TESTIMONIO INTERNO DE GRAN SEGURIDAD
“El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios”
(Romanos 8:16)
      Tener la certeza de algo implica estar seguro de aquello de lo que uno tiene plena certidumbre. Si hay algo que por el obrar misterioso y divino de Dios el creyente tiene certeza, esto es de la salvación que Dios ha obrado en su vida. La seguridad de salvación no es algo inventado sino que es una de las grandes bendiciones que fluyen de la perfecta y definitiva obra de Cristo Jesús. La doctrina de la seguridad de salvación es algo que - aun y cuando algunos puedan negar o poner en tela de juicio - tiene un fundamento bíblico amplio, consistente y glorioso para los hijos de Dios.
Pastor Rubén Sánchez
Devocional Semanal - Pastor Rubén Sánchez
"...y le puso por nombre Eben-Ezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó Jehová" (1ª Samuel 7:12)
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El himno de “Grata Certeza” refleja y sirve de meditación para el gran testimonio de seguridad que tenemos: Medita en las siguientes palabras recogidas en el himno. No dejes que estas palabras pasen de largo sino que sean de bendición y alabanza: “Grata certeza soy de Jesús, hecho heredero de eterna salud. Su sangre pudo mi alma librar de pena eterna y darme la paz. Esta es mi historia, es mi canción, gloria a Jesús por su salvación, aun para mí fue su redención, ¡bendita historia, bella canción!
MARTES

Leer: Mateo 3:11-17

Meditar: ¿Cuál es el contexto general de estos acontecimientos? ¿Qué diferencia hay entre el bautismo de Juan y el bautismo de Jesús? ¿Qué señales se dieron en el bautismo de Jesús? ¿Podrías decir que indican todas las señales que sucedieron cuando Jesús salió de las aguas? ¿Qué crees que la venida del Espíritu decía sobre la persona de Jesús?

Orar: El bautismo de Jesús es una declaración unánime de Dios que la persona de Jesús era sin duda alguna el Hijo de Dios. Da las tracias porque tanto el Padre como el Espíritu testificaron de que Jesús es el Hijo del Dios Altísimo.


MIÉRCOLES

Leer: Lucas 4:18-19

Meditar: ¿En qué contexto son dichas las palabras de Jesús? ¿Quién es aquel que está sobre Cristo? ¿Qué función tenía el Espíritu sobre la persona de Jesús en las palabras dichas? ¿Cómo entiendas aquí que el Espíritu es testigo principal de Jesús?

Orar: Da gracias a Dios porque el Espíritu es el principal testigo que testificó sobre la persona de Jesús como el Cristo Bendice a Dios porque todo el ministerio de Jesús estuvo realizado en el poder del Espíritu mostrando así que el reino de los cielos había llegado. 


JUEVES

Leer: Juan 14:23-26

Meditar: ¿Cuál es el contexto general de estos versículos? ¿Quién es el que ama y no ama a Jesús según los versículos leídos? ¿Cómo los discípulos serán enseñados y la palabra de Cristo les será recordada? ¿Cómo podrías resumir en una palabra la función del Espíritu con relación a las enseñanzas de Cristo?

Orar: Bendice a Dios porque las palabras que les fueron enseñadas y recordadas a los apóstoles y que posteriormente quedaron escritas en la Biblia fueron enseñadas y recordadas por el Espíritu. Bendice a Dios porque puedes tener plena certeza que las palabras que lees en la Biblia son las palabras dadas por la obra y testimonio del Espíritu.


VIERNES

Leer: Juan 16:12-15

Meditar: ¿Cuál es el contexto general de estos versículos? ¿Cuál es la función del Espíritu en estos versículos? ¿Cómo habla el Espíritu según los versículos leídos? ¿Cuál es la función principal del Espíritu según el v.14?

Orar: El Espíritu es el testigo principal de Cristo quien le glorifica y quien habla como testigo de Cristo. Pide a Dios que en tu vida el Espíritu Santo por medio de la palabra revelada de Jesucristo, siga siendo aquel que glorifique a Cristo en tu vida.


