Devocional Semanal - Pastor Rubén Sánchez
"...y le puso por nombre Eben-Ezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó Jehová" (1ª Samuel 7:12)
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PEREZA ESPIRITUAL
“Acerca de esto tenemos mucho que decir y difícil de explicar,
por cuanto os habéis hecho tardos para oír”
(Hebreos 5:11)

      La pereza es un mal que en algún u otro momento de la vida nos asalta a todos. No hay nadie que pueda tirar la primera piedra declarando que a lo largo de su vida ha estado libre de dicho mal. La pereza es un mal denunciado por las Escrituras, es una actitud que, en cierta manera, contradice uno de los aspectos por los cuales el ser humano fue creado a imagen de Dios. Dentro de lo que se han llamado las ordenanzas de la creación, Dios determinó que el ser humano sojuzgase y gobernase la tierra (Génesis 1:26, 28), debía trabajar labrando y guardando el Edén como el primer sacerdote de la historia (Génesis 2:15). Por tanto, el ideal de la creación tenía al trabajo como parte de él, un trabajo llevado a cabo dentro del reposo eterno de Dios y perfección del primer ideal. El ser humano fue creado no para la pereza, es por ello que las Escrituras denuncian dicho mal como parte de una vida nada sabia y alejada del ideal de Dios. Proverbios 6:6-11 llama al perezoso a contemplar a la hormiga, a meditar en sus caminos. Sin lugar a duda, la pereza es un mal necio que puede llegar a destruir al hombre más grande, tal como dice Proverbios 6:11 así es como viene “tu necedad como caminante y tu pobreza como hombre armado”. Ahora bien, hay un tipo de pereza que puede llegar a ser realmente peligrosa y alarmante, una pereza que puede ser síntoma de una incredulidad profunda en el corazón. La pereza espiritual es la forma más peligrosa de holgazanería. Es precisamente a este tipo de pereza a la que se refiere el autor de Hebreos cuando escribiendo a su audiencia les dice; “acerca de esto tenemos mucho que decir”. El autor de Hebreos ha introducido el gran tema del sumo sacerdocio de Jesucristo según el orden del Melquisedec. Un tema de extrema importancia, teológicamente complicado, ahora bien, un tema que todo creyente debería tener el anhelo y deseo profundos de crecer en él.  El sumo sacerdocio de Jesucristo está ligado a su identidad y a su obra a nuestro favor. Adentrarnos y crecer en dicho conocimiento es crecer en el conocimiento de aquel que se entregó por nosotros, es crecer en la obra gloriosa comprendiendo que su intercesión por nosotros es eterna y permanente. Profundizar en ese conocimiento es saber que tenemos a Jesucristo misericordioso y compasivo en medio de nuestras debilidades y pecados. Es precisamente acerca de esto que el autor y los suyos tienen “mucho que decir, y difícil de explicar”. Ahora bien ¿dónde reside la dificultad? Sorprendentemente la dificultad reside en los oyentes, el tema es difícil de explicar “por cuanto os habéis hecho tardos para oír”, literalmente “perezoso para oír”. El autor tuvo que parar de explicar y profundizar en las grandezas de Cristo como sumo sacerdote porque su audiencia se había hecho perezosa en oír. La pereza espiritual había hecho acto de presencia en sus vidas hasta el punto de hacerse complicado para ellos el conocer y querer crecer en el conocimiento del Salvador. La pereza lo hace todo difícil y cuesta arriba y la pereza espiritual no es una excepción a ello. La pereza espiritual hace difícil el querer crecer en el conocimiento del aquel que es precioso para nuestras almas. La pereza espiritual hace que uno se conforme con el ABC que ya sabe sobre Cristo y le irrita profundamente cuando mucho más se le dice sacándolo de su zona de confort. ¡Cuidado con dicha pereza! ¡Cuidémonos de ella! ¿Por qué? Porque el autor en el contexto tuvo que decirles que esa pereza podía ser el primer síntoma de un corazón apóstata, un corazón que estaba deslizándose lejos de la salvación. No seamos perezosos espirituales, sino más bien dejemos atrás los primeros rudimentos y crezcamos en el gran y precioso conocimiento de nuestro Señor.
