PRONTO AUXILIO
“Jehová es nuestro amparo y fortaleza. Nuestro pronto auxilio en las tribulaciones.
Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida,
y se traspasen los montes al corazón del mar; Aunque bramen y se turben sus aguas,
y tiemblen los montes a causa de su braveza”
(Salmo 46:1-3)

      Uno busca desesperadamente un lugar que le sea de amparo y fortaleza para estar a salvo de esa tormenta. Las tormentas del mundo natural pueden llegar a ser terribles, destructivas y en ocasiones mortales, quizás por esto son también usadas como imágenes de otro tipo de tormentas, aquellas que atacan nuestras vidas.


      La Biblia utiliza de manera amplia imágenes del mundo natural para explicar realidades espirituales en la vida del ser humano. La revelación natural es fuente de ilustraciones e imágenes para los escritores bíblicos y los salmos están llenos de ellas. En más de una ocasión los escritores de los salmos utilizan la braveza del mar, la furia del torbellino y otras imágenes de fenómenos naturales violentos y catastróficos para hablar de las tormentas y dificultadas en sus propias vidas. No es nada nuevo el decir que nuestra vida no se escapa de estas tormentas. Algunas de ellas se ven venir, las nubes se alzan negras en el horizonte y uno intuye por dónde rugirán los truenos. Otras no se ven venir en absoluto, simplemente la tormenta de la angustia, la pérdida, la enfermedad, la crisis, se desata sin avisar en nuestra vida y es entonces cuando necesitamos refugio, amparo y un socorro no temporal sino siempre presente en nuestra vida. El salmista del Salmo 46 bien lo sabía y así lo dejó escrito: “Dios es nuestro amparo y fortaleza. Nuestro pronto auxilio en las tribulaciones: Por tanto, no temeremos aunque la tierra sea removida, y se traspasen los montes al corazón de los mares. Aunque bramen y se turben sus aguas, y tiemblen los montes a causa de su braveza” (Salmo 46:1-3). El salmista tenía claro dos cosas, un principio y un resultado. El principio de que Dios es la única seguridad y siempre presente auxilio en nuestras vidas. Segundo, el resultado es la ausencia de temor aun y cuando el caos sea una realidad feroz en nuestra vida.
Pastor Rubén Sánchez
Devocional Semanal - Pastor Rubén Sánchez
"...y le puso por nombre Eben-Ezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó Jehová" (1ª Samuel 7:12)
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Dios nuestro gracias por ser amparo, fortaleza y el socorro siempre presente que necesito y al cual puedo acudir en la diversidad de pruebas en mi vida. Padre, ayúdame a confiar en ti, ayúdame a no temer aun y cuando el caos crezca alrededor de mi vida. Ayúdame a confiar en ti, a confiar en tu Hijo Jesucristo, la Roca eterna de mi salvación. Amén.
TEXTOS PARALELOS PARA MEDITAR
MARTES

Salmo 46:1-11

MIÉRCOLES

Salmo 28:1-9

JUEVES

Salmo 20:1-9

VIERNES

Juan 14:1-11

SÁBADO

Romanos 8:18-25
      Es terrible encontrarse sumido en medio de una tormenta estando en la montaña. Resulta aterrador escuchar el rugir de los truenos amplificado por el eco de los montes. El cielo parece abrirse y rasgarse justo encima de la cabeza de uno cada vez que la bóveda celeste, cubierta por las nubes negras cargadas de lluvia, dan paso al diálogo entre el rayo y el trueno. Pareciera que el rayo rasgase el cielo como un velo y el trueno fuese el estrépito de su desplome. El viento que abraza a uno y le zarandea de un lado a otro juntamente con la lluvia incesante de la tormenta, cala los huesos y enfría el alma. Sin duda alguna, aquellos que hemos pasado la experiencia de vivir una tormenta en medio de la montaña no la repetiríamos. Si hay algo que se desea en esos momentos cuando la furia de la tormenta es desatada, es un refugio seguro en el cual salvaguardarse.
      El título mismo del salmo indica que fue escrito “al músico principal; de los hijos de Coré. Salmo sobre Alamot”, un salmo escrito por los hijos de Coré “sobre Alamot” posiblemente referido al tono musical del salmo. El Salmo está dividido en tres estrofas marcadas por la palabra “selah”, es decir, “pausa” o “meditación”. En cada estrofa, el Salmo llama a parar y a medita sobre su contenido. Precisamente los vv.1-3 conforman la primera estrofa del Salmo y el salmista llama a meditar sobre el principio general de que Dios es amparo y fortaleza, “Dios es nuestro amparo y fortaleza”.  El salmista establece y reconoce un principio general de gran valor para todo cristiano y para el pueblo de Dios. Nuestro Dios y no otro es “amparo y fortaleza” en la vida de su pueblo. Está en la esencia de Dios el ser refugio para los suyos. Llama la atención que el salmista no determina que Dios hará un refugio para su pueblo ni tampoco construirá una fortaleza inexpugnable para ellos. El salmista es claro en determinar que el refugio y la fortaleza es Dios mismo. Su ser y su obrar a favor de su pueblo hacen a Dios el único amparo y fortaleza para los suyos. El autor utiliza dos términos militares “amparo y fortaleza”. Dios se convierte para el creyente en el refugio y la fortaleza o baluarte frente a los ataques violentos de los enemigos de esta vida. El refugio en el cual la vida del creyente encuentra protección y el reducto fortificado que le defiende y le mantiene seguro, es Dios. Posiblemente en aquel tiempo había aquellos que confiaban en sus palacios y fortalezas. Tal y como el Salmo 20:7 determina, hay aquellos que “confían en carros y aquellos en caballos”. En nuestro tiempo muchos pueden confiar en sus propias fuerzas y recursos. Pueden confiar en los recursos y ayuda de otros. Unos pueden confiar en la ciencia, otros en la política, otros en la filosofía, incluso hay aquellos que confían en los sistemas religiosos, pero lo cierto es que nada de esto es amparo y fortaleza permanente frente a las tribulaciones y tormentas de la vida. Pueden ser fortalezas que permanezcan y aguanten por un tiempo pero, cuando el viento sople fuerte se verán que fueron simplemente refugios y fortalezas de paja. No es así con Dios.


