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SIERVOS PARA SANTIFICACIÓN
“Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios,
tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin la vida eterna”
(Romanos 6:22)
      Wilberforce movido por la gracia de Dios luchó contra la esclavitud tiránica de seres humanos pero dicha lucha surgió del hecho qué él mismo había sido libertado de la esclavitud del pecado para ser hecho siervo de Dios. De esta realidad nos habla el apóstol Pablo en Romanos 6:22. El apóstol Pablo muestra paradójicamente que hay un tipo de servidumbre que no es tiránica, dominante y degradante sino todo lo contrario. Es una servidumbre cuyo propósito es forjar la santidad en la vida del siervo y su fin último es la vida que pertenece a las mismas esferas celestiales. En Romanos 6:22 el apóstol nos muestra primero, la libertad y servidumbre del creyente, segundo, la santificación como el propósito de ser siervos de Dios y tercero, la vida eterna como el fin último de ser siervos de Dios.


      Si hay una gloriosa realidad en la vida del creyente es que ha sido liberado del pecado y hecho siervo de Dios, “mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios”, en palabras de Lloyd-Jones “esta es una de las magníficas premisas en las que el apóstol resume la verdad acerca de todo cristiano, de todos los que están en Cristo Jesús”. Pablo entiende que ha habido un cambio radical en la vida de todo creyente. Previo a ese cambio existía una vida cuyo fruto no era la vida sino la misma muerte, su fruto aunque en la vida podía parecer apetecible y atrayente, su verdadera esencia llevaba el mismo jugo del Hades “¿pero qué fruto teníais de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis? Porque el fin de ellas es muerte, mas ahora (Romanos 6:21-22). Cierto es que había una vida cuyo fin último era la muerte pero Pablo describe que en la vida de todo creyente hay un “mas ahora” algo que lo cambia todo. Dicho cambio el apóstol lo describe con la imagen de dos señores y el cambio de haber sido liberado de la esclavitud de uno para pasar al servicio o servidumbre del otro “ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios”. Todo creyente sin excepción y sin distinción “ha sido libertado” de un señor tirano que oprimía su vida “el pecado”. En más de una ocasión, el pecado es personificado en la Biblia como un señor o amo que es capaz de ejercer control y tiranía en la vida de uno, ahora bien, su dominio es tan astuto como astuta lo fue la tentación de la serpiente al inicio de la historia de la humanidad.


      El pecado es un amo que parece ofrecernos toda clase de opciones que nos hacen sentir y pensar que somos libres, pero no es así. El pecado ofrece la misma falsa libertad que Satanás ofreció a Cristo en la tentación “todo esto te daré, si postrado me adorares” (Mateo 4:9) y cuando uno hace caso a ese amo, el pecado aprieta más y más su lazo alrededor del cuello de aquellos que son sus siervos. Esa falsa libertad actúa como el detonante que hace saltar la trampa para apresar a la presa. Produce dolor, produce miseria, produce angustia, produce asfixia y produce en último término la muerte del esclavo. Es entonces cuando el pecado se muestra como lo que realmente es, un amo que esclaviza. Lo peor de todo es que uno no puede liberarse por sí mismo de esa esclavitud. Si crees que puedes salir de la esclavitud del pecado con tus propias fuerzas, eso es un espejismo y una realidad que la Biblia no contempla, uno no puede ni quiere. Como el peregrino de John Bunyan no podía quitarse la carga por sí mismo, tampoco nosotros podemos hacerlo. Ahora bien, ¡glorioso es el cambio producido en el cristiano! “habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios”.
Pastor Rubén Sánchez
Devocional Semanal - Pastor Rubén Sánchez
"...y le puso por nombre Eben-Ezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó Jehová" (1ª Samuel 7:12)
      William Wilberforce nació en la ciudad inglesa de Kingston en Yorkshire, el 24 de agosto de 1759. Nació en el seno de una familia adinerada debido al comercio naval con el Báltico. Aun y cuando muchas cosas podrían ser dichas de Wilberforce, sin duda alguna su papel en la abolición de la esclavitud es el hito de máxima importancia. Wilberforce se dedicó a la carrera política presentándose a las elecciones como representante de Yorkshire. Contra todo pronóstico se hizo con un asiento en el Parlamente Británico. Fue tiempo más tarde que estando en la Riviera francesa recibió una carta de su amigo Pitt para que regresara de inmediato al parlamento. Antes de hacerlo Wilberforce notó que su prima había llevado consigo un libro de Philip Doddrige “Nacimiento y progreso de la religión en el alma”. Ese libro marcó el punto de partida de la conversión de Wilberforce. Esa salvación acontecida en Wilberforce marcó un nuevo objetivo político en su vida, la abolición del tráfico de esclavos. De su conversión brotó el fruto de considerar a la esclavitud y el tráfico de seres humanos como un error y pecado delante de los ojos de Dios y como algo destructivo y denigrante. Todo y las luchas, en 1807 el proyecto abolicionista de Wilberforce fue aprobado por el Parlamente Británico.
      El gran cambio operado en la vida de todo cristiano es dado no por uno mismo sino por Dios “habéis sido libertados del pecado”. El poder de ese amo ha sido vencido, la cuerda que apretaba cortada, la cadena que apresaba rota ¿cómo ese cambio ha sido operado? Hemos sido unidos a Cristo en su muerte y resurrección. El cristiano es unido a la muerte de Cristo por lo que así hemos muerto al pecado para no servirle y unidos a la resurrección de Cristo para una vida nueva (Romanos 6:1-6). Solo en Cristo hay verdadera libertad y ese cambio de libertad nos ha hecho siervos de Dios. El cristiano ha cambiado de señor, del tirano pecado al Señor bondadoso, Dios nuestro Padre.
      ¡Glorioso es el cambio operado! Como cristiano debes saber que ya no eres esclavo del pecado. Cierto es que en este mundo dicho pecado coletea como la cola de una lagartija recién cortada. Cierto es que seguimos luchando con él a lo largo de nuestra vida pero debes pensar que si estás unido a Cristo ya no estás más bajo el yugo opresor del pecado. Cuando nuevamente ese amo llegue y te diga aun y cuando sea con voz de mando: “¡mírame, sírveme no puedes hacer otra cosa!” piensa en el cambio operado por Dios en tu vida uniéndote a Cristo, piensa que has sido hecho siervo de Dios y ahora le sirves a él, piensa que la cruz es el lugar donde el cuerpo de pecado fue crucificado, piensa que allí Cristo exclamó, “consumado es”. Ahora bien, esa libertad es para un propósito claro, la santificación.


