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Texto divisa 2018
"...y le puso por nombre Eben-Ezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó Jehová" (1ª Samuel 7:12)
      La historia de Josías y el avivamiento que Dios llevó a cabo en el pueblo bajo el reinado de ese joven rey, aun y estar descrita en 2º Reyes 22-23 no empieza aquí. El reinado de Josías y el avivamiento que llevaría al pueblo de Israel nuevamente a su consagración a Dios en la relación de pacto fue profetizada por un varón de Dios en 1º Reyes 13:1-2. Desde Judá a Bet-el, Dios trajo mensaje a Jeroboam “he aquí que un varón de Dios por palabra de Jehová vino de Judá a Bet-el; y estando Jeroboam junto al altar para quemar incienso, aquel clamó contra el altar por palabra de Jehová y dijo: Altar, altar, así ha dicho Jehová: He aquí que a la casa de David nacerá un hijo llamado Josías, el cual sacrificará sobre ti a los sacerdotes de los lugares a los que queman sobre ti incienso, y sobre ti quemarán huesos de hombres”. El reino del norte había caído en una idolatría que era la evidencia de una infidelidad profunda a Dios y a su pacto. Bet-el, cuyo significado es “casa de Dios” y que había sido tan importante a lo largo de la historia de los patriarcas, se había convertido en todo menos en “casa de Dios”. Ya desde antes de la división del reino de Israel, Jerusalén era la ciudad escogida por Dios como centro de su presencia legítima en medio de su pueblo y como centro de adoración para el pueblo de Dios. En el reino del norte bajo la influencia de Jeroboam, Bet-el se había convertido en un centro de adoración idolátrica que reflejaba la profunda deslealtad al pacto con Dios. Ante esto, Dios trae palabra desde el lugar legítimo, Judá y anuncia que un tal Josías terminará con dicha situación. Dicho anuncio de Jehová es cumplido en 2º Reyes 22-23 por lo que la historia de Josías deberá verse como el cumplimiento del avivamiento anunciado por Dios en 1º Reyes 13:1-2.
      El texto premisa de nuestra iglesia “Piedra de Ayuda” para este año 2018 puede parecer un texto poco común como premisa, aunque tiene su razón de ser cuando es considerado a la luz del contexto en el cual se encuentra. El texto dentro de todo su contexto permite establecer aquello que deseamos que en este nuevo año sea el aspecto central para nuestra iglesia, aquello alrededor de lo cual la iglesia gire, crezca y madure.  2º Reyes 23:3 refleja un momento de avivamiento en el pueblo de Israel gracias al redescubrimiento y centralización de la palabra de Dios bajo el reinado del rey Josías. El texto muestra el pacto que Josías hizo y todo el pueblo confirmó delante de Jehová siendo el centro del mismo la fidelidad en guardar las palabras del pacto escritas en aquel libro. La fidelidad no era cualquier tipo de fidelidad, era la fidelidad a Dios basada y centrada en la palabra de Dios, en cumplir “las palabras de aquel libro”. Esta expresión “aquel libro” es central en la historia, es el eje central sobre el cual gira, se sustenta y se explica toda el avivamiento y consagración que el pueblo de Israel vivió bajo el reinado de Josías. Para ello es necesario entender que 2º Reyes 23:3 es el resultado de una historia mayor la cual muestra, entre otras muchas cosas, tres puntos esenciales en la historia de avivamiento del pueblo de Israel: 1) el redescubrimiento y centralización de la palabra de Dios, 2) la exposición y explicación de la palabra de Dios y 3) el compromiso fiel a la palabra de Dios.
REDESCUBRIMIENTO Y CENTRALIZACIÓN
DE LA PALABRA DE DIOS
LA EXPLICACIÓN Y EXPOSICIÓN DE LA PALABRA DE DIOS
EL COMPROMISO
CON LA PALABRA DE DIOS
UNA PALABRA
PARA LA IGLESIA
Iglesia Evangélica Bautista
"Piedra de Ayuda"
      El capítulo de 2º Reyes 22 narra el reinado de Josías y los primeros siete versículos sirven como contexto donde la acción principal sucederá. Los vv.1-7 sitúan la acción en la casa misma de Jehová, es decir, el templo. La expresión “casa de Jehová” es central en estos versículos (vv.4-5), el templo debía de ser reparado. Ahora bien, la expresión sirve para contextualizar lo que será el punto central de la historia, el redescubrimiento del libro de la ley. Como si de una obra de teatro se tratará, el escenario donde la acción sucederá está puesto, la casa de Jehová. La acción sucede en el lugar legítimo de la presencia de Dios y el lugar central para la adoración del pueblo, todo empieza aquí. De todas maneras, lo importante aquí no es la reparación de la casa de Jehová sino lo que sucede en ella.
