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EL CIELO;
LA REALIDAD DE LA NUEVA CREACIÓN DE DIOS
“Vi un cielo nuevo y una tierra nueva;
porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más”

(Apocalipsis 21:1)
      La visión final de Juan en el libro de Apocalipsis es una visión gloriosa. Apocalipsis está lleno de visiones gloriosas y de visiones terribles, pero lo contemplado y escrito por Juan en los capítulos finales es una ventana abierta a lo que será el destino final de aquellos que ha lavado sus ropas en la sangre del Cordero. Apocalipsis 21-22 nos permite contemplar la grandeza de lo que es el cielo. A lo largo de Apocalipsis la revelación de Dios nos abre pequeñas ventanas para que así podamos asomarnos a contemplar cómo es y qué sucede en las esferas celestiales. El cielo se muestra de diversas maneras a lo largo del libro. El cielo es el lugar donde los tronos son colocados para juzgar los eventos de la tierra en los tiempos finales (Apocalipsis 4), el cielo es el lugar donde la Majestad y el Cordero son adorados por millones de ángeles, por los cuatro seres vivientes alrededor del trono y por los veinticuatro ancianos dando gloria y honor al unísono con toda la creación al que está sentado en el trono y al Cordero (Apocalipsis 5:8-14). Ahora bien, es al final del libro donde Juan en revelación ve el destino final, el destino guardado por Dios para los suyos, el destino anhelado por todo creyente, una ventana amplia y maravillosa se abre para dejarnos ver el cielo, para respirar el ambiente mismo del cielo, para contemplar la gloria y belleza del cielo, ¿quién no se asomaría a vislumbrar un lugar así? Recuerdo en un viaje por el sur de Francia la visión maravillosa de las montañas que se levantaban a izquierda y derecha y que podía contemplar a través del parabrisas del coche. ¿Cómo no contemplar la grandeza de algo muchos más maravilloso a través de la ventana abierta por revelación en Apocalipsis 21-22?


      La primera visión que Juan tiene del cielo, sin lugar a dudas, es mucho más amplia de lo que parece. Juan contempla el cielo y lo primero que ve es un conjunto de imágenes que describen esa realidad celeste. De igual manera que un prisma refracta el mismo haz de luz en diversidad de colores, así Apocalipsis 21-22 presenta el mismo tema, el cielo, con diferentes imágenes. El cielo es visto como la realidad de la nueva creación “un cielo nuevo y una tierra nueva” (v.1), el cielo es visto “como la ciudad santa, la nueva Jerusalén descendiendo del cielo” (v.2), el cielo es visto como la “esposa ataviada” (v.2) lista para entrar en comunión perfecta con el esposo (vv.2-3), el cielo es el “tabernáculo de Dios” (v.3), el cielo es el nuevo jardín del Edén (Apocalipsis 22:1-6), etc. Es posible que muchas de estas imágenes presentadas por los dos últimos capítulos del Apocalipsis no sean descripciones que comúnmente se utilicen para describir el cielo, pero lo cierto es que, cada una de estas imágenes no nos hablan de cosas distintas sino de una misma realidad, el cielo mismo. El conjunto de todas estas imágenes nos muestra lo que es el cielo, al igual que un diamante precioso tiene diversas caras por las cuales poder contemplarse, así es el cielo en los dos últimos capítulos de Apocalipsis.
Pastor Rubén Sánchez
Devocional Semanal - Pastor Rubén Sánchez
      A través de los profetas Dios promete que hará todas las cosas nuevas. Isaías 65:17; 66:22 anuncia la realidad de unos nuevos cielos y nueva tierra “porque como los cielos nuevos y la nueva tierra que yo hago permanecerán delante de mí, dice Jehová, así permanecerá vuestra descendencia y vuestro nombre” (Isaías 66:22). El cielo volverá a descender al igual que en la primera creación, pero esta vez en unos nuevos cielos y tierra redimidos. En el Nuevo Testamento el apóstol Pablo presenta a la creación hundida en el pecado como una mujer que gime con dolores de parto para dar a luz a la nueva creación (Romanos 8:22). Pedro comenta que el hogar de justicia que como creyentes esperamos son “cielos nuevos y nueva tierra”, la realidad de la nueva creación (2ª Pedro 3;13) y esto es lo que Juan contempla al fin de la historia “vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más” (Apocalipsis 21:1). El cielo es contemplado por Juan y presentado por la Biblia no como la existencia flotante y etérea en las nubes, sino como el cumplimiento mismo del ideal de la primera creación. El cielo será la restauración o re-creación de todo aquello que en parte fue en la primera creación, pero cumplido a su nivel máximo y extendido sobre toda la creación. El hogar final del creyente no son las nubes, sino los cielos nuevos y la tierra nueva. Nuestro hogar de justicia, de gloria, de perfección será la nueva creación el cielo descendiendo de nuevo para habitar en él. Esa nueva creación, sin lugar a dudas, será cualitativamente distinta a la que conocemos ahora. La nueva creación irrumpe al fin de la historia, el cielo desciende para tomar asiento último “porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más”. La creación antigua, caída en pecado, dolor, tristeza, culpabilidad, injusticia, ya no será más. La idea de un caos constante e incansable representado por el mar, ya no existirá. Por tanto, el cielo abarcará toda la creación en esa nueva creación, el ideal de comunión con Dios, del reposo divino, de la gloria eterna será nuestro ambiente ¿qué daríamos para estar en él?


