CUIDA Y PERSISTE
“Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto,
te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren”
(1ª Timoteo 4:16)
      Todo trabajo o disciplina requiere tener cuidado a nivel personal y profesional. El deportista debe tener cuidado de su cuerpo. Debe cuidarlo, prepararlo, vigilar estrictamente su dieta al tiempo que también debe tener cuidado de las reglas de competición. Debe existir en todo deportista un conocimiento de las reglas y normas del deporte que practica. Todo solado debe cuidar de su preparación física para poder estar listo en el terreno de combate. Sería perjudicial y posiblemente mortal que descuidase el cuidado de sí mismo. De la misma manera, también debe conocer y estar al día del funcionamiento de las armas que le toca utilizar y de las estrategias bélicas en las que estará implicado. Todo submarinista debe tener un cuidado importante de su físico. Un físico descuidado mermaría seriamente las capacidades de trabajo. Al tiempo que no debe descuidar en ningún momento el conocimiento del uso de los diferentes instrumentos que serán vitales para sus inmersiones. Un pequeño descuido en la lectura o utilización de los reguladores de oxígeno y profundad podrían llevar al desenlace terrible de la muerte misma. Todo trabajo o disciplina requiere tener cuidado tanto a nivel personal como profesional. Siendo así ¡Cuánto más cuidado no debería tener de sí mismo y de su doctrina el ministro de Cristo! El apóstol Pablo es algo que dejó bien claro y marcado a su hijo en la fe, Timoteo, cuando le escribió sobre el cuidado que debía tener de él mismo y de su doctrina como ministro de Cristo; “Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyen” (1ª Timoteo 4:16).


      Las palabras de Pablo están directamente dirigidas a Timoteo como ministro de Cristo. Dentro del contexto inmediato, Timoteo debía conocer que en los postreros tiempos que ya vivía, habría aquellos que apostatarían de la fe. Habría aquellos que engañarían y que tendrían sus conciencias cauterizadas. Timoteo se enfrentaría con un tiempo en el que algunos prohibirían verdades claras y establecidas por Dios. Ante un panorama tan terrible en el que Timoteo debería ejercer su ministerio, lo qué el apóstol Pablo le dice a Timoteo podría resumirse en tres ideas básicas: Timoteo debía enseñar la palabra de fe y la sana doctrina, debía ejercitarse en la piedad y debía dedicarse a la lectura, exhortación y enseñanza. De tales cuidados dependía no únicamente la vida y ministerio de Timoteo sino también la vida y ministerio de la iglesia que Timoteo debía apacentar. Timoteo debía ocuparse en estas cosas, permanecer en ellas para que así su aprovechamiento fuese visto y manifiesto por todos. Es en este contexto inmediato que Pablo termina diciéndole que tenga cuidado y persista. Ahora bien, aun y cuando las palabras de Pablo de manera principal son aplicables a todo ministro de Cristo, de manera secundaria son aplicables a todo cristiano. No es una exclusividad única del ministro de Cristo el cuidad de su vida y de su doctrina. Sin duda alguna, esto debería ser la realidad de todo cristiano. Por ello, cuando se consideran las palabras de Pablo a Timoteo hay tres cosas que el apóstol nos deja ver: Primero, la llamada al cuidado y persistencia. Segundo, el cuidado tanto de la vida como de la doctrina y tercero, la diferencia vital que existe para el ministro de Cristo y todo cristiano.
Pastor Rubén Sánchez
Devocional Semanal - Pastor Rubén Sánchez
"...y le puso por nombre Eben-Ezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó Jehová" (1ª Samuel 7:12)
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Dios mío, sé que tengo cuidado de muchas cosas legítimas en mi vida pero me doy cuenta de lo negligente que puedo llegar a ser en el cuidado de lo que es verdaderamente importante para mí salvación y la salvación de aquellos que me oyen. Señor, en tu gracia ayúdame a cuidar de mi mismo y de la sana doctrina. Señor, ayúdame a persistir en ese cuidado para que así podamos ver la realidad de tu salvación obrada. Dios mío, ayuda en tu gracia a mis hermanos y hermanas a cuidar diligente y persistentemente de su vida y de la doctrina que tú nos has dado en tu bendito evangelio. Amén.
TEXTOS PARALELOS PARA MEDITAR
MARTES