      Como cristianos hemos sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios para tener como fruto la santificación “tenéis por vuestro fruto la santificación”. Todo cristiano es un siervo para santificación. Uno podría pensar que la situación no ha cambiado mucho, de ser esclavos o siervos del pecado, hemos pasado a ser “siervos” literalmente “esclavos de Dios” ¿qué diferencia hay? El propósito por el cual todo cristiano ha sido libertado del pecado y hecho siervo de Dios marca la diferencia. Si servir al pecado es destructivo, el propósito de ser siervo de Dios es santificador. La santificación es esa doctrina que fluye directamente de la aplicación de la salvación obrada y asegurada por Cristo a todo creyente. La santificación podría definirse como la creación de la imagen de Cristo en nosotros. En esa santificación es primeramente Dios el que obra en la vida del creyente. Puede notarse que Pablo establece que siendo hechos siervos de Dios “tenéis por fruto la santificación”, es decir, la santificación es vista primero como un fruto, algo que brota en la vida de todo cristiano. No es algo que yo produzco sino que es algo producido en mí. Por medio del Espíritu Santo y la Escritura, Dios santifica a todo creyente, restaura la imagen de su Hijo en nosotros. Gracias a esta obra santificadora de Dios es que todo creyente puede y debe vivir en el fruto de la santificación. Dios nos ha hecho sus siervos para que podamos vivir agradándole a él, podamos vivir en obediencia a su Palabra, podamos vivir en el fruto de esa consagración creada en nosotros. Ser hechos siervos de Dios no es destructivo sino restaurador, no tiranía sino gracia y amor. Debo ser honesto y decir que ese glorioso cambio operado por Dios en Cristo me lleva a preguntarme ¿cómo está ese fruto de santidad en mi vida? ¿Cómo cultivo ese fruto de santificación? ¿Cómo reflejo el haber sido hecho siervo de Dios? ¿Podrías tú igualmente pensar en esas preguntas en tu vida? Examinarse es importante porque hay un fin glorioso, la vida eterna.


      El ser siervo de Dios tiene como fin último la vida eterna “y como fin, la vida eterna”. No podría ser de otra manera, el fin último es glorioso ¿a qué se está refiriendo Pablo aquí? La vida eterna es la consumación final de todo, y cuando esto es puesto a la luz de todo el mensaje de Pablo en este versículo resulta asombroso. Dios nos ha libertado del pecado para hacernos sus siervos ¿para qué? Para que tengamos como fruto producido primeramente por él la santificación en nuestras vidas, ¿por qué Dios querría producir ese fruto en nuestra vida? Porque tiene como fin último que alcancemos la vida eterna, la gloria radiante, para que al fin, seamos hechos a la imagen y semejanza de su hijo Jesucristo. Sin duda alguna que esto muestra que la salvación proviene únicamente de Dios, él la obra, él la asegura y él la lleva a su glorioso fin.
MEDITACIÓN

