VOZ DE JEHOVÁ
“Voz de Jehová sobre las aguas; truena el Dios de gloria, Jehová sobre las muchas aguas.
Voz de Jehová con potencia; voz de Jehová con gloria”
(Salmo 29:3-4)
      Uno de los espectáculos poderosos que la naturaleza nos brinda es el de las tormentas. Cuando el cielo se desata puede observarse el poder de la naturaleza, la fuerza y furia de los elementos. Los rayos iluminan el cielo, los truenos rugen de extremo a extremo, el viento sopla con fuerza y la lluvia cae de manera incesante. Por un lado, el poder observar una tormenta crea cierto sentimiento sobrecogedor. Si el contemplar una lluvia fina es casi algo romántico y melancólico, el contemplar una tormenta en su plena potencia es algo que sobrecoge a uno. La voz de la tormenta en cada uno de los truenos que resuenan en el cielo recuerdan lo insignificante y poco poderoso que se es frente a esa fuerza de la naturaleza. Por otro lado, el rugir de la tormenta muestra el poder, fuerza y energía desatada en los cielos. Ahora bien, la voz de la tormenta no es más que la revelación de una voz mucho mayor, muy mucho más gloriosa y con una potencia y poder que sobrecogen en grado sumo. La voz de la tormenta y de las muchas aguas nos hablan de la voz de Jehová. El rey David así lo expresó en su Salmo 29:3-4 “voz de Jehová sobre las aguas; truena el Dios de gloria, Jehová sobre las muchas aguas. Voz de Jehová con potencia; voz de Jehová con gloria” (vv.3-4).
Pastor Rubén Sánchez
Devocional Semanal - Pastor Rubén Sánchez
"...y le puso por nombre Eben-Ezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó Jehová" (1ª Samuel 7:12)
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Dios mío, gracias por tu voz,  gracias por la revelación de tu poder y gloria sobre el caos de mi vida. Gracias porque obraste salvación en tu Hijo y ahora puedo tener la confianza que, aun y el caos en mí vida y en el mundo, tú tienes poder y al final bendecirás a tu pueblo con paz. Recibe la gloria y adoración. Amén.
TEXTOS PARALELOS PARA MEDITAR
MARTES

Salmo 19:1-14

MIÉRCOLES

Hechos 14:14-17

JUEVES

Hechos 17:22-34

VIERNES

Romanos 1:20-21

SÁBADO

Mateo 8:23-27
      El Salmo 29 fue un salmo escrito por el rey David y, aunque no se sabe exactamente el contexto histórico que motivó la escritura del salmo, parece ser que pudo ser escrito a raíz de vivir la experiencia de una tormenta que se desencadenó de manera poderosa y terrible. Su escritura pudo ser también motivada por el escenario de una serie de tormentas en la tierra de Canaán ya que el salmo recorre prácticamente toda la región geográfica de la tierra, desde el monte Hermón al norte “al Líbano y al Sirón como hijos de búfalos” (v.6) hasta el desierto del Cades al sur de la tierra “hace temblar Jehová el desierto de Cades” (v-8).
      Fuese cual fuese la ocasión que llevó al rey David a escribir este salmo, su cántico expone el poder de Jehová sobre la creación. La creación simplemente es la revelación de la gloria, el poder y la potencia del Creador. De manera concreta, es el nombre de Jehová y su voz aquello que se revela con gloria y poder en la creación misma. El nombre de Jehová aparece dieciocho veces en el salmo y la “voz” de Jehová resuena a lo largo de todo el salmo siete veces. Por tanto, el Salmo 29 presenta la voz de Jehová que se dejó escuchar en la creación a través de aquellas tormentas que se desataron de norte a sur en la tierra de Canaán. De manera concreta, en los vv.3-4 David muestra que; la voz de Jehová es su revelación por medio de la creación. Después, David muestra que la voz de Jehová es su revelación de gloria y poder en la creación. Por último, la Biblia nos mostrará que la voz de Jehová se escuchó con gloria y poder en la voz de Jesucristo.


