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HERRAMIENTAS PARA LA SANTIFICACIÓN:
MEDITACIÓN EN LA SALVACIÓN
“Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conforme a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos”
(Romanos 8:29)
      No cabe duda alguna que para poder realizar cualquier trabajo es necesario tener un buen set de herramientas. Hace no mucho escuchaba a uno de los corredores del Dakar 2017 quien explicaba cómo consiguieron lavar de barro el radiador de su coche. No tenían las herramientas necesarias, únicamente encontraron unas personas que les dieron unos cubos de agua. El problema era que no había presión suficiente para sacar el barro pegado del radiador. La solución a ello fue que consiguieron un sifón y utilizando la presión del sifón y el agua de los cubos pudieron limpiar el radiador. Lo cierto es que, con herramientas adecuadas el trabajo hubiese sido muchos más fácil y rápido. Aún y cuando puede parecer extraño, en el ámbito espiritual también existen herramientas para trabajar en nuestra santificación. Dios ha dado una caja de herramientas de gracia para poder progresar en el maravilloso pero difícil camino de la santidad.


      La santificación, a diferencia de otras doctrinas tales como la regeneración o la justificación, presenta una vertiente en la que estamos implicados en ella. Gracias a la gloriosa obra de Cristo y nuestra unión en su muerte y resurrección, Dios nos ha hecho santos, esto es una realidad dada por gracia a todo creyente, “porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva” (Romanos 6:4). La realidad de la santificación posicional es algo que está ligado a la obra redentora de Cristo y a nuestra unión con él. Ahora bien, debe recordare que el ser hechos santos presenta la idea de consagración, unidos a la muerte de Cristo para morir al pecado (Romanos 6:6), pero unidos también a la resurrección de Cristo para que como él resucitó para la gloria del Padre así también nosotros podamos vivir en una nueva vida (Romanos 6:4). La nueva vida que podemos vivir como cristianos es precisamente la libertad del poder del pecado y vivir en la vida de resurrección del Cristo resucitado, siendo así, libres del pecado y siervos de Dios tenemos como fruto la santificación (Romanos 6:22). En este sentido la santificación presenta también una vertiente progresiva entendido esto como de responsabilidad en la vida del creyente, existe el deber diario de vivir en la esfera de la santificación mortificando el pecado y viviendo en consagración a Dios (Romanos 8:13). Sin lugar a dudas esto no es tarea fácil en nuestra vida cristiana. Vivimos en la inauguración de la nueva creación, pero todavía no en su consumación final, así que, aún y cuando ya no somos más siervos del pecado, éste último como a una lagartija que le han cortado la cola, sigue danto coletazos en nosotros. Ahora bien, si Dios nos ha santificado, entonces él también es aquel que nos da las herramientas necesarias para vivir en el fruto de la santificación.
Pastor Rubén Sánchez
Devocional Semanal - Pastor Rubén Sánchez
      Una de las herramientas que podemos extraer y usar de la caja de herramientas de la gracia dada por Dios, es precisamente contemplar y meditar la gran salvación que tenemos.


