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LA PUERTA NO ES GIRATORIA
“De cierto, de cierto os digo: Yo soy la puerta de las ovejas" (Juan 10:7,9).
      Las puertas giratorias es algo que en nuestra sociedad está de moda, en especial en las administraciones públicas. Uno puede entrar por una puerta y después de años de servicio salir por la misma puerta y de manera giratoria volver a entrar, pero esta última vez para ejercer un oficio en otra área determinada. Las puertas giratorias permiten entrar y salir por el mismo sitio una y otra vez. La afirmación de Jesús “yo soy la puerta de las ovejas” descrito en Juan 10:7, 9, aparece de manera conjunta con el “yo soy el buen pastor” (vv.11,14) y nos muestra la realidad de que Jesús como la puerta para sus ovejas no es en ningún momento una puerta giratoria. Los dos “yo soy” que aparecen en este capítulo - aún y cuando los consideraremos de manera separada - ambos “yo soy” estén estrechamente relacionados el uno con el otro.

      Tanto el “yo soy la puerta de las ovejas” como “yo soy el buen pastor” están enmarcados dentro de imágenes comunes y cotidianas de aquel tiempo, en concreto imágenes pastoriles. Una de las profesiones típicas tanto en tiempos nómadas (Génesis 13:2) como en tiempos donde el sedentarismo ya era una realidad, era la profesión de pastor. Las ovejas y cabras eran necesarias para la producción de lana, carne, recipientes de cuero, leben, queso, (Proverbios 27:27), tejidos, etc. Las imágenes pastoriles sin duda alguna, son imágenes usadas ampliamente por la Biblia. Dentro del contexto bíblico, la imagen del pastor guiando, protegiendo y nutriendo a su pueblo está enraizada en el éxodo mismo donde es Dios quien se presenta como el Rey/Pastor que libera a su rebaño, lo protege, guía y nutre llevándolo a los verdes pastos de la tierra prometida.
Pastor Rubén Sánchez
      La acción de Jesús como la puerta es bien distinta a la de los ladrones y salteadores. Estos últimos buscan matar y destruir mientras que Cristo ha venido para dar vida (v.10). Todos los supuestos libertadores como esos fariseos fueron capaces de expulsar a un ciego del redil, pero aquel que es la puerta le dio la vista para creer y entrar a verdes pastos de salvación. Como puerta Cristo tiene el derecho de admisión y no es una puerta giratoria y déjame que te diga que esto es algo glorioso. Es glorioso porque solamente aquellos que son sus ovejas, aquellos grabados en el corazón del buen pastor desde la eternidad misma y a quienes les ha sido dada la llave de la fe para creer entrarán. Ni un ladrón ni salteador entrará, por tanto, nuestra vida está segura en el redil de Cristo, las ovejas están seguras detrás de la puerta. Puedes sufrir el abuso, la burla e incluso el rechazo de la sociedad como lo sufrió el ciego, pero cuando uno llega a la puerta que es Cristo, no hay abuso, ni burla, ni rechazo por parte de aquel que es la puerta. El que por la puerta entra no encuentra cardos y espinos sino verdes pastos, no encuentra muerte sino vida. No es una puerta giratoria, una vez uno entra, por la preservación divina ya no hay salida, una vez salvo, salvo para siempre. Recuerda, “todo aquel que llama se le abre”.        
      Dicha imagen de rey/pastor, era algo común en el antiguo y medio oriente. Normalmente los reyes eran considerados no solamente aquellos que tenían autoridad sobre su pueblo, sino que dicha autoridad tenía al mismo tiempo una función pastoral, es decir, el rey era el pastor de su pueblo para guiarlo y defenderlo de sus enemigos. El éxodo mismo es la victoria del Rey/Pastor a favor de su pueblo y es precisamente todo el contexto del éxodo, redención y peregrinaje en el desierto, el fundamento para la imagen de pastor. Dicha imagen recorre la revelación bíblica y es aplicada de diversas maneras. Es aplicada a Moisés, al rey David quien fue el rey/pastor por excelencia de Israel, a los líderes religiosos de Israel (Ezequiel 34) y es aplicada y cumplida en Dios y el Mesías quien, después del fracaso de todos los otros pastores vendrá a reunir y apacentar a su rebaño amado. (Salmo 23; Isaías 53: 6-7; 56: 9-12; Jeremías 23:1-4; 25:32-38; Ezequiel 34; Zacarías 11). La importancia de las imágenes pastoriles se debe a que son necesarias para poder entender los dos “yo soy” mencionados en Juan 10.

