PARTICIPÓ
DE CARNE Y SANGRE
“Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre,
él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre”
(Hebreos 2:14-15)

      Fue con propósito porque la encarnación no fue un fin en sí mismo dentro de la gran historia de la salvación. La encarnación tuvo el propósito de victoria y liberación. Es precisamente, así como lo expresa el autor de Hebreos “así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre” (Hebreos 2:14-15). Hay dos aspectos que el autor muestra, primero la realidad de la humanidad en la encarnación de Jesús. Segundo, el propósito de victoria y liberación en la encarnación de Jesús.


      Hebreos 2:5-16
muestra cómo en la persona de Jesús puede observarse el cumplimiento del ideal de humanidad que Dios estableció para el ser humano en la creación misma. Dios creó al ser humano a su imagen, conforme a su semejanza (Génesis 1:26-28). Lo creó como la corona de su creación para gobernar sobre todo lo creado, David meditó sobre ello en el Salmo 8. El ser humano hecho un poco menor que los ángeles, pero coronado de gloria y honra y puesto sobre las obras de las manos de su Creador. Aun y cuando no se piense en ello, la primera creación debía llegar a un ideal mayor. El ser humano siendo fiel a Dios debía extender el reino del Creador sobre toda la creación. El reino y la gloria de Dios debían cubrir hasta el último rincón de la creación por medio del ser humano creado a la imagen de su Creador. Pero tristemente el primer Adán pecó contra Dios y todo el ideal cayó con él. No fue el ideal de la creación aquello que se extendió sino más bien el caos del pecado. Los cardos y espinos de una creación sumida en el pecado crecieron. El dolor y el sufrimiento se convirtieron en el pan de cada día y la muerte fue la sentencia que sujeta a todo ser humano al temor de saber que llegará un día en que esa sentencia se cobrará su pago. De todas maneras, Dios no pasaría página sobre el ser humano caído, toda la historia de la salvación sería el restaurar y redimir el ideal que se perdió. Es precisamente sobre esto que el autor de Hebreos desarrolla su argumento. Ciertamente no podemos ver el ideal que Dios estableció para el ser humano cuando observamos la situación en que la humanidad se encuentra (Hebreos 2:8). ¿Cómo es posible que el ser humano fuese creado como corona de la creación de Dios? ¿Dónde está ese ideal que Dios determinó por creación? El ser humano es capaz de destruir la creación en lugar de ser buen mayordomo de ella. La humanidad es incapaz de extender el reino del Creador y lo único que hace es extender su propio reino. La historia de la humanidad es un ejemplo claro de ello.


      La sucesión de los imperios no es más que la sucesión del deseo humano de querer extender su propio reino y dominio. La sucesión de eras de pensamiento, la Edad Media, el renacimiento, la ilustración vieron cambios en la corriente de pensamiento del ser humano. Resulta difícil ver en la humanidad el ideal para el cual Dios creó al ser humano. No se ve en la humanidad caída pero sí puede verse en la humanidad perfecta de Jesucristo. El autor de Hebreos muestra que el ideal de la humanidad perfecta y no caída no se ve cumplido en nadie salvo en la persona de Jesús (Hebreos 2:9). Fue hombre y sufrió los padecimientos de la muerte porque Dios mismo tenía el propósito de llevar muchos hijos a la gloria (Hebreos 2:10-13). Por tanto, la humanidad de Jesús debía ser una humanidad real, verdadera y perfecta. Es precisamente este pensamiento el que se resume en Hebreos 2:14 “así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo”. El versículo es introducido como un resultado “por lo tanto”, un resultado que pone de manera paralela la humanidad real de todo redimido, con la humanidad de la que participó Jesús “por lo tanto, ya que los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo”.
Pastor Rubén Sánchez
Devocional Semanal - Pastor Rubén Sánchez
"...y le puso por nombre Eben-Ezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó Jehová" (1ª Samuel 7:12)
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Mi buen Jesús, gracias por tu obediencia al Padre.
Gracia por dejar tu gloria y no tenerla como tu beneficio personal. Gracias porque te encarnaste de manera real,
verdadera y perfecta.
Gracias porque nos representaste en la cruz
y la resurrección para nuestra redención.
MARTES

Leer: Salmo 8:1-9

Meditar: ¿Cuál crees que es el tema principal del salmo según los vv.1, 9? ¿Cómo es mostrada la gloria del nombre de Dios según los vv.1-2? ¿En qué medita David en el v.3? ¿Qué imágenes y descripción da David del ser humano? ¿Con qué texto de Génesis 1 relacionarías lo dicho en el Salmo 8:4-8? ¿Cómo crees que la creación del ser humano se relaciona con la gloria del nombre de Dios en el Salmo?

Orar: Bendice a Dios porque él creó al ser humano a su imagen y semejanza. Bendice a Dios porque el ideal de ser humano es extender la gloria de Dios como vice regente sobre toda la creación.


