MI DIOS Y MI PUEBLO
“Y estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu descendencia después de ti en sus generaciones,
por pacto perpetuo, para ser tu Dios y el de tu descendencia después de ti”
(Génesis 17:7)
      Se habla mucho hoy en día de los diferentes tipos de contrato que nuestra sociedad y sistema de trabajo presenta. Contratos temporales, contratos indefinidos, contratos de corta y larga duración, contratos basura, etc. Sin lugar a dudas cada uno de esos contratos, con sus diferencias busca esencialmente lo mismo. Un contrato tiene como objetivo principal el buscar y sacar beneficios. Si el contrato es equilibrado, los beneficios serán para ambas parte mientras que si el contrato no está lo suficientemente equilibrado, entonces, por regla general siempre será la parte contratante aquella que tendrá mayores beneficios. Un contrato comúnmente estará orientado a la negociación por ambas partes que forman el contrato. La negociación será uno de los aspectos integrantes en la esencia misma del contrato, ambas partes negociarán, hasta cierto punto, las condiciones del contrato. Un contrato presenta unas obligación que serán primeramente el rendimiento en el ejercicio de las obligaciones contratadas. Si el contrato es de ocho horas laborales, entonces el rendimiento en el ejercicio de dicha obligación será rendir con esas ocho horas de trabajo. No cabe duda alguna que Dios hubiese podido entrar en un contrato con aquellos que somos su pueblo.


      Como Dios soberano que es, no hubiese supuesto ningún problema para él el entrar en un contrato de beneficios entre él y su pueblo, donde la negociación fuese uno de los aspectos integrantes del contrato entre Dios y los suyos y donde el rendimiento fuese la vara de medir en el contrato. De todas maneras, aún y tener la capacidad de poder hacerlo, Dios decidió no establecer un contrato con los suyos sino un pacto perpetuo. Contrato y pacto no son lo mismo. Si el contrato busca los beneficios, el pacto busca la relación. Si el contrato es inaugurado solamente esperando beneficios el pacto es establecido buscando y anhelando la relación íntima entre ambas partes. Si el contrato tiene una orientación puramente negociadora, el pacto tienen una orientación puramente personal, es decir, la persona es lo importante. Si el contrato busca en su esencia rendimiento de las obligaciones contratadas, el pacto busca lealtad y fidelidad a esa relación.
Pastor Rubén Sánchez
Devocional Semanal - Pastor Rubén Sánchez
"...y le puso por nombre Eben-Ezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó Jehová" (1ª Samuel 7:12)
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      Dios determinó por primera vez la esencia que marcaría el pacto con su pueblo en las palabras dichas a Abraham “y estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu descendencia después de ti en sus generaciones, por pacto perpetuo, para ser tu Dios y el de tu descendencia después de ti” (Génesis 17:7). Las palabras de Dios a Abraham nos descubren dos aspectos gloriosos en la relación que Dios establecerá con su pueblo. Primero, la relación de pacto es iniciativa divina y segundo, la relación de pacto busca una relación de pertenencia eterna entre Dios y su pueblo.
      Génesis 17 recoge parte de las promesas que Dios dio a Abraham, promesas que en este capítulo tienen una orientación internacional. El pueblo y la descendencia que Dios promete a Abraham no estará centrada únicamente a una sola raza o nación, sino que Abraham será padre de muchedumbre de gentes (Génesis 17:5), Dios multiplicará la descendencia de Abraham y hará naciones, reyes saldrán de esa gran descendencia multiplicada no por voluntad humana sino por intervención divina (Génesis 17:6). ¿Qué hará Dios con esa gran descendencia multiplicada como las estrellas del cielo, la arena del mar y el polvo de la tierra? Dios establecerá su pacto con ellos “estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu descendencia después de ti en sus generaciones”.  Si el pacto busca y tiene el deseo de relación y lealtad entre ambas partes, es glorioso saber que Dios quien en su ser mismo es Trino y, por tanto, presenta una relación trina desde la eternidad misma, decidiese entrar en pacto con un pueblo que él mismo crearía y multiplicaría como las estrellas del cielo. Si en el seno de la Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu había y hay una relación perfecta y eterna, ¿qué necesidad tenía Dios de establecer una relación con un pueblo de labios impuros y de corazones de piedra? ¿Qué necesidad tenía Dios de comprometerse en lealtad y fidelidad con un pueblo? Nuestro mundo respondería de varias maneras. Podría responder que Dios tenía la necesidad de hacerlo porque había alguna carencia en Dios. O tenía la necesidad de hacerlo porque se encontraba solo, pero lo cierto es que ninguna de esas respuestas se adecúa a la revelación bíblica. Siendo Dios Trino ni estaba solo ni tenía carencia alguna, su Trinidad hace que en Dios no haya soledad sino comunión y relación, su perfección hace que no haya carencia en él, por tanto ¿qué necesidad tenía Dios de entrar en relación de pacto? La respuesta es ¡ninguna! No tenía necesidad ninguna de hacerlo y sin embargo, lo hizo “estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu descendencia después de ti en sus generaciones, por pacto perpetuo”. Dios quiso en su propia iniciativa soberana entrar en relación con un pueblo que él mismo había prometido y que él mismo crearía ¿para que propósito? ¿Qué podría buscarse con algo así? Buscar una relación de pertenencia eterna “pacto perpetuo, para ser tu Dios, y el de tu descendencia después de ti”.


