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LA ORACIÓN COMO MUESTRA
DE PREOCUPACIÓN
HACIA LOS HERMANOS EN LA FE
“Orando de noche y de día con gran insistencia,
para que veamos vuestro rostro y completemos lo que falte a vuestra fe”

(1ª Tesalonicenses 3:9-11)
      La preocupación sincera de saber cómo está alguien que amamos y que se encuentra en la distancia genera un deseo de poder ver y estar con esa persona.  Como experiencia personal, si hay algo que puedo decir que atesoro como una piedra preciosa, tanto yo como mi familia, después de nuestros seis años en Canadá, es la amistad en Cristo que Dios en su gracia nos permitió formar con hermanos y hermanas. Una preocupación sincera es poder saber de ellos, su situación, su bienestar espiritual, etc. Dicha preocupación genera un deseo y anhelo de poder ir y estar con ellos para volver a tener comunión con ellos y edificarnos en la fe, en especial cuando uno sabe que situaciones complicadas y difíciles están cruzando sus vidas. Obviamente no resulta tan fácil poder viajar alrededor de unos 6.000 kilómetros, por lo tanto, ¿qué hace uno? Lo cierto es que nuestro siglo XXI donde la tecnología, tal como video conferencias vía Skype, ha acortado grandemente las distancias y ha disminuido en cierto grado, gracias a la inmediatez de poder hablar, la preocupación de saber cómo están aquellos que se encuentra en la distancia. De la misma manera, la posibilidad en algunos casos de poder verse por la pantalla del ordenador, ha apaciguado y satisfecho el deseo de poder ver y compartir. Dicha sociedad tecnológica hace difícil de comprender el deseo y anhelo que el apóstol Pablo podía tener de saber cómo se encontraban aquellas iglesias que había plantado, la acción de gracias que podía tener por ellas y las ansias de poder visitar a los hermanos y hermanas de las mismas para compartir con ellos.


      Es obvio que las noticias en el primer siglo no corrían ni mucho menos tan rápido como lo hacen hoy en día, por lo tanto, es necesario situarnos en las sandalias de Pablo en el primer siglo para así poder entender como la oración de 1 Tesalonicenses 3:9-11 es en realidad un clamor delante del trono de nuestro Padre celestial surgido y enraizado en dos aspectos clave; una acción de gracias sincera del apóstol delante de Dios a causa de los Tesalonicenses y el más sincero anhelo y deseo de verlos y edificarse mutuamente en la fe:
Pastor Rubén Sánchez
Devocional Semanal - Pastor Rubén Sánchez
"...y le puso por nombre Eben-Ezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó Jehová" (1ª Samuel 7:12)
      Una de las grandes enseñanzas que Pablo nos muestra en su oración por los Tesalonicenses es que la oración es un medio de gracia que muestra el anhelo, la acción de gracias y al mismo tiempo permite presentar delante de nuestro Dios el amor y preocupación que tenemos por aquellos que son nuestros hermanos en la fe.


      La oración de Pablo está enmarcada en una pregunta que lleva en sí misma una acción de gracias vv.9-10 “Por lo cual ¿qué acción de gracias podemos dar a Dios por vosotros, por todo el gozo con que nos gozamos a causa de vosotros delante de nuestro Dios, orando de noche y de día con gran insistencia, para que veamos vuestro rostro, y completemos lo que falte a vuestra fe?”. Pablo se pregunta qué acción de gracias pueden dar delante de Dios en relación a la iglesia de los Tesalonicenses. Su pregunta surge a raíz de la realidad del gozo que tanto Pablo, Silvano y Timoteo sentían a consecuencia de los Tesalonicenses “por todo el gozo con que nos gozamos a causa de vosotros delante de nuestro Dios”. Debe notarse que el v.9 es introducido con un “por cual” lo que significa que la acción de gracias y oración de Pablo surge como resultado de algo. A nivel general, la iglesia de los Tesalonicenses, su vida, la obra de su fe, el trabajo de su amor, su constancia y esperanza en el Señor Jesucristo, las buenas noticias de Timoteo, el recuerdo y cariño de la iglesia hacia Pablo y sus compañeros (1ª Tesalonicenses 1:3: 3:5-8) eran causa de gozo para Pablo y sus compañeros de ministerio. Con su pregunta es como si Pablo dijese: “hermanos ¿qué más nos queda para dar gracias a Dios? ¿Qué más podemos agradecer a Dios en relación a vosotros si vuestra vida es causa de nuestro gozo delante de Dios?” No cabe duda que lo dicho por Pablo es algo precioso. Vivimos en un tiempo donde los éxitos de los demás son percibidos en muchas ocasiones no como motivo de gozo para uno sino más bien como amenaza, como algo que puede quietarle protagonismo a uno. Tristemente, el corazón del ser humano caída alberga un río de corrientes de envidia que en muchas ocasiones son alteradas y afloran a la superficie con el éxito o el bien hacer de otros. Pablo nos enseña lo contrario, la obra de la fe, el trabajo del amor, la constancia en Cristo de nuestros hermanos en la fe no debería nunca ser motivo de envidia sino de gozo con el cual gozarnos delante de aquel es nuestro Dios. Tal acción de gracias es llevada por Pablo delante del trono de Dios mediante la oración, “orando de noche y de día con gran insistencia” (v.10).


