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JEHOVÁ TE BENDIGA
“Jehová te bendiga, y te guarde;
Jehová haga resplandecer su rostro sobre ti; y tenga de ti misericordia;
Jehová alce sobre tu su rostro, y ponga en ti paz”

(Números 6:24-26)
      Hoy en día tenemos muchas frases hechas las cuales suelen utilizarse de manera automática prácticamente sin tomar atención a lo que se dice. Por ejemplo, suele ser común cuando alguien estornuda decir “salud” o “Jesús”, ahora bien ¿sabemos porque decimos tal cosa frente al espasmo explosivo de las fosas nasales de alguien? Otro ejemplo es el uso común y grabado en el subconsciente de muchas personas - incluso de ateos que no creen en Dios - el decir “si Dios quiere”. Muchas personas apelan a la voluntad soberana de Dios sin ni tan siquiera creer en Dios, solamente la frase aparece espontáneamente como un eco de la tradición religiosa aletargada en las profundidades de la conciencia de muchos. Sin lugar a dudas usamos una gran cantidad de expresiones a las cuales no tomamos atención, simplemente las usamos. Entre estas expresiones suele estar la de “Dios te bendiga”. Aun y cuando aquellos que somos cristianos solemos usarla con cierto sentido, en muchas ocasiones es usada más bien como una frase hecha o un simple cliché que, aún y cuando no debería de ser así, nos sirve para despedirnos y poner el punto y final en las conversaciones, nos despedimos con “un Dios te bendiga”. De todas maneras, cuando utilizamos dicha expresión ¿sabemos exactamente lo que estamos diciendo? ¿Sabemos lo que hay implícito cuando pedimos la bendición de Dios?


      Apelar al nombre de Dios pidiendo por su buen favor sobre aquellos a los que bendecimos no debería ser cualquier cosa. La bendición de Dios es algo que la Biblia expone de manera amplia a lo largo de sus páginas. La Escritura presenta la bendición de Dios no como un cliché, no como un mantra al estilo de las filosofías orientales, no como una fórmula mágica capaz de desvelar los favores divinos manipulando a la divinidad, sino como algo dependiente de la soberanía de Dios, de gran responsabilidad y de gran majestuosidad para el pueblo de Dios. La Biblia muestra una gran diversidad de bendiciones que iremos viendo a lo largo de algunos devocionales, pero si tuviésemos que empezar por alguna de ellas, quizás, la que se encuentra en el libro de Números 6:24-26 y conocida como “la bendición sacerdotal” o “la bendición aarónica”, posiblemente es una de las más famosa de todas las bendiciones que la Biblia nos presenta. Las palabras que Aarón debía de comunicar al pueblo de parte de Dios eran la invocación del favor especial de Jehová sobre su pueblo amado, eran las palabras solemnes que venía directamente de las esferas celestiales sobre su pueblo escogidos, amado y salvado “Jehová te bendiga, y te guarde; Jehová haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia; Jehová alce sobre tu su rostro, y ponga en ti paz”. Ahora bien, tal bendición como el resto de las que aparecen en la Biblia, no fueron dichas sin ninguna razón de ser. Tenían su razón y su contexto para ser dichas y es precisamente ahí donde tienen que ser entendidas.
Pastor Rubén Sánchez
Devocional Semanal - Pastor Rubén Sánchez
"...y le puso por nombre Eben-Ezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó Jehová" (1ª Samuel 7:12)
      Como mediadores pedían que la bendición de Dios recayese sobre su pueblo congregado, que la asamblea del pueblo reunido en adoración delante de su Dios no fuese despedida sin tener todo el favor de su Dios en sus vidas. Aun y cuando la Biblia nos presenta muchas bendiciones sobre individuos en concreto, el contexto de pueblo es esencial para la bendición de Números 6:24-26. Aarón quien era el sumo sacerdote debía mediar dicha bendición a toda la congregación de Israel, v.22 “habla a Aarón y a sus hijos y diles: Así bendeciréis a los hijos de Israel, diciéndoles”. ¿Qué bendición era pedida para el pueblo de Dios? Resulta interesante ver que hay tres peticiones claras que deben ser de ánimo y sustento para nuestras vidas también. La bendición de Dios por “preservación”, “favor” y “paz” para su pueblo.