En el v.8 puede leerse “entonces dijo el sumo sacerdote Hilcías al escriba Safán: He hallado el libro de la ley en la casa de Jehová. E Hilcías dio el libro a Safán, y lo leyó”.  La expresión “casa de Jehová” es puesta de manera conjunta con lo que será la expresión central que marcará el tema de la historia “el libro de la ley”. Puede verse como esta expresión o similar se repite una y otra vez a lo largo de la historia de Josías 2º Reyes 22-23 (22: 8, 10, 11, 13, 16, 1; 23: 2, 3, 21, 24). Por lo tanto, no hay duda alguna que el libro de la ley de Dios es central, la presencia de Dios no viene únicamente marcada por la presencia del templo sino por el descubrimiento y presencia nuevamente de la palabra de Dios en medio del pueblo del pacto. Es muy probable que el libro redescubierto en el templo fuese el libro de Deuteronomio y quizás con parte de Éxodo (Éxodo 24:3-7; Deuteronomio 29:1-2). Las palabras de Jehová de boca de la profetisa Hulda en el v.16 “he aquí yo traigo sobre este lugar, y sobre los que en el moran, todo el mal de que habla este libro que hay leído el rey de Judá” son una alusión a las maldiciones y bendiciones descritas en el libro de Deuteronomio. Al mismo tiempo la mención en 2º Reyes 23:3 de obedecer a Dios “con todo el corazón y con toda el alma” resuenen como una alusión a Deuteronomio 6:4-5.  Por tanto, todo esto son indicaciones que el libro redescubierto fue el libro del pacto, el libro que regulaba la relación de pacto entre Dios y su pueblo. En la presencia misma de la casa de Jehová, la palabra de Dios es redescubierta, ahora bien, su descubrimiento es un tanto triste.

      El sumo sacerdote Hilcías dio el libro de la ley al escriba Safán diciéndole, v.8 “he hallado el libro de la ley en la casa de Jehová. E Hilcías dio el libro a Safán, y lo leyó”. Si había alguien que debería haber reconocido inmediatamente lo que ese libro era, éste hubiese tenido que ser el escriba, pero lo sorprendente es como Safán presenta el libro al rey. En el v.10 Safán dice al rey “el sacerdote Hilcías me ha dado un libro. Y lo leyó delante del rey”. Que gran diferencia con la expresión del v.8 “el libro de la ley”. Cuando el escriba presenta el libro de la ley al rey simplemente dice “un libro” algo indefinido y ni tan siquiera menciona la palabra “ley”. La respuesta de Safán muestra que en nada había reconocido la importancia y significación de ese libro, para él era un libro más encontrado en el templo. Tristemente, tal repuesta no solamente muestra el estado de Safán sino de todo Israel. Debe entenderse que, el libro de la ley era lo que regulaba la relación de pacto entre Dios y su pueblo. El reinado de Dios sobre su pueblo se ejercía mediante su palabra y la fidelidad y lealtad del pueblo a su Dios y al pacto eran ejercidas mediante la fidelidad a la palabra de la ley. La indiferencia al libro de la ley muestra cuan olvidada había estado la palabra de Dios. El haber olvidado la palabra de la ley era evidencia de cuan profundamente habían olvidado el pacto con Dios.

