ACUÉRDATE DE JESUCRISTO
“Acuérdate de Jesucristo, del linaje de David,
resucitado de los muertos conforme a mi evangelio”
(2ª Timoteo 2:8)
      Recordar es una capacidad que Dios ha dado al ser humano. El recuerdo nos permite volver a vivir en el pensamiento acontecimientos pasados de nuestra vida. La mente tiene la capacidad de volver a revivir aquellos eventos que formaron parte del pasado y, tiene también la extraña capacidad - posiblemente como mecanismo de defensa - de olvidar o bloquear aquellos recuerdos de eventos traumáticos que marcaron negativamente nuestra vida. Ahora bien, la capacidad de recordar tiene también una función educativa, de ahí el dicho “uno debe aprender de los errores del pasado”. El ser capaz de recordar y reconocer los errores del pasado debería ser una lección educativa que llevase a uno a ser capaz de mejorar en el presente. No es de extrañar entonces que Dios mismo apele de manera repetida en su revelación a la capacidad de recordar con la que ha dotado al ser humano y de manera especial y específica a su pueblo redimido. A lo largo de las Escrituras Dios llama a su pueblo a recordar. La capacidad y ejercicio de recordar es algo que la Biblia describe de manera significativa.


      El recuerdo del pasado debía traer a la memoria presente del pueblo de Dios la situación en la que se encontraban en el pasado antes de que fuesen salvados por la gracia. El recuerdo debía ser la capacidad mediante la cual el pueblo de Dios trajese al presente la realidad de los hechos redentores que Dios obró a favor de ellos para salvarlos y convertirlos en su pueblo. Debían recordar la buena mano de Dios sobre ellos, la mano poderosa que les salvó, la provisión que les guio y sustentó. El ser olvidadizos pasaba una factura cara en la vida del pueblo, Jueces 2:10 describe una generación “que no conocía a Jehová, ni la obra que él había hecho por Israel”. Toda la generación que conoció y recordó a Dios y las obras maravillosas de redención ya no existía, y Dios y sus obras quedaron en el olvido cuando esa generación murió. La nueva generación fue incapaz de recordar y esa falta de recuerdo dio paso al desconocimiento de Dios y de todo lo que había hecho en el pasado por su pueblo. Se levantó una generación que cayó en una espiral de infidelidad, deslealtad y desobediencia a Dios. Por ello, la capacidad de recordar es un esencial en el pueblo de Dios, es por ello que Dios apela una y otra vez a la memoria del pueblo. Y es precisamente a esta importante capacidad de recordar a la que Pablo apela en sus palabras a Timoteo “acuérdate de Jesucristo, del linaje de David, resucitado de los muertos conforme a mi evangelio” (2ª Timoteo 2:9). Sin lugar a duda Pablo exhorta a Timoteo a recordar, un recuerdo que debería ser el constante recuerdo en todo hijo de Dios, el constante recuerdo en el pueblo de Dios. Primero, es importante considerar la razón por la que recordar. Segundo, el contenido que debe ser recordad y tercero, el patrón en el que se sustenta el recuerdo.
Pastor Rubén Sánchez
Devocional Semanal - Pastor Rubén Sánchez
"...y le puso por nombre Eben-Ezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó Jehová" (1ª Samuel 7:12)
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Padre mío, gracias quiero darte por la persona de tu Hijo Jesucristo. Perdóname por esos momentos de desánimo que paralizan mi trabajo y mi vida. Padre ayúdame a recordar a Jesucristo, ayúdame a recordar el evangelio de los sufrimientos de la cruz, pero de la victoria de la resurrección. Padre, pido por la iglesia, ayúdales a recordar a Jesucristo, no permitas el olvido en ellos. Tú que no apagas el pábilo humeante, aviva nuevamente el recuerdo del evangelio en ellos, aviva el recuerdo de Jesucristo, Amén.
TEXTOS PARALELOS PARA MEDITAR
MARTES

