Copyright 2013 Iglesia Evangélica Bautista "Piedra de Ayuda", San Eusebio, 54 - 08006 Barcelona. España

Pastores Roberto Velert Chisbert -- Telfs- 93.209.83.46 - Móvil: 659.890.253  emali: radiobonanova8@gmail.com
         Rubén Sanchez Noguero - Telfs - 93.209.83.46 - Móvil: 610.224.965   emali: rsanchez111@yahoo.es
HERRAMIENTAS PARA LA SANTIFICACIÓN:
LA COMUNIÓN DE LOS SANTOS
“acerquémonos, mantengamos firme, considerémonos, no dejando de congregarnos”
(Hebreos 10:22-25)
      Uno de los aspectos que es capital en el estudio de las relaciones, especialmente entre adolescentes, es la influencia que el grupo puede llegar a ejercer sobre el individuo. En más de una ocasión puede escucharse de la importancia del grupo de amigos en las relaciones sociales de los jóvenes y en la construcción de su personalidad. Sin duda alguna, debe considerarse que el grupo ejerce una influencia profunda en el carácter y comportamiento de los individuos. Este factor social en la construcción de la personalidad y en el establecimiento de relaciones, obviamente no es algo único y limitado a los jóvenes. Todo individuo, de una manera u otra, está inmerso dentro de un contexto social donde las relaciones con el grupo cercano forjan ciertos comportamientos y actitudes, en definitiva, el grupo sirve de instrumento y herramienta para fortalecer o debilitar, para formar o deformar a un individuo. Este aspecto, aún y cuando es totalmente diferente dentro de la iglesia de Cristo debido a que su fundamento es otro, es algo que debe tenerse presente.


      Tradicionalmente, uno de los medios de gracia que han sido considerados como “herramienta” que Dios ha dejado a sus hijos para la santificación en sus vidas es lo que se ha llamado la comunión de los santos. La congregación de los santos, de aquellos redimidos por la gracia de Dios en Cristo Jesús, es un medio de gracia, es decir, una de las maneras como Dios trabaja en la santificación de los suyos.
Pastor Rubén Sánchez
Devocional Semanal - Pastor Rubén Sánchez
      Hebreos posiblemente fue un mensaje el cual terminó siendo escrito en forma de carta (Hebreos 13:22-25) cuyo tema central es la superioridad de la obra de sumo sacerdote de Cristo Jesús dada como mediador del nuevo pacto (Hebreos 1:1-3; 5:5-6; 7; 8-10). Ahora bien, dentro de este tema precioso de la carta, otro de los temas que recorre Hebreos es el tema del peregrinaje comunitario o corporativo. El autor de Hebreos considera a la iglesia, es decir, el pueblo del nuevo pacto cuyos pecados han sido purificados por la obra de Cristo como sumo sacerdote (Hebreos 1:3), como el pueblo que peregrina hacia su patria celestial. El autor menciona que todavía queda un reposo final para el pueblo de Dios (Hebreos 4:1-11), el pueblo se acerca al Lugar Santísimo (Hebreos 10:19), los santos se congregan no en el monte Sinaí sino al monte Sion, a la Jerusalén celestial, juntamente con millares de ángeles a la congregación de los primogénitos (Hebreos 12:22-23). Es importante notar que, Hebreos considera que este peregrinaje hacia la Jerusalén celestial no es hecho solamente de una manera individual, sino también congregacional, es decir, es toda la congregación de los santos que peregrina hacia esa patria final. Dios crea y preserva a un pueblo que por su gracia persevera hasta el fin. En cierta manera, el autor está mostrando que como creyentes no estamos solos en este mundo camino a la Jerusalén celestial y a sus calles de oro, sino que tenemos aquellos que son nuestros hermanos y hermanas quienes igualmente son recipientes de la gracia de Dios y preservados para el día final. Esta noción de congregación es de tremenda importancia para nuestra santidad y perseverancia hasta el fin.


      El libro de Hebreos muestra que la paradójica realidad de que, por un lado, como congregación ya nos reunimos en los lugares celestiales gozando de la adoración de la Jerusalén celestial “sino que os habéis acercado al monte Sion, a la ciudad de Dios que es la Jerusalén celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles, a la congregación de los primogénitos…” (Hebreos 12:22-23), por tanto, nuestra congregación aquí en la tierra es ya reflejo y realidad de nuestra congregación celestial. Por otro lado, todavía esperamos el día en que esta realidad que vivimos por fe será cumplida y gozada por vista. En este intervalo del ya pero todavía no, la comunión de los santos es un elemento esencial, indispensable e innegociable para la gracia santificadora de Dios en nuestras vidas mientras esperamos por el anhelo del cielo mismo. Al igual que una gota de agua aguanta más juntamente y dentro de uno oasis en medio del desierto que no fuera de él, así el creyente es santificado y persevera en medio del desierto de este mundo en comunión con el resto de santos. La comunión de los santos, la comunión en el cuerpo de Cristo y con sus diferentes miembros es algo usado por Dios para ayudarnos en nuestra santificación formándonos a imagen de Cristo y en nuestra perseverancia. Muchas referencias pueden encontrarse en Hebreos donde el autor exhorta a los cristianos a considerarse los unos a los otros, a mirar el uno por el otro (Hebreos 12:15), pero uno de los textos que podrían mencionarse sería Hebreos 10:22-25.