      En ocasiones se dice que la pérdida de la palabra de Dios es una evidencia de que el pueblo de Dios va mal. Sin duda alguna, pero debe entenderse que la pérdida de la palabra, el olvidar la palabra no es un daño colateral sino central. Precisamente porque el pueblo olvidó, enterró y perdió el libro es que su infidelidad y deslealtad a Dios y a su pacto echaron cada vez raíces más profundas. El descentralizar, olvidar y enterrar la palabra de Dios ha sido la estrategia central desde Génesis 3. Lo primero que se puso en tela de juicio en el Edén fue la palabra de Dios y su autoridad. Ella era lo que regulaba la fidelidad al pacto expuesto en Génesis 2:15-16, si esa palabra era descentralizada del vivir del ser humano, entonces la relación de fidelidad y lealtad corría peligro y así fue.      Este patrón siguió siendo el patrón en el pueblo de Israel ¡qué triste que el pueblo del libro perdiese el consejo de su Dios! El pueblo es destruido donde no hay conocimiento de Dios (Oseas 4:6) y donde no hay dirección sabia caerá el pueblo (Proverbios 11:14).  Debe entenderse que la pérdida de la palabra de Dios en el pueblo de Dios nunca será un daño colateral sino central, como en las fichas de un dominó, si esta primera ficha cae el resto irá detrás. Ahora bien, después que Safán leyó el libro al rey, Josías reconoció la importancia y profundidad de ese libro que había sido redescubierto (vv.11-12). El rey reconoció la importancia de la palabra y, por tanto, la importancia de centralizar nuevamente su presencia en medio del pueblo. De todas maneras, la presencia de la palabra de Dios no fue establecida de cualquier manera, sino que fue establecida mediante su correcta explicación y exposición. 
      El libro fue redescubierto pero su centralización y presencia no fue hecha de cualquier manera. Josías mandó a que preguntasen lo que aquel libro quería decir, v-13 “id y preguntad a Jehová por mí, y por el pueblo, y por todo Judá acerca de las palabras de este libro que se ha hallado; porque grande es la ira de Jehová que se ha encendido contra nosotros, pro cuanto nuestros padres no escucharon las palabras de este libro, par hacer conforme a todo lo que nos fue escrito”. Puede notarse dos cosas esenciales en la petición del rey Josías. Por un lado, Josías pide que pregunten a Jehová “acerca de las palabras de este libro que se ha hallado”, es decir, puesto de otra manera, Josías pide que le expliquen que significa lo que esa palabra de Dios quiere decir. En cierta manera, Josías está pidiendo que se explique y se exponga el significado del mensaje del libro de la ley encontrado. Por otro lado, esta explicación debía ser hecho no solamente para el rey sino para todo el pueblo y para todo Judá “id y preguntad a Jehová por mí, por el pueblo y por todo Judá”. Entender lo que esa palabra significaba e implicaba era primeramente esencial para el rey. El reinado y gobierno de Dios era ejercido sobre su pueblo del pacto mediante su palabra, el Reino del Rey de reyes se ejercía sobre Israel mediante la presencia y gobierno de su palabra. Ahora bien, dicho reino de Dios era expresado y mediado al pueblo mediante el rey. Si había una característica esencial en el rey del pacto, el rey que sería establecido sobre el pueblo de Dios, esa característica era según Deuteronomio 17:18-20 la centralidad del libro de la ley en la vida del rey. El rey debía escribir para sí una copia de libro de la ley, debía tener la ley consigo, debía leerla todos los días de su vida para aprender a temer a Jehová y para guardar todas las palabras de esta ley. La fidelidad del rey a Dios y a su reino venía marcada por la fidelidad del rey a la palabra de Dios, se requería un rey fiel a la ley de Dios, fiel al pacto y fiel a Dios. Mediante esta fidelidad a la palabra, el rey mediaba el pacto de Dios al pueblo, el rey guiaba al pueblo a la fidelidad y lealtad al pacto, esta es la razón por la cual Josías pide que pregunten por él, por el pueblo y por Judá acerca de las palabras de aquel libro. Esta explicación y exposición viene dada por parte de Jehová de la boca de la profetisa Hulda.