SÁBADO

Leer: Romanos 8:9-16

Meditar: ¿Cuál e la evidencia de ser creyente según el v.9? ¿Qué esperanza se presenta en el v.11 para aquellos que tienen el Espíritu de Cristo? ¿Qué relación crees que hay con que la resurrección final por su Espíritu y la seguridad de salvación? ¿Cómo definirías al Espíritu en el v.15? ¿Qué seguridad de salvación ves expresada en los vv.15-16?

Orar: Bendice a Dios porque así como Cristo fue resucitado poderoso por el Espíritu en Romanos 1:4 así seremos resucitados nosotros. Bendice a Dios porque el Espíritu es sello de seguridad de salvación en tu vida.
        Posiblemente el mejor resumen de la doctrina de la seguridad de salvación es que “aquel salvo es salvo para siempre”, no habrá nadie que puede arrebatar a los salvados por gracia de la mano del Hijo y de la mano del Padre. Ahora bien, la seguridad de salvación es mucho más que esto. La seguridad de salvación implica varias verdades y una de ellas es la que el apóstol Pablo muestra en Romanos 8:16 “el Espíritu da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios”. Una de las cosas implicadas en la seguridad de salvación que tiene el creyente es el testimonio interno del Espíritu, puesto en otras palabras, aquel que es salvo está seguro de su salvación. El apóstol Pablo muestra primeramente el testimonio interno del Espíritu y posteriormente el testimonio de ser hijos de Dios.
      Las palabras del apóstol recogen una de las funciones que la tercera persona de la Trinidad presenta. El Espíritu Santo, entre otras muchas cosas, tiene la función de ser testigo, tiene la función de dar testimonio. Una de las designaciones dadas al Espíritu es la designación de “el Consolador” (parakletos). Ciertamente el Espíritu es aquel que viene o es llamado al lado de alguien para ayudarle, sustentarle y fortalecerle, ahora bien, en el primer siglo el consolador tenía una función bien particular. El término era un término legal, es decir, un término que tenía que ver con las cortes legales. El consolador o parakletos solía ser aquel testigo que funcionaba en calidad de abogado defensor del acusado. El juez determinaba los testimonios que eran aportados por varios testigos y la defensa del acusado no se realizaba como hoy se realiza en nuestro tiempo. Hoy en día son los abogados de oficio aquellos que son abogados de la defensa o de la acusación. En el primer siglo no era así. El abogado defensor solía ser un testigo ocular o de carácter que tuviese una relación íntima y estrecha con el acusado de tal manera que pudiese dar testimonio, un amigo que pudiese hablar con autoridad. Siendo así, no hay duda alguna que el Espíritu es el testigo íntimo y cercano que habla con autoridad primeramente de la persona de Cristo.


      Pablo en Romanos 8:9 menciona que el Espíritu es “el Espíritu de Cristo”. El Espíritu Santo fue el amigo íntimo de Jesucristo a lo largo de todo su ministerio. El Espíritu fue aquel que de manera continua testificaba a favor de que Jesús era el Cristo el Hijo de Dios. Desde la encarnación misma del eterno Hijo de Dios (Lucas 1:35), pasando por su bautismo, encomendación al ministerio público (Mateo 3:16; Lucas 4:18). Siguiendo por el ejercicio de la predicación del evangelio del reino en palabra y hechos (Mateo 12:28) hasta su muerte y resurrección (Romanos 1:4), el Espíritu fue aquel que en todo momento estuvo al lado del Hijo de Dios dando testimonio acerca de él. ¿Qué mejor y mayor testimonio que el testimonio del Espíritu de Cristo? ¿Qué mejor testigo y abogado defensor que el Espíritu del Hijo?  Pues bien, tal testigo es aquel que nos ha sido dado como hijos de Dios.
      En Romanos 8:15 Pablo determina que a los creyentes no les ha sido dado otra vez espíritu de esclavitud sino espíritu de adopción. Ciertamente este espíritu de adopción es el Espíritu de Cristo, el Espíritu del Hijo que hace que todo creyente sin excepción pueda clamar delante del Dios Altísimo “¡Abba Padre!”. Dios hubiese podido darnos algo tan increíble como un trozo del mar de vidrio semejante al cristal que rodea el trono celestial para ponerlo en una urna de vidrio como testimonio de lo que somos. Dios hubiese podido darnos una de las plumas de las alas de uno de los cuatro seres vivientes que rodea el trono celeste como testimonio. Pero no fue nada de eso, fue algo mucho mayor. Dios nos dio a su Espíritu, se entregó a sí mismo en la tercera persona de la Trinidad. Dios nos dio a cada creyente justificado por medio de la fe en Cristo al Espíritu de su Hijo como testigo íntimo y con autoridad que testifica a nuestro propio espíritu lo que verdaderamente somos por la pura gracia de Dios. 