      Hay una frase que aparece a lo largo de la Escritura anunciada de varias maneras pero que describe perfectamente la pertenencia en la relación de pacto, es lo que se ha llamado la fórmula del pacto “yo seré vuestro Dios y vosotros seréis mi pueblo”. El pacto perpetuo de Dios con su futuro pueblo será para ese propósito, para ser “tu Dios y el de tu descendencia después de ti”, ser el Dios de su pueblo de una manera perpetua. Esta pequeña frase expresa una gloriosa verdad. La verdad de que Dios será exclusivamente el Dios de esa gran descendencia que él creará. La verdad de que Dios se considerará soberanamente el Dios particular y exclusivo de aquella gran descendencia con la que entrará en pacto perpetuo.
     La pequeña frase expresa la gloriosa verdad de la creación de un pueblo, de una comunidad que podrá decir que el Dios creador de cielos y tierra es su Dios, un pueblo que podrá decir eternamente que pertenecen a Dios, un pueblo que tendrá el privilegio de decir que eternamente goza de lo más sublime y excelso que puede haber, Dios y una relación eterna con él. ¿Puedes imaginar esto? El Dios que los cielos no pueden contener, el Dios que el cielo es su trono y la tierra el estrado de sus pies siendo la posesión más excelsa eternamente para un pueblo que él ha dicho “yo seré tu Dios y vosotros mi pueblo”. ¿Cómo es esto posible?
      Solamente Dios podía hacerlo, ese pacto de pertenencia perpetua y eterna solamente podía ser inaugurado por el Dios eterno. Israel fue incapaz de mantener un pacto así por la simple razón que ese pacto perpetuo era un pacto más glorioso que había de inaugurarse en la persona de Cristo, un pacto que alcanzase a una multitud de toda tribu, lengua, raza y nación. Dios descendió de lo alto para él mismo cumplir esas palabras dichas a Abraham “pacto perpetuo para ser tu Dios y el de tu descendencia después de ti”. La sangre de Cristo en la cruz fue la sangre derramada del nuevo pacto, una sangre que perdona los pecados de un pueblo atraído a él, atraído por él, atraído a los pies de la cruz para una relación eterna. ¿Crees que cuando Dios dijo “pacto perpetuo para ser tu Dios” estaba poniendo fecha de caducidad a la sangre de Cristo? ¡no! La sangre de Cristo tiene vigencia eterna, su sangre del nuevo pacto en la cruz sigue diciendo que esa sangre es la sangre del nuevo pacto eterno (Mateo 26:28), es una sangre que sigue clamando “para ser tu Dios y tú mi pueblo por la eternidad”. Cuando Dios te atrajo a él lo hizo con cuerdas de amor eterno para una pertenencia a él eterna y perpetua. Lo hizo para poder decir y no avergonzarse de llamarnos su pueblo en Cristo, lo hizo para que aquí en este mundo de aflicción pudiésemos tener un anticipo de lo que el cielo mismo será. Cuando Juan oyó una gran voz que decía “he aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos” y el resumen glorioso del cielo mismo será “y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios” (Apocalipsis 21:3). No habrá mayor deleite en el cielo que gozar del cumplimiento eterno de esa pertenencia mutua, de saber que Dios es nuestro Dios y de saber que eternamente somos su pueblo redimido y amado.
“Para ser tu Dios y el de tu descendencia después de ti” debería llevarnos a reconocer que nuestros Dios es todo. Debería llevarnos a hacer nuestras las palabras de esta oración “Oh Dios, cuya voluntad se impone sobre todo. No hay consuelo en nada mas que en disfrutar de ti y estar a tu servicio. Tú lo eres absolutamente todo, y mis únicos gozos son los que tú me ofreces, nada más”. Amén.
MARTES