      No podemos dar nada por ello ya que fue Dios quien lo dio todo en Cristo Jesús. Gracias a Cristo esto es posible. Su obra redentora es lo que hace nuevas todas las cosas “de modo que, si alguno está en Cristo, nueva criatura/creación es; las cosas viejas pasaron, ha aquí todas son hechas nuevas” (2ª Corintios 5:17) ¿Te has dado cuenta? En la primera creación Dios primero creó todas las cosas buenas y por último creo al ser humano para que habitase en dicho cielo puesto en la tierra, ahora Dios lo está haciendo al revés. Primero inaugura la nueva creación en Cristo, luego nos hace a aquellos que estamos en él nueva creación, nos hace ciudadanos de la nueva creación, de los nuevos cielos y nueva tierra para que así, cuando la nueva creación que ahora contemplamos por fe a través de la Escritura irrumpa plenamente, estemos ya plenamente capacitados por y en Cristo para vivir en esa nueva creación en que cada rincón de la misma será un pedacito de cielo.  
Si tuviese que escogerse dos imágenes presentadas, debe decirse que Apocalipsis 21-22 presenta dos grandes imágenes, puede ser dividido en dos grandes visiones las cuales se explican la una a la otra, “la nueva creación de Dios” y “la nueva Jerusalén” (21:1-8; 21:9-22:5). Lo primer que Juan contempla, la primera visión que abre el cielo es algo hecho nuevo, es un ideal cumplido, es la realidad de la nueva creación “vi en cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar yo no existía más” (Apocalipsis 21:1).
      Se dice que bien termina aquello que bien empieza y sin lugar a dudas esto podría decirse de la Biblia. Apocalipsis 21-22 no solamente muestra el cierra de la Biblia, sino que lleva a conclusión toda la historia de la salvación. La historia de la salvación termina prácticamente de la misma manera que empieza. Al inicio Dios creo los cielos y la tierra “en el principio creó Dios los cielos y la tierra” (Génesis 1:1), el drama de la historia de la redención abre con la prefecta y buena creación de Dios. El Creador contempló su creación, la obra de sus manos y dio su sello de aprobación, todo lo vio bueno y bueno en gran manera (Génesis 1:31). La bondad de Dios era contemplada en toda la creación, el gobierno de Dios era visto y experimentado a lo largo y ancho de la creación, la gloria de Dios era contada de manera continua por los cielos y la tierra (Salmo 19:1), la presencia de Dios se movía en el Edén y todo esto debía de ser extendido por Adán y Eva desde el santuario del Edén hasta todo rincón de la creación (Génesis 2). Por tanto, la intención de Dios para el ser humano, la corona de su creación era que, no solamente fuese el representante del conocimiento y gloria de Dios a lo largo de toda la creación, sino que también viviese en el seno de la presencia divina, en la tranquilidad del reposo de Dios (Génesis 2:1-3), en la dulzura y resplandor de la gloria divina, en la prefecta comunión con Dios, desde el Edén hasta lo último de la creación. Es importante que contemplemos el ideal que Dios creó para el ser humano ¿has pensado alguna vez lo maravilloso del ideal de Dios para nuestras vidas? ¿Has contemplado el ideal de reposo, comunión y gloria que Dios preparó en la creación? ¿Has visto lo grandioso que era esa primera creación prefecta de Dios?


      Cuando contemplamos la primera creación con su perfección, bondad, presencia y gloria divina focalizadas en el Edén, no cabe duda alguna que puede decirse que desde un inicio mismo Dios puso el cielo en la tierra. Dios hizo descender el cielo su belleza y su gloria en el corazón mismo del Edén para ser extendido a lo largo de toda la creación, en este sentido, toda la creación debía ser el cielo puesto en la tierra donde la bondad, presencia, reposo y gloria de Dios fuesen experimentadas continuamente en su plenitud. Tristemente el pecado del ser humano arruinó ese ideal ¿Qué daríamos para volver a él? ¿Qué daríamos para recuperar ese cielo puesto en la tierra? Bien, lo cierto es que nada podemos dar, ahora bien, lo grandioso es que Dios sí lo dio todo para recuperar ese cielo de la primera creación, desde la caída, la salvación será la manera en como Dios restaurará el cielo para los suyos. A lo largo de la historia de la salvación Dios restaurará ese cielo en la tierra un una prefecta y nueva creación.
"...y le puso por nombre Eben-Ezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó Jehová" (1ª Samuel 7:12)