      El Salmo 29 en cierta manera es la respuesta a lo que el mismo David escribió en el Salmo 28, es la respuesta a la oración de David en el Salmo 28:1 “a ti clamaré, oh Jehová. Roca mía, no te desentiendas de mí, para que no sea yo, dejándome tú, semejante a los que descienden al sepulcro”. David clama que Dios le responda y no se desentienda de él, dicha respuesta viene dada en la voz de Jehová que fue escuchada en la creación, de manera concreta escuchada en el clamor de la tormenta. Por tanto, la “voz de Jehová” es la revelación misma de Dios por medio de la tormenta. La voz de Jehová es su manifestación o revelación por medio de las obras de la creación, por medio de las obras de las manos del Creador. Cuando David habla de la “voz de Jehová” en el Salmo, no se refiere únicamente a que Jehová pueda ser escuchado, sino también a su revelación, a la manifestación de Dios en la fuerza y potencia de la creación misma. En la cultura del antiguo y medio oriente en la cual David vivía, las divinidades solían ser asociadas con las fuerzas de la naturaleza. Por ejemplo, Baal era asociado con las tormenta pero, no existía una distinción clara entre el fenómeno natural y la divinidad. Jehová nada tenía que ver con dicha mentalidad pagana e idólatra de aquel tiempo. David es bien cuidadoso en no confundir la tormenta con Jehová, la tormenta no es más que el medio por el cual “la voz de Jehová es escuchada”, es decir, la creación no es más que el medio de revelación del Creador. Cuando los truenos se oían rugir no eran más que el testimonio y la revelación del Creador. La naturaleza no es más que la revelación natural y general del Creador.
      La revelación natural y general de Dios es la manifestación de Dios, de su poder y deidad a través de las cosas hechas de la creación (natural), una revelación que es general ya que llega a todo el mundo. Tristemente muchos hoy en día se sorprenden de la fuerza que la naturaleza tiene cuando es desatada de una manera violenta. Muchos son aquellos que se maravillan pero pocos son aquellos que en esos fenómenos naturales pueden escuchar la “voz de Jehová”. Pocos son aquellos que entienden que los cielos cuentan la gloria de Dios y el firmamento anuncia la obra de sus manos (Salmo 19:1). La naturaleza con toda su preciosidad y todo su poder revela el poder y la deidad del Creador (Romanos 1:20). Dios no se ha dejado sin testimonio, cada trueno, cada gota de lluvia, cada rayo que ilumina el cielo, cada pajarillo que canta en la mañana, revelan al Creador pero, ¿cuánto meditamos en el Dios que se revela a través de su Creación? ¿Cuántos hacemos como David y celebramos el poder de Dios sobre la creación? En ocasiones la voz de Jehová puede ser escuchada de manera dulce en el canto de las aves y en ocasiones puede ser escuchada con poder en la revelación de la tormenta. Es precisamente la gloria, poder y potencia de la voz de Jehová la que David destaca.
      En el v.3 David se centra en la voz de Jehová que se escucha sobre las aguas, dos veces lo menciona “voz de Jehová sobre las aguas; truena el Dios de gloria, Jehová sobre las muchas aguas”. La imagen es impactante ya que David describe la voz de Jehová acercándose en medio de una tormenta desde el Mediterráneo al oeste de Canaán y desde el norte, desde el Líbano y el Monte Hermón, barriendo con poder toda la tierra hasta el desierto del sur, hasta el desierto de Cades. La revelación de la voz de Jehová en la tormenta se escucha de oeste a este y de norte a sur de la tierra. Ahora bien, esta revelación de Dios es de manera precisa y exacta la revelación de su gloria y poder. David menciona que es “el Dios de gloria” el que truena, es la “potencia y gloria” de la voz de Jehová la que se deja escuchar en la tormenta. Nuestra cultura occidental queda un poco alejada de la concepción de “mar” o las “aguas” que podían tener en la cultura semítica en tiempos de David. El “mar” o las “muchas aguas” eran símbolo de caos, desorden, fuerzas de devastación. En la Escritura el “mar” o las “muchas aguas” son descritas como aquello que no solamente representa el caos y la devastación sino también el exilio y la oposición a Jehová mismo. Por ejemplo, Faraón mismo es descrito como “el gran dragón que yace en medio de los ríos” (Ezequiel 29:3), el enemigo de Dios y su pueblo que yacía en medio de las aguas del Nilo. El caos y oposición a Dios descrito por las aguas es personificado en la figura del Leviatán, el monstruo marino que aparece en las Escrituras. Cuando David escucha la “voz de Jehová” sobre las muchas aguas, está mostrando la revelación del poder y la gloria de Jehová sobre el caos y sobre aquello que se opone a Dios.


