LA EXPERIENCIA
DE SER DAÑADOS
“Alejandro el calderero me ha causado muchos males;
el Señor le pague conforme a sus hechos.
Guárdate tú también de él, pues en gran manera se ha opuesto a nuestras palabras”
(2ª Timoteo 4:14-15)
      El daño está allí, en medio de la relación en un estado latente hasta que emerge con toda su fuerza, en palabra, hecho o en ambas maneras, arruinando en cuestión de segundos o minutos todo lo que se construyó en el pasado. Tristemente, la experiencia del daño es la experiencia que demuestra que todavía vivimos en un mundo que fue dañado profundamente desde la caída del ser humano. En cierta manera, el daño es una de las evidencias que muestra la realidad de que todavía no vivimos en el ideal que algún día nuestro Señor Jesucristo consumará con su segunda venida. Es por ello que, debemos aprender a vivir con el daño que podrá ser causado en nuestra vida. Alguien que bien sabía del daño causado en su vida era el apóstol Pablo. Su vida siguiendo los pasos de Jesucristo, es un ejemplo de la experiencia de ser daño de manera profunda.


      Las palabras del apóstol Pablo a Timoteo reflejan una situación que quedó grabada en la vida del apóstol. Su vida y su ministerio habían sido dañados profundamente por un tal Alejandro, “Alejandro el calderero me ha causado muchos males; el Señor le pague conforme a sus hechos. Guárdate tú también de él, pues en gran manera se ha opuesto a nuestras palabras” (2ª Timoteo 4:14-15). Pablo muestra primeramente la realidad de la experiencia de ser daño en la vida. Segundo, Pablo confía en el justo juicio de Dios y tercero, el apóstol muestra la causa del daño hecho en su vida. Pocas veces el apóstol Pablo menciona nombres cuando se trata de poner de relieve situaciones que afectaron de manera dañina y profunda su vida. Es por esto que llama la atención que Pablo le comunique a Timoteo que “Alejandro” fue aquel que causó grandes males a su vida. Alejandro es descrito como “Alejandro el calderero”, es decir, aquel que trabajaba el hierro siendo muy probablemente el mismo individuo que aparece mencionado en 1ª Timoteo 1:20 juntamente con Himeneo, “de los cuales son Himeneo y Alejandro a quienes entregué a Satanás para que aprendan a no blasfemar”. Estos dos individuos no solamente habían blasfemado en cuanto al evangelio de Cristo sino que, de manera concreta, Pablo pone énfasis en que uno de ellos fue causante de muchos males en su vida. De manera literal, Pablo dice que Alejandro “me hizo mucho daño”. Alejandro fue el causante de “mucho daño” en la vida del apóstol, fue la fuente para que Pablo experimentase el daño severo en su vida. Quizás Alejandro fue el mismo judío citado por Lucas en el alboroto de Éfeso descrito en Hechos 19:23-41. Fuese como fuese, las palabras de Pablo ponen el daño sufrido en la vida del apóstol por parte de Alejandro en una perspectiva distinta a toda la oposición y sufrimiento que Pablo pudo sufrir a lo largo de su ministerio.
Devocional Semanal - Pastor Rubén Sánchez
"...y le puso por nombre Eben-Ezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó Jehová" (1ª Samuel 7:12)
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Dios mío, sé que no podré evitar el ser dañado por causa del evangelio. Señor, ayúdame sabiendo que estás a mi lado para que no obre injustamente en los momentos de daño y dolor. Ayúdame a encomendar en tus manos la situación. Ayúdame a poder amar cuando deba amar, a perdonar cuando deba perdonar y a reconciliar cuando deba reconciliar. Señor, ayúdame a no ser causante de daño, en especial a mis hermanos en Cristo. Amén.
TEXTOS PARALELOS PARA MEDITAR
MARTES

Hechos 19:23.41

MIÉRCOLES

1ª Timoteo 1:12-20

JUEVES

2ª Timoteo 1:8-15

VIERNES

2ª Timoteo 2:8-13

SÁBADO

1ª Pedro 2:18-25
      El daño es algo que todos, de una manera u otra, experimentamos en nuestra vida. Puede experimentarse daño físico o daño emocional el cual va mucho más allá que simplemente nuestro cuerpo físico, llega hasta lo más profundo del alma y parece resquebrajarla a trozos. El daño genera dolor, es un menoscabo material o moral que sufre la persona. Quizás por esto, el daño que más daña es aquel que se manifiesta en las relaciones personales en las que se menoscaba de manera consciente la identidad, el carácter y el trabajo de la persona.
      El apóstol, un siervo de Cristo que halló misericordia por parte de Cristo y no de los hombres para servir en la filas de Jesucristo, vivió todo tipo de males en su persona y en su ministerio. Sufrió críticas, menosprecios y daño físico en su vida. Fue azotado sin número, fue apedreado, tres veces padeció naufragio, un día y una noche estuvo como náufrago, estuvo en peligros de ríos, de ladrones, de los de su nación, de los gentiles, en ciudades, en desiertos, en el mar, todo esto, además de su preocupación por el bien de las iglesias (2ª Corintios 11:23-28). Pablo sufrió el menosprecio hacia su propio llamado y servicio como apóstol y ministro de Cristo de aquellos que él consideró haberles sido como un padre para ellos.
      Por influencias externas, los Corintios vieron su corazón y afectos adulterados hacia Pablo menospreciando y rechazando su apostolado y ministerio al servicio de Cristo. Posiblemente Pablo paso de ser, el apóstol Pablo que les había llevado el evangelio, a ser simplemente Pablo. Todo esto muestra que, en medio de todo este daño ministerial, llama la atención que Pablo mencione de manera enfática y por nombre el daño que le fue causado por Alejandro. Sin duda alguna tuvo que ser un daño y una herida profunda en la vida del apóstol aun y cuando Pablo no especifica el daño. Pablo experimentó un daño profundo en su vida y ministerio que tristemente nos muestra que podrá ser la experiencia que nos tocará vivir en nuestra vida y ministerio en algún que otro momento.