1ª Timoteo 4:1-16

MIÉRCOLES

2ª Timoteo 3:1-17

JUEVES

2ª Timoteo 1:13-2:7

VIERNES

Colosenses 2:1-15

SÁBADO

2ª Pedro 1:16-21
      El apóstol Pablo claramente lanza un doble llamado a Timoteo “ten cuidado” y “persiste”. No hay en las palabras del apóstol sombra de duda de lo que Timoteo estaba llamado a hacer. Debía tener cuidado y debía persistir. El llamado de Pablo es prácticamente un mandamiento para Timoteo. El apóstol no daba una opción a su hijo en la fe. Como ministro de Cristo, Timoteo no tenía la opción de tener cuidado y persistir, Timoteo tenía la obligación de ejercer ese cuidado y esa persistencia. Ambas acciones demuestran un equilibrio perfecto. Timoteo debía, por un lado, tener cuidado, centrar toda su atención en algo concreto. Como el francotirador pone toda su atención en fijar su objetivo a través de la mirilla de su rifle, Timoteo debía centrar todas su atención, focalizarla de manera concreta y cuidadosa sobre algo bien específico. Por otro lado, no era suficiente para Timoteo el cuidar su atención sino que debía persistir en ello. Mucho se dice del déficit de atención que nuestra sociedad presenta hoy en día, mucho de lo cual es simplemente excusa para justificar la falta de ganas de tomar atención a lo que es verdaderamente importante pero no interesa. Timoteo debía tener cuidado y persistir de forma continua en aquello a lo que estaba llamado a tener cuidado. Como ministro de Cristo que debía ministrar en un tiempo caracterizado por el abandono de la verdad, el engaño, la hipocresía, la falta de interés por la sana doctrina y la dificultad para transmitir el vital interés e importancia de la verdad de Dios, la vida de Timoteo debía caracterizarse por esas dos acciones “ten cuidado” y “persiste”. La vida de Timoteo debía ser una vida de cuidado y persistencia y de la misma manera debe serlo la vida de todo cristiano.