      La obra de Cristo es el punto de partida de esos versículos. En base a la obra gloriosa de Cristo expuesta en los vv.19-20, tenemos entrada al Lugar Santísimo. La misma morada del tabernáculo celestial de la presencia de Dios ha sido abierta para el pueblo de Dios (vv.19-20), en base a esto ¿qué debemos hacer? Bien, la Biblia nos da cuatro acciones para hacer, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia y lavados los cuerpos con agua pura” (v.22), mantengamos firme sin fluctuar la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió” (v.23), considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y buenas obras” (v.24). Debe notarse que todas y cada una de estas acciones son plurales, es decir, las realizamos como congregación y no como individuos aislados, la idea de llaneros solitarios es ajena a la Biblia. La obra de Cristo permite que conjuntamente nos acerquemos con corazón sincero, fe y purificados al Lugar Santísimo, la comunión de los santos debe ayudar, potenciar y fortalecer esta realidad que Cristo obró. En cierto sentido, existe un gozo de comunión en la presencia de Dios que es exclusivo y que como creyentes gozamos cuando nos acercamos a Dios como la congregación de los redimidos. Obviamente esto tiene una función santificadora, la presencia de Dios presenta un efecto santificador debido a que Dios es Santo y alrededor de él solamente se respira santidad. La comunión de los santos es lugar donde unos a otros nos ayudamos a mantenernos firmes en la profesión de nuestra esperanza. En un mundo de desesperanza, en un mundo fluctuante, en la comunión de los santos nos ayudamos a mantener firmes sin fluctuar la profesión de nuestra esperanza sabiendo que al fin y al cabo fiel es el que prometió y en ello no fallará. La comunión de los santos es una comunión de consideración los unos hacia los otros. Una consideración que no mira al hermano considerándolo con suspicacia sino una consideración que estimula al amor y a las buenas obras entre nosotros. El amor y las buenas obras sin lugar a dudas son evidencias de santidad en nuestras vidas y el lugar que debe ser de estímulo para ello es la comunión de los santos, No es de extrañar que el autor nos diga que todo esto se hace con la última acción “no dejando de congregaros como algunos tienen por costumbre, sino exhortándoos/animándoos; y tanto más, cuanto veis que el día se acerca” (v.25).


      La congragación o comunión de los santos es la manera como todas esas acciones son llevadas a cabo. La congregación con nuestros hermanos es un medio de gracia que Dios usa para hacernos crecer en santidad, para estimularnos y mantenernos firmes sabiendo que el día de Cristo viene, sabiendo que el clamor de la iglesia ¡Señor ven pronto! es una realidad cercana. Cierto y comprensible es que circunstancias de la vida hacen que en ocasiones uno no pueda congregarse como anhelaría, pero la comunión con los santos no desaparece por la distancia para aquellos que por las aflicciones del tiempo presente no pueden asistir. Tenemos una herramienta preciosa que Dios nos ha dado en su gracia, la comunión con los santos. Hay un ánimo en que no dejemos de congregarnos sabiendo como Dios usa la comunión de los santos. Si estás en una congregación local, da gracias a Dios por ello, piensa en la bendición que Dios ha dado en aquellos que te rodean para tu santificación y para la santificación de la esposa de Cristo y por su gracia participa en ello. Si no estás en una congregación local, si por cualquier razón estás lejos de ella cuando antes solías estar cerca, déjame que te diga que tu santidad está siendo seriamente afectada aún y cuando no lo veas o creas. Busca una congregación de sana doctrina donde la comunión de los santos sea el reflejo de nuestra comunión en Cristo y participa de ella. “Acerquémonos, mantengamos firme, considerémonos, no dejando de congregarnos”.
      El cuerpo de Cristo, la iglesia de Dios, la comunión y relación de los santos basada en la obra de Cristo no es algo meramente pasivo en la vida del creyente, tampoco es algo individualista donde “yo me lo guiso y yo me lo como” sino que es algo fundamental para el crecimiento en santificación y para la perseverancia final de los santos hasta el día que juntamente nos congreguemos en los nuevos cielos y tierra contemplando la faz de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. En relación a esto, el mensaje escrito a los Hebreos tiene mucho que decir.
"...y le puso por nombre Eben-Ezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó Jehová" (1ª Samuel 7:12)