¡GUSTAD LA BONDAD
DE JEHOVÁ!
“Gustad y ved que bueno es Jehová; dichoso el hombre que confía en él”
(Salmo 34:8)
      Jesús le dijo al joven rico que le había preguntado que debía hacer para heredar la vida eterna: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino sólo uno, Dios”. (Marcos 10:8). Con estas palabras, Jesús le dejaba ver al joven rico que su supuesta bondad y rectitud moral no eran tan buenas como él suponía para poder heredar la vida eterna. Al mismo tiempo, Jesús descubre una verdad atestiguada ya desde el Antiguo Testamento, el único verdaderamente bueno, es Dios. Esta verdad, fue no solo testificada sino también experimentada por David. El rey David en el Salmo 34 escribe por experiencia propia de la bondad de Dios. Después de haber experimentado en su propia vida la verdad de la bondad de Dios, David expresa en su salmo: “Gustad y ved que bueno es Jehová; dichoso el hombre que confía en él” (Salmo 34:8). Dos cosas claras establece David en este pequeño versículo: Primero, el llamado a experimentar la bondad de Dios y segundo, la bienaventuranza de todo aquel que confía en el Dios que es bueno. Llamado y Confianza en el Dios que es bueno en gran manera son las dos cosas que se desprenden del v.8.


      Cuando David escribió estas palabras no lo hizo únicamente partiendo de un conocimiento doctrinal y teológico desligado de la experiencia de vida. David podía decir sin duda alguna que Jehová era bueno en gran manera ¿por qué? Porque así lo había gustado y visto en su vida. La experiencia de su vida era que Dios había sido bueno con él. Sin duda alguna, nosotros podemos y debemos saber que Dios es bueno a través de su revelación escrita. Es la Palabra de Dios, su revelación especial, la que nos desvela que en su mismo ser Dios es bueno, que en él hay bondad absoluta para con los suyos. Si no hubiese nada más que la palabra escrita de Dios, esta es suficiente para hacernos saber que Dios es bueno. Podemos saber de la bondad de Dios a través de las palabras escritas por inspiración divina por el rey David, “gustad y ved que bueno es Jehová”. Es esta revelación escrita de Dios la que debe ser nuestra regla de conocimiento de Dios, de otra manera nuestra experiencia personal podría hacernos pensar otra cosa del Dios que tenemos. Ciertas situaciones en nuestra vida podrían hacernos pensar que Dios no está siendo bueno o que no hay tanta bondad en Dios. Ahora bien, si tenemos la afirmación clara, absoluta y divina de que bueno es Jehová, entonces, cualquier cosa que podamos experimentar en nuestra vida - la entendamos o no - debe filtrarse a través de esta revelación escrita de Dios. Pero, ciertamente la revelación escrita de Dios nunca está en contradicción con la experiencia de Dios en nuestra vida. Es más, Dios se reveló por medio de sus hechos históricos a los suyos.
Pastor Rubén Sánchez
Devocional Semanal - Pastor Rubén Sánchez
"...y le puso por nombre Eben-Ezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó Jehová" (1ª Samuel 7:12)
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Dios mío, gracias por tu bondad. Gracias Dios mío porque aun y mis errores y pecados tú fuiste bondadoso conmigo. Padre, diste a tu Hijo para que tu bondad se expresase en el perdón y salvación de un pecador como yo. Gracias porque sigues siendo bueno conmigo y, aun y mis errores, estoy seguro que en más de una ocasión me has salvado de mi ceguera y equivocación. Padre mío, ayúdame a seguir confiando en ti porque no hay mayor bienaventuranza en esta vida que confiar en el Dios de toda salvación. Amén.
TEXTOS PARALELOS PARA MEDITAR
MARTES

