Copyright 2013 Iglesia Evangélica Bautista "Piedra de Ayuda", San Eusebio, 54 - 08006 Barcelona. España

Pastores Roberto Velert Chisbert -- Telfs- 93.209.83.46 - Móvil: 659.890.253  emali: radiobonanova8@gmail.com
         Rubén Sanchez Noguero - Telfs - 93.209.83.46 - Móvil: 610.224.965   emali: rsanchez111@yahoo.es
UNA ORACIÓN DE DIGNIDAD, PROPÓSITO Y GLORIA
“Por lo cual asimismo oramos siempre por vosotros, para que nuestros Dios os tenga por dignos de su llamamiento y cumpla todo propósito y toda obra de fe con su poder, para que el nombre de nuestro Señor Jesucristo sea glorificado en vosotros, y vosotros en él, por la gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo” (2ª Tesalonicenses 1:11-12)
      No resulta algo nuevo decir que la doctrina y práctica de la oración es posiblemente una de las más olvidadas y anémicas dentro de la vida espiritual de la iglesia de Cristo. Resulta prácticamente un factor común el hecho que los cultos de oración de muchas iglesias ven su asistencia significativamente reducida. Cierto es que, debido a que muchos de ellos suelen ser entre semana, muchos de los miembros no pueden asistir por cuestiones de horario y trabajo. Ahora bien, todo y así, la oración y en concreto la oración corporativa del pueblo de Dios, sigue siendo un don que escasea en muchas ocasiones y no hay duda alguna que esto afecta a la vida de la iglesia. Los grandes hombres de Dios del pasado entendieron la importancia de la oración para la iglesia de Cristo. John Wesley, tenían una pequeña habitación que se hizo construir especialmente y la cual puede ser visitada hoy en día en la que fue su casa en Londres, destinada únicamente a la oración y que él mismo decía que allí residía todo el poder de su ministerio. El Príncipe de los Predicadores, C. H. Spurgeon tenía una habitación en el sótano de su iglesia donde la gente estaba permanentemente orando e intercediendo por la iglesia. Spurgeon llamó aquella pequeña habitación, “el lugar de poder de la iglesia”. Cuando contemplamos la realidad de la oración en la Escritura, no hay duda alguna que era algo central en la vida de los hijos de Dios. El Antiguo Testamento está plagado de oraciones las cuales eran la expresión de acciones de gracias, angustias, esperanzas, bendiciones del pueblo de Dios delante del trono de gracia. Uno puede leer el libro de los Salmos y observar el corazón del salmista abierto delante de Dios en una gran cantidad de expresiones diversas. Tal realidad sigue siendo una constante en el Nuevo Testamento.



      Si los salmos son, como alguien ha dicho “la voz de Cristo”, podemos escuchar la voz de nuestra Salvador en los salmos viendo el cumplimiento de los mismos en la persona y obra de Cristo. No hay duda alguna que, para Cristo, siendo el Hijo de Dios, la oración era algo esencial en su vida, solamente es necesario hacer una lectura del evangelio de Lucas para darse cuenta de la importancia y énfasis de la oración en la persona de Cristo. De igual manera, la importancia de la oración fue algo presente en la vida de los apóstoles. Si tuviese que destacarse a uno - sin desmerecer a los otros - Pablo es un ejemplo claro de la importancia de la oración. Sus cartas están llenas de oraciones que nos son ejemplo y que, sin duda alguna, nos ayudan en nuestra vida de oración. Porque, aun y cuando la oración es un don de gracia que nos ha sido dado por Dios, como cualquier otro don su uso no puede ser de cualquier manera, sino todo lo contrario. Por ser un don de la gracia divina, la negligencia en su uso no debería tener cabida en ella. Como un don dado por Dios, la oración tiene que estar informada y nutrida por la Escritura, su uso tiene que estar regido por la Biblia, su contenido tiene que ser el glorioso contenido inspirado por el Espíritu en la Palabra de Dios. Aún y cuando es cierto que las oraciones tienen que ser sinceras y de corazón, esto no implica que tanto la sinceridad y el corazón estén vacíos de contenido bíblico. El pueblo que ora bíblicamente es el pueblo que ora rendido a la Escritura. Es la verdad de la Palabra de Dios lo que debe suponer el contenido y fundamento para las oraciones y peticiones del pueblo que desea orar bíblicamente en acorde a la voluntad revelada de su Dios. Pablo es un ejemplo claro de ello y de él podemos aprender y enriquecer nuestra vida de oración, tanto individual como colectiva.
Pastor Rubén Sánchez
Devocional Semanal - Pastor Rubén Sánchez
"...y le puso por nombre Eben-Ezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó Jehová" (1ª Samuel 7:12)
      Si hay algo que podría y debería ser destacado de las oraciones del apóstol Pablo es que, por un lado, en ningún momento son vacías y huecas de contenido y, por otro lado, no carecen de urgencia y sentimiento fervoroso. Las verdades del evangelio de Cristo y de todo el consejo de Dios suponen el fundamento. Del mismo modo, dicha teología aplicada a la oración actúa como leña echada al fuego para encender el carácter de urgencia y sentimiento de dichas oraciones. Un ejemplo de dicha combinación la tenemos en la oración de Pablo en 2ª Tesalonicenses 1:11-12. Si hay algo que destacar de la segunda carta que Pablo escribió a los Tesalonicenses es el énfasis en la segunda venida de Cristo (1:7-9; 2:1-16). Previo a su oración, Pablo da gracias por la fe, el amor de todos los santos (v.3), su paciencia en las persecuciones para ser así tenidos por dignos en el reino de Dios (v.4) a la luz de la venida de Cristo y el juicio final (vv.5-10), dentro de dicho contexto Pablo ora ello. ¿Qué confianza tienen aquellos hermanos que aún y las tribulaciones y persecuciones permanecerán hasta el día de Cristo dignos para el reino de Dios? Bien la oración y las peticiones de Pablo será el medio de gracia que Dios usará para ello “Por lo cual asimismo oramos siempre por vosotros, para que nuestros Dios os tenga por dignos de su llamamiento y cumpla todo propósito y toda obra de fe con su poder, para que el nombre de nuestro Señor Jesucristo sea glorificado en vosotros, y vosotros en él, por la gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo” (2ª Tesalonicenses 1:11-12).