MIÉRCOLES

Leer: Hebreos 2:5-9

Meditar: (Importante que hayas meditado en el Salmo 8 del día anterior) ¿De qué ideal o mundo venidero crees que habla el v.5? ¿Qué cita el autor en los vv.6-8a? ¿Cómo crees que eso se relaciona con la idea de “sujetar el mundo venidero”? ¿Crees que el ideal descrito en los vv.6-8 puede aplicarse al ser humano hoy en día? ¿Qué sucedió para que ese ideal no se vea en el ser humano? ¿Qué cambio se produce en el v .9? ¿Dónde sí podemos ver el ideal del Salmo 8?  

Orar: Bendice a Dios porque él sujetó el ideal de la creación al ser humano. Bendice a Dios porque aún y haber perdido ese ideal por el pecado, él lo restaura y cumple en la persona de Jesús. Alaba a Jesucristo por ser el ideal de la nueva raza humana redimida en él.


JUEVES

Leer: Hebreos 2:10-18

Meditar: ¿Por qué tuvo que gustar la muerte Jesús? ¿Qué bendiciones puedes extraer de los vv.10-13 en cuanto a la muerte de Jesús? ¿Cómo es presentada la humanidad de Jesús en el v.14? ¿Puedes dar argumentos para demostrar que su humanidad fue real y verdadera según el v.14? ¿Qué propósitos marcan los vv.14-15 para que Jesús participase de una verdadera humanidad? ¿Cuál es la razón según el v.16 por la que Jesús debía participar de la misma humanidad real de aquellos que debía llevar a la gloria? ¿Qué resultados se desprenden de la humanidad verdadera de Jesús en los vv.17-18?

Orar: Da gracias a Dios porque la encarnación de su Hijo eterno fue en una verdadera humanidad para representarnos y salvarnos. Da las gracias porque tenemos en Jesús un fiel y misericordioso sumo sacerdote que de nosotros se compadece.

VIERNES

Leer: Hebreos 3:1-6

Meditar: ¿Qué es aquello a lo que estamos llamados según el v.1? ¿Qué comparación utiliza el autor en el texto? ¿Qué dos personas compara el autor? ¿Qué crees que representa Moisés en la historia de la salvación? ¿Qué crees que representa Jesús en la historia de la salvación? ¿Qué es aquello que muestra que Jesús es superior a Moisés? ¿Sobre qué fue fiel Cristo? ¿Qué condición añade el texto para ser casa de Dios? ¿Cómo crees que la perseverancia es muestra de salvación?

Orar: Da gracias a Dios Padre por su Hijo Jesucristo y el mayor y nuevo pacto. Bendice a Dios porque como iglesia somos la casa de Dios, pero pide a Dios que en su gracia te ayude a ti y a tu iglesia a retener firme la confianza y esperanza.


SÁBADO

Leer: Filipenses 2:5-12 

Meditar: ¿Qué sentir tiene que haber en nosotros? ¿Qué es aquello que dejó Cristo? ¿Con qué acciones describe Pablo el que Cristo se despojó a sí mismo? ¿Cuál es la humillación que describe Pablo en la encarnación del eterno Hijo? ¿Qué resultado trajo que Jesús se humillase hasta la muerte de cruz según los vv.9-11? ¿Qué resultado debe haber en nosotros al contemplar la encarnación de Cristo según el v.12?

Orar: Pide a Dios que el sentir de humildad y de entregarse por los demás que hubo en la encarnación de Cristo esté también en tu vida. Pide que Dios en su gracia te ayude a cuidar de tu salvación entendido esto como que en ti esté el mismo sentir que hubo en Cristo.
      Se define a un disfraz como; un artificio o vestimenta con que alguien cambia o modifica su aspecto o condición para no ser reconocido. También es el medio que se emplea para ocultar o disimular una cosa generalmente negativa. Hay algunos que a lo largo de la historia entendieron que la encarnación de Jesucristo no fue más que un vestirse o disfrazarse de humano. El eterno Hijo de Dios tomó la apariencia de humano como si de una vestimenta se tratase, pero no fue más que eso, un disfraz. Sin duda alguna esto no es lo que la Biblia muestra. La encarnación fue un evento histórico real y con propósito. Fue real no únicamente en el sentido que sucedió en medio de la historia de la humanidad, sino que también en el sentido que la encarnación supuso que el eterno Hijo de Dios tomase humanidad real y verdadera.
      El autor de Hebreos comenta que son “los hijos los que participaron de carne y sangre”. El autor no menciona toda la humanidad, el autor se limita a decir que son los “hijos” aquellos que “participaron de carne y sangre”. El término “hijo” muestra que el autor está hablando de aquellos por los que Jesús probó la muerte, aquellos salvados, cuyo destino último es la gloria, aquellos que Jesucristo mismo no se avergüenza de llamarlos hermanos y que son por tanto hijos de Dios (Hebreos 2:10-13). En otras palabras, el autor está hablando de aquellos salvos por la gracia de Dios, estos son los que participaron de carne y sangre, es decir, fueron seres humanos reales y verdaderos.
      Los hijos de Dios salvados para la gloria eterna fueron seres humanos caídos que Dios en su gracia tuvo salvar. Así como ellos participaron de una verdadera humanidad, “él [Jesús] también participó de lo mismo”. El autor claramente determina que Jesús participó de la misma humanidad real y verdadera como aquellos por los que él entregó su vida. La única diferencia es que la humanidad de Jesús era el cumplimiento del ideal de humanidad y por tanto perfecta y sin pecado. Si nadie negaría la humanidad real de los salvados ¿por qué negar la humanidad real de Jesucristo? Hay aquellos que argumentan que, ya que Jesucristo no podía pecar, entonces ni las tentaciones fueron reales ni su humanidad fue como la nuestra, pero esto es un argumento falso.