      Los vv.14-20 describen el mensaje de la profetisa acerca de las palabras del libro que había sido hallado. Por un lado, los vv.15-17 son la declaración por parte de Jehová de que traerá sobre Israel debido a su infidelidad e idolatría todo el mal que está descrito en el libro hallado. La idolatría de Israel evidencia de la infidelidad y deslealtad al pacto era la razón por la cual Dios traería sobre ellos todo el mal descrito en el libro de la ley “he aquí yo traigo sobre este lugar, y sobre los que en él moran, todo el mal de que habla este libro que ha leído el rey de Judá; por cuanto me dejaron a mí, y quemaron incienso a dioses ajenos, provocándome a ira con toda la obra de sus manos; mi ira se ha encendido contra este lugar, u no se apagará” (vv.16-17). La ira de Dios sobre aquel lugar, tanto el pueblo como el templo fue llevada a cabo de manera última en el juicio mismo del exilio babilónico cuando Babilonia acabó destruyendo aquel lugar y llevando a la mayoría de Judá al exilio por setenta años. Por otro lado, los vv.18-20 definen la actitud de Dios para con Josías, debido a que el rey oyó las palabras de aquel libro y su corazón se enterneció, es decir, fue un corazón blando a la palabra de Dios que le llevó a humillarse delante de Dios, Jehová prometió a Josías que no vería ese mal, no vería lo terrible del exilio. ¿Qué es lo que la profetisa Hulda hizo? Simplemente fue explicar y exponer la palabra de Dios. La respuesta que Dios da a través de la profetisa Hulda no es más que la explicación y exposición de las bendiciones y maldiciones del pacto expuestas en Deuteronomio 27-28. Por un lado, las bendiciones sobre el monte, Gerizín (Deuteronomio 27:11) y por otro lado las maldiciones sobre el monte Ebal (Deuteronomio 27:1). La fidelidad al pacto implicaría automáticamente las bendiciones del pacto que Dios estableció mientras que la infidelidad al pacto implicaría automáticamente las maldiciones del pacto. Por tanto, la palabra de Jehová que llegó al rey por boca de la profetisa Hulda no fue más que Dios explicando y exponiendo su palabra al rey, “así ha dicho Jehová”. El rey y todo el pueblo debía ver no solamente la presencia de la palabra de Dios sino que también debía entender lo que significaba.

      La centralidad de la palabra de Dios requiere su centralidad mediante su correcta explicación y exposición. No solamente fue el redescubrir y el centralizar la palabra sino también la correcta explicación y exposición de su mensaje lo que llevó al rey y a todo el pueblo a confirmar el pacto de ir en pos de Jehová y guardar todas las palabras que estaban escritas en el libro de la ley. La presencia de la palabra de Dios fue una presencia acorde a la correcta exposición de su mensaje. Estos elementos dieron lugar al movimiento de avivamiento y consagración descrito 2º Reyes 23. La historia es un testigo de que la centralización y exposición de la palabra de Dios es el medio central usado por Dios para producir grandes periodos de avivamiento en el pueblo. La Reforma del siglo XVII, el Avivamiento y el Gran Avivamiento del siglo XVIII en Inglaterra y Nueva Inglaterra, aun y las diferencias existentes entre ellos, un elemento en común que los une es la presencia de la palabra de Dios en su correcta explicación y exposición. No hay duda alguna que otros muchos elementos influyen en un avivamiento, pero si el pueblo de Dios quiere ver como los huesos muertos vuelven a la vida, la Biblia no solo tiene que centrarse en la vida del pueblo, sino que también tiene que explicarse y exponerse fielmente. Josías así entendió la relevancia del libro de la ley y esto le llevó a hacer un pacto de compromiso y obediencia a todas las palabras escritas en aquel libro.



El seguir en pos de Jehová venía marcado por la fidelidad obediente a su palabra, a cumplir las palabras del pacto que están escritas. Fue este pacto de fidelidad de a guardar todas las palabras escritas en el libro de la ley lo que llevó al avivamiento en medio del pueblo de Dios que acabó con los lugares altos, la idolatría y devolvió al pueblo a la esencia misma de la relación de pacto, la fidelidad y la lealtad a su Dios (2º Reyes 23:4-20). La palabra fue el medio usado por Dios, el acicate que reavivó y volvió a consagrar a un pueblo que había olvidado completamente la palabra, el pacto y a su Dios. Tal avivamiento conllevó que nuevamente Israel celebrase la pascua ya que esta no había sido celebrada desde los tiempos de los jueces (2º Reyes 23:21-23). Israel recordó de nuevo que Dios había extendido su brazo fuerte para liberarles de Egipto, que habían sido liberados por la sangre del cordero pascual y que Dios les había creado como el pueblo del pacto. La palabra llevó a Israel no solo a volver a la fidelidad a Dios y a su pacto sino también a recordar que era aquello que les había creado como el tesoro especial de Dios, como la gracia divina se había manifestado plenamente sobre ellos, los llevó a recordar la gran obra de redención, no solo eran un pueblo escogido, sino también un pueblo creado y redimido.

