PALABRA Y CRECIMIENTO
“Y crecía la palabra del Señor,
y el número de los discípulos se multiplicaba grandemente en Jerusalén;
también muchos de los sacerdotes obedecían a la fe”
(Hechos 6:7)
      Dicen que “vale más una imagen que mil palabras” y en algunas ocasiones es cierto. Ahora bien, no siempre es así. La palabra sigue siendo algo fundamental en la comunicación. Una persona puede contemplar una obra de arte como el Guernica de Picasso y ver en él toda una serie de figuras extrañas, desvinculadas la una de la otra y con poco sentido entre ellas pudiendo sacar así una interpretación totalmente distorsionada del mensaje que el artista quiso dejar plasmado en el lienzo. Otra persona al contemplar la misma obra artística puede establecer un tipo de relaciones entre las figuras que le lleven a otra interpretación totalmente distinta. Sin duda alguna, la imagen es importante pero, se requieren palabras que la expliquen. El Guernica de Picasso requiere la explican del cuadro que fue pintado en París entre los meses de mayo y junio en el año 1937 para entender que la obra alude al bombardeo de la ciudad de Guernica el 26 de octubre de ese mismo año durante la Guerra Civil Española.  Por ello, no siempre es cierto que “vales más una imagen que mil palabras” y en el caso del crecimiento de la iglesia es vital conocer cómo el crecimiento de la Palabra de Dios supone el crecimiento de la iglesia de Cristo. Es precisamente Lucas quien escribe en el libro de los Hechos la relación entre palabra y crecimiento; “y crecía la palabra del Señor, y el número de los discípulos se multiplicaba grandemente en Jerusalén; también muchos de los sacerdotes obedecían a la fe” (Hechos 6:7). Dos cosas muestra el gran doctor de las Escrituras, primero, la extensión de la palabra y el crecimiento de la iglesia y segundo, la obediencia a la fe.
Pastor Rubén Sánchez
Devocional Semanal - Pastor Rubén Sánchez
"...y le puso por nombre Eben-Ezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó Jehová" (1ª Samuel 7:12)
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Señor, hay momentos bien difíciles, momentos en los que llego a perder la confianza. Situaciones frustrantes, tristes, dolorosas que me llevan a tambalearme en mi fe. Padre, solo te pido que mi fe no fallezca. Te pido que me sostengas firme en creer en tu palabra, en tu glorioso evangelio. Susténtame en saber que si tu palabra crece, tu iglesia crecerá. No permitas que sean mis ojos ni las situaciones las que me dirijan sino, el aferrarme por fe a tu Santa Palabra. Amén. 
TEXTOS PARALELOS PARA MEDITAR
MARTES

Hechos 6:7-15

MIÉRCOLES

Hechos 9:1-31

JUEVES

Hechos 12:1-25

VIERNES

Hechos 16:1-15

SÁBADO

Hechos 19:1-20
      El libro de los Hechos nos describe la continuación del ministerio de nuestro Señor Jesucristo. Aun y cuando Cristo había ya ascendido a la diestra del Padre, había dejado a aquellos apóstoles que serían los testigos primarios de él aquí en la tierra. Mediante el gran don del Espíritu Santo, el testimonio de los apóstoles de la persona y obra de Cristo, es decir, el testimonio del evangelio, se extendería entre las naciones con poder del cielo mismo. El Espíritu Santo llevaría con poder a todos aquellos que creyesen a formar parte de la iglesia de Cristo. Desde Jerusalén, Judea, pasando por Samaria y llegando hasta las naciones gentiles, el evangelio de Cristo se extendería por la predicación de los apóstoles y el poder del Espíritu Santo.
     Lucas a lo largo de su libro repite una idea que de manera constante deja grabada en la mente del lector, la palabra se extendía y la iglesia crecía: Hechos 6:7 “y crecía la palabra del Señor, y el número de los discípulos se multiplicaba grandemente en Jerusalén, también muchos de los sacerdotes obedecían a la fe”, Hechos 9:31 “entonces la iglesia tenía paz por toda Judea, Galilea y Samaria; y eran edificadas, andando en el temor del Señor, y se acrecentaban fortalecidas por el Espíritu Santo”, Hechos 12:24 “pero la palabra del Señor crecía y se multiplicaba”, Hechos 16:5 “así las iglesias eran confirmadas en la fe, y aumentaban en número cada día” y Hechos 19:20 “así crecía y prevalecía poderosamente la palabra del Señor”. Lucas muestra un patrón claro a lo largo de la historia, la palabra del Señor se extendía y prevalecía con poder y la iglesia crecía, aumentaba y era fortalecida. No hay duda alguna que el gran doctor de las Escrituras nos muestra un patrón claro.