INICIO DE SEMANA
Martes  
Miércoles  
Jueves  
Viernes  
TEXTOS DE MEDITACIÓN PARA LA SEMANA
Proverbios 6:6-11
Hebreos 5:1-10
Hebreos 5:11-14
Hebreos 6:1-9
FINAL DE SEMANA
DEJANDO ATRÁS
LOS RUDIMENTOS

“Por tanto, dejando atrás los rudimentos de la doctrina de Cristo,
vamos adelante a la perfección;
no echando otra vez el fundamento del arrepentimiento de obras muertas,
de la fe en Dios”
(Hebreos 6:1)
       Los rudimentos a nivel general son aquello que está en una etapa inicial. Por ejemplo, algo que puede parecer obvio pero que es un rudimento vital en la enseñanza de la natación, es aprender a respirar. Los niños que aprenden a nadar deben tomar conciencia de que la respiración en natación debe ser primeramente algo consciente y voluntario debido a que es totalmente distinto a la respiración que se da de manera natural en la superficie. Deben inspirar fuera del agua y exhalar por la boca y nariz todo el air dentro del agua. Como es de esperar, los nadadores profesionales realizan esto de manera automática, es un automatismo en ellos el inspirar rápidamente cuando parte de la cabeza está fuera del aguar y exhalar la mayor cantidad de aire dentro del agua. Sería algo totalmente anormal y perjudicial que un nadador profesional todavía estuviese con el rudimento de la respiración en la natación. El nadador profesional debe ir más allá, sin quitar la gran importancia del rudimento de la respiración, el nadador debe dejarlo atrás y moverse a la perfección del estilo. Lo mismo sucede con los cristianos. Es algo totalmente anormal y hasta cierto punto una señal de peligro el seguir con los rudimentos en la vida cristiana. El resultado del autor de Hebreos es decirle a sus oyentes que deben moverse más allá de los rudimentos de la fe; “por tanto, dejando ya los rudimentos de la doctrina de Cristo”. Puede parecer algo sorprendente lo que dice el autor ¿cómo es posible ir más allá de los rudimentos de la doctrina de Cristo? ¿No es la doctrina y la persona de Cristo el todo? ¿No es Cristo, tal y como dijo C. H. Spurgeon: “la suma y sustancia del evangelio, él mismo es toda la teología, la encarnación de toda preciosa verdad, la gloriosa personificación del camino, la verdad y la vida”? Ciertamente Cristo es el todo, el cumplimiento de toda la historia redentora, ahora bien, las palabras del autor aparecen como un resultado. El autor ha puesto de manifiesto la realidad de la pereza espiritual en sus oyentes, la realidad de encontrarse todavía como niños con la necesidad de que se les vuelva a enseñar los rudimentos de la fe que ya deberían haber asimilado. El autor les muestra que requieren de leche y no de alimento sólido porque este último es para los que han alcanzado madurez (Hebreos 5:11-14). En el contexto mayor, tal pereza espiritual puede ser el síntoma de un mal más profundo, el mal de la apostasía, el síntoma de estarse deslizando de una salvación que creían conocer y creer, pero nunca la conocieron y creyeron. Quizás, unos de los primeros síntomas de la apostasía es la apatía y pereza espiritual. Ahora bien, el autor no lo da todo por perdido, aun y cuando tenga que hablarles duro, tanto él como sus colaboradores están persuadidos de cosas mejores para sus oyentes en cuanto a la salvación (Hebreos 6:9), en otra palabras, todavía hay esperanza para ellos. Por tanto ¿qué deben hacer? “dejando ya los rudimentos de la doctrina de Cristo, vamos adelante a la perfección”. La acción principal es “vamos adelante a la perfección” es decir, sus oyentes deben crecer a la madurez. El autor no aboga por olvidarse de la doctrina de Cristo, mal haríamos en interpretarlo así. Cristo es central, la doctrina de Cristo es vital, ciertamente es la suma y sustancia de toda la teología. Por tanto, como rudimentos es algo que todo creyente debe saber desde el principio, es su ABC con el cual deberá aprender a hablar. Los creyentes no deben quedarse estancados, deben madurar ¿cómo? “no echando otra vez el fundamento del arrepentimiento de las obras muertas, de la fe en Dios, de la doctrina de los bautismos, de la imposición de manos, de la resurrección de los muertos y del juicio eterno” (Hebreos 6:1-2). El autor les muestra que su madurez no pasa por olvidar estos aspectos fundamentales de la fe, el fundamento ha sido puesto, los rudimentos básicos fueron enseñados, la doctrina de Cristo fue establecida, ahora sobre todo ello debe construirse. Por ello, una pereza espiritual que no quiere moverse adelante en la madurez y el conocimiento de Cristo es síntoma peligroso. Tenemos los rudimentos, pero tenemos también las grandezas y glorias de la doctrina de Cristo. No nos estanquemos, vayamos adelante a la perfección de todo aquello maravilloso que Dios nos ha dejado en Cristo. Así que, esto haremos, si Dios en verdad nos lo permite.