      La bendición sacerdotal presenta tres líneas donde se describe la actuación de Dios sobre su pueblo y posteriormente la consecuencia de dicha actuación, “Jehová te bendiga” y “te guarde” (v.24), “Jehová haga resplandecer su rostro sobre ti” y “tenga de ti misericordia” (v.25) y “Jehová alce sobre ti su rostro” y “ponga paz en ti” (v.26). En estas tres peticiones el nombre de Jehová es repetido tres veces, el único sitio en el Antiguo Testamento donde el nombre de Jehová aparece de manera triple. No hay duda alguna que el énfasis es claro, aquel que bendice no es hombre sino Dios, la fuente de toda bendición para su pueblo. El nombre de Jehová para Israel estaba asociado directamente al éxodo y al pacto. El Dios que bendice no es solamente el Dios Creador de cielos y tierra sino el Dios que ha salvado por gracia a su pueblo, el Dios que ha entrado en relación de pacto en lealtad y amor con aquellos que él mismo ha salvado. La bendición es pedir primero que “Jehová te bendiga”, ahora bien, esta bendición debe de ser entendida con la siguiente parte “y te guarde”. La bendición de Dios primeramente es que guarde a su pueblo ¿por qué esto era importante? No puede olvidarse que el libro de Números narra el peregrinaje en el desierto hacia la tierra prometida. Desde su salvación de Egipto Israel tuvo, desierto, desierto y más desierto antes de llegar a la tierra prometida ¿no hay peligros en un desierto? ¿no es la preservación y guarda una gran bendición? La bendición de Dios suponía que Dios guardase a los suyos hacia la tierra prometida, cuando hubiese falta de comida, el mana descendiese, cuando las aguas fuesen amargas, Dios las convirtiese en dulces, cuando los enemigos acechasen para maldecir al pueblo de Dios, Dios transformase esas maldiciones en bendiciones. Pero la bendición no terminaba en la perseverancia de Dios.


      La segunda petición es que “Jehová haga resplandecer su rostro sobre ti”. La idea es que Dios toma atención a los suyos, que su rostro no se esconda de su pueblo. Esta imagen implica no solamente que los ojos de Dios estén puestos sobre los suyos sino también su favor. El concepto de favor es importante porque conlleva la idea de que la gracia de Dios esté sobre su pueblo y esto es precisamente lo que sucede “y tenga de ti misericordia”. La palabra misericordia aquí e mejor entenderla como “gracia”. No hay mayor bendición que el favor del Altísimo esté con su pueblo. Ni el favor de los reyes, ni el favor de los gobernantes, ni el favor de los más influyentes de la sociedad pueden igualar al favor de la gracia de Dios sobre el pueblo que el ama. La gracia de Dios suele estar asociada a la bondad de Dios, por tanto, la bendición de Jehová haga resplandecer su rostro sobre ti; y tenga de ti misericordia” es pedir por la gracia y bondad perfectas de Dios para los suyos. Tal bendición cierra con la última petición Jehová alce sobre tu su rostro, y ponga en ti paz”. Aun y cuando puede parecer lo mismo que la segunda la consecuencia es distinta, “ponga en ti paz”. La paz para el pueblo de Israel estaba estrechamente relacionada con la salvación, era la paz que provenía de haber sido liberados de la esclavitud por la mano poderosa de Dios, era la paz de saber que el Creador y Redentor era su Dios, era la paz que provenía de saber que la bendición de Dios en preservación, favor, gracia y bondad estaba sobre ellos y sus vidas hasta alcanzar la herencia prometida.



      Sin duda alguna la bendición de Aarón fue preciosa para el pueblo de Israel, era el sello que Dios les preservaría en su peregrinaje, su gracia y bondad les acompañaría a lo largo del desierto y la paz de la salvación sería el bálsamo para sus corazones ¡que maravillosa bendición! Pero piensa algo si la bendición del sumo sacerdote Aarón fue gloriosa, ¿cuánto más gloriosa será la bendición a través de nuestro sumo sacerdote Jesucristo? Dios Padre nos ha bendecido con toda bendición espiritual en aquel que es nuestro único Sumo Sacerdote, su Hijo Jesucristo (Efesios 1:3). Dios nos ha bendecido en, por y a través de Cristo quien es la fuente de toda nuestra bendición. Su obra en la cruz y su resurrección obraron y aseguraron la bendición de la salvación para los suyos. Aun y los desiertos de nuestro peregrinaje en esta vida, en Cristo las palabras de “Jehová te bendiga y te guarde” son una realidad certera y segura, tenemos la bendición de saber que nadie nos arrebatará de la mano de Dios (Juan 10:29). En Cristo las palabras “Jehová haga resplandecer su rostro sobre ti; y tenga de ti misericordia” se cumplen de una manera eterna, es la gracia del Señor Jesucristo aquella que nos acompaña. En Cristo las palabras “Jehová alce sobre tu su rostro, y ponga en ti paz” se cumplen siendo Cristo nuestra paz para con Dios, aquel que nos reconcilió con el Padre (Efesios 2:16). En Cristo la preservación, la gracia, y la paz de Dios son una bendición con la que hemos sido bendecidos su pueblo ahora y por los siglos de los siglos. Por tanto, digamos como el apóstol Pablo “bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo”.
      Bendecir a alguien en el nombre de Dios no era algo superficial sino todo lo contrario, algo bien profundo. Bendecir en el nombre de Jehová implicaba evocar de manera comprensiva todo el favor de Dios sobre su pueblo contenido en dicha bendición. Bendecir suponía que todo el contenido de la bendición sería llevado a cabo por Dios en la vida de los suyos. Esta es la razón por la que el contexto de muchas de las bendiciones en el Antiguo Testamento solía ser el contexto del culto de adoración en el santuario (Salmo 118:26; 2 Samuel 6:18; Levítico 9) y solían ser llevadas a cabo por los sacerdotes levitas.