      Si hay algo que dicha acción de gracias delante de Dios motiva la oración de Pablo es lo expuesto en el v.10. El propósito de la oración es claro, es un propósito doble “para que veamos vuestro rostro y completemos vuestra fe,” es decir, Pablo no solamente desea verlos, sino que también desea compartir, nutrir, completar su fe. Uno de los propósitos de Pablo en la oración es ver a sus hermanos en la iglesia de Tesalónica. Tal preocupación es algo que está en el corazón del apóstol y que repite a lo largo de su carta, “pero nosotros, hermanos, separados de vosotros por un poco de tiempo, de vista pero no de corazón, tanto más procuramos con mucho deseo ver vuestro rostro” (1ª Tesalonicenses 2:17), “por lo cual, no pudiendo soportarlo más, acordamos quedarnos en Atenas y enviamos a Timoteo nuestro hermano, servidor de Dios y colaborador nuestro en el evangelio de Cristo” (1ª Tesalonicenses 3:1-2). Está insistencia aparece otra vez en el v.5 “por lo cual también yo, no pudiendo soportar más envié para informarme de vuestra fe”. Si hay algo que puede observarse es que Pablo demuestra un corazón sincero hacia aquellos que son de la familia de la fe y de manera muy concreta en relación a su situación espiritual, a su fe. El deseo de Pablo de ver a sus hermanos se junta con la preocupación de saber de su vida espiritual, estos dos aspectos son unidos bajo la oración de Pablo con una gran insistencia “orando de noche y de día con gran insistencia para que veamos vuestro rostro, y completemos lo que falte a vuestra fe” Por el momento Pablo no podía ir para ver a sus hermanos pero un cristiano comprometido con otros en la fe, no solamente dará gracias a Dios por la fe de sus hermanos sino que también orará por ellos y por su fe.



      Lo que vemos en esta oración es la anatomía de un corazón pastoral aplicable a todo cristiano. Pablo no solo desea ir a verlos, sino que quiere completar su fe. Aún y cuando su fe estaba bien, Pablo sabía que en la sociedad pluralista, idólatra, inmoral en la que vivían una fe tierna, corrían peligros y, por tanto, sabía que la única manera de minimizar dichos riesgos era completando lo que faltaba, fortaleciéndoles en su fe, nutriéndoles en el consejo de Dios. Lo último que le quedaba a Pablo era confiar que Dios dirigiera el camino para poder ver tal oración cumplida “Más el mismo Dios y Padre nuestro y nuestro Señor Jesucristo dirija nuestro camino a vosotros” (v.11). La confianza de Pablo ante todo está puesta en Dios.


      No hay duda alguna que ninguno de nosotros es el apóstol Pablo, pero lo cierto es que nuestra fe es la misma. Quizás no podemos ver aquellos hermanos por los que tenemos anhelos de verlos y preocupación por su vida espiritual, pero sí podemos entrar al trono de gracia. Sí podemos dar gracias a Dios por sus vidas y su fe, sí podemos orar que Dios dirija nuestro camino. La oración de Pablo nos muestras que en nuestras oraciones debe de haber una sincera preocupación por la situación espiritual de aquellos que son nuestros hermanos en la fe. Nuestras oraciones son un medio de gracia que permiten el considerarnos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras. Por la gracia de Dios nuestras vidas personales y como congregación deben desarrollar un anhelo sincero hacia los demás, donde nuestras oraciones estén más llenas de nuestros hermanos en la fe y no únicamente de nosotros mismos. Una muestra de amor y preocupación hacia aquellos que son hermanos en la fe es precisamente llevarlos delante del trono de gracia en oración, oremos pues de noche y día con gran insistencia por aquellos con los que compartiremos la eternidad.
“Por lo cual ¿qué acción de gracias podemos dar a Dios por vosotros, por todo el gozo con que nos gozamos a causa de vosotros delante de nuestro Dios, orando de noche y de día con gran insistencia, para que veamos vuestro rostro, y completemos lo que falte a vuestra fe? Más el mismo Dios y Padre nuestro y nuestro Señor Jesucristo dirija nuestro camino a vosotros”.