      Cuando la palabra del Señor se extiende fielmente, la iglesia crece bíblicamente siendo aumentada, sostenida y fortalecida por el Espíritu Santo. La historia de la salvación nos enseña algo importante, es la palabra de Dios, la proclamación fiel del evangelio de Cristo lo que hace crecer la iglesia de Cristo. A medida que “crecía la palabra del Señor”, lo que sucedía es que “el número de discípulos era multiplicado grandemente en Jerusalén”. Sin lugar a dudas, dicho patrón no fue exclusivo de Jerusalén, se repitió en Judea, en Galilea, en Samaria y entre las naciones gentiles. Dios en su soberana voluntad tiene periodos de crecimiento asombroso y milagroso de su pueblo, lo que ha sido llamado los avivamientos y no cabe duda alguna que el periodo de los Hechos fue uno de ellos. De igual manera su soberana voluntad también puede contemplar periodos de escasez de fruto en medio de su pueblo. Ahora bien, sea cual sea la obra que Dios tenga determina hacer para con su pueblo, una realidad que no cambia es el patrón que nuestro Dios ha establecido para el crecimiento de su iglesia. La palabra debe crecer para que así la iglesia crezca. Es por esto que el crecimiento de la palabra de Dios es algo innegociable en la iglesia de Cristo y, por ende, en toda iglesia local.
      Algo en lo que toda iglesia debe crecer es en la palabra del Señor, es decir, el evangelio de gracia y fe de nuestro Señor Jesucristo. La iglesia no solamente debe crecer en el evangelio sino que el evangelio debe crecer y extenderse en medio de la iglesia. Aun y cuando no pueda parecerlo, dicho crecimiento es un ejercicio de fe para todo santo y para toda congregación. En ocasiones resulta difícil aferrarse a esta verdad que Lucas de manera repetitiva muestra en el libro de Hechos.
      ¿Dónde está ese crecimiento de la iglesia cuando hay crecimiento de la palabra del Señor? ¿Cómo es posible que parezca que el efecto sea inverso? ¿Cómo es posible que por más que se busca la fidelidad a la palabra, la iglesia no crece, el número de los discípulos no se multiplica grandemente? ¿Cómo es posible que se predique la palabra del Señor que salva y transforma y no ver ni almas salvadas, ni vidas transformados sino todo lo contrario, vidas que siguen inmaduras incapaces de vivir el evangelio en sus relaciones? Posiblemente las razones sean varias y podamos enfrentarnos con momentos que nos lleven a la desconfianza, desánimo y a sentirse defraudado. Momentos en los que uno clama al Señor y le dice: “¡Señor! Parece que me has abandonado, parece que tu palabra no es viva y eficaz. ¡Señor! Me da la sensación que pierdo el tiempo y la confianza en lo que me has dado y en las Santas Escrituras, ¿por qué Señor?” Pero frente a esto, la fe debe levantarse como el amigo que nos ayuda a llevar las cargas y sustentarnos para no perder la confianza en la palabra del Señor. Nunca podemos perder la confianza en el evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Nuestro Dios no ha establecido un patrón en la historia de la salvación para no llevarlo fielmente a cumplimiento. El patrón de nuestro Dios es claro, “crecía la palabra del Señor y el número de discípulos era multiplicado grandemente en Jerusalén”. Es por ello que debemos saber que dicho crecimiento es un ejercicio de fe.