      Una de las maneras como la Escritura nos ayuda en nuestra santificación es recordándonos lo que Dios ha hecho en nuestra salvación. En Josué 24 el nuevo líder de Israel describió delante de la congregación de Israel toda la historia de salvación obrada por Dios a su favor para que la decisión final de Israel pudiese ser la decisión de consagrarse y servir a Jehová (Josué 24:1-33), de la misma manera sucede con nosotros los creyentes del nuevo pacto. En Romanos 8:29-30 el apóstol Pablo sin lugar a dudas tiene en mente a los creyentes en Cristo Jesús. Aquellos que en Romanos 6 han sido descritos como unidos a la muerte y resurrección de Cristo, descritos como libres del pecado y siervos de Dios y descritos como el terreno fértil para el fruto de la santificación en sus vidas, ahora son descritos como aquellos que Dios mismo ha conocido y elegido desde antes de todos los tiempos “porque a los que antes conoció, también los predestinó”. Antes que incluso llegásemos a ser una realidad, Dios ya tenía un conocimiento íntimo de aquellos que escogía. Nuestra salvación fue obrada y asegurada en la cruz por Cristo, pero nuestra salvación tiene sus orígenes en la eternidad misma. Así como Dios es eterno, la elección de los suyos ha estado sin principio ni fin en el decreto eterno de Dios. No hay duda alguna que esto es difícil de comprender, pero es parte de las bendiciones de la salvación que tenemos en Cristo. El Padre nos conoció íntimamente y también nos predestinó para un propósito bien claro “para que fuésemos hechos conforme a la imagen de su Hijo”. Si alguien buscaba un objetivo o propósito final en la santificación del creyente, aquí nos lo presenta Pablo “ser hechos conforme a la imagen de Cristo”. ¡Qué glorioso objetivo presenta la santificación! es más, ¡qué glorioso objetivo presenta la obra de redención de nuestro Dios! Dios podría haber decidido que el objetivo final de nuestra santificación, de toda la redención fuese ser hechos como uno de los serafines más resplandecientes jamás creados, pero no es así. La imagen que cayó con el primer Adán, es restaurada por redención en el postrer Adán que es Cristo Jesús. Toda la redención trabaja para este objetivo, por tanto, toda la redención tiene un objetivo santificador en la vida del creyente.


      La redención presenta un objetivo santificador, formar al creyente a la imagen de Cristo. En Romanos 8:30 Pablo describe que “y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó”. Pablo describe toda una serie de doctrinas que forman parte de la maravillosa redención obrada por Cristo y aplicada por el Espíritu. A aquellos que fuimos conocidos por Dios fuimos predestinados desde antes de la fundación del mundo. Con la predicación del evangelio fuimos llamados eficaz e irresistiblemente para arrepentimiento y fe en Cristo. Éstos fuimos justificados y glorificados ¡qué gran obra de salvación la de nuestros Dios! Uno puede contemplar las grandes obras realizadas por el ser humano y asombrarse. Uno puede contemplar los detalles y realidad de las estatuas de Miguel Ángel y quedarse asombrado, uno puede contemplar las grandes obras de ingeniería y quedarse maravillado, pero nada hay comparable a la gran obra de redención de nuestro Dios en Cristo Jesús.


      La herramienta de la meditación en esta gran obra de redención presenta un efecto santificador en nuestras vidas. Meditar en ella, meditar en lo que implica haber sido escogidos sin Dios tener necesidad de ello, haber sido llamados irresistiblemente, haber sido declarados no culpables de pecado y perdonados, todo ello es material de abono para el fruto de nuestra santificación. No podemos olvidar que esta gran obra está narrada, explicada e interpretada en y por la Biblia la cual como palabra de Dios que es, el Espíritu usa para santificarnos en su verdad, “santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad” (Juan 17:17). Meditar en la salvación tal y como Dios la revela en su palabra santifica nuestras vidas, nos ayuda a crecer en el fruto de la santidad en un mundo donde la tentación y pecado todavía dan sus últimos coletazos. Tomemos, pues, esta herramienta para nuestra santificación, meditemos en la gran salvación que por gracia nos ha sido dada, meditemos en todo lo que esta salvación conlleva para que por el obrar de Dios en nosotros estas verdades santifiquen nuestras vidas a la imagen del Hijo de Dios. 
  
      Existe una caja de herramientas de la gracia que Dios ha dejado para que sus hijos la usen. Comúnmente estas herramientas han sido llamadas medios de gracia que Dios ha dado. Los medios son dados por gracia y permiten a los hijos de Dios crecer en su salvación. Al igual que el carpintero necesita de sus herramientas para construir sus muebles y el mecánico de sus herramientas para arreglar los coches, el creyente necesita los medios de gracia para crecer en su santificación. Uno de esos medios está expuesto en Romanos 8:29 y en su contexto inmediato y es precisamente el privilegio que como creyentes tenemos de meditar en nuestra salvación, meditar en la gran historia de redención obrada por gracia en nuestras vidas.
"...y le puso por nombre Eben-Ezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó Jehová" (1ª Samuel 7:12)