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¡MIRAD A MÍ!
“Mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay más” (Isaías 45:22)
      Quién podría haberse imaginado que dicho texto cambiaría la vida de uno de los predicadores más grandes de la historia de la iglesia. Ni el predicador desconocido que lo proclamó ni el propio Charles Haddon Spurgeon quien fue el receptor de la gracia divina contenida en ese texto lo hubiesen podido imaginar. Un 6 de Enero de 1850 el joven Spurgeon salió de su casa en Colchester camino a la iglesia. Providencialmente una tormenta de nieve se interpuso en su camino y llegando a Artillery Street, Spurgeon decidió tomar esa pequeña calle y refugiarse en una pequeña congregación. Al entrar en esa iglesia el número de asistentes era bien reducido y el pastor que tenía que predicar no pudo llegar a la iglesia debido a la tormenta.
Pastor Rubén Sánchez
Devocional Semanal - Pastor Rubén Sánchez
"...y le puso por nombre Eben-Ezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó Jehová" (1ª Samuel 7:12)
      Ese llamamiento fue un llamamiento eficaz en la vida de Spurgeon, le permitió encontrar salvación esa misma mañana. En ese día nació de nuevo el que sería llamado el “Príncipe de los predicadores”. Aquel joven de dieciséis años comprendió una de las grandes verdades del evangelio, comprendió la salvación por la sola fe en Jesucristo. Años más tarde en uno de sus mensajes “El Cielo y el Infierno” basado en Mateo 8:11,12, Spurgeon describe dicha realidad de la siguiente manera: “Vamos, yo pensaba que había muchas cosas que yo debía hacer, pero descubrí que sólo tenía que mirar. Yo pensaba que tenía que tejerme un vestido: pero descubrí que si miraba, Cristo me daría un vestido”.  La gracia hallada por Spurgeon en Isaías 45:22 sigue siendo la gracia eficaz e irresistible que uno puede encontrar hoy en día en dicho texto. El texto que Dios utilizó para la salvación de Spurgeon nos habla primero de la salvación por la fe, segundo de los sujetos que pueden ser salvos y tercero la razón de la salvación.
      A consecuencia de esa situación, un hermano metodista subió al púlpito y predicó Isaías 45:22 “mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay más”. El predicador proclamó dicho texto con gran énfasis, en palabras del propio Spurgeon. “alzó la voz como solamente un predicador metodista podía hacerlo”.


            De repente y debido a la poca asistencia, Spurgeon fue el blanco fácil del predicador quien mirándole clamó diciéndole “oh joven, tu pareces miserable y siempre serás miserable, miserable en vida y miserable en muerte si tú no obedeces a mi texto; pero si obedeces ahora, en este momento, serás salvo. Oh joven, mira a Jesucristo. ¡Mira, mira, mira, no tienes que hacer otra cosa que mirar!”
      Dios está hablando a través del profeta Isaías a su pueblo. Isaías 45 se enmarca en una sección caracterizada por el tema del exilio y la restauración que Dios traerá devolviendo a su pueblo del exilio. La amenaza del exilio es una realidad en Israel pero al mismo tiempo, el juicio del exilio no será la última palabra de Dios. De la misma manera que Dios movió su brazo fuerte liberando a su pueblo de la esclavitud del éxodo, Dios promete que volverá a mover su diestra de justicia y redención para salvar no solo a su pueblo sino también a las naciones del exilio. Dios quien se presenta a sí mismo como Creador “el que formó la tierra, el que la hizo y la compuso; no la creó en vano, para que fuese habitada la creó; Yo soy Jehová, no hay otro” (Isaías 45:18) se presenta también como el Salvador, “mirad a mí y sed salvos”. Dios utiliza dos imperativos claros en su mensaje “mirad” y “sed”, en cierta manera Dios no está dando una sugerencia o probabilidad sino mostrando una realidad imperativa “mirad y sed”. Aquel que obedece el primer mandato “mirad” automáticamente recibe el segundo “sed salvos”. Aquel que mira a Dios recibe salvación. La fuerza de los imperativos muestra dos aspectos importantes: (1) Dios mismo lanza un mandamiento a las naciones, a la humanidad. La salvación se convierte en cierta manera en un mandamiento divino a escuchar y obedecer “mirad a mí y sed salvos”. Existe un mandato que resuena desde las cortes celestiales con fuerza y poder “¡mirad, mirad a mí y sed salvos!”. La fuerza del imperativo muestra que la única manera para ser salvo es mirar a Dios. La única manera de hallar salvación es mediante la obediencia a dicho mandamiento “mirad y sed salvos”. Por tanto, existe una responsabilidad a la obediencia y respuesta a ese mandamiento. La salvación mostrada en el versículo es una salvación bajo una condición muy concreta “mirad a mí”. Ahora bien, este “mirad a mí” no es cualquier tipo de mirada.


