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LA BENDICIÓN DEL DIOS TRINO SEA CON TODOS VOSOTROS
“La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios,
y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros. Amén”

(2ª Corintios 13:13)
      Parece ser, aun y cuando no es algo probado de una manera segura, que detrás de la bendición del apóstol Pablo para la iglesia de Dios en Corintio está la bendición sacerdotal de Números 6:24-26. Las razones de ello son varias, pero básicamente hay un motivo que relaciona a estas dos bendiciones. En la bendición sacerdotal narrada en el libro de Números algo que es característico es que resulta ser el único lugar en todo el Antiguo Testamento donde el nombre de Jehová es repetido tres veces. A través de la mediación del sumo sacerdote Aarón, Jehová, el Dios Creador y Redentor de su pueblo, bendice tres veces a su pueblo. El favor de Dios recae de manera triple sobre su pueblo escogido y redimido, “Jehová te bendiga y te guarde, Jehová haga resplandecer su rostro sobre ti y tenga de ti misericordia, Jehová alce sobre ti su rostro, y ponga paz en ti”. Precioso es saber que no una vez, no dos veces, sino tres veces la bendición del nombre de Jehová recae sobre los suyos. Esta mención triple del nombre de Jehová es lo que une la bendición de Números con la bendición del apóstol Pablo en 2ª Corintios 13:13.


      La bendición con la que Pablo termina su segunda carta a los Corintios presenta la característica de ser la única bendición del apóstol en la cual aparece mencionada la Trinidad. El apóstol Pablo pide el favor del Trino Dios para la iglesia de Corinto, pide que las tres personas de la Trinidad, Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo derramen su bendición como el único Dios verdadero sobre la iglesia en Corinto “la gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros. Amén”. Uno no puede dejar de hacerse la pregunta de ¿por qué solamente en 2ª Corintios nos encontramos una bendición donde se apela al nombre del Dios Trino? No hay duda alguna que, cuando uno piensa en lo que era la iglesia de Corinto y las diversas situaciones que en ella se vivían, resulta, por lo menos, interesante que Pablo pida que la bendición de las tres personas de la Trinidad sea con ellos. Esto lleva a preguntarse ¿en qué contexto encaja la bendición de 2ª Corintios 13:13? ¿Qué sucedía en Corintio para una bendición tan singular y de tal magnitud?
Pastor Rubén Sánchez
Devocional Semanal - Pastor Rubén Sánchez
"...y le puso por nombre Eben-Ezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó Jehová" (1ª Samuel 7:12)
      La relación entre Pablo y Corinto fue una relación que estuvo marcada por la correspondencia.
La iglesia de Corinto nunca fue una iglesia fácil para Pablo. Entre sus dos mayores problemas estaban, la falta de unidad y la falta de pureza de la congregación (1ª Corintios 1:10; 3:3-5, 21; 4:6; 5:1). A parte de esto y de una manera mucho más específica en 2ª Corintios, el apostolado de Pablo estaba puesto en tela de juicio por parte de los Corintios por lo que Pablo tuvo que realizar una defensa contundente de su apostolado genuino (2ª Corintios 3:1-7:5; 13:1-3). Sin duda alguna, como suele decirse, en todos los sitios se cuecen habas, pero la congregación de los Corintios era una iglesia donde muchas habas se estaban cociendo al mismo tiempo. ¿Qué bendición podría recibir una iglesia así? Quizás, algunos de nosotros diríamos que una iglesia con tal situación es casi un caso perdido y poca bendición cabría esperar de parte de Dios. Otros, probablemente los más críticos, dirían que una congregación con tales problemas y pecados no merece en ningún momento la bendición de Dios. Quizás otros, poniéndose en las sandalias de Pablo dirían que una iglesia que se dedica a poner en duda el apostolado de uno no requiere mucho esmero en bendecirla. De todas maneras, parece ser que el apóstol Pablo entiende el razonamiento a la inversa, cuanto más abundaban los problemas y situaciones críticas más abunda la petición por la bendición de Dios. Solamente es a Corinto que Pablo pide la bendición del Dios Trino.


      La situación de la iglesia en Corinto era tan crítica que la bendición del Dios Trino fue pedida por el apóstol Pablo. Esto muestra, entre otras cosas, la gran sensibilidad del apóstol. Pablo podría haber guardado rencor en su corazón, tristemente nuestros corazones son rincones donde el moho del rencor crece con facilidad, podría haber dado por un caso perdido a esa iglesia, pero por el contrario pide por la bendición del Padre, del Hijo y del Espíritu sobre ellos. Desde un punto de vista humano esa iglesia era un caso perdido, pero no lo fue desde un inicio para el Dios Trino. La congregación de Corinto fue escogida por Dios Padre para ser llevada a comunión con Cristo (1ª Corintios 1:9), ellos mismos eran cartas de Cristo escritas en corazones de carne con el Espíritu del Dios vivo (2ª Corintios 3:3). El Dios Trino hizo de ellos lo que eran y ahora la bendición de ese Dios es requerida sobre ellos. Como pecadores éramos casos perdidos, perdidos eternamente, pero no para un Dios Trino que obró el maravilloso plan para salvar a casos perdidos como nosotros. Y este Dios Trino que salva sigue bendiciendo como quien es en su misma esencia, un Dios en tres personas.