      La presencia del Espíritu da testimonio interno, subjetivo y personal de que verdaderamente somos hijos de Dios. Parte de la seguridad de salvación implica el que uno está seguro de su salvación. Aun y cuando pueda parecer extraño hablar de un testimonio subjetivo, lo cierto es que un aspecto de nuestra salvación es subjetivo, entendido esto como que es un testimonio personal que cada creyente tiene de su salvación. Aquel que es salvo está seguro de su salvación y dicha seguridad no es ni mucho menos un acto de pretensión por parte de uno, sino más bien el testimonio del Espíritu dado a nuestro espíritu de lo que somos en Cristo Jesús. Ahora bien, hay algo que no puede perderse de vista. Aun y la clara vertiente subjetiva, dicho testimonio del Espíritu siempre nos será dado ligado al testimonio objetivo de las Escrituras. ¿Cómo sé yo que el Espíritu da testimonio a mí espíritu de que soy Hijo de Dios? ¿Cómo sé que el Espíritu me da testimonio de mi seguridad de salvación? Por el testimonio infalible y objetivo de la Biblia. Tener seguridad de salvación no implica que no puedan existir dudas en ciertos momentos de la vida. La voz astuta de la serpiente que siseó en el Edén muchas veces puede sisearnos al oído “¿verdaderamente crees que eres salvo con lo que acabas de hacer?” “¿verdaderamente crees que Dios podría querer como hijo a alguien como tú?” La fe puede verse sacudida y zarandeada pero es en estos momentos donde el testimonio de la Escritura nos dice que “El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu”. Es aquí cuando la Biblia nos dice que de una manera un tanto incomprensible y misteriosa el Espíritu nos testifica a nuestro favor de lo que somos, no por lo que yo pienso o siento, no por lo que otros piensan o sienten acerca de mí, no por lo que pueda hacer o dejar de hacer, sino por lo que Cristo hizo por mí. En esos momentos de pensar que nada eres, abre la Biblia y lee, lee que el Espíritu da testimonio a tu espíritu “de que somos hijos de Dios”.
      ¡Qué gran testimonio! El Espíritu de Cristo, el Espíritu de adopción es aquel que nos testifica que todo creyente cubierto por la justicia preciosa de Cristo es “hijo de Dios”. ¿Qué otro testimonio podría darnos el Espíritu? Pablo lo ha definido como “el Espíritu de Cristo” (Romanos 8:9), lo ha definido como “el Espíritu de adopción por el cual clamamos ¡Abba Padre!” (Romanos 8:15). El Espíritu Santo que es el Espíritu del Hijo aplica a la vida de los creyentes las bendiciones que se derivan de la obra redentora de Cristo. Una de esas bendiciones en la aplicación de la redención es lo que el gran John Owen definió como “la cabeza, el manantial, la fuente de la cual todos los demás privilegios brotan y fluyen”, la adopción como hijos. Grata certeza la que el Espíritu nos da, el testimonio de haber pasado de hijos de ira a ser hijos de Dios por el gran amor con el que nos amó.