      En el ministerio de Cristo hay daños y daños y algunos de ellos son tan profundos como los del apóstol Pablo. El ministerio estará sujeto a daños que nos afectarán de manera profunda pero, sin lugar a dudas es parte del ministerio. El ejemplo supremo que dejó pisadas para todo ministerio es el ejemplo de nuestro Señor Jesucristo. Siendo él Dios encarnado tuvo que sufrir el daño profundo de aquellos que él había creado. Sufrió el insulto, sufrió el maltrato, sufrió el no reconocimiento de su persona y ministerio. Por tanto, Pablo como ministro del evangelio no caminó un camino distinto al de Cristo. Sufrió daños y sufrió daños profundos como los causados por Alejandro. Por ello, todo ministro del evangelio tampoco caminará un camino distinto al del apóstol. En un primer momento las palabras de Pablo son para aquellos que son ministros del evangelio y ponen en perspectiva la realidad de la experiencia del daño en nuestra vida. Llegará el día en que habrá aquellos que nos causarán daño, daño a nuestra persona, daño a nuestro ministerio, daño a la confianza del llamado de Cristo a nuestra vida. Llegará el día en que habrán hechos y palabras orientadas directamente hacia el ministro que dañarán profundamente. Quizás, la mejor manera de dañar a un ministro de Cristo no será apuntando a su persona sino al llamado y ministerio que le ha sido dado por gracia. Por ello, las palabras de Pablo nos enfrentan con la realidad de la experiencia del daño en la vida. Ciertamente aun y cuando son primeramente palabras que recaen en el ámbito de aquellos que Dios ha llamado por gracia al ministerio, la experiencia del daño que vivió Pablo estará a la orden del día también para todo cristiano. No es una situación fácil que en muchos casos requerirá el encomendar el asunto al Señor.


      El daño profundo que vivió Pablo en la vida podía haber generado en él una reacción amarga, precipitada e injusta que hubiese estado en contra de su apostolado y de su persona. Pablo hubiese podido reaccionar utilizando toda su autoridad apostólica contra ese tal Alejandro pero, no fue así. Hay momentos y situaciones en las que debe encomendarse el asunto en las manos de Dios tal y como hizo Pablo “el Señor le pague conforme a sus hechos. Guárdate tú también de él”. Un daño profundo puede hacer pagar de manera injusta a aquel que nos ha podido dañar. Un daño profundo puede generar acciones caracterizadas por la injusticia en la actuación, por la falta de mansedumbre, templanza, objetividad del asunto y por la precipitación en la manera de actuar. Palabras dichas y acciones realizadas que una vez hechas ya no hay marcha atrás para las mismas. Palabras y acciones que carecen de objetividad viendo la paja en el ojo de los demás pero no la viga que ha podido haber, y de seguro está, en el ojo de uno. Un daño profundo puede generar un pago que lo que busque, aun y cuando sea de una manera inconsciente o encubierta, el dañar a la otra persona aun un poco más. Pablo encomienda al Señor que él sea el que pague conforme a los hechos. Pablo no utiliza dicha expresión de manera vana, vacía o simplemente para mostrar su propia justicia. Pablo expresa su confianza en la justicia retributiva de Dios, “conforme a los hechos” el Señor dará el pago. Así como nuestro Señor Jesucristo encomendó al que juzga justamente todas las cosas, también el apóstol hizo lo mismo (1ª Pedro 2:22-23).
      Al final será el Señor quien pagará conforme a los hechos. La actitud de Pablo debe guiar nuestra actitud. Entender que el Señor hará finalmente conforme a la obra de cada uno es una salvaguarda para que nosotros actuemos de cualquier manera hacia aquellos que nos han dañado. Es una salvaguarda de decir palabras dañinas, de actuar con indiferencia. Es una salvaguarda para retener nuestra lengua de cosas que no deberían decirse, nuestras manos de hechos que no deberían hacerse y nuestras personas de actitudes que no deberían mostrarse. Ahora bien, de la misma manera Pablo le dice a Timoteo que se guarde de Alejandro por una causa muy concreta, “pues en gran manera se ha opuesto a nuestras palabras”.
      La causa del daño generado a Pablo, la razón por la que Timoteo debía guardarse de él era porque Alejandro se opuso en gran manera a las palabras tanto de Pablo como de Timoteo. Hubo una oposición al mensaje del evangelio de Cristo. El evangelio se convierte en patrón para medir ese gran daño. La causa del daño a Pablo residía no primeramente en el daño causado a su persona sino a la oposición de su mensaje, en otras palabras, a la oposición al evangelio. El daño a Pablo no era más que la oposición a su mensaje. El daño al apostolado de Pablo, la oposición a su ministerio no era más que el reflejo de una oposición mayor y más profunda, la oposición al evangelio. Quizás este fue el gran daño a la vida de Pablo. Duelen y dañan mucho más que los azotes, naufragios y piedras, las palabras y actitudes de oposición y desobediencia al evangelio. Cuando oyes o recibes palabras que dañan la vida y el ministerio, a veces hacen tanto daño porque uno se da cuenta que al fin y al cabo no son más que una oposición al mensaje y las palabra que por gracia le fueron dadas a uno para enseñar en palabra, doctrina y vida. La experiencia del daño será una realidad en nuestra vida y en el ministerio pero, de igual manera, es una realidad la presencia de aquel que está a nuestro lado para darnos fuerzas y cumplir así la predicación y ser librado así de la boca del león.