2ª Timoteo 1:1-18

MIÉRCOLES

2ª Timoteo 2:1-13

JUEVES

Josué 24:1-33

VIERNES

Nehemías 9:1-38

SÁBADO

Hechos 7:1-60
      “Acuérdate”, con esta palabra empieza Pablo su exhortación a Timoteo. Pablo llama a Timoteo a que ejercite su capacidad de recordad. Así como en otras ocasiones le dice que se ejercite en la piedad que tiene fruto para vida eterna (1ª Timoteo 4:8), ahora el apóstol llama a Timoteo a que ejercite su capacidad de recordar. Realmente el apóstol Pablo urge a Timoteo a recordar, sus palabras no son opcionales. Para Timoteo es de vital importancia para su vida y para su ministerio que recuerde. ¿Por qué diría algo así Pablo a su hijo en la fe? Hay algo que debe considerarse de la segunda carta que Pablo escribió a Timoteo. El sufrimiento en la vida y el ministerio es uno de los temas principales que recorre esta pequeña carta. Pablo exhorta a Timoteo a sufrir aflicciones por el evangelio, así como él mismo padece por ese gran mensaje de salvación. El apóstol le dice a su hijo en la fe que sufra penalidades como buen solado de Jesucristo y que trabaje como ministro de Cristo, así como el labrador trabaja y siembra. Debe trabajar esperando que su trabajo y las penalidades que ha sufrido en él no serán en vano, sino que debe sembrar por fe sabiendo que al final participará del fruto de su trabajo. Ahora bien, el labrador primero debe trabajar y sufrir las penalidades asociadas a ese trabajo para participar del fruto. Ciertamente lo dicho por Pablo a Timoteo son palabras centrades en el ministerio de Cristo, pero son perfectamente aplicables a la realidad de cualquier cristiano que debe trabajar en la piedad, es decir, en una vida digna del evangelio de Jesucristo.


