“Llamarás su nombre Jesús” y añade, “porque Él Salvará a su pueblo de sus pecados” (Mateo 1;21)
Cuando una persona es querida, cualquier cosa que tiene que ver con ella, es querida y admirada por nosotros. Tan querida es la persona del Señor Jesús, para nosotros, que cada cosa tocante, Él la considera de inestimable valor.
“Mirra, Óleo y Casia, exhalan todos los vestidos” decía David en uno de sus Salmos mesiánicos. Como si los vestidos de Jesús fueran embalsamados de tal manera por su persona, que David no podía sino amarlos. Esto mismo ocurre con los nombres de Cristo. Son como dulces palabras en nuestros oídos.
El esposo de la Iglesia. El amigo de los suyos. Profeta, Sacerdote, Maestro.,Enmanuel (Dios con nosotros), Admirable. Dios fuerte., Consejero, Príncipe de Paz.
Publicado en el Boletin mensual de agosto del 2005
Cada uno de sus nombres es como un panal que destila miel, cuyas gotas son deliciosas.
Para nosotros los que le amamos no hay otro nombre más dulce que el de Jesús. Este es el nombre que hace que las arpas del Cielo toquen armoniosamente.
¡JESÚS! Es la Vida de nuestra Vida.
No hay un nombre más fascinador ni más grandioso que el nombre de Jesús. Es la suma total de todo nuestro gozo. Es la música que tocan las campanas del Cielo. Es un Océano por su significado y aun así, sea como una gota por su brevedad. Es Aleluya es la Eternidad… en cinco letras… JESÚS.