      Cuando centramos la atención en el “yo soy la puerta de las ovejas” (vv.7, 9) uno puede darse cuenta que aparece enmarcado dentro de una parábola. La explicación de dicha parábola surge a raíz de la sanación que Jesús había hecho del ciego de nacimiento en Juan 9 (ver el devocional de la semana 29), esto puede verse cuando se observa que después de la explicación de la parábola, la gente seguía discutiendo en relación a la identidad de Jesús en base al milagro que había hecho con el ciego “estas palabras no son de endemoniado.   ¿Puede acaso el demonio abrir los ojos de los ciegos?” (vv.19-21). El milagro de la sanación del ciego termina con el ciego expulsado de la sinagoga por parte de los fariseos (v.34) y con Jesús acudiendo a buscar al ciego para preguntarle si creía en el Hijo de Dios (v.35). El fin de la historia del ciego de nacimiento demuestra que un pobre ciego fue expulsado del redil de la sinagoga del judaísmo por aquellos que hubiesen tenido que ver y entender quién era Jesús, ahora bien, Jesús fue en busca del ciego expulsado, fue en busca del despreciado. Dicho final y la mención de Jesús que para juicio ha venido al mundo, para que los que no ven, vean, y los que ven, sean cegados (Juan 8:39), es el contexto que motiva la parábola que aparece en Juan 10:1-5.
      En dicha parábola Jesús menciona un tipo de redil probablemente colectivo donde varias familias guardaban varios rebaños de ovejas. Estos rediles, a diferencia de aquellos que estaban construidos en cuevas con paredes de espinos, solían ser rediles que se encontraban en el pueblo de origen donde había rebaños pertenecientes a varias familias y solían tener un portero ya que era común en los rediles de ciudades la práctica criminal donde ladrones y salteadores trepaban las paredes del redil para dar muerte a las ovejas o echarlas a sus cómplices que estaban esperando fuera del redil. Todos estos elementos aparecen en la parábola explicada por Jesús. “El que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que sube por otra parte, ese es ladrón y salteador, mas el que entra por la puerta el pastor de las ovejas es” (vv.1-2), Jesús menciona la presencia de un portero “a este el portero oye” (v.3), existe la mención de ovejas que son pertenencia de Jesús como pastor dando a entender así que el redil probablemente era colectivo “sus ovejas llama por nombre” (v.3), “cuando ha sacado fuera todas las propias”.
      El punto de la parábola de los vv.1-5 es que los no autorizados para entrar en el redil entran para dañar a las ovejas, el pastor que es el autorizado es conocido por el portero y sus ovejas, de tal manera que cuando él las llama, oyen su voz y le siguen. Cuando entendemos que esta parábola presenta el contexto de la sanación del ciego, sale a relucir que los ladrones y salteadores son los fariseos mismos, el redil es el pueblo de Dios formado en Cristo, las ovejas representan a aquellos que oyen la voz de Cristo como el ciego que fue expulsado del redil del judaísmo, pero no así del redil del buen pastor y el pastor es Jesús quien llama a sus ovejas. Dios en Ezequiel 34 ya acusó a los líderes religiosos que en lugar de cuidar de las ovejas las esquilaron (Ezequiel 34:1-10). Frente a esta situación Dios promete algo sorprendente: “Porque así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo, yo mismo iré a buscar a mis ovejas, y las reconoceré” (Ezequiel 34:11) y esto sucederá en el día que Dios establecerá pacto de paz “y estableceré con ellos pacto de paz…” (Ezequiel 34:25). Esto de manera gloriosa se cumple en las palabras, persona y obra de Cristo, ¡por fin Dios ha venido a buscar y reconocer a sus ovejas!  No cabe duda alguna que los fariseos no entendieron la parábola v.6 “esta alegoría les dijo Jesús; pero ellos no entendieron que era lo que les decía”, un gran cambio de categorías era necesario en su mente y vida.

