CONFIAMOS
EN EL NOMBRE DEL SEÑOR
“Estos confían en carros, y aquéllos en caballos;
mas nosotros del nombre de Jehová nuestro Dios tendremos memoria”
(Salmo 20:7)
      La confianza es la esperanza firme que una persona tiene en algo o en alguien. La confianza es la esperanza sólida en que algo sucederá o funcionará, la seguridad en que alguien actuará tal y como se espera. Vivir sin confianza es prácticamente vivir sin esperanza de nada. Aquel que no confía en nada o nadie ¿qué esperanza puede tener en último término? El dicho familiar “la esperanza es lo último que se pierde” es una realidad que únicamente puede darse si existe confianza. Si se pierde la confianza en que algo funcionará o en que alguien actuará como se espera que actúe, entonces, la desesperanza hace acto de presencia ¿qué sentido tiene seguir teniendo esperanza si ya no hay confianza? Cuando una relación se rompe por una infidelidad, la confianza es resquebrajada, rota, molida. Cuando esa confianza en la otra parte ya no está, entonces la esperanza de que esa relación pueda recuperarse es cada vez más tenue y se ve cada vez más lejos. Por ello, aunque pueda negarse por parte de algunos, siempre se tiene confianza en una cosa o en otro. Reconocido o no reconocido, el ser humano confía en algo o en alguien con tal que la esperanza permanezca firme. Por tanto, el punto en cuestión no es tanto si se tiene o no confianza sino en qué o en quién se tiene puesta la confianza. ¿Por qué? Porque puede confiarse en muchas cosas pero no todas ellas son roca firme y sólida para sostenernos. Quizás, es en momentos de dificultad o aflicción cuando esto se evidencia en mayor medida. Cuando la prueba o tribulación asalta la vida la confianza se torna algo vital, ese momento es la prueba de fuego para saber si aquello en lo que se ha confiado verdaderamente era fiel y confiable. El rey David a lo largo de su vida sabía en quién debía estar puesta su confianza, sabía el nombre que debía ser traído a la memoria en momentos de dificultad. David como rey de Israel y cantor sabio, sabía que la humanidad se diferencia y distingue en dos grandes grupos en cuestión de lealtades y confianzas; “estos confían en carros y aquéllos en caballos; mas nosotros del nombre de Jehová nuestro Dios tendremos memoria” (Salmo 20:7).
Pastor Rubén Sánchez
Devocional Semanal - Pastor Rubén Sánchez
"...y le puso por nombre Eben-Ezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó Jehová" (1ª Samuel 7:12)
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Señor, no pido únicamente por mí sino también por tu iglesia. Ayúdanos a tener memoria de tu nombre. Ayúdanos a confiar en ti como fuente y manantial de salvación, defensa y sustento en nuestra vida. Ayúdanos a tener memoria del reino de salvación de nuestro Señor Jesucristo. Amén.
TEXTOS PARALELOS PARA MEDITAR
MARTES

