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Desde el Corazón - Pastor Roberto Velert
CARTA A UNOS DIPUTADOS
"La carta Increible" II
Para entregar vía libre, sin sellos, ni sobres, ni iconos de whatsApp
      Tantos giros habéis dado según yo, que debo recordarme, reinventándome cien veces, lo que es ser “Diputados” para no quedarme tan solo en mis apreciaciones. Ya  podéis pensar, cargo con todas las dudas racionales posibles, asumo que no todos sois iguales y, a pesar de este juego existencial de la razón y por mis principios  cristianos (comparar, dudar, afirmar, negar, crear y orar, sí, orar para que os arrepintáis) siempre acabáis haciéndome rabiar mis emociones. Y para postres “los papeles de Panamá”.

      Escuché una ácida historia acerca de un ciudadano sencillo, que caminaba por la Carrera de San Jerónimo, exactamente por la puerta de la escalera del Congreso,  custodiada por dos leones de bronce, y quedó sorprendido de los gritos que del hemiciclo se oían: “Anomois”; “ A n h y p o t a k t o i ” ; “ A s e b e i s ” ; “Hamartolio” y se seguía con “Anosioi”; “Bebeioi”; “Androfonoi”; “Pornoi y Arsenokoitai”, llegando al berrido con “Andropodistai” y “Pseustai”. El sorprendido transeúnte preguntó a los policías de la puerta si es que estaban discutiendo los “Diputados”, a lo que los funcionarios de la seguridad del Congreso, le respondieron: “No, están pasando lista”.

     
      “Androfonoi: Sencillamente homicidas, asesinos de hombres, ampliada esta maldad por el Maestro, cuando enseñaba que, también el sentir rencor en el corazón contra el hermano era como asesinar. “Pornoi y Arsenokoitai”: Fornicarios y sodomitas, la plaga de los vicios antinaturales. Y “Andropodistai”: o bien tratantes de esclavos o secuestradores de personas para esclavizarlas. Y “Pseustai”: Mentirosos, los que no dudan en mentir o tergiversar la verdad para obtener fines deshonrosos. Y, el pobre ciudadano pensó ¡vaya cuadro el del Congreso!, y vaya la atmósfera en la cual vivimos.


      A un mundo de esta clase llegó el mensaje cristiano, evidentemente no por medio de “Diputados”, aunque sí Embajadores del Reino de los cielos. A un mundo de esenios fanáticos del ritualismo, que se consideraban
el único pueblo puro y esperaban la condena del resto; fariseos -practicantes, eso si- que no hacen nada por mejorar la situación del oprimido, interesados únicamente en mantener posición, privilegios y subvenciones; zelotes desesperados resolviéndose las angustias con revoluciones violentas: imperios romanos conquistadores, expoliadores, explotadores. Y todos, bien lo sabéis, elegidos “Diputados”, están aquí. Nunca se han ido.

      Y muchos de vosotros, “Desde el Corazón” lo digo, aquí en España, tenéis vergüenza, si es que os queda alguna, de mencionar y animar a los valores cristianos. ¡Qué lejos estáis de políticos como David CAMERON!, Primer Ministro Británico, que en su mensaje de Pascua ensalzó los principios cristianos y el valor de la Iglesia cuando hace la labor cristiana.  Tenéis temor de valorizar la doctrina de Cristo, porque es una doctrina que da  alud. Que tiene como prioritaria característica una noble religión ética. Que exige que el hombre no sólo guarde ciertas ceremonias, siempre de valor constructivo e inspirador, sino que viva una vida ejemplar. Un mahometano -a cuya religión tanto teméis que admiráis- puede ser considerado como un hombre muy santo si observa determinados rituales ceremoniales, a pesar de que su vida sea muy poco pura. Si es cuidadoso en cumplir con todas las normas básicas de su protocolo y festividad religiosa, se buscará su bendición  como la de un hombre que tiene influencia en su dios, aunque su conducta moral sea degrada y vil. Y menospreciar que el Cristianismo no significa observar un ritual, aunque ese ritual consista en leer la Biblia, compartir la Biblia, enseñar la Biblia e ir a la Iglesia; sino que significa vivir una vida buena. El Cristianismo, si es verdadero, da salud, es el antiséptico moral que puede limpiar la vida él solo; pero vosotros, muchos de vosotros, ni lo sabéis, ni lo creéis ni lo defendéis. Porque solapadamente, en vuestros programas, entre promesas mostráis que es inevitable apoyar a los bancos que se nutren con empresas de armamento, especulación a cualquier negocio sin importar el cómo.

      Inevitable tener que aliarse con los más poderosos y apoyarles en sus guerras, porque es lo único que puede hacernos mantener el statu quo. Inevitable matar para construir la paz. Inevitable pactar con programas dispares para ser investidos. Inevitable consumir a un ritmo devastador y excluyente. Inevitable que los medios de comunicación mientan, manipulen, mercantilicen el derecho a la verdad. Pero no creáis que escribo esta increíble carta porque sea un rebelde, no, es que me producís tantas risas en la emoción que termino enmarañado escribiendo una carta tan increíble como esta.
      El ciudadano de a pie no entendió el tema, hasta que llegando a casa buscó en internet aquellos nombres tan raros: “Anomois”: Transgresores; los que conocen las leyes del bien y del mal, y las violan deliberadamente u ordenan por sus intereses que no se obedezca a la ley. “Anhypotaktoi”: Desobedientes; Ingobernables; insubordinados, que se niegan a obedecer cualquier autoridad, hacen de su capa un sayo. “Asebeis”: Irreverentes, descripción de la irreligión absoluta y activa, escondiendo con su definición de laicista, un desafío a Dios y a la fe. “Hamartolio”: Pecadores, en su uso más común, pero que puede referirse a un carácter de persona disoluto. “Anosioi”: Impíos, los seres que violan lo más santo y lo más decente de la vida. “Bebeioi”: Profanos; los que se oponen a lo sagrado, desacreditan los temas de Dios, desobedecen sus leyes y empequeñecen la adoración.
Pastor Roberto Velert
"...y le puso por nombre Eben-Ezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó Jehová" (1ª Samuel 7:12)