Copyright 2013 Iglesia Evangélica Bautista "Piedra de Ayuda", San Eusebio, 54 - 08006 Barcelona. España

Pastores Roberto Velert Chisbert -- Telfs- 93.209.83.46 - Móvil: 659.890.253  emali: radiobonanova8@gmail.com
         Rubén Sanchez Noguero - Telfs - 93.209.83.46 - Móvil: 610.224.965   emali: rsanchez111@yahoo.es
LA MUERTE NO TIENE
LA ÚLTIMA PALABRA, CRISTO SÍ
“Yo soy la resurrección y la vida; cualquiera que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá"
(Juan 11:25)

      Juan 11:25 presenta uno de los “yo soy” de Jesús más sorprendentes y al mismo tiempo cargados con una gran dosis de esperanza para aquellos oídos que escuchan el “yo soy” de Jesús. Las palabras de Jesús resuenen como la única esperanza para una realidad cien por cien certera en la vida del ser humano, la muerte misma. No hay duda alguna que el paso incansable e imparable del tiempo acerca nuestras vidas a su fin en este lado de la eternidad. La típica figura lúgubre, oscura y encapuchada que sustenta en su mano la guadaña que siega la vida de los seres humanos hace acto de presencia en la vida de todo ser humano. La realidad de la muerte en el ser humano, desde el punto de vista bíblico, no es de extrañar. La consecuencia del pecado y de la rebelión del ser humano contra su Creador supuso la realidad del juicio de la muerte (Génesis 2:17; 3:19), por tanto, la muerte es la evidencia clara y palpable que todo ser humano es pecador (Romanos 5:25). Ahora bien, la muerte no tiene la última palabra, la esperanza frente a esa realidad oscura se encuentra en esas palabras de Cristo en Juan 11:25 “yo soy la resurrección y la vida; cualquiera que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá”. ¿Qué significado presentan dichas palabras? ¿Qué esperanza real existe en ellas?
Pastor Rubén Sánchez
Devocional Semanal - Pastor Rubén Sánchez
      Probablemente para una mente racionalista, científica y empírica la respuesta a la pregunta “¿crees esto?” requiere pruebas, las palabras de Jesús requieren una prueba, “bien, has formulado la hipótesis, ahora ¿cuál es la prueba para que dicha hipótesis pase a ser realidad?” Al igual que la muerte es realidad para todos, la vida eterna, la vida de resurrección que Cristo promete es realidad absoluta para aquellos que creen en él. Las palabras de Jesús presentan la prueba de la resurrección de Lázaro. Después de las palabras a Marta, Jesús tiene una conversación similar con María (vv.28-33) y se dirige hacia el sepulcro en frente del cual Cristo derramo sus lágrimas (vv.34-37) pero pronto el lamento cambiaría en gozo. Cristo ordenó remover la piedra del sepulcro y frente a la realidad de que ya hacía cuatro días que Lázaro había muerto, frente al hedor de la muerte Cristo gritó v.43 “¡Lázaro, ven fuera!” y el que había muerto salió. Cristo no necesito nada más que su palabra, al igual que Dios creó con su palabra de la nada todas las cosas, ahora Cristo de la nada de la muerte con su palabra creó una nueva vida en Lázaro. La resurrección de Lázaro es la demostración que las palabras de “yo soy la resurrección y la vida” son verdad. Cristo mostró no solo que sus palabras eran verdad, sino que también mostró como amaba a esa familia, ni el enemigo de la muerte pudo con el amor de Cristo manifestado en esa vida nueva dada a Lázaro. Pero quizás alguien puede pensar ¿eso que fue para Lázaro también es para mí? ¿Cómo es esto posible si todavía morimos?