1º Samuel 21:1-15; 22:1-2

MIÉRCOLES

Salmo 34:1-22

JUEVES

Salmo 25:1-22

VIERNES

Marcos 10:17-31

SÁBADO

Santiago 1:12-18
       Dios se reveló implicándose en la vida de aquellos que amó y eran parte de su pueblo y esta revelación de Dios en el transcurrir de la historia y de la vida de los suyos quedó registrada por inspiración divina en sus Santas Escrituras. Por tanto, las palabra de David “gustad y ved que bueno es Jehová” ciertamente son palabras inspiradas que nos muestran la vedad de la bondad de Dios, pero también son palabras que surgen de la experiencia personal de David. Surgen de una vida que vivió la bondad de Dios en su propia carne y por ello llaman a que todo aquel que las lee experimente de la misma manera lo bueno que es Dios.
      El Salmo 34 nos deja claro el contexto histórico que motivó su escritura: “Salmo de David cuando mudó su semblante delante de Abimelec, y él lo echó, y se fue”. En 1º Samuel 21:10-15; 22:1-2 se describe el acontecimiento en el que David, huyendo de Saúl, llegó a Aquis o Abimelec, rey de Gat. Fue allí cuando los siervos del rey reconocieron que aquel fugitivo era David de quien se decía que mientras Saúl hirió a miles, David lo hizo con diez miles. Dicha realidad asustó a Abimelec ya que había llegado uno que podía poner bajo amenaza su poder y reinado. La vida de David corría peligro, quizás había salido de la sartén para caer en las brasas, ¿qué hizo David entonces? Mudó su semblante y se hizo pasar por loco. Fue precisamente este acto de demencia fingida lo que le liberó de la posible reacción de Abimelec hacia él. David pudo escapar a la cueva de Adulam en la cual se refugió con un ejército de cuatrocientos hombres rechazados y despreciados como él, afligidos, endeudados y los que estaban en amargura de espíritu. ¿Hizo bien David haciéndose pasar por loco? Hay aquellos que determinan que la situación lo requería, hay aquellos que fuese como fuese David mintió en esa situación. Ahora bien, es posible que hacerse dicha pregunta sea legítimo pero quizás no sea la pregunta más acertada. La razón de ello reside en que la Biblia no se centra en responder algo así sino más bien en mostrar cómo David entendió lo que allí sucedió. El acto de David de hacerse pasar por loco del cual tenía plena responsabilidad obró en la bondad soberana de Dios para que su rey experimentase la bondad de Dios en su salvación. Es precisamente esta verdad la que reflejan las palabras de David “gustad y ved que bueno es Jehová”.


      Todo el Salmo 34 es la expresión de la salvación de Dios vivida y experimentada por David en su propia vida. Para David la salvación de Dios no fue simplemente una doctrina preciosa sino la experiencia en su propia piel de la bondad de su Dios, la experiencia en su propia vida de lo bueno que es Jehová. La bondad de Dios se manifestó en la vida de David librándole de Abimelec, escuchándole, librándole de sus temores y de sus angustias. David no interpreta la salvación de manos de Abimelec como un acto de su propia astucia e inteligencia, sino como la bondad de Dios manifestada y experimentada en su vida en esa salvación. Es de esta experiencia que David llama a gustar y ver lo bueno que es el Dios de salvación. David utiliza verbos sensoriales, es decir, verbos que apelan al sentido del gusto y de la vista “gustad y ved”. Dos imperativos que de manera general apelan a que pueda experimentarse en la vida la gran verdad de lo bueno que es Jehová su Dios. Los verbos no hablan de teoría únicamente sino de un llamado a experimentar en la vida lo bueno que es Dios. De su experiencia de salvación, David llama a todo aquel que escucha y lee el salmo a experimentar esa bondad de Dios mostrada en sus actos de salvación. Ciertamente Dios fue bueno en gran manera con David. Fue bueno salvándole de la angustia y del peligro de Abimelec pero, también fue bueno liberándole aun y a pesar de que David puedo equivocarse fingiendo y mintiendo delante de ese rey. Quizás Calvino es el más acertado cuando dice que: “Aunque Dios en ocasiones salva a su pueblo mientras ellos se equivocan en escoger diversos medios o incluso caen en pecado cuando adoptan esos medios, no hay nada inconsistente en esto. La salvación siempre es la obra de Dios, pero el posible pecado cometido, que nunca tiene que ser excusado, tiene que ser aquí atribuido a David”.
      Ciertamente fue bueno Dios con David. El punto central de las palabras de David es que Dios es bueno y su bondad es vista de manera sublime en la obra que es única y exclusiva de Dios, la obra de salvación. Sorprende que, incluso en los posibles errores y equivocaciones de nuestra vida, en aquellas situaciones en las que usamos medios por nuestra propia voluntad que pueden ser erróneos, incorrectos e incluso pecaminosos, sin ser excusable el error o pecado, Dios sigue siendo bueno y su bondad sigue manifestándose en la salvación de los suyos. ¿Cuántas veces habrá Dios mostrado su bondad salvándonos y liberándonos en situaciones en las que nos equivocamos estrepitosamente? ¿Cuántas veces habremos gustado y visto la bondad de Dios en su salvación hacia nosotros aun y sabiendo que mal hicimos? La responsabilidad del error y pecado siempre será nuestra pero la bondad y obra de salvación siempre será de nuestro Dios. Si hemos experimentado esta gran bondad de Dios salvándonos en nuestra vida ¿qué más debemos hacer sino el anunciar a los demás “gustad y ved que bueno es Jehová”? Sin duda alguna, esto lleva a la confianza en el Dios que es bueno.