      El principio general que establece la Escritura es que Dios mismo, su ser y persona es el refugio y reducto fortificado para el amparo del creyente. Esto hace que el amparo y fortaleza del pueblo de Dios no se encuentre en sistemas religiosos, en rituales, en supersticiones vanas, en fábulas de viejas o en cosas extrañas sino en su Dios, en su glorioso y majestuoso ser, en la persona misma de Aquel que para nosotros es Creador y Redentor. Entender que es el mismo ser de Dios lo que es el amparo y fortaleza para nuestras vidas implica el entender que Dios no puede actuar en contra de su propio ser, por tanto, Dios siempre será amparo y fortaleza para nuestra vida. No habrá momento que Dios deje de ser ese amparo y fortaleza que necesitamos. Por muy grande que pueda ser la tribulación, por muy prolongada en el tiempo, no habrá momento que Dios cese de ser o actuar conforme a lo que es para los suyos, amparo y fortaleza. De ahí se deriva la especificación que el salmista hace de este principio general, Dios es “nuestro pronto auxilio en las tribulaciones”.



      Dios es no tanto “pronto auxilio” sino el socorro siempre presente en las tribulaciones. No hay pausa y descanso en que Dios sea el siempre presente socorro para los suyos. Siendo Dios inmutable no cambia en ser el presente auxilio para nuestra vida.
      Siendo eterno y no habiendo en nuestro Dios paso del tiempo, su auxilio y socorro no envejece, no caduca, no tiene fecha de vencimiento, nuestro Dios es el siempre presente socorro. Las pruebas y tribulaciones son y serán varias en nuestra vida, tanto individual como también de iglesia. Habrá perdidas, decepciones, angustias, enfermedades, incertezas, traiciones, oposición interna, oposición externa, el catálogo de tribulaciones es amplio y surtido en la vida pero, aun y cuando las tribulaciones sean varias, Dios es el mismo, no cambia y por tanto, siempre es y será nuestro siempre presente socorro en medio de nuestras pruebas y dificultades. Es por ello que el salmista puede llegar al resultado que de manera lógica se deriva de dicho principio, el resultado de la ausencia de temor aun y cuando el caos a nuestro alrededor sea feroz y violento.
      “Por tanto”, marca el resultado de saber y entender que nuestro Dios es amparo, fortaleza y pronto auxilio, “por tanto, no temeremos”. El temor queda fuera de la vida de todo creyente. Cierto es que esto no es algo fácil y muchas veces el temor asalta nuestras vidas frente a las pruebas. Sin duda alguna, no es solamente una cuestión de fe sino también una cuestión de fe que madura en estas realidades bíblicas. La madurez cristiana debe llegar a no temer porque nuestro Dios es el presente socorro al cual podemos acudir en todo momento, incluso aun y cuando el caos parezca ser violento, feroz y destructivo a nuestro alrededor. Siendo el salmo poesía, el salmista utiliza figuras de lenguaje tan características de la poesía para transmitir así el impacto de lo feroz que puede llegar a ser el caos en la vida y de la grandeza de la verdad bíblica de que Dios es amparo, fortaleza y pronto auxilio. El autor utiliza imágenes de la naturaleza, imágenes que nos hablan de eventos naturales catastróficos “la tierra removida”, “se traspasen los montes al corazón del mar”, “bramen y se turben sus aguas”, “tiemblen los montes a causa de su braveza”. Son fenómenos naturales que implican un caos extremadamente caótico, una violencia y destrucción seguras. A parte de esto, el salmista utiliza varias veces la imagen del mar embravecido y temible. El “mar” en la cultura de aquel tiempo era símbolo de caos. El caos es una realidad expuesta por el salmista, un caos feroz, un caos violento, un caos catastrófico en la vida del pueblo. Ahora bien, aunque este caos rodea al pueblo de Dios no hay temor ¿por qué? Porque nuestro Dios es amparo, fortaleza, socorro presente y no cambiará en esto. Grande puede ser el caos de nuestras tribulaciones y pruebas pero mayor es Dios que está con nosotros. Grande puede ser la fuerza de las tribulaciones pero nuestro Dios es Todopoderoso como amparo y fortaleza.
      Fue nuestro Señor Jesucristo quien les dijo a sus discípulos que su corazón no se turbase. El gran discursos final de Jesús a sus discípulos en Juan 14-16 en cierta manera se encierra dentro de la realidad de creer y confiar en Cristo. El corazón de los discípulos no debía turbarse porque debían creer en Dios y en Cristo Jesús. Nuestro Señor les habló todas esas cosas para que pudiesen tener paz. Aun y cuando tendrían aflicciones debían confiar en Cristo porque él venció al mundo mediante su muerte y resurrección.
      Las verdades bíblicas del Salmo 46:1-3 no son verdades abstractas dadas simplemente para motivar al creyente en medio de la prueba. Son verdades reales que fueron encarnadas en la persona de nuestro Señor Jesucristo. Dios vino a ser nuestro amparo, fortaleza y siempre presente auxilio en la persona de su Hijo. Lo fue en la tormenta y caos de nuestros pecados y lo seguirá siendo hasta el fin del mundo, hasta el día que él mismo enjuague nuestras lágrimas y el caos ya no sea más una realidad y el temor haya plenamente desaparecido.