      Aún y lo sorprendente de la resurrección de Lázaro, lo cierto es que dicha resurrección no es la importante. Tal y como se ha dicho al inicio del devocional, las palabras de Jesús tienen que ser vistas a la luz de la señal final, la obra de Cristo. La resurrección de Lázaro apunta, señala a la resurrección final de Cristo. El amor de Dios nos ha mostrado en supeditarse a nuestras agendas o deseos sino en cumplir su plan en Cristo para su gloria y para el bien de los suyos, que gran amor el de Dios que siendo aún pecadores no amó entregando a su Hijo. El amor de Cristo se muestra en que él dio su vida por aquellos muertos en pecados y resucitó como primicia de la nueva vida dada a aquellos que en él creen. La resurrección histórica y corporal de Cristo es la primicia de los que durmieron (1ª Corintios 15:20), este es uno de los pilares de la fe Cristiana, un pilar único a esta fe enraizada en la revelación histórica de Dios, en la revelación de Cristo Sí, morimos, sí el aguijón de la muerte nos entristece, sí sentimos el dolor de la separación, pero cuando contemplamos al Cristo resucitado tenemos esperanza, la esperanza de que en él ya tenemos vida y que como él resucitó llegará el día que la voz del que hace todas las cosas nuevas volverá a gritar “¡sal fuera!” y los que hemos dormido en él resucitaremos a vida eterna. Cuando contemplamos a Cristo que resucitó podemos gritar “¿dónde está muerte tu aguijón?”, “¡la guadaña letal ha perdido su filo, ha perdido su corte!”, podemos entonar con confianza el himno que dice:

Porque él vive triunfaré mañana
Porque él vive, ya no hay temor
Porque yo sé, que el futuro es suyo
La vida vale más y más solo por él  
 

      Las palabras de Cristo son claras, la prueba dada es evidente, ahora solo falta tu respuesta a la pregunta “¿crees esto?” La historia termina con algunos que creyeron y otros como los fariseos que, frente a esas noticias, frente a esas palabras conspiraron para matar a Jesús (vv.45-57), pero las palabras de esperanza permanecen “yo soy la resurrección y la vida; cualquiera que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá”.  

      El “yo soy la resurrección y la vida” son palabras narradas en un momento crucial en el evangelio de Juan. Tradicionalmente, el evangelio de Juan ha sido dividido en dos grandes bloques, el libro de las señales (Juan 1:19 -13:30) y el libro de gloria (Juan 13:31 -21:25). Este tipo de división mueve a lector del evangelio a través del libro de las señales dónde Jesús realiza diferentes tipos de milagros narrados por Juan, al libro de gloria. Este libro de gloria presenta la última señal realizada por Jesús, su crucifixión, resurrección y exaltación. Todas las señales previas, apuntan y anuncian la señal más grande de todas, la glorificación del Hijo de Dios. El “yo soy la resurrección y la vida” es el último “yo soy” en el libro de las señales, por tanto, su significado deberá ser entendido en relación a lo que está sucediendo y visto a la luz de la última señal, la glorificación del Hijo de Dios.
      El “yo soy” de Jesús, aparece dentro del contexto de la muerte de Lázaro y la señal de su resurrección obrada por Jesús. Juan 11 presenta la realidad de la muerte y de la vida desde una perspectiva importante. Existe un énfasis claro en la muerte (vv.8, 11, 13, 14, 16, 21, 25) y en la vida (vv.25, 26) y dichas dos realidades siempre están puestas en relación a la persona de Cristo. La muerte es entendida por Cristo y solamente por Cristo en este acontecimiento, como un sueño v.11 “nuestro amigo Lázaro duerme; mas voy a despertarle”, no un estado de sueño que quita la triste realidad de la muerte ya que Jesús determina claramente en el v.14 (v.13) la realidad de la muerte “Entonces Jesús les dijo claramente: Lázaro está muerto”, sino más bien dicha visión de la muerte como un sueño, anticipa la realidad del despertar, anticipa la realidad que la muerte no tiene la última palabra en el ser humano, anticipa la realidad de la resurrección y vida anunciada por Jesús en su persona, v.25 “yo soy la resurrección y la vida”. Los vv.1-16 describe el propósito de la muerte de Lázaro.