      Aquel que confía en Dios que es bueno es “dichoso” o “bienaventurado”. El poner la confianza en el Dios de absoluta bondad y de magnífica salvación es la mayor bienaventuranza que pueda haber. David hubiese podido confiar en sus propios recursos y sabiduría pero, tal y como su vida demostró, poco le hubiesen durado. David hubiese podido confiar en aquellos que tenía alrededor pero, tal y como se demostró, muchos de ellos le abandonaron y traicionaron. ¿En quien poner la confianza y la fe si no es en el Dios que es bueno y que salva a aquellos cuyas vidas son imperfectas y llenas de errores y pecados? ¿Quién debería ser el objeto de nuestra fe diaria, confianza diaria sino el Dios que es bueno, no únicamente en teoría sino en experiencia diaria de vida? Resulta curioso que después de que Dios obrase esa salvación con David, cuatrocientos hombres se juntaron con él en la cueva de Adulam (1º Samuel 22:1-2). Hombres en la misma condición de David, afligidos, endeudados y en amargura de espíritu. Hombres que posiblemente vieron en David al rey legítimo escogido por Dios. Hombres que quizás vieron en David esa esperanza de salvación. Es precisamente la figura de David y sus palabras las que deben llevarnos a gustar y ver que bueno es Dios y a confiar en él, en la persona del último David, la persona de nuestro Señor Jesucristo.
      Dios no cerró los ojos al pecado de David ni al pecado de nadie. En su paciencia pasó por alto los pecados pasados (Romanos 3:26) hasta que Jesucristo pagó por ellos en la cruz del Calvario. Nuestros errores, nuestros pecados, nuestros crímenes delante de Dios perdonados en Jesucristo. Si hay una persona en la que se cumple el llamado “gustad y ved que bueno es Dios” es la persona de nuestro Señor Jesucristo. Si hay un lugar al que acudir para gustar y ver que bueno es Dios es la cruz del Calvario y la tumba vacía de la resurrección de Cristo.
      Si hay alguien en quien poner nuestra confianza para ser bienaventurados es en la persona de nuestro Señor Jesucristo. Solo en él experimentamos que bueno es Dios y que bienaventurados somos en confiar en él. Ciertamente aquellos que por gracia acudimos a él, somos afligidos, endeudados, amargados de espíritu pero, Cristo no vino a llamar a los sanos sino a los pecadores ¿quién haría algo así? Únicamente nuestro Dios quien es bueno y bueno en gran manera. Por ello, “gustad y ved que bueno es Jehová. Dichoso el hombre que en él confía”.