      En el salmo la voz de Jehová es la revelación de su poder y gloria sobre el caos mismo, es la revelación de su soberanía y poder sobre las fuerzas del caos que se oponen a Dios. Cuando Jehová habló a Faraón, el dragón que yace en medio de sus ríos, Dios le dijo: “He aquí yo estoy contra ti” (Ezequiel 29:3) y así lo hizo Dios liberando a su pueblo del dragón que yacía en sus ríos. Cuando Dios habló a Job le dijo si él tenía el poder para sacar al Leviatán, “¿sacarás tú al Leviatán con anzuelo, o con cuerda que le eches en su lengua?” (Job 41:1). Únicamente Dios tiene ese poder (Isaías 27:1). Así fue ya desde la creación misma, el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas (Génesis 1:2), el caos estaba bajo el control, poder y soberanía de Dios y cuando fue vencido con el poder de la voz creadora de Dios, la gloria de Dios fue manifestada en las obras de la creación de Dios. Dios es soberano, Dios es Todopoderoso, y el oír de su voz sobre las muchas aguas, es la revelación de su gloria y poder sobre el caos y sobre aquello que se opone a él y a su pueblo. Esta es la razón por la cual David puede acabar el Salmo 29 con una gran certeza y confianza, “Jehová dará poder a su pueblo, Jehová bendecirá a su pueblo con paz” (v.11). ¿Cómo no tener esta esperanza de esa paz final frente al caos en nuestra vida y en este mundo sabiendo que Dios tiene poder sobre el mismo? Así lo demostró Dios cuando nuevamente su voz se oyó sobre las muchas aguas en la persona de su Hijo Jesucristo.
      En medio del mar de Galilea, en un pequeño bote, los discípulos estaban aterrados por la tormenta que se había levantado alrededor de ellos. El caos era grande y parecía que su vida llegaba a su fin hasta que Cristo se levantó y con el poder de su voz reprendió a los vientos y al mar y se hizo gran bonanza (Mateo 8:26). La voz de Jesucristo reprendió, como si de un enemigo se tratase, a los vientos y al mar. La voz de Jesucristo obró con poder y gloria sobre las muchas aguas de la tormenta y el caos desapareció para dar paso al orden y bonanza. Esto llevó a los discípulos a preguntarse, “¿quién es este hombre que aun los vientos y el mar le obedecen?” Este hombre no es más ni menos que el Dios encarnado que David escuchó su voz sobre las muchas aguas en el Salmo 29. La gloria y poder de la voz de Dios vino en la encarnación sublime de nuestro Señor Jesucristo. Su poder y gloria se escuchó sobre las aguas de la tormenta pero en especial se escuchó en la cruz del Calvario. Allí, el Dios de poder alzó su voz y dijo “consumado es” y los enemigos de nuestra alma, la muerte, el pecado y Satanás quedaron vencidos para traer el orden de la salvación a nuestras vidas. Podemos y debemos tener la certeza y confianza que la voz poderosa y gloriosa de nuestro Dios se escuchó en Jesucristo y la palabra de su evangelio de poder. El evangelio nos muestra que tenemos al Dios de poder absoluto que obró nuestra salvación en la persona de su Hijo. Por tanto, aun y a pesar del caos que en ocasiones pueda irrumpir en nuestra vida y en este mundo, debemos tener la absoluta confianza que Dios está por encima y su poder y gloria siguen escuchándose en la tormenta. Por ello, podemos tener la confianza que al final, Dios “bendecirá a su pueblo con paz”.