Copyright 2013 Iglesia Evangélica Bautista "Piedra de Ayuda", San Eusebio, 54 - 08006 Barcelona. España

Pastores Roberto Velert Chisbert -- Telfs- 93.209.83.46 - Móvil: 659.890.253  emali: radiobonanova8@gmail.com
         Rubén Sanchez Noguero - Telfs - 93.209.83.46 - Móvil: 610.224.965   emali: rsanchez111@yahoo.es
¿Y AHORA QUÉ?
“Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, Judea, Samaria y hasta lo último de la tierra” (Hechos 1:8)
Pastor Rubén Sánchez
Devocional Semanal - Pastor Rubén Sánchez
"...y le puso por nombre Eben-Ezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó Jehová" (1ª Samuel 7:12)
      Una de las cosas con las que Dios ha capacitado al ser humano es la capacidad de recordar. La memoria resulta ser un don de la mano divina que nos permite recordar y traer al presente de nuestras vidas eventos del pasado. La memoria nos permite viajar a nuestro pasado y poder extraer del baúl de eventos que vivimos, aquellas palabras o hechos que nos permitan, en cierta manera, vivir y afrontar nuestro presente y futuro. Ahora bien, si la memoria es una capacidad presente en nosotros de igual manera lo es su némesis, el olvido. Allí donde la memoria se presenta de igual manera irrumpe la capacidad, voluntaria o involuntaria, del olvido. El ser humano es pronto para recordar, pero quizás más pronto para olvidar. Parece ser que el olvido es como una especie de agujero negro de donde ni la luz de la memoria puede volver a salir y relucir. José Ángel Buesa en su “Poema del olvido” lo describe de la siguiente manera: 
      El Cristo resucitado habló a sus discípulos y les dijo: “pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo”. Era necesario que Cristo resucitase y ascendiese al Padre y dicha necesidad estaba relacionada de manera directa con la entrega del Espíritu Santo a la vida de aquellos que eran sus discípulos. En el desarrollo del plan de salvación, Dios decretó que el Espíritu sería el Espíritu prometido y entregado por el Cristo resucitado, “he aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre, sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén hasta que seáis investidos de poder desde lo alto” (Lucas 24:49). El recuerdo y presencia viva del Cristo resucitado vendría en el testigo primario de Cristo, el Espíritu Santo. Dicha presencia no solamente implicaría un recuerdo vivo en la vida de los discípulos sino también “poder”. El poder de Dios que levantó a su Hijo de los muertos, el poder de Dios que vació la tumba, el poder de Dios que testificó y declaró a Jesucristo como el Hijo de Dios según el Espíritu santidad por la resurrección de entre los muertos (Romanos 1:4), fue el poder dado en el Espíritu Santo a aquellos que se les dijo que esperasen a la luz de la verdad gloriosa del Cristo resucitado. La resurrección de Cristo supone la entrega del testigo poderoso y principal de Cristo en la vida de aquellos que somos discípulos de Cristo. Dios no dejó que dicha verdad fuese olvidada sino sellada con poder en la vida de aquellos que esperaban a la luz de esta. ¿Cómo dicha realidad debía ser recordada? Mediante el testimonio.


      Dios entregó el testigo poderoso y primario de Cristo para que aquellos que lo recibiesen se convirtiesen en testigos poderosos y primarios del Cristo crucificado y resucitado “y me seréis testigos”. Los discípulos debía ser testigos de Jesucristo. No debían ser testigos de ellos mismos, no debían ser testigos de su cultura y tiempo sino testigos del Cristo que había muerto en la cruz, que había resucitado y que ascendería triunfante a la diestra del Padre. Este fue precisamente el contenido principal del primer mensaje del apóstol Pedro (Hechos 2:22-24). El recuerdo de la crucifixión y resurrección de Cristo debía venir dado mediante el testimonio poderoso de aquellos que eran discípulos de Cristo y en quienes esas verdades habían sido selladas en sus vidas por medio del Espíritu. El recuerdo del Cristo crucificado y resucitado no debe quedar en un recuerdo que es portado en volandas y pasos una vez al año durante una semana concreta. En aquellos que por la gracia de Dios somos discípulos de Cristo sellados con el Espíritu Santo, el recuerdo del Cristo crucificado y resucitado debe de ser mantenido mediante el constante testimonio diario y poderoso en nuestras vidas. ¿Y ahora qué? Ahora “me seréis testigos”, testigos que proclamamos día a día no con nuestro poder sino con el poder del Espíritu que Cristo murió y resucitó. Testigos que recordamos diariamente que aquel que fue sometido a los dolores de la muerte en nuestro lugar fue también levantado y suelto de esos mismos dolores. Este es el mensaje y el poder que transforma al mundo.