      La bendición es expresada en forma de deseo donde tres deseos son expresados “gracia”, “amor” y “comunión”. Cada uno de estos deseos expresados en la bendición son asociados a una de las tres personas de la Trinidad, “la gracia del Señor Jesucristo”, “el amor de Dios” y “la comunión del Espíritu Santo”. Aun y cuando estas tres peticiones pueden parecer que estén desconectadas, lo cierto es que todas ellas tienen una relación. La gracia que Pablo pide como bendición es el favor de Dios mediado a través de Jesucristo. La gracia es el favor de Dios sobre aquel que no lo merece y este favor de Dios siempre es dado y mediado a través de la persona de Jesucristo. Cristo es el canal precioso por el cual fluye la gracia de Dios sobre su pueblo, Cristo es la fuente de la cual brota toda gracia hacia aquellos que tienen el favor de Dios sobre ellos. Suele pensarse en la gracia de Cristo como algo pasivo pero lo cierto es que no es así. La gracia de Cristo es el favor activo de Dios sobre el creyente y la iglesia. Para una iglesia como Corinto, quizás uno hubiese pedido más ley para mantenerlos a raya ¿cuántas veces no hemos pensado que nuestra iglesia necesita más leyes y regulaciones para ir bien? ¿Cuántas veces no hemos pensado que nuestras vidas necesitan de más decretos y legislaciones para funcionar mejor y más rectamente? Ahora bien ¿cuántas veces hemos pedido por más gracia? No podemos olvidar que la ley poco poder tiene para mantener a alguien a raya, como ejemplo nuestra sociedad actual, la ley no ha mantenido a raya a gran cantidad de corruptos y defraudadores, y esto es así porque la ley no cambia corazones. Solamente la gracia de Cristo en corazones cambiados por el evangelio es el principio vital. Esa gracia que Pablo pidió para una iglesia que parecía débil y desencaminada del camino recto, es la gracia que Cristo mismo le dijo a Pablo que era suficiente para vivir “bástate mi gracia, porque mi poder se perfecciona en la debilidad” (2ª Corintios 12:9). La gracia mediada por Cristo es el medio por el cual el amor del Padre alcanza al creyente y esto lleva a la segunda petición.


      Es a través de la gracia de Cristo expresada en la cruz que el amor del Padre que fue establecido sobre sus escogidos desde antes de la fundación del mundo, es derramado como una cascada de bendición, “nada nos separará del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 8:39). Es mediante la gracia del Señor Jesucristo que muestra y expresa el amor eterno del Padre que el creyente participa de la última bendición “la comunión con el Espíritu”. La vida del creyente es el lugar de la aplicación de la bendición de la salvación el cual pasa a formar parte de la comunión de los santos creada en el Espíritu. Esto lleva a entender algo muy importante. La bendición del Trino Dios nunca fue pensada por Pablo como algo individual sino congregacional, Pablo termina diciendo “sean con todos vosotros. Amén”. Esto debe hacernos pensar en algo muy importante. Cierto que la gracia, el amor y la comunión deben estar con cada creyente, pero su expresión debe ser vista en medio de la congregación de los santos.


       Aquellos que participamos de la gracia de Dios, aun y cuando tengamos nuestros problemas, diferencias y situaciones, la gracia de Cristo debe ser suficiente para ayudarnos a vivir en nuestras debilidades e imperfecciones. Esa gracia debe de ser el medio por el cual el amor de Dios que cubre multitud de pecados y faltas sea el bálsamo que nos lleve a guardar la comunión del Espíritu en el vínculo de la paz. Muchas bendiciones podrían ser pedidas para la iglesia, pero que maravilloso son estas tres palabras “gracia”, “amor” y “comunión”. Pidamos en oración que éstas sean una realidad en nuestras vidas y en nuestras iglesias, que el deseo de Pablo “sean con todos vosotros” tenga el Amén final de todo creyente en Cristo.
Al igual que cualquier otro texto en las Escrituras, las bendiciones, aun y cuando muchas veces son tomadas de manera aislada y mencionadas particularmente al final de los cultos de iglesia, debe considerarse que están dichas dentro de un contexto determinado y concreto. El apóstol Pablo no daba puntadas sin hilo, todas y cada una de las cosas que decía tenían razón de ser, además todas y cada una de las cosas que debían ser dichas y que fueron dichas quedaron registradas por inspiración divina.