      Todo creyente, sin ningún tipo de excepción, está sujeto a los sufrimientos y penalidades de un mundo caído. Aquellos que determinan que en este mundo es posible parar de sufrir, sin lugar a duda no predican el evangelio de Aquel que sufrió las penalidades mismas de la cruz. Un mundo caído es igual a un mundo lleno de penalidades y sufrimientos, un mundo que da más cardos y espinos que no pastos verdes y confortables. Pero, todo creyente tiene unas penalidades y sufrimientos añadidos y son los sufrimientos que se derivan del evangelio. En muchas ocasiones no resulta nada fácil vivir una vida íntegra, coherente y consistente con el evangelio. Para el ministro de Cristo se hace muchas veces difícil y doloroso el sufrir por el evangelio sembrando y labrando sin ver fruto alguno. Trabajando en medio de desengaños, decepciones, traiciones, sembrando semillas que brotan rápido, pero, así como brotan se secan. Resulta difícil trabajar sin ver furto, quizás no son los huesos y músculos físicos los que duelen, pero sí los huesos y músculos del alma que sufre porque pierde el propósito, porque se pregunta si vale la pena seguir adelante, si tiene sentido. De igual manera para todo cristiano, sea o no sea ministro del evangelio. El sufrimiento por el evangelio, por mantener nuestra fe conlleva decepciones, traiciones, rechazos, etc. Es este sufrimiento el que puede hacer que el norte se pierda o, por lo menos se nuble. Puede hacer que dejemos de recordar lo esencial y vital del mensaje por el cual sufrimos. Es frente a esta realidad que Pablo llama a Timoteo “acuérdate”, es decir, “ejercita tu capacidad de recordar. Frente al sufrimiento de la índole que sea en tu vida o ministerio del evangelio, hijo mío, acuérdate de alguien”. Y aquí está el contenido a recordar “acuérdate de Jesucristo, del linaje de David, resucitado de los muertos”.
      La mente de Timoteo debe ser llevada a la persona de Jesucristo. El centro del recuerdo, el contenido mismo que Timoteo debe recordar frente al sufrimiento es la persona gloriosa y preciosa de Jesucristo. Timoteo no debe mirarse a él mismo, no debe mirar tampoco a sus circunstancias, hacer eso probablemente le hubiese hundido como Pedro se hundió en medio de la tormenta aun y tener a Cristo delante suyo. Timoteo debía recordar, traer a la memoria la persona de Jesucristo. ¿Por qué? Todo está en qué es aquello que debía recordar de Jesucristo. Debía recordad que Jesucristo era “del linaje de David, resucitado de los muertos”.
      Pablo no toma esos dos elementos de la persona de Jesús sin razón de ser. De todo lo que hubiese podido pedirle a Timoteo que recordase de Jesucristo, le dice que recuerde a “Jesucristo del linaje de David, resucitado de los muertos”. Por un lado, “el linaje de David” ligaba a Jesucristo con las promesas que Dios estableció en el Antiguo Testamento. Ligaba a Jesús con las promesas de redención que Dios llevaría a cabo sobre aquel que él levantaría en el trono de David su padre. Ligaba esas promesas de redención con un descendiente físico y real de David. Ciertamente Jesucristo es Dios, pero es Dios hecho hombre y su descendencia se encontraba en el linaje de David. La humanidad de Jesucristo está presente en la afirmación “linaje de David” y aun y cuando las promesas de redención estaban sobre él, aun y cuando su descendencia de realeza y el cetro estaba sobre sus hombros, Jesucristo tuvo que sufrir. Sufrió el rechazo de aquellos que él había creado, sufrió el desconocimiento de los suyos, el escarnio de las criaturas hacia el Creador. Jesucristo sufrió la cruz, la vergüenza de la cruz, el dolor de la cruz, pero, por encima de todo, el dolor de ser aquel que cargó nuestro pecado, sufrió nuestro castigo y removió la ira divina. El linaje era grande, era de realeza y sus sufrimientos estuvieron acordes a esa grandeza. Pero, por otro lado, Jesucristo fue “resucitado de los muertos”.
      A los ojos de aquellos que contemplaban la cruz ese sufrimiento hubiese podido ser el fin de todo. Alguno podría pensar “por tanto años trabajó para ahora no participar de nada”. Pero el plan de Dios era otro, uno mucho más grande y sublime. Aquel que sufrió en la cruz y sufrió los dolores de la muerte fue “resucitado de los muertos”. Timoteo debía recordar a Jesucristo no únicamente en sus sufrimientos sino en la gloria de su resurrección. ¡Qué gran lección! ¡Qué gran recuerdo frente al sufrimiento! Jesucristo resucitado es la gran lección, el recuerdo sublime y el gran ánimo.
      Hubo sufrimiento en Jesucristo, pero no fue un sufrimiento en vano, fue la antesala de la gloriosa resurrección y victoria del Mesías. Al igual que el labrador, primero trabajo y hubo sufrimiento indecible en ese trabajo y en esa vida, pero, participó por la voluntad del Padre del gran fruto de la resurrección. Sin duda alguna ¿no debería ser ese recuerdo de ánimo para nosotros frente al sufrimiento? Hay y seguirá habiendo sufrimiento y penalidades en este mundo. Hay y habrá sufrimiento específico en nuestra vida de creyentes porque el evangelio conlleva esto, pero, no es un sufrimiento en vano ¿por qué? Porque, así como participa de los sufrimientos de la cruz también participa de las glorias de la resurrección de Jesucristo. No podemos perder nunca a Jesucristo, él debe de ser nuestro tema a recordar, nuestra historia a cantar. Cristo, sus sufrimientos en la cruz y las glorias de su resurrección son nuestra historia y nuestra canción. Para el ministro de Cristo que sufre el desánimo de no ver, de no entender, Jesucristo resucitado es su tema a recordar. Para todo creyente que sufre en la piedad del evangelio, Jesucristo resucitado es su tema a recordar “acuérdate de Jesucristo”. Un recuerdo que se sustenta sobre el patrón del evangelio “conforme a mi evangelio”. El recuerdo se sustenta en aquello por lo cual muchas veces sufrimos en nuestra vida, el evangelio de Jesucristo. Por tanto, el evangelio también es fuente de ánimo por lo que recordar a Jesucristo es recordar una y otra vez el evangelio de gracia y fe. Es recordarnos a nosotros mismos el glorioso evangelio de nuestro bendito Dios. Quiera Dios que este sea nuestro constante e incasable recuerdo.