      No era solamente Timoteo quien vivía los malos tiempos para la sana doctrina, de igual manera lo vivían aquellos cristianos a los que Timoteo debía ministrar. Cierto es que el ministro de Cristo debe tener una doble porción de cuidado y persistencia pero es la vida de todo creyente que debe vivirse en el cuidado y la persistencia. Debemos saber que los tiempos son malos para nuestra fe. Los tiempo son malos para la proclamación de la sana doctrina y vivimos tiempos en los que el engaño está a la orden del día. Engaño en ideologías, engaño en filosofías, engaño en patrones de vida y conducta.  ¿Qué hacer frente a tal situación? Podríamos caer en el desánimo, en la dejadez e incluso en la constante queja de qué mal están las cosas pero, poco solucionaríamos con ello, es más, posiblemente unas actitudes así empeorarían las cosas a nivel personal y probablemente congregacional. Ciertamente los tiempos son malos y es por ello que somos llamados a tener cuidado, a no bajar la guardia, a no caer en la dejadez sino a cuidar y persistir en aquello que debemos tener un cuidado, válgame la redundancia, cuidadoso. Como cristiano estás llamado a tener cuidado y a persistir constantemente en aquello que eres llamado a cuidar, de manera específica la vida personal y la doctrina que crees.
      El apóstol Pablo claramente le dice a Timoteo qué es aquello que debe cuidar y persistir en ello “ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello”. Era la propia vida de Timoteo y la doctrina que Timoteo enseñaba a la iglesia aquello que debía cuidar y aquello en lo que debía persistir. Ambos aspectos eran esenciales e inseparables, tanto la vida de Timoteo como la doctrina debían ser el foco de atención cercana y de cuidado preciso del ministro de Cristo. En el ministro de Cristo no puede existir un divorcio entre vida y doctrina, una vida que no es justa y santa desacredita la sana doctrina y una vida justa y santa sin doctrina sana es imposible ya que lo que uno cree es lo que generalmente acaba viviendo.
      Es por ello que el ministro de Cristo debe cuidar de sí mismo y de la doctrina que predica y enseña, ambas van de la mano. Su vida tiene que ser la vida santa y justa producida por la sana doctrina y su doctrina debe ser la sana doctrina del evangelio de Jesucristo, la sana doctrina revelada por Dios en su palabra. Los tiempos malos obligan a tener cuidado de estos dos aspectos y a persistir en el cuidado de los mismos. Ahora bien, no es únicamente tarea del ministro de Cristo el cuidar de su vida y de su doctrina, es tarea de todo cristiano e iglesia que es enseñada tanto por la vida como por la doctrina de sus ministros. Los tiempos difíciles para la vida santa y la doctrina sana nos obligan a tener un especial cuidado en nuestra vida y en la sana doctrina del glorioso evangelio de nuestro bendito Dios. Si hay algo que debemos tener especial cuidado y persistir en ello es en nuestra vida santa o, como Pablo le dijo a Timoteo “la piedad”. Podemos olvidarnos rápidamente que nuestra vida es el escaparte en el que muchos se asomarán primero para ver el evangelio de Jesucristo. Muchos mirarán en el escaparate de nuestras vidas si el evangelio es algo que vale la pena o es una oferta más de temporada entre muchas ofertas.  Los tiempos invitan a la dejadez, al abandono de una vida santa y justa pero la Biblia nos exhorta y llama a tener cuidado de nuestra vida santa al tiempo que también debemos cuidar nuestra doctrina. El evangelio es la piedra de gran valor que por la gracia de Dios hallamos y debe ser cuidado. La multitud de filosofías, doctrinas e ideologías requieren que cuidemos la doctrina apostólica del evangelio de Jesucristo. No lo abandones, dedícate a la doctrina que Dios te ha dado, dedícate a la regla de fe y conducta que es la Palabra de Dios para tu vida. Ten cuidado y persiste en tu vida santa y en la doctrina de la palabra. A esto estamos llamados pero, cierto es que existe una diferencia vital entre el llamado para el ministro de Cristo y para todo cristiano. La diferencia vital reside en el motivo para ese cuidado y persistencia.


      Pablo le dijo a Timoteo que debía tener cuidado de su vida y doctrina y persistir en ello “pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo, y a los que te oyeren”. Timoteo debía tener cuidado y persistir para salvarse a sí mismo y a todo aquel que le escuchase como ministro de Cristo. El foco y propósito principal del cuidado y persistencia de Timoteo estaba en la “salvación”, su propia salvación y la salvación de sus oyentes. De alguna manera el cuidado de la vida y doctrina en la vida del ministro de Cristo obra en el gran plan redentor de Dios para la salvación de uno mismo y de aquellos que escuchan. Dios es el único autor de la salvación pero en su soberana voluntad hay medios decretados por él para el ejercicio de la misma, y uno de ellos es el cuidado y persistencia que el ministro tiene de su vida y doctrina. No resulta fácil de entender pero sí pone algo claro de manifiesto, la importancia de cuidar la vida y doctrina. La iglesia debería entender la importancia que esto supone para su propia vida y salvación y sustentar a todo ministro de Cristo en el ejercicio y cuidado de su vida y doctrina. Deberíamos entender congregacionalmente lo importante que es fijar nuestra atención y persistencia en el cuidado que debemos tener de nuestras vidas de piedad y de la doctrina que nos ha sido fielmente entregada en el evangelio de Jesucristo. Por ello, “ten cuidado de ti mismo y de tu doctrina, persiste en ello”.