      Puede ser que la palabra en ocasiones sea sembrada en el camino y las aves se la lleven antes que dé fruto. Es posible que la palabra crezca entre pedregales y la poca tierra haga que brote con raíces débiles que poco resisten. Es posible que la palabra del Señor crezca entre espinos y los afanes acaben ahogando el fruto pero, es posible - y de hecho es así - que la palabra crezca en buena tierra y lleve fruto en abundancia. Ciertamente el fruto será más lento, un árbol no crece de la noche a la mañana pero, sí que será un fruto seguro y hermoso. Si la palabra de nuestro Señor crece en medio de la iglesia y desde la iglesia no debemos dudar sino actuar con fe, nuestro Dios a su tiempo dará su crecimiento. A su tiempo y no al nuestro, Dios aumentará el número de discípulos. Quizás, los tiempos de sequía son tiempos que Dios permite para que nuestra fe no mengüe en su palabra sino que se fortalezca, tiempos en los que - aunque sean difíciles de aceptar y de entender - debemos seguir enfocados en que la palabra del Señor crezca para que así Dios a su tiempo haga crecer el número de discípulos. No hay otra manera para el crecimiento establecido por Dios, por esto debemos creer y aferrarnos a ello.
      Perder de vista el patrón que Lucas establece en Hechos podría hacemos caer en todo tipo de métodos para hacer aumentar el número de discípulos y ciertamente podrían funcionar. Ahora bien, ¿sería el crecimiento bíblico y genuino o simplemente un espejismo de crecimiento? Es el crecimiento de la palabra lo que dará crecimiento a la iglesia, una palabra que en Hechos crecía con el don del Espíritu Santo. El crecimiento de la palabra del evangelio venía dado con el don del Espíritu que era capaz de hacer crecer esa palabra a lo largo de las naciones y en el corazón de aquellos que la aceptaban. ¡Cuánto debemos orar para que la palabra del Señor crezca con la demostración y poder del Espíritu! ¡Cuánto debemos seguir aferrándonos con toda certeza que cuando la palabra crece la iglesia crece! Incluso la palabra será capaz de llevar a su iglesia aquellos que quizás nunca antes hubiésemos pensado que llegarían a la obediencia de la fe. Lucas establece una especificación en el texto “también muchos de los sacerdotes obedecían a la fe”.


      Los sacerdotes que servían en el templo quizás serían aquellos que uno consideraría los duros para obedecer a la fe, ahora bien, no hay dureza suficiente para la palabra del Señor. Incluso sacerdotes que seguían sirviendo en el templo y que estaban ligados al servicio del antiguo pacto, obedecían a la fe del evangelio de Jesucristo. De manera significativa, incluso el antiguo orden representado en esos sacerdotes obedecía a la fe de que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios quien murió en la cruz para perdón de pecados, resucitó victorioso y reina y gobierna desde el trono celestial. Una muestra del cumplimiento del nuevo pacto pero una evidencia que incluso aquellos que quizás se daría prácticamente como imposible que acudiesen a la fe, obedecieron a la palabra del Señor. La palabra del Señor crece salvando y llevando a su iglesia no a los que nos gustaría sino a los que Dios tiene designados por muy duros que puedan parecer e impensables de obedecer, ¿no éramos nosotros así antes de que la palabra del Señor nos alcanzase? ¿No estábamos nosotros bajo nuestro propio orden antes de haber escuchado y creído la palabra de verdad, el evangelio de nuestra salvación? Ciertamente lo estábamos pero la palabra del Señor creció y nos alcanzó haciendo crecer su iglesia con la presencia de aquellos que no lo merecíamos pero que por su gracia fuimos llevados a formar parte de su gran familia.