      Puedes mirar a Dios de reojo sin prestarle mucha atención. Puedes mirar a Dios por encima del hombro pensándote que su mandamiento no va contigo y no tiene sentido. Puedes mirar a Dios con mirada inquisidora buscando objeciones y poniendo peros a su mandamiento. Puedes mirar a Dios con una mirada externamente correcta pero internamente hipócrita. Ninguna de esas miradas cumple el mandamiento de “mirad a mí”, ninguna de estas miradas obedece a lo que Dios pide. Dentro del contexto de Isaías, Dios llama a Israel y las naciones a mirar a él para ser salvos de su exilio. El exilio era el juicio debido a los pecados, por tanto, la mirada a Dios para salvación es una mirada de arrepentimiento por los pecados de uno y la ofensa hacia Dios. Es una mirada de arrepentimiento y fe en que no hay otro como Dios que pueda perdonar y salvar. Es una mirada que como el apóstol Pedro clama a Dios diciéndole “¡Señor sálvame!”. Puedes preguntarte ¿qué debo hacer? Y el texto responde “mirad a mí y sed salvos”. Cómo Spurgeon bien entendió: “yo pensaba que había muchas cosas que yo debía hacer, pero descubrí que sólo tenía que mirar” ¿cómo debo hacerlo? Esta pregunta muestra el segundo aspecto importante de los imperativos.


      (2) El mandamiento conlleva en sí mismo la gracia eficaz que capacita a uno para mirar y ser salvo. Dios no manda a salvación y deja al ciego sin la capacidad de poder mirar. Da vista al ciego para que mire. Dios no manda confiando en que responderemos a su mandamiento, el perdido no quiere ni puede ser salvo. Dios manda porque ese mandamiento es al mismo tiempo un llamamiento eficaz, en él existe una gracia eficaz que transforma y capacita para obedecer al mandamiento de Dios “mirad a mí y sed salvos”. Si ese llamado mueve tu corazón, si ese llamado crea en ti arrepentimiento, si ese llamado genera en ti fe, si ese llamado te lleva a mirar a Dios, entonces “mira, mira a Cristo y se salvo”. Puedes preguntarte ¿será para mí el llamado? Este llamado es para todos los sujetos sin distinción “todos los términos de la tierra”.


      No solamente Israel debía mirar, las naciones todas debían mirar. Desde Génesis 3 y el pecado del ser humano contra el Creador, toda la raza humana quedó hundida en el pecado, toda la raza humana quedó al este del Edén, en un exilio de dolor, sufrimiento y condenación. En los términos de la tierra resuena el llamado de Dios a salvación. Esto implica que el llamado a salvación es sin distinción de raza, nación, lengua, clase social. La restauración de un pueblo salvo implica naciones sin distinción. Todo ser humano ha pecado sin excepción, por tanto, todo ser humano es llamado sin distinción. El mandamiento no es a ricos o a pobres, a hombres o a mujeres, a niños o adultos, es a “todos los términos de la tierra” ¿eres tú parte de esos términos? Entonces Dios llama a salvación. Tal llamado implica una causa, ¿por qué mirar a Dios para salvación? “porque yo soy Dios, y no hay más”.
MEDITACIÓN

Vivimos en un tiempo postmoderno donde el diálogo pluralista, multicultural y religioso ha hecho que Cristo y la salvación en él dejen de ser verdades absolutas. Pero debes saber que Cristo es exclusivo y excluyente. Como exclusivo, Cristo es Dios y no hay más. Como excluyente quiere decir que la salvación solamente se encuentra en él excluyendo de esa salvación a cualquier otro dios ¿mirarás a Cristo y serás salvo? Si a él ya has mirado, glorifica a Dios por su gran salvación.
MARTES

Leer: Juan 6:37-45

Meditar: ¿Quién es aquel que viene al Padre? ¿Cuál es la voluntad del Padre? ¿Qué crees que demuestra la murmuración de los judíos en los vv.41-43 con relación a lo dicho por Jesús en los vv.44-45? ¿Cuál es la capacidad que el ser humano tiene de acudir a Cristo? ¿Cómo el Padre lleva a Cristo según el v.45?