Leer: Génesis 17:1-8; Romanos 4:16-18

Meditar: ¿Cuál es la presentación de Dios? ¿Por qué crees que Dios se presenta así a Abraham? ¿Cuál es el tema principal que recorre estos versículos? ¿Qué es aquello que Dios promete a Abraham? ¿Cuál es el propósito de la relación de pacto establecida por Dios? ¿Cómo interpreta Pablo la historia de Génesis 17 en Romanos? ¿Qué te hace pensar esto en relación a la identidad del pueblo del pacto?

Orar: Da gracias a Dios porque la promesa que Dios dio a Abraham se cumple para todo aquel que cree en Cristo en el evangelio. Bendice a Dios porque por la fe en Cristo eres parte de esa gran multitud que Dios considera su pueblo y se considera su Dios. 


MIÉRCOLES

Leer: Levítico 26:1-13

Meditar: ¿Qué mandamiento inicia este capítulo? ¿Cuáles son otros de los mandamientos que Dios da? ¿Cuáles serán las consecuencias de guardar esos mandamientos? ¿Qué es lo que hará Dios en el v.9? ¿Cuál es la esencia misma del pacto según los vv.11-12? ¿Qué imagen dan los vv.11-12?

Orar: Levítico anuncia la realidad de que el pueblo será el lugar de la morada de Dios, es decir, el templo de Dios donde él habitará y será el Dios de ellos. Bendice a Dios porque esta realidad se ha cumplido en la iglesia de Cristo. Pide a Dios que él te haga consciente de lo que implica ser su templo y de esa relación exclusiva de que él es nuestro Dios y nosotros su pueblo.


JUEVES

Leer: Ezequiel 37:1-11, 27

Meditar: ¿Qué sucede en estos versículos? ¿Por qué causa los hueso empiezan a revivir? ¿Qué relación crees que tiene esto con Israel y el exilio que sufrían en Babilonia? Según el v.27 ¿qué es lo que se dará en el día final de la restauración de ese pueblo del exilio? Dentro de la historia de la salvación ¿cuándo crees que esto se cumple? Piensa en cuándo Dios dio su Espíritu para morar en medio de su pueblo.

Orar: Pide a Dios que su palabra sea llevada por su Espíritu para reavivar al pueblo de Dios. Da las gracias a Dios porque la restauración de su pueblo consiste en que Dios more en medio de ellos y esto es una realidad en la iglesia de Cristo.


VIERNES

Leer: 2ª Corintios 6:14-18

Meditar: ¿Crees que este texto va de no unirse en una relación con un no creyente en el noviazgo o matrimonio? ¿Qué crees que está diciendo Pablo en estos versículos? Según el v.16 ¿qué comparación está haciendo Pablo? ¿Quién crees que es el templo del Dios viviente en estos versículos? Miras los devocionales de los días anteriores y contesta ¿Cómo Pablo aplica Levítico 26:12 y Ezequiel 37:27 a la iglesia?

Orar: Da gracias a Dios porque la iglesia es el cumplimiento de ser el pueblo en el que Dios es su Dios y ella el pueblo que puede exclamar esta verdad. Da gracias a Dios porque formar parte de su iglesia es formar parte de una relación y pertenencia eterna con Dios.


SÁBADO

Leer: Apocalipsis 21:1-4

Meditar: ¿Qué crees que describe Pablo en estos versículos? ¿Dónde encuentras la fórmula del pacto? ¿Cuál es el cumplimiento sublime y supremo que será dado en el cielo?

Orar: Da gracias a Dios porque la realidad de ser ahora él nuestro Dios y nosotros su pueblo nos anticipa la realidad de lo que será esa relación sublime en el cielo. Pide a Dios que é te ayuda a que nunca pierdas de vista ese ideal último, el cumplimento de esa relación gloriosa de que él es nuestro Dios y nosotros su pueblo.