      El rey y todo el pueblo se comprometió a guardar las palabras escritas en aquel libro. Resulta interesante notar que, aun y cuando esta fidelidad a la palabra era esencial para el rey como el rey del pueblo del pacto, el compromiso no fue solamente individual del liderazgo de Israel sino congregacional, es decir, todo el pueblo reunido en asamblea oficial delante de la presencia de Dios confirmó el pacto de fidelidad a Dios y a su palabra. De nada hubiese valido que solamente el rey entendiese, escuchase y se comprometiese a la palabra. El compromiso a la palabra es un compromiso individual y congregacional de todo el pueblo. No solamente el liderazgo debe entender la importancia de la palabra sino también todo el pueblo. Toda la congregación del pueblo de Dios debe comprometerse no a escoger que es aquello que guarda de todo lo que está escrito sino a guardar todo el consejo de Dios escrito por inspiración en su palabra.
      El libro de Reyes posiblemente fue escrito para aquellos israelitas que se encontraban en el exilio, aquellos que podían pensar cual era el motivo por el cual se encontraban en aquella situación tan terrible ¿Se había olvidado Dios de sus promesas? ¿Había fallado Dios? Bien, leyendo el libro de Reyes podían darse cuenta de que no fue la culpa de Dios sino la infidelidad de ello lo que los llevó a la situación del exilio. Leyendo el libro de Reyes podían darse cuenta de que Dios fue completamente fiel en cumplir las palabras del pacto mientras que Israel fue completamente infiel en guardar las palabras escritas en aquel libro. ¿Qué esperanza podía haber? ¿Dónde estaría el rey del pacto que fielmente mediaría la ley de Dios, el pacto de Dios y el reino de Dios en medio de su pueblo? ¿Dónde estaría el rey que restauraría nuevamente al pueblo? Solo puede decirse que la historia de Josías halla cumplimiento en el Rey de reyes, Jesucristo.

      Josías como rey fiel apunta a Jesucristo quien fue el Rey cuya fidelidad al Padre fue constante y perfecta. La fidelidad de Cristo se mostró en una continua, gozosa y permanente lealtad a la palabra del Padre. Siendo así, Cristo es el Rey del pacto por excelencia que fielmente puede mediar el reino de Dios y un nuevo pacto de restauración para su pueblo, un pacto donde la palabra de Cristo es el elemento central para la fidelidad y lealtad del pueblo. Jesucristo se describió a él mismo como el templo mismo de Dios (Juan 2:19-21), Jesucristo es la Palabra viva de Dios (Juan 1:1), el Hijo es por quien Dios nos ha hablado (Hebreos 1:1-2), Jesucristo es el centro y corazón mismo de la palabra (Lucas 24:44), Jesucristo es el Rey que inaugura y media el nuevo pacto en medio de su pueblo, la iglesia. Gracias a nuestra unión con Cristo, la iglesia es el templo de Dios construido con piedras vivas. Por tanto, si hay un lugar donde la palabra de Dios debe de ser central este debería de ser en la iglesia de Cristo. La palabra de Dios debe de ser hallada en la casa de Dios. Que las palabras indiferentes e indefinidas del escriba Safán “me ha dado un libro” nunca lleguen a ser las palabras de nuestra iglesia. Como iglesia debemos centralizar la palabra de Dios en medio de nosotros. Debemos entender que la pérdida de la palabra nunca será un daño colateral en nosotros sino un daño central, una herida mortal para la iglesia que dañará la perfección de los santos (Efesios 4:11-12), la edificación de la iglesia, el crecimiento y madurez de la esposa de Cristo (Efesios 4:13-15) y la única sabiduría que es capaz de hacer al ser humano sabio para salvación por fe en Cristo (2ª Timoteo 3:15). Debemos dejar que el reino de nuestro Salvador y Señor sea expresado por el morar de la palabra de Cristo en nosotros (Colosenses 3:16) y por la presencia viva del reinado de su palabra entre nosotros. Ahora bien, la presencia de la palabra de Cristo la iglesia no puede darse de cualquier manera.