Orar: Acudir a Cristo solamente es posible si Dios eficazmente te lleva a él. Glorifica a Dios porque si llegaste a Cristo fue por el llamado eficaz del Padre. Glorifica a Dios porque la seguridad de tu salvación es mostrada en que Cristo resucitará a los que el Padre le dio. 


MIÉRCOLES

Leer: Hechos 2:29-39

Meditar: ¿De qué profetizó David según Pedro? ¿Quién es el Cristo resucitado según Pedro en el v.32? ¿Qué es lo que el Padre hizo con el Cristo resucitado según el v.33? ¿Cuál es la pregunta clave de aquellos judíos que estaban escuchando? ¿Qué es aquello que según Pedro debían hacer en respuesta al evangelio predicado?

Orar: Pide a Dios que te ayude a considerar a Cristo como aquel que fue resucitado y exaltado. Ora para que el testimonio y la predicación del evangelio motive a la gente que escucha a pregunta ¿qué haremos?  Ora por el testimonio y predicación del evangelio en tu vida y en tu iglesia.


JUEVES

Leer: Romanos 1:16-23

Meditar: ¿Qué es aquello de lo que no tiene vergüenza Pablo? ¿Por qué no se avergüenza? ¿Qué es aquello que se revela en el evangelio de Dios? ¿Por medio de qué se revela la justicia en el evangelio? Según los vv.18-23 ¿Por qué crees que es necesaria la manifestación de la justicia de Dios en el evangelio?

Orar: Da gracias a Dios porque su evangelio es su poder para salvación. Glorifica a Dios porque la justicia que necesitábamos por se pecadores Dios la manifiesta en el evangelio. Piensa en lo grandioso que el evangelio sea por fe en Cristo, de otra manera no habría obra que pudiese justificarnos.


VIERNES

Leer: Jonás 2:1-10; Mateo 12:38-41

Meditar: ¿Cuál era la situación de Jonás en su oración? ¿En qué situación le puso Dios? ¿Qué evidencias de esperanza hay en Jonás aún y su situación? ¿Cuál es la premisa clave de la oración de Jonás en el v.9? ¿Cómo crees que se relaciona la oración de Jonás con lo dicho por Cristo en Mateo 12:38-41?

Orar: Ora delante de Dios desde la profundidad que puede haber por el pecado en tu vida. Ora con la confianza que desde esa profundidad Dios oye porque él es Dios de salvación. Ora mirando a la cruz y resurrección de Cristo con la confianza que es la señal última y evidencia gloriosa que Dios oye la oración arrepentida y el corazón contrito a causa del pecado.


SÁBADO

Leer: Gálatas 2:15-16

Meditar: La justificación es la declaración judicial de Dios declarando al pecador perdonado y al culpable no culpable. ¿Cuál es la verdad básica y fundamental establecida en esos versículos? ¿Cuál es el medio de justificación, las obras o la fe? ¿Qué imposibilidad tienen las obras de la ley? ¿En quién está depositada la fe para justificación?

Orar: Da gracias a Dios por su gloriosa declaración de justicia obrada en Cristo sobre tu vida. Ora a Dios que siempre te permita estar firme en esta gloriosa doctrina que ha cambiado vidas a lo largo de la historia.
Artillery Street Church-Colchester (Inglaterra)
      Entre otras muchas verdades bíblicas, la salvación se sustenta en que Dios es uno y único. Es uno en número y único en esencia, no hay otro como Dios. Por tanto, Dios siendo uno y único es el uno y único Salvador a quien mirar. Siendo el uno y único Dios y Salvador, esto le convierte en el uno y único Dios y Salvador verdadero. No hay otro en quien encontrar salvación. ¿Por qué mirar a Dios y ser salvo? Porque Dios es el único Salvador y no hay más. Y este Dios Salvador se encarnó en la persona de Jesucristo para salvarnos. El mandato a “mirad a mí y sed salvos, todo los términos de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay más” se escucha en su clímax en la persona y la cruz de Cristo. Allí Dios sigue mandando y llamando eficazmente “mirad a mí y sed salvos todos los términos de la tierra”, allí Dios sigue dando la gracia suficiente para obedecer y mirar.