      La oración de Pablo está dentro de un marco de una de las verdades que todo cristiano deberíamos tener cada día presente, Cristo viene y con él el día en que la justicia será plenamente establecida. Esta verdad bíblica supone el marco que estructura la oración de Pablo. El apóstol no ora de cualquier manera sino con las verdades bíblicas nutriendo, informando y formando su oración. Pablo ora para un propósito doble bien claro para que nuestros Dios os tenga por dignos de su llamamiento” “y cumpla todo propósito y toda obra de fe con su poder”. Las pruebas y tribulaciones que se ciñen sobre nuestras vidas, en especial aquellas que son dadas por nuestra fe y por nuestro llamamiento como hijos de Dios pueden descorazonar y desanimar nuestro caminar cristiano. De todas maneras, Pablo presenta otra visión. Debido al llamamiento divino es que las pruebas y tribulaciones por nuestra fe son dadas, siendo así, esas tribulaciones son medios por los cuales nuestro llamamiento puede ser forjado como digno del reino de los cielos y para esto ora Pablo. Su oración se centra en que “Dios os tenga por dignos de su llamamiento”. ¡Que gloriosa es la petición de Pablo! El apóstol no ora para que los Tesalonicenses se mantengan dignos sino más bien que Dios los tenga por dignos de su llamamiento porque esto es garantía segura que entonces ellos permanecerán dignos. No hay duda alguna que nuestra fe puede desfallecer frente a las pruebas y dificultades, en esos momentos el juicio de muchos puede caer sobre nosotros, pero lo importante no es la dignidad que los demás encuentran en nuestro llamado, sino que Dios nos tenga por dignos de su llamado y siendo así “cumpla todo propósito y toda obra de fe con su poder”. El llamado es obrado por Dios y no por nosotros, el cumplimiento de sus propósitos es obrado “con su poder” y no el nuestro. La confianza de Pablo está puesta en Dios. Pablo sabe que Dios no falla en su llamamiento y que cumplirá el propósito que tiene con aquellos que él ha llamado. Cierto es que hay responsabilidad en el creyente, en nosotros frente a las tribulaciones por nuestra fe, pero la esperanza es que Dios nos tenga dignos no de nuestro llamado, sino como bien expresa Pablo “de su llamado”.



      La perseverancia y dignidad del llamado de Dios se da en nuestras vidas primeramente por Dios. Es Dios quien en nuestras tribulaciones nos hace perseverar para que al fin él sea quien cumpla su propósito en nosotros, perfeccione toda obra de fe por su poder. Pablo ora con esta confianza, su oración está acorde con lo que es una verdad bíblica esencial, Dios hace perseverar a los suyos hasta el fin, la dignidad de su llamado es dada no primeramente por nosotros sino por él, sus propósitos se cumplen con su poder. Siendo así, el resultado final de la oración es el adecuado, “para que el nombre de nuestro Señor Jesucristo sea glorificado en vosotros, y vosotros en él, por la gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo”. Al final Jesucristo sea glorificado en aquellos que son tenidos por dignos y éstos sean glorificados en Jesucristo. El medio no podía ser otro, si es Dios quien debe encontrarnos dignos, si el cumple sus propósitos con su poder, si es Jesucristo quien es glorificado, claro está que no hay mérito en nosotros, sino que todo es “por la gracia de nuestro Dios del Señor Jesucristo”


      Bendita oración la de Pablo que por inspiración llega hasta nosotros. Piensa en tus tribulaciones y persecuciones, piensa en tus momentos de desánimo y duda del resultado final, piensa en todas estas situaciones en las que la dignidad como hijo de Dios puede estar bajo mínimos y hay dudas sobre el propósito de Dios, piensa en estas situaciones y escucha ahora la oración de apóstol como ancla segura para tu alma en esos momentos “Por lo cual asimismo oramos siempre por vosotros, para que nuestros Dios os tenga por dignos de su llamamiento y cumpla todo propósito y toda obra de fe con su poder, para que el nombre de nuestro Señor Jesucristo sea glorificado en vosotros, y vosotros en él, por la gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo”.