      Me seréis testigos “en Jerusalén, Judea, Samaria y hasta lo último de la tierra”. El testimonio del Cristo crucificado y resucitado debía alcanzar las naciones. La entrega del Espíritu supuso la apertura del nuevo pacto a todas las naciones. Ahora sin distinción de raza, lengua, pueblo o nación, el testimonio de Cristo puede y debe llegar hasta el último confín de la tierra. Toda nación debe escuchar el testimonio y recuerdo que Cristo murió y resucitó. Quizás uno puede pensar “para esto se necesita mucho”, bien, lo necesario ya fue dado, el poder del Espíritu es más que suficiente para convertir naciones y llevarlas a los pies del Cristo crucificado y resucitado.
MEDITACIÓN

¿Y ahora qué? Ahora testifiquemos de este Cristo que hemos recordado que murió y resucitó. No dejemos que esa agua maldita del olvido esté presente en nosotros, no dejemos que el olvido haga desaparecer nuestro testimonio hasta el año que viene. Testifiquemos que Cristo murió y resucitó, proclamemos que Cristo vive y vive para siempre. 
MEDITACIÓN SEMANAL BASADA EN EL DEVOCIONAL
LUNES

Leer: Isaías 43:1-13; Hechos 1:8

Meditar: ¿A quién se está dirigiendo Dios en Isaías 43:1-3? ¿Qué es aquello que Dios ha obrado a favor de su pueblo? ¿Cuál es el papel que Israel debía jugar según el v.10? ¿Cómo crees que se relaciona lo dicho en Isaías con lo dicho en Hechos 1:8?

Orar: El nuevo pueblo de Dios fue formado a partir de aquellos discípulos que fueron investido con poder de lo alto para ser testigos del evangelio de Cristo. Da gracias a Dios porque él es fiel en cumplir sus promesas. Glorifica a Dios porque el cumplimiento fiel de sus promesas ha supuesto tu salvación.


MARTES


Leer: Lucas 24:46-53; Hechos 1:1-11

Meditar: ¿Cómo crees que se relaciona el final de Lucas con el inicio del libro de Hechos? ¿Cuál es la promesa del Padre según el texto de Hechos? ¿Por qué crees que era tan importante recibir el Espíritu en el contexto de Hechos? ¿Qué implicaciones crees que tiene la pregunta de los ángeles en el v.11?

Orar: Da gracias a Dios por la entrega de su Espíritu Santo quien aplica y sella su salvación en tu vida. Da gracias porque el Espíritu abrió el nuevo pacto que hizo posible que el evangelio llegase a toda nación con poder. Pide a Dios que te ayude a esperar el regreso de Cristo no de manera contemplativa sino de manera activa siendo testigo de él.


MIÉRCOLES

Leer: Hechos 2:22-24

Meditar: ¿Cómo describe Pedro a Cristo según el v.22? ¿Cómo fue la entrega de Cristo según el v.23? ¿Cómo Pedro testifica del evangelio en estos pocos versículos?

Orar: Glorifica a Dios porque él mismo dio testimonio de que Cristo era su aprobado para llevar a cabo la redención. Glorifica a Dios por ser un Dios soberano que, aun y la responsabilidad del ser humano en la muerte de Dios, él actuó en su providencia controlándolo todo. Glorifica a Dios porque él permitió la muerte de su Hijo y actuó en la resurrección del mismo.


