celestial. No hay nada, ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada que nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestros.
      Las manos del Hijo y del Padre son aquellas que nos sustentan hasta el fin por el simple pero profundo motivo de que existe una unidad esencial entre el Padre y el Hijo “yo y el Padre uno somos”. Las palabras de Jesús nos enfrentan con el misterio de la Trinidad obrando para la seguridad de salvación de todo creyente. Dos personas distintas en el seno de la Trinidad, Padre e Hijo, pero una unidad en esencia y naturaleza, un único y verdadero Dios. El Padre es Dios, el Hijo es Dios y es el único Dios aquel que guarda a los suyos. Que precioso es pensar que toda la Trinidad obra para no perder a ninguno de aquellos que son amados por Dios. Las manos del Padre y el Hijo guardan a los suyos y desde la corte celestial, el Padre y el Hijo enviaron al Espíritu prometido quien es el sello de la seguridad y herencia eterna a la que por la gracia de Dios estamos destinados a llegar.
      ¿Cómo pensar que la salvación puede perderse
cuando el Trino Dios está implicado todo él en que no se pierda?