      Ciertamente su humanidad no fue como la nuestra porque fue perfecta y sin pecado, pero fue totalmente real y verdadera. Decir que si no podía pecar no era realmente humano es pensar que el pecado y la posibilidad de pecar era parte integrante del diseño del ideal de la humanidad y lo cierto es que no era así. El ideal de humanidad nunca fue creado para eso sino para vivir en amor y fidelidad a su Dios y esto sí que estuvo de manera completa en Jesucristo. Su humanidad no fue una pantomima, fue real y con ella todas las experiencias humanas salvo el pecado. El hambre, la sed, el cansancio, la tristeza, la turbación, el llanto, la soledad, la tentación. Lo mismo de lo que nosotros participamos nuestro Señor Jesús también participó. Participó de la misma naturaleza humano que aquellos por los que él daría su vida. Esto hace no únicamente que Jesucristo sea capaz de entender lo que podemos pasar en nuestra vida. La tristeza, el dolor, el llanto, la tentación, la angustia y turbación no son ajenas a Jesús, él sabe lo que generan en nosotros porque participó de lo mismo. Pero además de todo esto, al participar de la misma humanidad que aquellos que salvó, implica que la salvación obrada fue una salvación real para aquellos que éramos una raza humana caída. Que participase de la misma humanidad era esencial y tenía dos propósitos claros “para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo y para liberar a todos los que, por el temor de la muerte, estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre”.


      Era a una raza humana caída que debía liberarse de la muerte. Era a una raza humana caída que debía representarse de manera perfecta. Era con una raza humana caída con la que debía identificarse plenamente y así fue en Jesús. Dios verdadero perfecto en divinidad, hombre verdadero perfecto en humanidad. Murió en la cruz representando como ser humano perfecto a aquellos seres humanos caídos que pecamos contra Dios pero que Dios en su propósito determinó llevarnos a la gloria. Participó de esa humanidad para “destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo”. La muerte de Jesús en la cruz no fue el pago de algo que él le podía deber al diablo. Dios no es deudor de nadie y mucho menos del diablo. La cruz no fue el intercambio en que Jesús daba su vida y el diablo soltaba a sus rehenes.
      La cruz fue la victoria con poder sobre el diablo, el poder de la cruz fue lo que destronó definitivamente al diablo y puso en marcha la cuenta final de su caída última. El poder de la nueva creación y redención manifestado en la cruz para vencer al que en un principio arruinó el ideal de Dios. Venció para el propósito de “liberar a todos los que, por el temor de la muerte, estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre”. La victoria de la cruz fue la victoria sobre el diablo, pero también sobre la muerte. En palabras de John Owen, lo que se produjo en la cruz fue “la muerte de la muerte en la muerte de Cristo”.


      El agujón del pecado lavado por la sangre de Cristo, el que tiene el imperio de la muerte vencido por Cristo y la muerte que nosotros debíamos morir por nuestro pecado, murió en la muerte de Jesucristo nuestro Salvador. Dicha obra fue vindicada el día que Jesús resucitó de los muertos. La muerte pone al ser humano en una continua servidumbre de temor, pero que glorioso es saber que tenemos a uno que caminó el valle de sombra de muerte como nuestro representante perfecto. Que glorioso es saber que no hay más servidumbre de ese terrible amo, la muerte, porque Jesucristo venció. Qué glorioso es saber que el día que cerremos los ojos en este mundo, la vara y el callado de nuestro Buen Pastor nos infunden aliento, nos guían por el valle que el pasó para que la gloria a la que Dios nos ha destinado y Jesucristo oró que participásemos de ella (Juan 17:24) sea la primera visión que tengamos cuando abramos los ojos al lado de nuestro Jesús quien participó de carne y sangre como nosotros.