            La centralidad de la palabra de Cristo no se refiere a que la Biblia sea vista en la mesa central que preside la iglesia, tampoco en que los bancos estén llenos de Biblias o que llevemos -aquellos que la lleven - la Biblia visiblemente debajo del brazo. La presencia de la palabra de Dios debe mostrarse de la misma manera que Josías expresó “id y preguntad a Jehová acerca de las palabras de este libro que se ha hallado”. ¡Cómo tendrían que ser estas palabras el anhelo de todo el pueblo de Dios! “vayamos y preguntemos a Jehová acerca de las palabras de este libro”, “busquemos lo que este libro significa”. La presencia de la palabra debe ser una presencia que implique la correcta explicación y exposición de la misma. Sin una correcta exposición de la Biblia, sin duda alguna la palabra de Dios brillará por su ausencia. La centralidad de la Biblia requiere una exposición donde el mensaje que Dios dejó escrito por inspiración sea extraído, donde Cristo sea presentado desde cualquier rincón de las Escrituras (Lucas 24:44; Juan 5:39), donde la Biblia sea predicada y aplicada no con palabras persuasivas del ser humano sino con demostración del Espíritu y de poder (1ª Corintios 2:4). Si la iglesia debe vivir en fidelidad a Dios viviendo en fiel obediencia a su palabra, entonces, la correcta exposición y explicación de la Biblia es algo fundamental. Es el mensaje mismo de la Palabra el que debe llevarnos a la misma comprensión y compromiso que Josías e Israel tomaron, hicieron pacto delante de Jehová en guardar todas las palabras de aquel libro.

      El compromiso a todo el consejo de Dios no es únicamente un compromiso individual de cada uno de nosotros, no es solamente un compromiso individual del liderazgo espiritual de la iglesia, es sin duda alguna, un compromiso congregacional de toda la congregación de los santos y redimidos. Fue la palabra y el compromiso en pacto lo que llevó a ese periodo de avivamiento y consagración en el pueblo de Israel y seguirá siendo esa palabra el medio que Dios usará para avivar y consagrar nuevamente a su pueblo. Dios no cambia, el mismo Dios que habló sigue hablando por medio de su palabra toda ella inspirada, inerrante y suficiente. Comprometámonos a la centralidad, exposición y explicación de la palabra de Dios, hagámoslo con la fe y convicción de que Dios, en su soberana voluntad, podrá usar esa misma palabra para avivar a su iglesia, para volver a celebrar que somos pueblo redimido por el Cordero pascual, para llamar a sus ovejas para la gloria y honra de su nombre. 
      Después de redescubrir el libro de la ley y escuchar su mensaje explicado y expuesto, el rey Josías mandó reunir a todo el pueblo, el rey subió a la casa de Jehová con todos los varones de Judá,  con los moradores de Jerusalén, con los sacerdotes y profetas y con todo el pueblo y en presencia de todo el pueblo “poniéndose el rey en pie junto a la columna, hizo pacto delante de Jehová, de que irían en pos de Jehová y guardarían sus mandamientos, sus testimonios y sus estatutos, con todo el corazón y con toda el alma, y que cumplirían las palabras del pacto que estaban escritas en aquel libro. Y todo el pueblo confirmó el pacto” (2º Reyes 23:3). No cabe duda de que, Josías fue un rey fiel al pacto, quien restauró los valores del pacto nuevamente en medio del pueblo de Dios. El texto divisa claramente muestra que el pacto es el elemento que encierra la idea del versículo, el texto abre con “el rey en pie junto a la columna hizo pacto” y cierra con “todo el pueblo confirmó el pacto”. No solamente el rey sino todo el pueblo tomó el compromiso de ser fieles y leales en esa relación de pacto que estaban estableciendo delante de Jehová. El pacto consistía en seguir a Jehová en fidelidad y lealtad, es decir, volver a la esencia misma de la relación de pacto con Dios. Dicha fidelidad y lealtad es expresada mediante dos aspectos claros en el texto: 1) obediencia “irían en pos de Jehová y guardarían sus mandamientos, sus testimonios y sus estatutos con todo el corazón, y con toda el alma”. En una clara alusión a Deuteronomio 6:4-5, todo Israel se comprometía a volver a la fidelidad del pacto con Dios y 2) la centralidad de la palabra “y que cumplirían las palabras del pacto que estaban escritas en aquel libro”.