JUEVES

Leer: Salmo 16:1-11

Meditar: ¿Qué es Jehová para el salmista según los vv.1-5? ¿Por qué bendecirá el salmista a Jehová (v.7) ¿Cuál es la confianza que presenta el salmista en los vv.8-10? ¿Cuál es la esperanza que presenta el salmista en este salmo? ¿Cómo crees que este salmo se cumple en Cristo Jesús?

Orar: Dar gracias a Dios porque él es nuestra protección y la porción de nuestra herencia. Glorifica a Dios porque aun y las dificultades de este mundo él no te dejará sin mostrarte la senda de la vida. Pide a Dios que te ayude a que sea una realidad en tu vida lo dicho por el salmista “en tu presencia hay plenitud de gozo”.


VIERNES

Leer: Hechos 2:25-36

Meditar: ¿Cómo crees que Pedro aplica el Salmo 16:8-11 a la muerte y resurrección de Cristo? Según los vv.29-31 ¿Cómo Pedro entiende que se cumple en Cristo lo escrito por David en el Salmo 16:8-11? ¿Cuál es el cumplimiento último del Salmo 16:8-11 en Hechos 32-35? ¿Cómo entiende Pedro esta verdad según el v.36?  

Orar: Glorificar a Dios porque el no dejó que su Hijo viese corrupción, sino que le resucitó de los muertos. Dar gracias a Dios porque tu esperanza está puesta en un Cristo vivo y triunfante. 


SÁBADO

Leer: Romanos 10:12-15

Meditar: ¿Existe alguna diferencia entre judío y gentil en términos de salvación según el v.12? ¿Cuál es el requisito para salvación según los vv.12-13? ¿Cómo crees que se relaciona lo dicho en los vv.14-15 con la necesidad de “invocar el nombre de Señor”?

Orar: Pide a Dios que el testimonio del evangelio sea una realidad constante en tu vida. El Cristo que murió y resucitó es el Cristo que debe de ser proclamado y el Señor que debe de ser invocado. Pide a Dios que él te ayude a dar testimonio de Cristo y a orar por aquellos, pastores, predicadores, misioneros que están constantemente testificando de Cristo.
“Yo sé bien que el olvido, como un agua maldita
nos da una sed más honda que la sed que nos quita
pero estoy tan seguro de poder olvidar…”
      El olvido es “como un agua maldita que da una sed más honda que la sed que nos quita”. Ciertamente el olvido es ese ladrón que nos quita más de lo que supuestamente nos puede dar. Posiblemente debido a lo pronto que somos en olvidar es que la Biblia constantemente está advirtiendo que no olvidemos. “No te olvides de las cosas que tus ojos han visto” (Deuteronomio 4:9), “no os olvidéis del pacto de Jehová vuestro Dios” (Deuteronomio 4:23), “te olvidaste del Dios de tu salvación” (Isaías 17:10). Es debido a esto que las Escrituras constantemente repiten y repiten los maravillosos hechos que Dios obró a favor de su pueblo, la repetición ayuda a no ser olvidadizos. Hace nada hemos recordado que Cristo ha resucitado de los muertos, pero ¿y ahora qué? ¿Seguiremos recordando la gloriosa verdad histórica del Cristo resucitado? ¿Será el olvido aquello haga acto de presencia? ¿Y ahora qué? La historia no terminó en la resurrección de Cristo, no terminó en la tumba vacía, el Cristo resucitado habló a sus discípulos mostrándoles que esa verdad marcaría el inicio de algo que cambiaría al mundo y en lo que ellos serían partícipes. ¿Y ahora qué? Ahora “recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo y me seréis testigos en Jerusalén, Judea, Samaria y hasta lo último de la tierra”. La resurrección de Cristo no debía de ser verdad sujeta al olvido sino la llave que abriría las puertas de tres aspectos importantes: el poder de lo alto, el testimonio del Cristo crucificado y resucitado y la transformación del mundo.