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Desde el Corazón - Pastor Roberto Velert
LA IRASCIBILIDAD
DE LA CALLE
Pastor Roberto Velert
      Me preocupé un poco cuando en mis clases de Homilética del Pasado miércoles, les dije a mis alumnos que íbamos a estudiar la técnica del Teatralizar en la predicación. Estuve dudando de usar ese concepto, como parte de las técnicas de comunicación, por dos razones: la primera, por el sentido peyorativo que suele tener esta palabra, como algo hinchado, efectista, teatral, en una palabra; y la segunda, por si quedaba mejor la Técnica de la dramatización. Sin más dudas me decidí por la primera, porque creo expresa mejor este recurso de forma, que uso en uno de los capítulos de mi proyecto “El Arte de la Persuasión”.


      Como no estoy ahora en el Aula, sino en “Desde el Corazón” con el fin de que se me comprenda, trataré brevemente de explicar qué es el método de visualizar las ideas, como en el cine que no sólo presenta imágenes, escenas, sino que en ellas los personajes expresan en directo estilo, con lenguaje verbal y no verbal, sus impresiones, efectos, pensamientos, emociones. En una palabra, hablan: lo que se dice, no se relata o cuenta en un estilo indirecto, sino que les hace hablar a ellos, y tratando de esto, daré un ejemplo: teatralicé una visualización que hiciera pensar a los alumnos:
"...y le puso por nombre Eben-Ezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó Jehová" (1ª Samuel 7:12)
      “me pregunté ¿cómo se enseña gráficamente el odio? y mi ángel de la guarda me llevó a unas salas de mi tierra, donde se celebran muchos comicios políticos y me dijo el ángel: mira y oye, y yo miré y oí que la gente escuchaba sus sermones y salían de la sala llenos de ira.


      Y el ángel me dijo: mira cómo se enseña el odio. Y yo miré y vi cómo se ensañaba el odio. Yo vi que el orador hablaba siempre de los derechos del hombre, hablaba siempre de las faltas de los otros. El orador subía a su púlpito y decía: “aquí hay obreros ¡obreros! vosotros sois los verdaderos productores. Todo lo que se hace es el fruto de vuestro trabajo. Vosotros con vuestro sudor, vosotros con vuestra vida, vosotros sois los productores, y esta gente que no hace nada, esta gente que vive en la ciudad, con sus casas artesonadas, sus ricos clubs sociales y sus vidas de continuo disfrute, lo hace a costa de vuestro trabajo. Los labradores en sus campos trabajan y mandan los frutos a los dueños (ellos siempre intermediarios… aquí recomendaría la “Polka Frutera” de los Sabandeños…), los obreros que trabajan en las fábricas y viven siempre con su pobre salario mínimo, y los capitalistas siempre más ricos. ¡Se debe terminar con esta historia! vosotros sois los productores, vosotros debéis coger el fruto de vuestro trabajo. Es una sociedad de explotadores, de insensibles. Gente que vive con la sangre del pueblo”.


      Y los trabajadores volvían a sus casas llenos de ira. Encontraban en la calle a una persona que parecía rica, que parecía dueña, y la miraban con ojos de odio. “Explotador” pensaban para sus adentros, deseando mostrar todo el desprecio posible. ¡Ah! se debe terminar con esta historia, gente que no hace nada, que vive con la ciudad o su casa adosada y su segunda vivienda en las riberas playeras, con su familia y nosotros siempre en el trabajo, pero vendrá el día que terminará.


      Y el ángel me dijo otra vez: ven a otra sala, a otro mitin de comicios políticos. Allí había ricos y había patronos. Y el ángel me decía, mira y oye. Oía que el orador decía: “el dinero ¿de quién es el dinero? vosotros lo habéis ganado, vosotros lo habéis heredado del esfuerzo de vuestros padres, vosotros habéis sabido construir graneros más grandes, operado admirablemente en bolsa, es el fruto de vuestra economía, ellos os dejaron el rico fruto de sus vidas. Vosotros también habéis sabido retener, invertir, habéis trabajado. La propiedad es el alma de la humanidad. ¿Cómo se puede vivir una vida civil sin propiedades? y, aun esta gente que protesta, que no tiene nada, a quienes mantenemos con nuestras factorías y tierras, quieren tomar el fruto de nuestras vidas, ¿quieren destruir la vida civil?.


      El mundo era tan bello, el mundo estaba tan tranquilo… todos podían trabajar, todos podrían economizar, todos tenían incluso una pensión, no grande, pero al fin y al cabo pensión, todos podían hacerse ricos. Y ahora ¿qué quieren, tomar las riquezas de los otros?; ¡se debe terminar con esta historia! si desaparecen estos anárquicos, toda la vida del mundo se quedará tranquila; debéis defender vuestros intereses con los intereses de la humanidad, no lo hacéis para vosotros lo hacéis para el mundo civil, lo contrario es la destrucción de la vida civil, así que hay que demoler a los que reclaman igualdad, por el bien de la humanidad.


      Y la gente salía del mitin con la ira en el corazón. No lo pensaban, no, ellos no tenían odio. Y se encontraba en la calle un hombre que parecía un obrero, y lo miraban con desconfianza. “Enemigo de la sociedad, enemigo de la vida del bienestar”; gente que no quiere hacer nada, gente que quiere las riquezas de los otros, de los que honradamente han ganado; y se debe terminar con esa gente, son enemigos del mundo. ¡El mundo estaba tan tranquilo antes!.


      Y el ángel me dijo: la gente que piensa sólo en sus exclusivos derechos queda con la ira en el corazón. Cree siempre tener ella la razón y odia a los otros… es comprensible que tras los mítines, la irascibilidad se respire en la calle. Y como no quería quedarme con esta desagradable teatralidad, le pregunté al ángel: pero ¿no hay lugares donde se enseñe el amor? y él me dijo, haberlos los hay y con el mejor Maestro: “pero los visitaremos otro día y veremos y oiremos cosas más excelsas”.