      Si a los fariseos se les hubiese preguntado ¿quiénes eran las ovejas del pastor? ¿Quién tenía el derecho de formar parte de ese redil? Seguramente hubieran respondido, “nosotros no cabe duda. Nosotros somos del linaje de Abraham (Juan 8:33), nosotros somos discípulos de Moisés (Juan 9:28), es imposible que seamos los ladrones y salteadores que dañan a las ovejas, si uno tiene el derecho de formar parte del redil de Dios esos somos nosotros”. Si trasladásemos esta pregunta al tiempo de hoy en día, posiblemente no habría mucho interés, pero quizás varias respuestas surgirían. Unos atribuirían el formar parte de un sistema religioso o simplemente el ser religioso como algo suficiente. Otros determinarían que es el conocimiento lo suficiente y necesario, otros el pedigrí de haber nacido en una familia cristiana lo suficiente para considerarse dentro del redil. Algunos lo atribuirían a ser buena persona o tener algún tipo de espiritualidad, sea occidental, oriental o la mezcla de ambas - algo bien de moda hoy en día -. Ahora bien, nada de esto es válido. Jesús en Juan 10:7-10 determina el único camino válido para ser parte del redil. En su explicación de la parábola Jesús cambia, ahora él es la puerta de las ovejas, “volvió, pues, Jesús a decirles: De cierto, de cierto os digo: Yo soy la puerta de las ovejas” (v.7). 

      La imagen ha cambiado, ahora el pastor es la puerta al redil, el redil ya no es colectivo, sino que solamente hay la presencia de un rebaño, aquel que ha entrado por la puerta y el portero ya no está presente, no hay necesidad de que alguien proteja a las ovejas porque Jesús quién siendo la puerta no solamente guarda la entrada de sus ovejas sino también de ladrones y salteadores, ¿cómo es posible esto? Solamente es posible porque el pacto de paz prometido en Ezequiel 34:25 es ahora cumplido. En el nuevo pacto el formar parte del redil del buen pastor, no depende de un pedigrí religioso como los fariseos podían pensar y muchos hoy en día pueden creer. No depende de formar parte de un redil llamado una religión o religiosidad institucionalizada, nuestro pedigrí de familia cristiana por años y años no es la puerta de entrada. La única manera es una relación vital con aquel que es la puerta de entrada, Cristo, una relación de fe como el ciego sobre quien la obra de Dios fue manifestada y creyó en Cristo como el Hijo de Dios, un entrar a través de la puerta de la persona y obra de Cristo. Jesús tiene la exclusividad como puerta de entrada, v.8 “todos los que antes de mí vinieron, ladrones son y salteadores”. Todos aquellos que en el pasado clamaron ser libertadores (Ezequiel 34) ninguno de ellos lo fue, y de la misma manera todos aquellos que clamen serlo en un futuro tampoco lo serán. “Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo, y entrará y saldrá y hallará pastos” (v.9). El postmodernismo clama que cualquier verdad es igualmente válida, cualquier puerta es igualmente válida, pero pregúntate esto: Si cuando viajas en avión se te asigna la puerta A-19 y te diriges a la puerta C-44 ¿crees que esta última será válida para tu viaje? Sinceramente creo que no. La falacia del posmodernismo es decirte que todo es igualmente válido y verdad cuando en lo profundo sabemos que no es así. “Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo, y entrará y saldrá y hallará pastos” es un clamor absoluto de exclusividad, algo que nuestro mundo le resulta difícil de aceptar.
Devocional Semanal - Pastor Rubén Sánchez
"...y le puso por nombre Eben-Ezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó Jehová" (1ª Samuel 7:12)