      Cuando las noticias de la enfermedad de Lázaro llegaron a oídos de Jesús por parte de Marta y María, Jesús determina el propósito de dicha enfermedad, v.4 “oyéndolo Jesús dijo: Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella”. Lo cierto es que un lector atento al texto puede pensar: “Jesús no sabía bien, bien lo que decía ¿cómo esa enfermedad no era para muerte si al final Lázaro acabo muriendo? ¿A qué se está refiriendo Jesús?”. No cabe duda alguna que resulta normal que María y Marta acudiesen a Jesús frente a la enfermedad de Lázaro. Jesús había sanado a un ciego de nacimiento, había hecho otras muchas señales, ¿cómo no lo haría prontamente por aquel que Jesús amaba? Existe un énfasis claro en que Jesús amaba a Lázaro, Marta y María (vv.3, 5), existía un amor especial de Cristo por aquella familia, lo más normal es que Jesús corriese a sanar a Lázaro, corriese a sacar aquella familia del dolor de la enfermedad y la muerte, pero algo sorprendente sucede. Jesús, en lugar de apresurarse a sanar a Lázaro la Biblia nos dice v.6 “cuando oyó, pues, que estaba enfermo, se quedó dos días más en el lugar donde estaba” ¿cómo es eso posible? ¿Qué tipo de amor es ese? Si Jesús, el Hijo de Dios verdaderamente los amaba ¿no debería haber hecho lo que le pidieron? ¿No debería haber mostrado ese amor cumpliendo las expectativas que de él se esperaban? Aún y cuando pueda parecer chocante, la tardanza de Jesús es esencial para mostrar el amor verdadero hacia esa familia.
      El hecho que Jesús no supeditase su agenda a la de María y Marta no demuestra en ningún momento una falta de amor hacia ellos, al contrario, será esencial para puedan contemplar la mayor muestra de amor de Jesús. Existe la tendencia a pensar que Dios debe mostrar su amor de la manera que nosotros queremos o le pedimos, de no ser así, muchos creen que su amor ha decaído o decrecido para con los suyos. Lo cierto es que el amor de Dios hacia los suyos no puede decaer o decrecer, el amor es parte de la esencia del ser de Dios, Dios es amor (1ª Juan 4:8) y Dios no cambia en su esencia, en su ser, en su naturaleza, por tanto, su amor también no cambia es inmutable.
      El mayor amor que Marta y María podían ver en Jesús no era que él hiciese lo que ellas quería cuando lo querían, sino que Jesús siguiese su propio plan para que así, el Hijo de Dios fuese glorificado y su amor hacia ellos demostrado. La mayor muestra de amor de Dios, no es que Dios actúa en base a nuestros deseos y peticiones, sino que es el ejercicio de su plan redentor en Cristo a favor de los suyos y para su gloria. La tardanza de Jesús permitirá que nadie pueda mal interpretar lo que sucederá con Lázaro en su resurrección. Permitirá el anunció de la glorificación del Hijo de Dios y demostrará el amor de Cristo hacia los suyos, ¿cómo encaja todo esto?

Después de esta tardanza, Jesús decide encaminarse a Judea todo y a la oposición de sus discípulos ya que sentencia de muerte recaía sobre su cabeza (vv.7-16). El texto nos narra la conversación de Marta con Jesús, una conversación que mezcla, tristeza, un poco de reproche y fe. Marta tenía la confianza que, si Jesús hubiese llegado antes, Lázaro no estaría muerto (v.21). Ante esto Jesús le dice que Lázaro resucitará (v.23) y ante esta afirmación Marta responde como una buena teóloga del Antiguo Testamento. La esperanza del Antiguo Testamento situaba la resurrección ligada a dos aspectos básicos: (1) la realidad de la nueva creación y (2) la realidad de los postreros días. En los últimos tiempos Dios hará las cosas nuevas y la resurrección será parte de ello. Ahora bien, las palabras de Jesús cambian dicha visión, algo ha sucedido en la historia de la redención que genera un gran cambio.

Jesús le dice a Marta v.25 “yo soy la resurrección y la vida”, es decir, la esperanza de la resurrección ya no está puesta en los postreros días sino en la persona de Jesús, con ello, Cristo le está diciendo a Marta y a todo aquel que lee que, la realidad de los postreros días se ha hecho presente en la persona de Jesús. El aroma de la nueva creación ha irrumpido el presente, la esperanza y gozo del día que Dios lo hará todo nuevo está presente ya en Cristo, él es el primer fruto de una cosecha nueva. Por tanto, si la resurrección es parte de esos postreros días y de esa nueva creación y estos han llegado en Cristo, entonces la esperanza de la resurrección y de la vida que revierte el juicio de la muerte es algo presente también. “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá”, ahora la puerta a esa esperanza está abierta, ya, ahora, en Cristo Jesús. Esta esperanza abierta es puesta bajo condición de creer “en que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá”, v.26 “y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente, ¿crees esto?” Posiblemente, esta pregunta “¿crees esto?” es un desafío para algunos.
"...y le puso por nombre Eben-Ezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó Jehová" (1ª Samuel 7:12)