¡Qué glorioso es el cambio operado en nuestro ser! ¡Qué maravilloso el cambio de lealtad operado en nosotros! ¡Qué maravilloso el fruto y el fin de nuestra salvación! En tu vida de santificación y en tu lucha con el pecado piensa en las palabras del apóstol “libertados del pecado y siervos de Dios tenéis por vuestro fruto la santificación y como fin la vida eterna”. Piensa y ora sobre estas palabras porque ellas son una realidad en la vida de todo creyente salvo por gracia y fe en Jesucristo.
MARTES

Leer: Romanos 6:4-11

Meditar: ¿Cuál es la base de la nueva vida que tiene el creyente según el v.4? ¿Qué sucede en el versículos 4 con aquel unido a Cristo? ¿Cómo es descrita la vida que ahora el unido a Cristo tiene? Según los vv.5-10, ¿Qué realidades se han dado debido a la unión del creyente con Cristo? ¿Cómo aplica Pablo todo lo dicho en el v.11? Viendo estos versículos ¿crees que la vida de santificación empieza primeramente por nuestras obras por la obra de Dios en la vida del creyente?

Orar: La santificación es primeramente una obra de Dios en la vida del creyente gracias a su unión con Cristo y nueva vida en él. Da gracias a Dios porque él es quien empieza en ti el fruto de la santificación. Glorifica a Dios por estas realidades acontecidas en tu vida por tu unión con Cristo.


MIÉRCOLES

Leer: Romanos 6:12-14

Meditar: ¿Qué imperativos muestra Pablo en estos versículos? ¿Cuál es la base de todos estos mandamientos dados por el apóstol? ¿Crees que en creyente está en condiciones de cumplirlos? ¿Por qué? Según estos versículos ¿Es la santificación solamente una obra de Dios o también el creyente tiene algo de parte en ello?

Orar: La santificación es definitiva en el sentido que es la obra de Dios en nosotros, pero es progresiva también y es aquí donde como cristianos debemos cultivar ese fruto de santificación, por la gracia de Dios, el Espíritu y su Palabra. Pide a Dios que él te ayuda a cultivar la santificación en tu vida. Pide a Dios la gracia suficiente para poder vivir como siervo de Dios en santidad.


JUEVES

Leer: Romanos 8:18-25

Meditar: ¿Qué contrastes presenta el apóstol Pablo en estos versículos? ¿Qué es aquello que se espera para los hijos de Dios? ¿Cómo describe el v.23 esa gloria venidera que ha de manifestarse en todo creyente? ¿Qué garantía en el v.23 nos es dada para saber que esa adopción y redención final del cuerpo será dada? ¿Cómo crees que esto se relaciona con la santificación? Según los versículos leídos ¿Crees que la santificación del creyente llega a la perfección en este mundo?

Orar: La glorificación final será el fin de nuestra santificación, en ese día la imagen de Cristo será plenamente formada y completada en el creyente. Da gracias a Dios porque él ha dado a su espíritu como primer fruto de esa realidad última en tu vida. Pide a Dios que sea esa esperanza certera en el futuro lo que te mueva a vivir en santidad en el presente.


VIERNES

Leer: 1ª Corintios 1:1-3

Meditar: ¿A quién se dirige Pablo y el hermano Sóstenes en estos versículos? ¿Cómo son descritos los Corintios en estos versículos? ¿Dónde se encuentra primeramente la santificación de los Corintios según el v.2? ¿Cómo explicarías la idea de “santificados en Jesucristo” y al mismo tiempo “llamados a ser santos”? ¿Es esa realidad de santidad aplicada únicamente a los Corintios o se extiende a toda iglesia? 

Orar: La santificación es individual de todo creyente pero también corporativa de toda la iglesia. Toda congregación es santa en Cristo y debe vivir en el llamado progresivo de la santidad. Pide a Dios que tu congregación local pueda caminar por el camino de la santidad. Pide a Dios que en lugar de ser instrumento de crítica te ayuda a ser instrumento de santidad para tu congregación.


SÁBADO

Leer: 1ª Tesalonicenses 5:23-28

Meditar: ¿Con qué sección de la carta se corresponden los versículos leídos? ¿Cuál es la obra que Dios realiza en el creyente según el v.23? ¿Qué alcance de la santificación ves en la expresión “todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo”? ¿Cuál es el propósito de esa santificación completa? ¿Según el v.24 cuál es la certeza que el creyente tiene que Dios realizará esa santificación completa?

Orar: El saber que Dios es fiel en completar la santificación en aquellos que llama es al mismo tiempo una seguridad de nuestra salvación. Dios terminará la obra que empezó en nosotros. Da gracias a Dios porque la salvación proviene únicamente de él, porque él la inicia, él la obra, él la asegura y el la completará hasta el fin. 
William Wilberforce, 1759-1833
Foto original publicada en "Royal Museum´s Greenwich"