Salmo 20:1-9

MIÉRCOLES

Salmo 33:1-22

JUEVES

Isaías 31:1-9

VIERNES

Juan 18:28-40

SÁBADO

Apocalipsis 19:11-21
     David muestra que, por un lado, hay aquellos cuya confianza o recuerdo está puesto en el poder y señorío de las cosas de este mundo. Por otro lado, muestra que el pueblo de Dios debe confiar o hacer memoria constante del nombre de su Dios. El Salmo 20 fue un salmo escrito por David tal y como su título indica “al músico principal. Salmo de David”. Aunque no se sabe exactamente el contexto histórico por el cual David escribió el salmo, ciertamente parece ser un salmo escrito en tiempo de conflicto. Era en “día de conflicto” que David clama para que Jehová escuche (v.1). El nombre de Dios debía ser defensor (v.2). Desde Sion y el santuario Dios debía enviar ayuda y sustento (v.3). Dios es Dios de salvación (v.5), aquel que salva a su ungido (v.6). Todas estas referencias demuestran que el posible contexto detrás del salmo era un contexto de conflicto, un contexto que requería la salvación y la defensa por parte de Dios. Es aquí cuando David establece que hay algunos cuya confianza está puesta en el poder de este mundo como fuente de salvación “estos confían en carros y aquéllos en caballos”.
      Aun y cuando aparece el verbo “confiar” literalmente la Escritura dice lo siguiente “estos en carros y estos en caballos”, por tanto, el verbo “confiar” no aparece de primeras en el texto. Posiblemente, el verbo que mejor capta el sentido de lo que David quería comunicar sería el verbo “hacer memoria” un verbo que David utiliza dos veces en el salmo (vv.3, 7). Hay algunos que traen a memoria o recuerdan en momentos de dificultad y conflicto a los carros y a los caballos. Hay aquellos que la primera cosa que viene a su mente en momentos de conflicto son carros y caballos, es decir, lo que viene a su mente es el poder y fortaleza de las cosas de este mundo. David utiliza una imagen militar para mostrar el poder y fortaleza de este tiempo “carros y caballos”.
      Posiblemente a un lector de una sociedad occidental del siglo XXI, los “carros y caballos” como fuente de fortaleza y poder es algo que queda lejos, pero no era así en el tiempo de David. Los carros y los caballos eran instrumentos de guerra. El caballo era el animal de guerra por excelencia y los carros eran los tanques de la época. Nadie acudiría al frente de batalla montado en un asno. Los caballos eran signo de poder y fortaleza, los carros, como lo fueron los carros herrados de Faraón o los novecientos carros herrados de Sísara en Jueces 4:3 eran símbolo de dominio y poderío militar, ¿quién no haría memoria en aquel tiempo de carros y caballos frente a una batalla? De ahí que el “hacer memoria” pueda ser entendido como hacer memoria para confiar en esos instrumentos de aparente poder y señorío cuando las circunstancias de la vida lo requieran. Ahora bien, así como la Biblia muestra que algunos confían en el señorío de este tiempo, también advierte de la insensatez de traer a la memoria el poderío de este mundo como fuente de confianza y seguridad. Salmo 33:17 “vano para salvarse es el caballo; la grandeza de su fuerza a nadie podrá librar”. Por muy imponente que pudiese ser el caballo, en último término su capacidad de salvación era limitada y vacía. Isaías 31:1 “¡Ay de los que descienden a Egipto por ayuda, y confían en caballos; y su esperanza ponen en carros, porque son muchos, y en jinetes, porque son valientes; y no miran al Santo de Israel, ni buscan a Jehová!”. Dios advierte a su pueblo de lo insensato y vano que es buscar ayuda en la fortaleza de grandes imperios. El tiempo de David y de Isaías, aun y estar alejado del nuestro, no ha cambiado tanto.
      El ser humano sigue siendo objeto de dificultades, conflictos y aflicciones en la vida y de la misma manera el ser humano sigue haciendo memoria de sus recursos como aquello que piensa que es fuente de confianza y salvación en su vida. En momentos de conflicto y dificultad, el ser humano tiende a hacer memoria primeramente de los recursos que se encuentran en uno mismo y en este mundo, suele mirar a sus propios carros y caballos como fuente de confianza, como manantial de salvación. Algunos miran al gobierno como aquel que solucionará sus conflictos. Otros miran a la ciencia como fuente de todo conocimiento, casi omnisciente para solución. Estos miran a la educación como aquello que traerá la solución de la sociedad. Aquellos se miran a sí mismos creyendo que ellos solos se bastan para salir del entuerto. En ocasiones, ya sea de forma consciente o inconsciente, cuando el frente de batalla se abre frente a nosotros con dificultades y conflictos serios, solemos decir “¿qué haré? ¿Qué haré en esta situación?” Ahora bien, ¿de qué debe hacer memoria primeramente el creyente como fuente de confianza y salvación? ¿Quién debe ser su confianza frente a la tormenta? David establece un contraste claro “mas nosotros”, es decir pero nosotros, el pueblo de Dios, la congregación del Altísimo, la iglesia de Cristo “del nombre de Jehová nuestro Dios tendremos memoria”.


      No hay duda alguna que el contraste es claro, el pueblo de Dios tendrá memoria del nombre de su Dios. Mientras hay aquellos que hacen memoria del poder y señorío de este mundo como fuente de salvación, el pueblo redimido de Dios hacer memoria del nombre de su Dios como fuente y manantial de salvación frente a las batallas y tribulaciones de este mundo. El nombre de Dios es la revelación misma de quien es Dios. Para los patriarcas el nombre de Dios era el Todopoderoso capaz de cumplir sus promesas en medio de las circunstancias más opuestas. En el éxodo el nombre de Dios fue “yo soy el que soy” (Éxodo 3:14), el Dios que se hacía presente para obrar la salvación de su pueblo. El nombre de Dios es la revelación misma de quien es Dios en medio de la historia con relación a las circunstancias de su pueblo. Para David en el Salmo 20, el nombre de Dios es el nombre del Dios que defiende a los suyos “el nombre del Dios de Jacob te defienda” (v.2), es el nombre que debe ser levantado como estandarte “y alzaremos pendón en el nombre de nuestro Dios” (v.5). Por ello, es el nombre de Dios del que su pueblo debe hacer memoria, porque es nombre de salvación y nombre de defensa.
      Es por ello que, frente a los conflictos y dificultades de este mundo, nuestro Dios es aquel en quien debemos confiar. No hay otro que sea Dios de salvación y no hay otro que sea defensor de los suyos. Hacer memoria del nombre de Dios frente a las dificultades es un ejercicio de fe, es creer que no hay otro como nuestro Dios para defendernos y salvarnos. Esto no implica que no podemos y debamos tomar atención a la medicina cuando estamos enfermos. No implica actitudes necias de no ponerse el cinturón de seguridad cuando uno conduce, lo que implica es que en primer y último término nuestra confianza se encuentra en nuestro Dios para toda circunstancia. Es entender que en Cristo Jesús nuestro Dios es amparo y fortaleza.
      En el momento de mayor aflicción de nuestro Señor Jesucristo, su memoria estaba puesto en su Dios. David experimentó como Dios le salvó como el ungido de Dios, su reino siguió adelante porque Dios salvó a su ungido rey. Por esto el pueblo podía exclamar “mas nosotros del nombre de Jehová nuestro Dios tendremos memoria”. Ahora bien, estas palabras apuntan al Ungido último que Dios salvó. No lo libró de la muerte, pero si lo resucitó victorioso y su reino, señorío, gobierno y poder para salvar y defender a los suyos es eterno y para siempre. Razón tenía Calvino cuando dijo de este salmo: “El objeto que David tenía en mente era exhortar a los hijos de Dios a valorar tal preciosa solicitud sobre el reino de Cristo”. Hacer memoria del nombre de nuestro Dios frente a las dificultades en este mundo. Hacer memoria del nombre de nuestro Dios como fuente de confianza frente a los embates de nuestra vida, es hacer memoria del único nombre que nos ha sido dado como Roca de Salvación, es hacer memoria del único reino eterno en el cual tenemos salvación, el Reino de nuestro Dios y Salvador Jesucristo.